Hola cómo están. Quería publicar esto algún día, lo escribí solo como un desahogo y no tenía la intención de publicarlo, pero me animé :).
AVISO: La historia esta clasificada como T no porque tenga contenido sexual explícito, sino tal vez por escenas con las que no se puedan sentir muy cómodos, puesto que cuando lo lean podrán darse cuenta que me base en uno de los hechos que a mi parecer ha sido de los más terribles en la historia de la humanidad, el holocausto judío. De una vez aclaro que seleccioné esto por los diferentes paralelismos que Harry Potter tiene con la antigua Alemania Nazi.
Es un dramione, pero tal vez no como se lo imaginan. Aviso de una vez que es un fic de 5 capítulos, dado que no podría escribir más sobre esto, por mi salud mental sobre todo XD.
Por último espero que lo disfruten y su fuerte temática no llegue a disgustarlos, los quiero mucho, gracias por leerme. :*
Durante nuestra estancia como presos en los "campamentos" estuvimos dispuestos a trabajar con diligencia, no porque nos gustasen las labores, sino porque algunos no queríamos ser reprimidos con un cruel y sangriento castigo u otros ingenuos que creían que algún día los dejarían libres si demostraban su esfuerzo en la dura jornada.
Los mortífagos a cargo de la vigilancia eran crueles, ellos comían lo mejor en frente de nosotros y tiraban el agua torturándonos ante la inmensa deshidratación que sufríamos. Una vez una chica se acercó al charco de agua para beber el líquido como perro. Esto hizo reír tanto a los mortífagos que por ello no la mataron. La dignidad humana parecía perderse día con día.
Mis entrañas se hacían más pequeñas con las duras jornadas de trabajo y aunque fuese así el hambre me mataba lentamente. Las porciones de comida diaria eran míseras y asquerosas. Cuando los jefes mortífagos se sentaban a comer sus lujosos platillos riéndose de nuestra patética situación algunos presos, niños incluidos, se acercaban a estos crueles seres con el fin de sacar un poco de comida de ellos. La mayoría acababa molido a palos o asesinados a sangre fría. Había mujeres que estaban dispuestas a dar "lo que sea" a cambio de su libertad, a éstas les iba peor, pues los mortífagos nos veían no más que unas ratas sucias.
No recuerdo cómo y porqué llegué aquí, mi memoria empieza el día que pise este "campamento" y me asignaron a la cabina B con otras compañeras de edades similares, no tenía más de 24 años. Tengo en la mente ese día, lleva puesto sólo unos pantalones y suéter, lo único que tenía de pertenencia y me lo arrebataron. En el mismo día un niño, mortífago, orgulloso de ello y de aparentemente 15 años, pateaba la espalda de otros reclusos y me llegó el turno, él me grito "¡Muévete asquerosa sangre sucia!".
No me acuerdo como me llamo o si en verdad hice algo malo para estar aquí. Estaba segura que estos hombres nos odiaban a tal grado de vernos como vil basura echada a perder. Sus burlas y abusos eran constantes, incluso estaba segura que uno de ellos me conocía de algún lado, antes de que hubiese perdido la memoria, pues todo el tiempo me pateaba durante mis labores.
Una vez escuché una mujer de ellos dirigiéndose a mí, yo estaba cargando rocas y por poca las tiro cuando escuche su voz sorprenderme "¡Pero si es Gr…!" profirió su voz e inmediatamente otra mujer más grande que ella la reprendió: "¡Bulstrode! ¡A tu lugar!". La mortífaga que tenía no más que mi edad se alejó de mí mirándome con todo el desprecio que pudo reflejar.
La otra mujer mayor también se acercó a mí y creí que después me ignoraría, cruelmente alzó su brazo y depositó una fuerte bofetada sobre mí rostro, ahora si las piedras cayeron de mis manos lastimándome gravemente los pies.
Lloré mientras volvía a recoger las piedras, lloré por el dolor, por las desdichas y por mi desgracia. No podía comprender porqué estaba aquí. Pero al menos reconocí que la chica me iba a llamar con un nombre, ella me conocía y eso era suficiente para saber que mi existencia tenía un motivo en este lugar.
Aprendí, días después otras actividades del "campamento" o al menos así lo llamaban. Era bastante útil en el trabajo, por eso quería pensar que no me matarían tan apresuradamente. Fue así como me asignaron como ayudante de enfermera, tratábamos a las pobres mujeres que venían ensangrentadas con golpes o enfermedades anémicas.
Eran afortunadas, pues las enfermas de gravedad eran llevadas a otro "campamento", en donde supuestamente serían mejor atendidas, o así nos decían, pero yo no lo creía así. La mayoría de ellas terminaba muerta.
Durante uno de los largos días de trabajo, tres mortífagos entraron a dejar una mujer, una chica desnutrida y rubia. Parecía de 19 años y tenía los ojos rojos por una tremenda sinusitis, incluso me sorprendí, pues casos como éste eran llevados a "un lugar mejor". Los hombres me miraron bañados en odio, dos de ellos eran jóvenes. De mi edad, un moreno que miró satisfecho de verme ahí, y otro rubio con ojos grises que me observó sin expresión alguna en la mirada. Solo me miró de arriba-abajo. Dejaron a la chica en el suelo y salieron de la "enfermería".
Muchas gracias por leer.
Kitkat
