Los personajes de Gakuen Alice no me pertenecen.
[Especial II]
Extraña sensación.
- Capítulo I -
Caminas lentamente hacia mí. Una sonrisa burlona adorna tus labios. Un brillo extraño me muestran tus ojos. Ambas manos dentro de tus bolsillos me dan a entender lo tranquilo que te encuentras. Yo, aun permanezco en mi sitio sentada en el borde de la gran cama.
Mis manos pretenden descansar tranquilamente sobre mi regazo. Sin embargo, el nerviosismo me invade lentamente. Tu sonrisa se ensancha cuando un leve temblor en mis manos se hace presente, gracias a la poca distancia que ahora hay entre nosotros.
Extiendes uno de tus brazos hacia mí, invitando a que me incorpore. Así lo hago. Cuando nuestras manos se tocan, un escalofrió recorre mi espalda, pero es calmado por tus brazos que rodean mi cintura, mientras las palmas de mis manos se colocan sobre tu pecho.
Mi rostro comienza a arder y supongo que es a causa del rubor que adornan mis mejillas. Tú, aprietas tu agarre, provocando que nuestros cuerpos se junten completamente. Tu olor y calor comienzan a invadir mis sentidos, cuando escondo mi rostro en tu pecho.
- Tranquila, – Susurras en mi oído – jamás te haría daño. – Prometes.
Nuestras miradas se encuentran nuevamente, tus ojos, color del rubí, me aseguran lo que has prometido y tus brazos me brindan protección. Tu rostro se acerca lentamente al mío, sin que nuestras miradas pierdan el contacto. La distancia se pierde, mientras nuestros ojos se cierran automáticamente. Tus labios sobre los míos se mueven con lentitud, mientras tus manos comienzan a recorrer mi cuerpo. Sonrió sobre tus labios, recordando el día en que te conocí.
Mi curiosidad fue la culpable de nuestro encuentro.
. . . _ . . .
- Si colocas en el muñeco, con la ayuda de una hoja el nombre de una persona fallecida, le das la espalda y la llamas tres veces mientras te cubres el rostro con ambas manos, el espíritu de aquella persona se manifestara ante ti. – Había comentado Sumire con una sonrisa maliciosa.
- ¿Es cierto? – Pregunte un poco temerosa.
- Claro, pero tiene que ser en un lugar donde te encuentres totalmente sola. – Respondió sin perder esa extraña sonrisa.
- Eso no existe – Susurro mi amiga pelinegra, pero sin soltar el libro que leía. – no te dejes engañar. – Sus ojos violetas se concentraron unos segundos en mí. La decisión que vi en la mirada de Hotaru aquella vez me convenció, un poco, solo un poco. La pelinegra nunca se equivocaba, ¿Quién iba a decir que lo haría por primera vez?
. . .
Cerré mis ojos mientras pronunciaba tres veces el nombre. "Hitomi, Hitomi, Hitomi." Una chica que había muerto años atrás en un accidente. Mis manos cubrían mi rostro mientras mis codos se recargaban en la paleta de mi banca, detrás de mí se encontraba un peluche en forma de gato color negro con una hoja en su pecho.
Pasaron cinco minutos y nada… cinco minutos más tarde, igualmente no ocurrió nada. Suspire con fastidio mientras tomaba mi peluche para después meterlo al bolso, comenzaba a oscurecer, además, seguramente era la única que quedaba en la escuela, esa idea me había aterrado, así que casi corriendo salí del salón.
Caminaba por el oscurecido pasillo, mientras pensaba en mi fallido intento para invocar un espíritu, de repente un viento helado recorrió el lugar, mi mirada rápidamente vago por las ventanas esperando encontrar una abierta… pero no fue así.
Baje las escaleras con rapidez y un miedo horrible invadió mi cuerpo. Recorrí el último pasillo pero una ráfaga de viento me ataco, provocando que mi falda se levantara pero inmediatamente la regrese a su lugar.
Seguí caminando, pero una sombra provoco que parara en seco. Caminaba en dirección opuesta a la mía, lentamente, mientras la distancia se perdía entre los dos pude observar un par de ojos color carmesí que no se apartaban de los míos y una sonrisa ladina dibujaba sus labios.
- ¿Por qué serán tan estúpidos los humanos? – Su voz ronca resonó en mis oídos y nuevamente un escalofrió me recorrió. - ¿Por qué tienen esa manía de molestar? Eres la quinta niña en lo que va de la semana que hace ese estúpido juego. – Finalizo acercándose aun más.
- Yo… - Pronuncie dando un paso atrás. - ¿Quién eres tú? – Pregunte, pero solo gane una sonrisa extraña.
- Si te dijera, me tendrías aun más miedo. – Susurro.
- No tengo miedo. – Mentí. Cruce los brazos sobre mi pecho, ya que estos comenzaban a temblar.
- Mmm – Su mirada se centro en la mía. – pues entonces… soy un demonio. – Sus ojos carmesí brillaron aun más.
¡Me toma por tonta! Desee que eso fuera cierto, pero algo me decía que no seria así. – Yo no… - Trate de decir, pero el miedo gano y agache el rostro.
- ¿No me crees? – Murmuro y me di cuenta que estaba muy cerca. – Pues es tan cierto como tus bragas infantiles, Lunares. – Mi rostro se levanto automáticamente cuando termino de hablar, encontrándome con una sonrisa burlona, entonces mi cerebro comenzó a pasar imágenes con rapidez…
Viento…
Falda…
- ¡Pervertido! – Grite golpeando su mejilla derecha. ¿Cómo se había atrevido a ver mi ropa interior? Los colores me subieron al rostro para después comenzar a correr, ahora estaba más que convencida de que aquel chico decía la verdad.
Salí corriendo de la escuela hacia la parada del autobús y cuando subí a este mi corazón acelerado se tranquilizo.
. . .
Suspire aliviada cuando cerré la puerta de mi cuarto, aun no había llegado mi madre. – Espero que todo haya sido un sueño. – Roge.
- Eres mala Lunares y mira que vine a buscarte hasta acá. – Me gire lentamente para encontrarme con el mismo chico pelinegro de hace unos minutos.
- ¿Cómo? ¿Por qué? – Pregunte aturdida mientras retrocedía hasta que mi espalda choco contra la puerta, su mirada fría me había intimidado.
- ¿Acaso no sabes que las niñas no deben hacer ese tipo de conjuros? – Pregunto con sarcasmo acercándose peligrosamente a mí.
- Yo no… quería molestar a nadie. – Conteste con nerviosismo cuando sentí su cálido aliento chocar con mi nariz.
- ¿Sabes lo que les pasa a las niñas malas? – Pregunto con un brillo extraño en los ojos, yo solo negué lentamente con la cabeza, sin embargo el contacto de nuestros ojos no se perdió, pero lo que si se fue acabando, es la distancia de nuestros rostros. Tan solo fue un roce lo que sintieron mis labios antes de que llamaran a la puerta.
- Mikan. – Llamo mi madre… ya había llegado.
- Ya voy. – Dije poco después de que el chico se alejara de mí y después de dedicarme una sonrisa, salto por la ventana de mi cuarto. Abrí la puerta rápidamente.
- ¿Sucede algo? – Pregunto mi madre al verme. Yo negué. – Es que… estas completamente roja.
. . .
Sabía que nadie me creería, es por eso que decidí callar. Él no había regresado aquel día, es por eso que nuevamente me encuentro en el mismo lugar que ayer. El pasillo se encontraba igual de oscuro, me acerque a la ventana para observar como el sol se iba ocultando a lo lejos. No se podía percibir ningún sonido… Pasaban los minutos pero no hubo rastro de él. ¡¿Para qué estaba ahí?! Claro quería verlo, pero… ¿Para qué?
Aun seguía de pie frente a la ventana, cuando me percate de algo. Desde que él había estado en mi cuarto, desde aquel momento, no había dejado de pensar en él.
- ¿A quién esperas? – Preguntaron detrás de mí. Mi corazón comenzó a latir con fuerza y rápidamente gire. No pude ocultar mi sonrisa sin embargo él aparto la mirada. Pero eso no provoco que mi felicidad al verlo disminuyera.
Pero… ¿Ahora qué? ¿Qué le podía decir? – Pues yo… - Murmure y el chico fijo su mirada en mí, pero esta vez no había brillo en sus ojos.
- Me estabas esperando. – No fue una pregunta, fue una afirmación y era verdad… lo esperaba a él. Asentí levemente mientras mis mejillas se calentaban un poco. Soltó un bufido. Fastidio, era lo que podía leer en su rostro. Tal vez no le agradaba verme y eso me provoco una gran decepción.
¿Pero que mas esperaba? ¿Qué buscaba estando allí? ¿Qué quería de él? Los ojos de él estaba fijos en los míos, mi cuerpo se congelo cuando lo sentí cerca de mí, el brillo en sus ojos había regresado y provocaba que un fuego en mi se encendiera.
Fue entonces cuando lo supe todo. Sabía lo que yo misma quería.
Un gritito de sorpresa salió de mis labios cuando me atrajo bruscamente hacia él, sosteniéndome de la cintura. Una de sus piernas se coloco entre las mías y un gemido no pude contener. Mi pulso se acelero cuando me hice consciente de la posición en la que nos encontrábamos. Mi cuerpo se estaba atrapado entre el suyo y la pared del pasillo.
Mis manos descansaban sobre su pecho y las suyas en mi espalda. Su sonrisa no se borro hasta que por fin unió nuestros labios, eran cálidos y suaves, primero fue un beso lento y tierno, pero cuando lo profundizo se volvió más salvaje. Sentía como su lengua recorría mi interior y de vez en cuando sus dientes mordisqueaban mis labios. Nos separamos por falta de aire, por instinto me abrace a él, quien recargo su barbilla en mi cabeza.
Lo escuche suspirar. – Sabes lo que quiero. ¿Verdad? – Susurro mientras acariciaba lentamente mi espalda. ¡¿Cómo no saberlo?! No era tan inocente como para ignorar aquel bulto en sus pantalones. Además, también sabía lo que yo quería.
Cuando alce el rosto nuestras miradas se encontraron, provocando que mis mejillas se sonrojaran aun mas. Esto era una locura. ¡No lo conocía! No sabía su nombre. Decía ser un demonio… Esto era tan extraño, pero excitante a la vez.
- Esto está mal – Comento él cuando mis brazos rodearon su cuello, al menos no era la única que pensaba eso.
Nuestros labios se unieron en un nuevo beso… y sus manos comenzaron a explorar mi cuerpo, primero mi espalda, después mis costados, para luego ir una de ellas a mi seno derecho. Un gemido se escapo de mis labios cuando su mano apretó mi sensible montículo, él rompió el beso para susurrarme al oído. – Natsume… Me llamo Natsume. – Trate de que mi mente reaccionara para poder guardar ese nombre en mi memoria, fue difícil ya que su voz ronca provoco que me perdiera, aun más.
Él se froto contra mí – Natsume… - Gemí.
- Buena chica… - Murmuro mientras metía ambas manos bajo mi camiseta y sostén. Mis dedos se enredaron en su cabello color azabache cuando sus dos pulgares comenzaron a acariciar mis endurecidos pezones.
De un momento a otro, atrapo nuevamente mis labios, sus manos abandonaron mis pechos y se situaron en mi espalda baja e impulsándome logro que yo enrollara mis piernas en su cintura, el contacto de nuestras partes más intimas provoco en mi un escalofrió que recorrió mi columna vertebral, algo en mi interior se encendió, mi mente se nublo provocando que respondiera con más fuerza al feroz beso que me daba Natsume.
Pero de la nada él se detuvo, se separo de mi mientras soltaba un gruñido de frustración. Cuando mis pies tocaron nuevamente el suelo lance una mirada asesina al chico que se encontraba frente a mí. Pero él prestaba más atención a una dirección del largo pasillo.
– Alguien viene. – Susurro. Volteo hacia mí y una sonrisa traviesa dibujaron sus labios. – Creo que hasta aquí lo dejamos Lunares. – Su ronca voz me excito aun más.
Después comenzó a andar en dirección contraria a donde se suponía vendría la persona que nos interrumpió, pero antes de que se alejara de mi lo tome del brazo. - ¿Cuándo… nos vamos a ver? – Termine mi pregunta en un susurro.
Él sonrió. – Cuando menos lo esperes vendré a terminar con mucho gusto lo que empezamos. – Dijo tomándome del mentón para después rozar mis labios con los suyos en un tierno beso.
Si, esto era una locura… y en cada momento me estaba perdiendo más.
Continuará.
¡Hola! ¿Qué les pareció? Bueno esta igual que la otra será una corta historia. Pero esta vez habrá lemmon. En el siguiente capítulo, cambiare de clasificación. Bueno eso es todo y gracias por leer.
DEDICADO A ESMERALDA SUAREZ. SAKURANEKO-CHAN EM.
Cuarto Lugar.
Gracias por tu participación y por tu apoyo a lo largo de este año. Y gracias a todas y todos, lo que participaron, prometo apurarme con los especiales.
Gracias por leer. Cuídense.
