Para Peeta Mellark las cosas iban demasiado bien, estaba a nada de poder terminar sus estudios, tenía a su novia la chica más bonita de toda la escuela, ella era con quien quería pasar el resto de su vida, la amaba desde los el mismo momento en el que la vio, contaba con los mejores amigos que uno pudiera querer, ¿Que más necesitaba? Nada.

...

—Felicidades! —Le dijo su mejor amigo, Finnick.

—¡Hey, lo mismo para ti! —Se dieron un abrazo muy breve.

—¡Al fin termimamos! —Suspiro—. Es lo mejor que ha podido pasar, ya podré regresar a mi hogar —dijo muy emocionado.

—En eso tienes razón —Concordó Peeta quien también extrañaba su casa— incluso regresaras con un título a mano, serás el mejor doctor del distrito cuatro.

—Tampoco me alabes tanto —Le dio un golpe en el hombro—. Tú fuiste quien saco la mejor calificación de todos. Sin duda, tú serás el mejor doctor.

—Por supuesto que lo seré.

—Muero por volver a ver a Annie —El tono de la voz de Finnick cambio y con ello mostro una gran sonrisa.

—¡Oh sí! —Exclamo Peeta—. La muy hermosa Annie Cresta. La mujer de mis sueños, la bruja que me ha hipnotizado.

—No te burles —Le dio un golpe en el hombro—. Cuéntale a Finnick consejos, cuando le dirás que en verdad no vives en el distrito dos.

El rastro de alegría se esfumo al instante.

—¿Porque lo dices? —Peeta frunció el ceño.

—Sigues estando ciego, Mellark —Sacudió la cabeza de un lado a otro de forma negativa.

—No empieces con lo mismo otra vez, ella no es una ambiciosa.

—Eso tú lo crees. Dile que vienes del distrito doce y verás cómo estos cuatro años de relación se van a la basura.

...

A la mañana siguiente Finnick tomo el primer avión rumbo a su hogar, dejando a Peeta en el apartamento que compartieron durante cuatro años, para que él pudiera celebrar con Delly.

Puso algo de música ligera para que en algún momento de la velada pudieran bailar, preparo una cena que, estaba seguro, le encantaría a Delly. Bajo la luz hasta casi quedar a oscuras, encendió las velas que puso en la entrada y en la mesa.

Lo único que le quedaba era esperar.

Paso más de una media hora sin que Delly llegara, era extraño en ella ya que siempre era muy puntual. Temió que algo malo le pudiera pasar.

Algunos minutos más tarde y Peeta ya no aguantaba, tenía que hablar con la madre de su novia. En el momento que tomo el teléfono, alguien toco la puerta, tres golpes, Peeta puso su mejor sonrisa y fue abrirle la puerta a Delly. Justo en el instante en que abrió, recibió una fuerte bofetada por parte de ella.

—¿Y eso porque fue? —Pregunto desconcertado. Aquello no era como ella lo recibía. Delly entro al departamento y le grito:

—¡Mentiroso! —Peeta abrió los ojos como plato. ¿Porque decía aquello?—. ¡Este departamento no es tuyo!

—No lo es —Contesto tranquilamente. ¿Porque le preguntaba aquello?

—¡Me mentiste! —Grito furiosa.

—Nunca lo he hecho, tú nunca me has preguntado si era mío o no. Únicamente me habías dicho que si Finnick vivía conmigo y yo te respondí que si —Trato de tomar su rostro entre sus manos pero ella se retiró. No comprendía porque estaba molesta.

—¡Eres un idiota! ¡Mentiroso!

Y antes de contestar, Delly salió de la casa dando un fuerte portazo.

¿Qué era lo que acababa de ocurrir? Pensó en llamar a Delly de inmediato, salir corriendo, no le gustaba que ella no le hablara. Por lo que decidió dejar las cosas así. Seguía sin comprender el enojo de su novia.

En toda la noche, Peeta no pudo dormir, se la paso repasando lo ocurrido durante la noche, cerraba los ojos y lo primero que veía era el rosto de Delly lleno de furia.

No era muy tarde y decidió llamar al celular de Finnick. Tal vez aún no estaba dormido. Dos, tres, cuatro timbres y nadie contesto, sabiendo que Finnick tenía el sueño pesado, marco una vez más.

—¡Finnick! —Dijo Peeta al instante, la línea quedo en silencio durante breves.

—¿Hola? —Escucho al otro lado de la línea y no era la voz de Finnick, sino, una voz femenina.

—¿Se encuentra Finnick? —Pregunto un poco desconcertado. Conocía la voz de Annie y no era esa.

¿Finnick estaba engañando a Annie?

—Lo siento mucho pero no.

...

Llamo a Delly, una, dos, tres, cuatro veces, ya debía haber perdido la cuenta. Decidió que lo mejor era ir a su casa. A esas horas de la tarde, debía estar con Clove su mejor amiga. Llego hasta las zonas con menos recursos del Capitolio y camino en busca de su novia. La costumbre de verlo tan seguido, los vecinos de ahí lo saludaron.

Twill una amable señora le dio una amigable sonrisa:

—Es un gusto verte, Peeta.

—El gusto es mío, Twill. ¿Estará Delly en su casa?

—Claro que está —Dijo, mientras comía algo, ofreció a Peeta pero él lo rechazo.

—Provecho.

Subió las escaleras de dos en dos para llegar más pronto a casa de ella.

Toco unas cuantas veces y a los pocos segundos Delly apareció en cuanto lo vio puso los ojos en blanco. Un gesto que lo desconcertaba.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Quiero saber el hecho de que te hayas molestado conmigo. Si bien recuerdo, no hay nada de lo que debe disculparme —Entro en la humilde casa de ella.

—Me has mentido recordó —cruzándose de brazos. Ella era una tonta, se dijo mentalmente.

—No te he mentido sobre nada Se defendió, —¿De qué mentira era de la que ella hablaba?

—¡Eres un muerto de hambre! —Le grito con una voz cargada de furia—. Nunca me has dicho que vienes de uno de los distritos más pobres de todo Panem. ¡Vienes del doce! ¡Y no del dos! —Abofeteo a Peeta una vez más—. No tienes ningún apartamento, pensé que tus padres te pagaban la carrera y no el tío de tu amigo Finnick.

—Algunas veces trate de decirte que venia del distrito doce, la primera vez que te vi pensé en lo linda que eres. Y por ello tartamudee el distrito dos, pero cuando trate de decirte que era del doce, tú me empezaste a hablar. Si estás molesta por eso, perdóname por favor.

Le abrazo con cariño sin embargo ella no se dejó abrazar y se apartó de él. Peeta ya estaba a nada de llorar y Delly se mantenía fría.

—Me mentiste durante cuatro años. ¡Mentiroso!

—No sé por qué te molesta el hecho de que no tenga tanto dinero como tiene Finnick. ¡¿Eso qué?! —Grito.

—Pasa mi querido Peeta, es que yo siempre he querido salir de esta maldita colonia donde vivo, no quiero seguir en este cuchitril de asco. Tú lo sabías. Siempre pensé que tú eras el rico y no Finnick. Sus padres tienen un restaurante lujoso en el cuatro. ¿Y tus padres que tienen? ¡Nada! Son simple emplea duchos.

—¡No te permito que llames así a mis padres!

—Peeta ya no podía mantener la calma, estaba yendo demasiado lejos. Se limpió las pocas lágrimas que había derramado.

—¡Eso son! —Reafirmo con fuerza—. Tu jamás podrás darme la vida que yo merezco, nunca me compraras las cosas que yo necesito.

—Tenemos amor... —susurro.

—El amor no importa cuando no hay dinero —Delly era quien lloraba ahora—. Las cosas nunca mejoraran si me quedo contigo, ya que en vez de mejorar empeoraría.

—Delly...

—Nunca te he querido, si alguna vez lo has pensado es porque no eres más que un idiota. No te quiero volver a ver.

—¿Estás segura? —Le pregunto cuando salió de su casa.

La respuesta que recibió fue un portazo en sus narices, sin más resignación, se fue.

Ella lo había dejado porque Peeta no tenía dinero. El dinero era algo que llegaba y se iba.

Quizás debería alegrarse, Delly había dejado muy en claro que para estar con él debía tener dinero cosa que no tenía. Él sabía que Dolly si lo quería pero por enojo le había dicho esas cosas. Sin Delly, iba a iniciar una nueva vida.

Peeta estaba fuera de la casa de Finnick, era una casa grande y muy hermosa.

—¿Buscas a alguien? —Pregunto una chica de cabello oscuro, reconoció su voz al instante, era la misma voz que le había contestado días anteriores.

—Buenos días dijo con una sonrisa—. ¿Se encuentra Finnick? Soy su amigo, Peeta Mellark.

—Mucho gusto —Le tendió la mano y le saludo—. Soy Katniss, la prima de Finnick.

—Un placer, Katniss —Retiro su mano—. ¿Se encuentra Finnick?

—No, no está. Ha salido con Annie. Puedes esperarlo.

Los papás de Finnick lo recibieron con cariño sorprendidos de que Peeta estuviera en el distrito cuatro, Peeta les menciono que solo quería quedarse esa noche y que planeaba regresar al Capitolio para tomar todo lo que era de él. La chica que le había contestado la vez que llamo a Finnick era prima de su amigos y su nombre era Katniss.

La puerta se abrió de la nada.

—Amigo —Finnick entro de la nada, Peeta se acercó a él y le dio un abrazo.

—Hola Finnick —Dijo con una leve sonrisa al ver a su amigo tan contento.

—¿Por qué rayos no me has llamado para decirme que tenías planeado venir a la casa? —Reprocho tirándose de espaldas sobre la cama donde Peeta dormiría esa noche—, mamá ha dicho que tenías que haberme avisado para organizarte una cena.

Peeta le dio una media sonrisa triste, una sonrisa que él no capto.

—Te he llamado —Recordó—. Y no eras tu voz la que respondía.

—¡Esa demonio!

—¿Tu prima?

—¿Ya la has conocido?

—Está tarde —Se sentó en la cama—, ha mencionado su nombre cuando pregunte por ti. Se llama Katniss.

—Mira Peeta, no sé a qué has venido —Finnick también se sentó y lo miro.

—He venido a verte, te extrañe tanto —Mintió.

—Sé que soy guapo e irresistible. Y deja de mentir, que por poco te creo que me habias venido a verme —Bromeo—. ahora dime la razón.

—Es Delly.

—¿Qué ocurrió con ella?

…..

Sonó la campanilla de la puerta, anunciando un nuevo cliente, Peeta estaba acomodando unas panes.

—Buenas tardes.

—Buenas tardes, ya la atiendo —Contesto Peeta dejando la bandeja del pan. Lo que no esperaba era encontrarse con la prima de su mejor amigo.

—Hola Peeta —Le dijo ella con una sonrisa que a él lo dejo sin aliento durante un par de segundos.

—Hola Katniss —Le contesto con la misma sonrisa.

—No sabía que trabajabas aquí —Dijo ella.

—De hecho también vivo aquí —Informo.

—Es bueno saberlo —Le dijo un poco nerviosa.

—¿Y qué haces aquí en el doce?

Ella trato de disimular su sonrisa, cosa en la que fallo ya que Peeta la detecto y sonrió.

—Vivo aquí —Peeta frunció el entrecejo—. Oh, no aquí exactamente, si no por donde está la Aldea de los Vencedores.

—La colonia más rica del distrito.

—Una cosa muy tonta, ya que son casas. Todos tienen una casa —Ella se cruzó de brazos.

—No como lo son aquellas casas ricas —Señalo las paredes de la panadería que ya necesitaban una buena pintada.

—Qué tontería.

—Opino lo mismo.

—Me puedes decir cuál es el mejor pan para comer.

—Por supuesto.

…..

—¿Por qué no me dijiste que vivías en la Aldea de los Vencedores?

—Pensé que no tenía importancia —Dijo mientras relamía el helado que llevaba.

—Pues no —Hizo lo mismo que ella.

Ella puso los ojos en blanco y le contesto:

—Creí que si te decía que ahí vivía no me ibas a invitar a salir

Peeta se paró en seco y la mira.

—¿Y qué te ha hecho pensar eso?

—Que quizás no te gustaría acercarte a una chica rica, tonta y mimada.

—¿Quién diría algo así?

—Las y los envidiosos del distrito doce. ¿Has ido alguna vez al bosque? —No le dio tiempo a Peeta de responder porque lo tomo de la mano y lo llevo por un camino más rápido donde estarían alejados de las miradas.

Todo el doce tenía la mirada en ellos. Apretó su mano con la de ella. Y de repente sintió las ganas de ya no volver a soltarla.

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¡Hola! Pues se me ha ocurrido una idea muy loca jaja. Que ya más adelante sabrán que es lo que pasará. ¿Qué les ha parecido ha estado bien el capítulo? Siento mucho si algunas veces las palabras se repiten mucho xD ¿Tienen alguna idea de que ocurrirá?

Pues este fic se me ocurrió viendo un video que no les diré de que trata, si lo hago, abre revelado toda la trama cosa que no quiero hacer jajaja. Bueno como ven es un Universo Alterno. Y pues yo espero que les guste.

¿Pueden dejarme un review y hacerme saber qué es lo que piensan y decirme si debo seguir escribiendo?

¡Saludos!