Una simple derrota


Resumen: Pudo verlo desde un principio, como lentamente ella iba perdiendo, no por nada era la mujer más lista del planeta, pero eso quitaba que aun dolía. [Reto de la página "Por los que leemos fanfics de Dragon Ball"]

Disclairmer: Dragon Ball no me pertenece ~


Capítulo único

Por Amelia Badguy.

333 palabras según Word.

Desde que lo había conocido sabía que el guerrero de cabello negruzco y gesto bobo era especial, pues tenía la capacidad de hacer que todos confiara en él ciegamente, era como un imán que tenía en realidad. Atraía a las personas a él y les daba seguridad, aquella que siempre les hacía confiar que todo saldría bien y el cariño era fácil de darle, pues con sus sonrisas bobas y gestos sinceros podría cautivar siempre el corazón de cualquiera.

Siempre había pensado aquello del que era su mejor amigo, por eso no fue difícil para ella notar los gestos.

Eran bastantes sutiles en un principio, después de todo aquellos dos hombres no solían convivir demasiado, pero era obvio como aquella rivalidad de odio —al menos por parte del guerrero más bajo— había desaparecido por completo, dejando lo que muchos dirían, una relación de amistad, donde seguían entrenando juntos alguna que otra vez.

Pero aunque le doliera ella era más lista, es decir, ella era la mujer más lista del planeta, por lo cual ver aquellos gestos había sido demasiado sencillo para su persona, que podía ver a través de las caras de esos par de saiyajines bobos.

Primero fueron las preocupaciones por el otro, siendo demasiada notoria en su cumpleaños, cuando antes de que nadie pudiera verlo siquiera, Vegeta estaba atrapando el cuerpo de Goku con una preocupación y cuidado que nunca había visto antes, ni siquiera para ella en realidad.

Eso fue lo que primero le dio esa idea que quiso ignorar, pues Vegeta se había preocupado por ella de igual forma, pero claro, fue bastante difícil por las cosas que siguieron con el tiempo.

Aquellas fueron las excusas de entrenar, de ir con Beerus y Whis, aunque claro, muchas veces esas cuartadas no salían del como esperaban, pues el Dios de la destrucción y su ayudante estaban en la Tierra con ella, pidiendo comer, pero la mujer de cabello azulado simplemente lo ignoraba.

Podía ver que ella había perdido sin más.