Este fanfic es algo distinto a lo que yo escribiría, pero la idea me vino y me gustó mucho, así que este es el resultado xD ojala y les agrade tanto como a mi :)
Capítulo 1
El Héroe de Leyenda y la Vida de Zelda
El agua fluía tranquilamente por las paredes rocosas que daban forma a la cascada cristalina donde se encontraba una diosa vestida de dorado, reina de todo lo que fuera luz y bondad. Parada en un pedestal frente a la cascada, le hablaba a un chico de unos diecisiete años, alto y delgado, de buena condición. Tenía cabellos rubios y ojos azul profundo, tan profundo como el mar.
-No entiendo… ¿por qué yo?
-Porque así lo dicta la leyenda. Ya está escrito.
-Pero yo soy sólo un muchacho cualquiera, no hay nada extraordinario en mí.
-Las personas comunes pueden hacer cosas excepcionales.
El muchacho suspiró. Era imposible escapar a su destino.
-Quizás… ¿Y qué dice esa leyenda?
-Es en realidad una profecía, pero aún no puedo revelártela. Todo a su tiempo y lugar.
El chico estaba frustrado. Todo había ocurrido de golpe, inesperadamente. Apenas tuvo tiempo de asimilar y ya estaba siendo enviado a su misión.
-Link, entiendo tus sentimientos y no es mi intención presionarte así, pero la situación lo amerita.
-Lo se- levantó su rostro con una sonrisa- aceptaré lo que tiene para mi.
-Me alegra mucho escucharte decir eso. Lo primero que debes hacer es buscar a una chica, su nombre es Zelda. No se donde vive ni con quién, pero no te será difícil encontrarla. Cuando termines con esto, contáctame, tú sabes como.
-Sí, a través de las aguas.
-Bien, ya debo irme. ¿Ves esa caverna? Ahí hay algo para ti: un escudo, una espada y una túnica verde. Úsalos para tus propósitos, te servirán mucho.
-Gracias Diosa.
-Gracias a ti Link. Y recuerda, algún día serás conocido como el Héroe de Leyenda.
La diosa desapareció. Link se dirigió a la caverna, tomó las cosas que le había dejado y salió. A la entrada de la cueva se detuvo, movió la espada de un lado a otro admirando su filo y pensó "El Héroe de Leyenda ¿hmm?".
-No puedo creer que el panadero no haya hecho bollos hoy.
-Zelda eso no importa. Daremos galletas en su lugar.
-Sabes que los huéspedes aman esos bollos, además subí toda la colina y no habían…
-Jejeje te molesta esforzarte en vano ¿no?
-Es cosa de seres humanos Navi. Nos pasa a todos.
-Y más a ti que a otros jaja. Lleva estas sábanas a las habitaciones de arriba.
-Claro.
Zelda había crecido con una pequeña familia que la había acogido desde que era una bebé. Era hija de una amiga muy cercana de sus ahora padres adoptivos y la habían criado bien. La querían tanto como a sus otras dos hijas: Navi y Saria. Saria era la menor, tenía siete años y Navi era dos años mayor que Zelda. Las dos mayores se llevaban muy bien y se encargaban de atender junto con Lila, su madre, la posada del pueblo. Su padre trabajaba en la herrería todo el día. A Zelda le parecía divertido ayudar en la posada. La entretenía hablar con la gente, en especial con lo que eran de lugares lejanos; el desierto por ejemplo. Amaba escuchar las historias de los viajeros e imaginar cómo sería estar en aquellas tierras. Además de eso, le gustaba observar a los clientes y sus excentricidades. A veces llegaba gente realmente rara, como ese cartero extraño que siempre estaba corriendo o una niña que estaba obsesionada por los insectos.
-Las personas pueden ser tan incomprensibles.
Decía mientras colocaba las sábanas en una de las habitaciones superiores. De repente, una adorable niña entró en el cuarto saltando y cantando.
-Saria shhh. No cantes tan alto, aún es temprano y algunos huéspedes duermen.
-Lo siento Zelda jiji ¡quiero jugar!
-¿Ahora? Estoy ocupada, si quieres jugamos por la tarde.
-¡Siiii! Oye…
-Dime.
-Ya va a ser la Mascarada del Sol.
-Es cierto, es la próxima semana ¿qué vas a usar?
-Un vestido rosa que mamá compró. Es muy lindo.
-Seguro lo es, te verás bonita.
-No tanto como tú y Navi ¡sus vestidos son hermosos! Le gustarás mucho a ese chico castaño de la tienda de utensilios que siempre te mira.
-¿Y tú cómo sabes eso?
-Sólo observo. Siempre que vamos a la plaza te ve, además te he escuchado hablar con Navi de él.
-Vaya, no pareces tener siete años.
-Tengo ocho casi.
-Bastante grande ¿no?
-No aún, pero algún día seré como tú de grande y bonita.
-Tú eres bonita Saria.
-Pero tú eres más.
Zelda miró a su hermanita con ternura. La quería tanto. Era muy despierta para su edad y muy adorable. Toda persona que la conocía pensaba que era encantadora. Terminó de arreglar la habitación cuando una de las huéspedes tocó en la puerta, que estaba abierta.
-Disculpe señorita, ¿puedo saber si los desayunos están preparados?
-Sí, ya están. Pero hoy no hay bollos, el panadero no hizo suficientes.
-Ah no hay problema, aunque los de ayer me gustaron mucho.
-Sí son deliciosos, pero daremos galletas en su lugar.
-Bien, gracias.
-De nada.
Pasó el día lentamente. Lavó platos, jugó con Saria, se rió con Navi de las cosas que hacían algunos huéspedes y ayudó a cocinar en el almuerzo. Su vida era bastante tranquila y amaba como era, aunque a veces deseaba que tuviera un poco de emoción. En la noche después de la cena, salió al pasillo del pequeño jardín junto con Navi. Se sentaron en una banca de madera y miraron hacia el cielo estrellado.
-¿Qué habrá más allá de las estrellas?- preguntó Zelda.
-No se ¿más estrellas?
-Quién sabe…es algo maravilloso.
-Sí, es tan inmenso y misterioso.
Guardaron silencio un momento. Ahora miraban las flores del jardín, Navi iba a decir algo sobre lo delicadas que eran pero su hermana habló primero:
-¡Oye! Te dije que a los huéspedes les encantaban los bollos.
-¡Oh no Zelda! Tú tienes algo con esos bollos.
-No soy yo, son los clientes. Tú ves, una muchacha me dijo que los de ayer le habían gustado y una señora se desilusionó cuando le dije que hoy no habrían.
-Tendremos que amenazar al panadero entonces.
-Jajaja hablando en serio, si pasaran tres días sin bollos, lo haría.
-Estas loca Zelda. Mejor vamos a dormir, es tarde.
-Sí, es cierto. Buenas noches.
-Buenas noches, te quiero.
-Igual yo Navi.
Sus habitaciones estaban juntas. Eran cuartos no tan grandes pero espaciosos. Cuando estaba libre por las tardes, Zelda observaba el horizonte por la ventana, aquella puesta de sol anaranjada a las cinco de la tarde la hacía feliz, en especial en los días de verano. Pero en ese momento no era verano ni tampoco la tarde. Era de noche y los rayos de la luna atravesaban los vidrios iluminando el suelo de la habitación. Acostada en su cama, cerró los ojos pensando en los deberes de mañana, sin imaginar nunca, que al día siguiente, conocería a alguien que cambiaria su rutina por completo.
Antes de irme XD quiero decir que lo del "héroe de leyenda" vino de una canción de mi banda favorita (Héroes del Silencio) que tiene ese nombre y que me encanta, si ya la han oido que bien :D y si no pues vayan a escucharla o tal vez no XD.
Háganme saber que opinan de esta historia, en serio me gustaría saber lo que piensan o sus críticas lo que sea, cualqueir tipo de review es apreciada por aqui ^^. De cualquier manera gracias por leer, hasta luegoo :D
