Los personajes no me pertenecen, son de la propiedad de Becca Fitzpatrick.

Adverentencia:Contiene un párrafo de Finale, sin relativa importancia, pero de todas formas.

"Un minuto"

Antes incluso de que me diera cuenta de lo que estaba sucediendo, Dante me había arrinconado contra el árbol, acariciando gentilmente unos cuantos mechones sueltos de mi frente. Inclinó mi barbilla hacia arriba para mirar en mis ojos, y no podía haberme alejado de su mirada penetrante si hubiera querido. Me empapé de sus hermosas facciones. Los ojos profundos y marrones me vieron a más distancia, antes incluso de que me pudiese oler con su fuerte y desarrollado olfato. Los labios exuberantes que se inclinaban en una sonrisa confidente. Su espeso pelo castaño que caía sobre su frente. Su mandíbula recién afeitada era amplia, cincelada y suave. Y todo este conjunto en contraste con una piel de color crema aceitunada.

No podía pensar en nada más que en cómo se sentiría besarle. Todos los otros pensamientos de mi cabeza habían sido sacados y no me importaba. Estaba perdida en un sueño celestial y si nunca despertaba, no me importaba. Besa a Dante. Sí, eso era exactamente lo que quería. Me alcé sobre mis puntillas, cerrando la distancia entre nuestras bocas, un revoloteo como de alas batiendo en mi pecho.

Aquello era la gloria, la perfección en unos labios, en nuestros labios besándose de forma lenta y seductora. Dante era adictivo, sensualmente adictivo y no podía pensar en otra cosa que él, en nosotros. Deslicé mis manos por su pecho fornido y él soltó un rugido en mis labios, la excitación llegó a mi cuerpo y sentí mis vellos erizarse.

Mis pezones también.

Sus manos frías se deslizaron por debajo de mi playera, el contacto de su piel fría con la mía ardiente hicieron una explosión demasiado abrumadora y solté un gemido en medio de sus labios.

Sus labios perfectos.

Todo en Dante era así, la perfección hecha hombre y yo derriténdome en sus brazos.

En algún momento, trepé con las piernas en su cuerpo, él seguía acariciando mi abdomen y me daba besos en el cuello, me retorcía en sus brazos soltando gemidos de placer.

Mi playera estaba en el suelo, él contemplaba mis pechos enfundados en aquel sostén rosa que no combinaba con mis bragas, colocó una de sus grandes manos en uno y lo apretó cubriéndolo por completo. Y gemí nuevamente sintiendo mis mejillas arder, y a pesar de que tenía los ojos cerrados, pude escuchar su sonrisa silenciosa mientras desabrochaba mi brasier.

Mis pechos, normales, saltaron al aire fresco del bosque y Dante se apoderó de ellos con su boca ardiente y perfecta.

Y a pesar de que sabía que ya no estaba bajo el control de Dante, quería quedarme así. Ardiendo entre sus brazos y gimiendo por sus besos.

Aunque fuera solo un minuto más.

Uno solo.