1. El testigo
By S.W. & K-C
- Otra cerveza. – exigió el atractivo joven de ojos claros, con la vista clavada, sin demasiado interés, en la calle que se veía a través del parabrisas- .
- ¿Crees que sea buena idea, Ren? Es la cuarta…
- Sé contar las latas que bebo, Hoto. Y a propósito, tú ya vas en la novena y así nunca vas disparar como la gente. No sé cuántas veces te lo hemos dicho…
-Cierra la boca, chino; sé lo que hago… ¿Ya te olvidaste?: tengo vista de halcón- le recordó, haciendo énfasis en la última palabra.- ¡Y es Horo!
-Sí, seguro y yo soy bailarín olímpico –replicó con sorna, ignorando lo último-. Ya deja de alucinar y pásame la maldita cerveza¿quieres?
- Como quieras… pero después no te quejes de mí puntería.
Habían estacionado, en la vereda, su camioneta negra, ésa de último modelo, equipada para misiones especiales. ¿Adivinaron? Ésta era una de ésas.
Llevaban más de hora y media aguardando a que el objetivo se dignara a aparecer, sumamente (nótese la ironía) concentrados en una puerta específica, anteriormente indicada por el jefecito (nótese la ironía). En cualquier momento, se suponía que la víctima hiciera su aparición…
Y así fue, su objetivo caminaba por la vereda hacia ellos, sin sospechar, claro, lo que le esperaba. Al menos, eso se suponía.
- ¡Bien, vamos, Gatito! –entusiasmado, como era usual en él, el chico de peliazul abandonó la última lata sobre la caja de cambio, para proceder a salir del vehículo.- Hora de trabajar.
-En vez de decir estupideces, preocúpate de salir con disimulo.- le reclamó con su habitual seriedad, utilizando un tono hastiado para que Horo no notara que estaba más preocupado de lo que le habría gustado estar.
Demonios…¿Por qué aún no podía controlar su manía de beber como contratado?
Aún no puedes olvidarte de ellos¿eh, Horo?
Tomaron sus armas: una 9 mm cada uno y se dispusieron a seguir a su objetivo.
Caminaron media cuadra sin el menor indicio de haber sido descubiertos, llegaron a una esquina; enseguida, Horo sacó su arma, listo para el momento clave y volteó la esquina con rapidez. Era un callejón y… estaba vacío.
- ¿Se te perdió algo, azulito?
¡Mierda…!
El tipo al que habían estado siguiendo, con su mano derecha, mantenía alzado un cuchillo; mientras que, con el brazo izquierdo, sostenía opresoramente a su compañero, que, como era de esperarse de él, no le hacía la tarea para nada fácil.
- ¡¡Suéltame, idiota!!
- ¡Eres un id-diota, Ren¿¡C-cómo te dejaste atrapar así como así!?- Horo apuntaba su arma hacia el enemigo, mas sus ojos estaban fijos en el chino y las manos le temblaban demasiado.
- ¡Maldición, Horo, eso no importa¡¡Dispárale de una vez!!
- ¡Eso ya lo sé…! – su voz quiso sonar firme, pero la verdad era que la sentía a punto de romperse; sin mencionar que el corazón prácticamente se le estaba saliendo del pecho…, como siempre que le parecía que Ren estaba en peligro.
- Inténtalo, yo no respondo.- se burló el tercero, sonriendo de una manera asquerosamente cínica, mientras acercaba el filo del cuchillo al cuello del otro chico. Horokkeu vaciló.
- ¡¡Sólo hazlo!! –le gritó Ren, exasperado, contemplando la terrible duda que reflejaban los ojos de Horo-.
No entendía por qué ese ainu tonto se ponía así en esas situaciones, aún sabiendo que él siempre tenía un as bajo la manga. ¿Por qué no podía aprovechar las oportunidades fáciles, como ésa?
Pero como ya fue señalado, Ren siempre traía un as bajo la manga y con un movimiento ágil, se liberó de su captor, empujándolo con esa fuerza sobrehumana que tanto pavor había causado en los muchos enemigos que había tenido a lo largo de su vida. En eso, Horo quiso atacar a su oponente cuerpo a cuerpo. Temiendo que el disparo, por el mareo que las cervezas le producían, le diera a Ren; sin embargo, estando débil, no fue difícil para el enemigo recibirlo con violencia, inmovilizándolo con incluso más brusquedad que al chino, quizá, porque ya no andaba de broma.
- Quita tus asquerosas manos de él y tal vez te mande al infierno sin torturarte primero.- le ordenó, con una atemorizante tranquilidad, el de ojos felinos, haciendo que su 9mm vomitara bala tras bala en dirección a la cabeza del tipo, que éste intentaba ocultar tras la del ainu.
- ¡Rayos, Ren, a mí no!
¡Imbécil, deja de decir mi jodido nombre o te pueden escuchar!
Cómo le molestaban esos gritos… no, no le molestaban: le dolían.
Siempre tenían que arriesgar sus podridas vidas y cada vez era peor que la anterior. Era lo único malo de trabajar con ese inepto: no podía soportar verlo expuesto de esa manera, y para su mala suerte, así era como lo veía la mayor parte del tiempo.
- Demonios… -entrecerró los ojos, casi como de dolor y soltó el último disparo que consideró por esa noche, que sólo rozó la oreja de su objetivo.
Al ver como (luego de su acción) el engendro comenzaba a presionar el cuchillo contra la piel de Horo, perdiendo la noción de sensatez que solía llevar consigo, se le lanzó encima.
Y sin pensar, casi sin ver lo que hacía, lo bañó de golpes, tanto con sus puños como con su arma. Una vez que, perdiendo el equilibrio, el enemigo hubo soltado a un semi-inconsciente ainu, Ren apretó al muy infeliz contra sí y pudo sentir cómo le enterraban el cuchillo en un punto indeterminado de su brazo, rasgando de paso su camisa. Contuvo, como el experto que era, un alarido de dolor y se oyó, en medio del callejón, un disparo.
Y otro.
Y otro.
Cuello, frente, pecho.
Mucha, muchísima sangre.
Una palabrota en chino, para coronar el término de su trabajo.
Al instante, se volvió a mirar a Horo, que yacía sobre el suelo, herido y más mareado que nunca.
-Te ves patético…- le informó con su típico tono frío, quitando el corte que le habían hecho de la vista de su camarada.
Por respuesta – y vaya que esto lo mortificó-, sólo recibió un vómito explosivo.
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-No ha habido señales de ellos¿Manta? –quiso saber el castaño pelilargo, inclinándose para leer en la computadora-.
- Aún nada. No se han reportado y… Espera.
Tiiip-tiiip-tiiiip.
Descolgó el teléfono.
- Aquí Kurohyo (pantera). Voy con Washi (halcón o águila xD) a un refugio. Está herido.
-Aquí Hitsuji (oveja). ¿Es muy grave?
- Nada que no haya pasado antes.
- Wani (caimán) al habla. ¿Washi, de nuevo?
- … Sí, "de nuevo"…
- Hm, será mejor que empieces a cuidarlo mejor…
- Cambio y fuera. Idiota…
- ¡Te oí – Tuuuuuuuuuuuuuuuut.-! ¬¬ Ya veremos quién es el idiota…
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Lo primero que encontró abierto, conduciendo como un maníaco desquiciado casi arriba de la misma vereda, fue un motel de segunda; tenía dinero de sobra como para pagar algo mil veces mejor, pero el Hoto estaba herido y además, no podían levantar sospechas. En ése tipo de lugares era mucho más sencillo pasar desapercibidos, pues se trataba de llegar, pagar y "cada quien a lo suyo".
Abrió la puerta del motel y penetró en una recepción modesta y no muy bien cuidada; una señora, entrada en carnes, no mejor cuidada que el sitio y en bata, le cobró y le entregó una llave para el cuarto del fondo. Adentro, los elementos principales eran una cama matrimonial de la era mesozoica y una mesita de noche con una lámpara de mala calidad.
Já, sí, estoy así de cerca de compartir la cama con este tarado…
- R-ren…
La voz aterciopelada de quien llevaba a cuestas – y no es que él hubiera querido, por supuesto que no- lo sacó de sus cavilaciones. Recién entonces, se le ocurrió preguntarse si la dueña del motel no habría encontrado raro que un tipo llegara completamente apurado con otro tipo medio muerto (bueno, exageradamente hablando) casi en brazos… ¿Acaso esas cosas pasaban muy seguido en aquel tipo de lugar¿No habría pensado que él era un violador que había secuestrado a un pobre jovencito indefenso para…, pues, violarlo? Y más importante aún¿Por qué coño se estaba haciendo esas preguntas estúpidas en un momento como ese?
-Te despertaste.- dijo, depositándolo con inusual cuidado sobre el lecho.
- ¿Qué pasó?
- Nada nuevo: te golpeó, terminé el trabajo solo y a la perfección, vomitaste todo lo que tenías dentro, por haber bebido como contratado…; tú sabes, lo de siempre y te tuve que traer hasta acá. –narró sin muchas ganas, mientras se sentaba cómodamente junto a su cómplice y sacaba de su bolsillo una pequeña botella de plástico.
- Ah… ¿Q-qué hay de ti¿Estás bien? – todavía algo adormecido por el alcohol, el agotamiento físico y la evidente tensión que el caso le había traído, Horo se acomodó para poder observar el estado de Ren.
- Sí, sí, gracias. Ahora no te muevas.
- ¿Mm…? - fue lo único que el ainu alcanzó a articular, antes de sentir un ardor insoportable en el labio inferior, provocado por el trozo de género en el cual Ren, después de untar un poco del alcohol etílico. Iba a reclamar, mas se quedó con la sola intención, al ser la molesta telita reemplazada por los dedos del propio Ren sobre sus labios.
- Con que el hijo de perra creyó tener las bolas para hacer esto sin que le volara los sesos… Hm, claro que tú tienes parte de la culpa: si hubieses obedecido y disparado cuando te dije que lo hicieras, no estaríamos aquí y en estas condiciones.- aunque su primera oración fue más bien para sí mismo, el chino miró fijamente a Horo al agregar lo demás. Reprochándolo con los ojos y sus palabras en general y sin embargo, sin dejar de tocar su boca.
-Pero… Ren…- replicó el otro chico, balbuceando, tomando la mano que seguía sobre su labio, para poder hablar bien, una vez que había canalizado mentalmente la información.- No puedo… no fue por el alcohol, en verdad; era porque no… - al verlo bajar la cabeza, Ren Tao supo que fuera lo que fuera, lo que seguía iba a llegarle.-… no quería herirte… - sensatamente, el ainu volvió a elevar el rostro, encontrándose con la mirada sorprendida de su compañero.
- Puede ser, pero de no ser por el alcohol, habrías estado lúcido y eso te habría permitido tanto pensar como actuar mejor y no como un borracho demente -tuviese la razón o no y aunque lo que decía era tan cruel como frío, el único cometido de aquellas palabras había sido disimular lo que la ternura del ainu había producido en él.
- Lo siento…, perdóname.- la mano del norteño que sostenía la suya fue lentamente deslizada hasta su mejilla, mientras un par de ojos brillantes lo contemplaban cada segundo de más cerca.
Podía sentir cómo sus cuerpos se aproximaban lentamente, el olor a alcohol que despedía su camarada y el que él mismo irradiaba, que era un poco más leve. El chino sintió que, de un momento a otro, podía empezar a actuar de un modo ligeramente extraño, como en medio de una especie de éxtasis; pudo sentir la mano del ainu, trasladarse hasta rozar el borde de su camisa, mientras que, él mismo, no pudo evitar aprovecharse y pegarse más a su cuerpo, tocar con ambas manos sus mejillas y luego, sus labios… Sus manos fueron rápidamente reemplazadas por sus propios labios; sintió a Horo acercándose aún más y como era el último quien se había inclinado más, fue sencillo halarlo hasta que no quedara el más mínimo espacio entre ellos, logrando, de paso, que el beso subiera un par de tonos.
- Ah…, Ren… - el gemido, casi murmullo del peli-celeste le provocó de todo, menos deseos de detenerse, mas cuando se dio cuenta…
Estúpido ainu con horarios de bebé…
… Horo dormitaba plácidamente contra su hombro, con la respiración todavía acelerada.
Ahora bien¿qué carajo acababa de suceder?
Nah, ésa era una pregunta demasiado difícil e innecesaria, si consideraba que el flojo de Hoto, al día siguiente, no iba a recordar ni la marca de cerveza que había tragado.
Lo recostó en la cama con delicadeza y se sentó a su lado; durmió, quizás, una hora o dos. Nada más pudo.
Cuando se despertó, Horo aún seguía dormido; decidió levantarse de inmediato. Sólo podía escuchar la respiración tranquila de Horo. Al mirar por la (rota) ventana, al mismo tiempo que arreglaba su, bueno, desarreglada ropa, se percató que no podían ser más de las siete. Volvió a mirar en dirección a la cama y aunque no le agradara la idea, distinguió, en su pecho, cómo el corazón le daba un vuelco, al ver a ese tarado durmiendo tan indefenso, tan tierno, tan…tan…
Idiota ¬¬…
Se acercó a la pared, y recargó su espalda en ella, y sintió, de pronto, un cierto dolor punzante en su brazo derecho.
Era verdad, anoche el "objetivo" lo había herido…y él ni cuenta se había dado, se arremangó la camisa, y claro, ahí estaba entera manchada de sangre, y ya había coagulado…algo, pero eso no era lo que más le atormentaba…
-R..ren?-pudo sentir la voz de Horo adormilada, se tapó el brazo de inmediato-.
-Por fin despertaste…-dijo abriendo los ojos para mirarlo con aburrimiento-.
-…Te…-hubo una pausa…se detuvo a mirarlo…-ves lindo por la mañana…-.
Sobra decir que el Tao se sorprendió bastante, e incluso se sonrojo…algo, pero no iba a dejar que el Hoto se diera cuenta…no señor!
-ngh..-se quejó irritado y volteando el rostro, separándose de la pared en dirección a su chaqueta –ya despiértate quieres? Me debes una renta…-y sacó la llave del cuarto junto con el dinero-.
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-Por fin llegan!!-dijo con cierta burla el castaño pelilargo-.
-No digas nada, que no fue una noche fácil-.
-Ren Horo! Que bueno que llegan!! –salió de pronto uno igual al otro castaño, solo que…bueno ya saben, no era pelilargo, el cabello en una coleta, audífonos al cuello-les hice el desayuno-.
-Gracias Yoh, pero no tengo hambre-dijo, educado, el de ojos ambarinos-.
-Yo si!! Por favor dame algo me mueeeeeeero de hambre!! TT.TT-.
-Tú siempre tienes hambre Horo n.n-.
-Como no, si lo último que consumió fue cerveza y la devolvió toda xD –dijo perverso, el pelilargo-.
-Ya déjame si? –dijo mientras seguía a Yoh a la cocina-.
-Y a ti…que te pasa…-le espetó el pelilargo al Tao, una vez que se encontraban a solas-.
Había llegado muy callado, y lo más raro, no le había dirigido ningún insulto a Horo, ni siquiera se había burlado de él por lo de la comida, cosa DEMASIADO extraña en él.
-Disculpa..?-dijo saliendo de su estado absorto, pasando su mirada de la puerta de la cocina hacia el pelilargo-.
-…-y ahí alzó las cejas, algo había pasado ahí y no era precisamente con Horo…-mejor siéntate y dime que pasó…-dijo acercándole una silla, que el Tao rechazó, se sentó él-.
-Anoche…-.
-Lo hicieron…?-.
-Ah? O.O-.
-xD nada, que pasó…-.
-…-bajó la vista…frustrado…con culpa…-hubo un testigo…-.
-…qué…-dijo inaudible, incrédulo-.
-Lo que oíste…alguien nos vió, alguien presenció el asesinato…-.
-Ren tú y Horo…-.
-Mira…sé que somos buenos en esto…pero algún día Horo tenía que fallar…ya sabes el alcohol, su extraña aprensión por mi…-.
-Pero…tú sabes cual es la única solución para eso…sabes lo que hay que hacer para que no vuelva a suceder…-.
-Si, pero…Horo y yo siempre hemos sido equipo…-.
-Ren…nosotros somos amigos y todo eso, pero…no puedo arriesgar al grupo porque el hoto no se concentra…-dijo serio, tratando de parecer comprensivo…-.
El pelivioláceo bajó la mirada, su jefe tenía razón…
-Si…eso creo…Hao…-.
-Ahora lo importante es centrarnos en el testigo…pudiste ver su rostro…algo?-.
-Solo su estatura…no mide más de un metro 60 incluso puede ser menos…el resto…nada, estaba demaciado oscuro…-.
-Mmm…enviaremos a Yoh entonces…-.
-Yoh? O.ó-.
-Si…se que es arriesgado…porque ese a veces es incluso peor que el Hoto…pero que va…si van uds…el los podría reconocer…ahí si estarían en riesgo…-.
-Si…eso creo…-.
Sintieron pasos en el corredor…
-Yoh me voy a dormir un rato!!-.
-Claro…!!-gritó desde la puerta hacia las escalera donde estaba Horo…-Hola! Y? detalles algo?-dijo una vez que entró a la habitación donde hablaban los otros dos-.
…EXPLICACIÓN…
-Un…testigo…oo…PERO SI UDS DOS NUNCA HABÍAN FALLADO!! O.O-.
-Ya Yoh!! ya lo sé…no es necesario que lo grites…además Horo no sabe nada de esto…-dijo volteando el rostro…algo avergonzado..-.
-No se lo dijiste?-dijo Hao alzando una ceja-.
-…No…-.
-Para tu próximo trabajo, Ren…-volteó, le dio la espalda…-búscate a otro compañero…Horo será con Yoh…-.
-Qu—pero!-.
-Nada de alegatos entendido!? –volteó, lo miró amenazante…pero el Tao no se dejaría intimidar-.
-No es justo…-dijo frunciendo el ceño, avanzando de a poco-.
-Quieres que te diga lo que no es justo!?-.
-Pues dímelo si te crees tan listo!-.
-No es justo que arriesgues los años de trabajo que llevamos en esto, por un simple capricho o sea lo que sea que tengas con ese Usui!! Porque no me vengas a decir que no tienes nada con el Hoto!! No es justo que nos veamos expuestos a sus estupideces y tú solo te sientes a observarlo!! Porque claro! Como cómplice tú te duermes en los laureles!! Pero te diré algo! Aquí el jefe soy yo y tengo tantos derechos como obligaciones!!! Y una de ellas es velar por el anonimato del grupo y uno de mis derechos…-bajó el tono de voz una vez que se encontraba a centímetros del rostro del Tao…amenazante, superior…-es decirte cómo, cuando y qué hacer…como se me antoje…está claro?-.
-…No es justo…-.
-Me vale…-volteó y se encontró con el rostro entre preocupado y sorprendido de su gemelo-…y tú…tú saldrás hoy mismo en la noche a los bares del sector…quiero que encuentres al testigo a como de lugar…-dicho esto salió de la habitación, dejando el aire de cortar con tijeras-.
-R…ren??-.
-Déjalo así…él tiene razón…Horo no puede seguir arriesgando al grupo…y de paso yo también soy responsable…-.
-N…no me refería a eso…yo…-dijo ciertamente preocupado…-.
-Eh?-alzó la vista lo vio ahí, entero maniado…-.
-Qué me pongo hoy en la noche..? ñ.ñU-.
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Y en el segundo piso…Horo se hallaba sentado en el suelo…recargado en la pared…el rostro pegado a esta…lo había escuchado todo…
Por qué Hao actuaba tan agresivo de pronto? Por qué Ren le había ocultado aquello? Qué sentía por el Tao que no podía reaccionar a veces? Y…qué había pasado la noche anterior con Ren…?
Ya que…solo podía esperar a ver que pasaría con la misión de Yoh.
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Hola!!! escribo aki nuevamente con S.W. y proximamente con Laugoth que sueño y espero, se nos una para el segundo cap. :D, no tengo mucho que decir, son las 23:00 y, aunque no lo crean, tengo sueño xD. Es un fic un tanto distinto a lo común, ojalá nos lean y en lo posible dejennos rr si? n.n
Besooooss
SayoO Sad.Whisper. & GatooO---->K-chaz.
