Lienzo de amor

Disclaimer: Hetalia no es mío ni sus personajes, sólo esta historia.


Capítulo 1: Pintando un sueño desde cero.

Tez blanca y tersa, complexión delgada, sonrisa dulce y bellos ojos de color parecido al de un atardecer convirtiéndose en noche. Características que tenía Feliciano Vargas, un chico que vivía junto su abuelo, hermano y madre, en Italia.

Él solía ser un muchacho muy alegre y conquistador. Paseaba por las calles haciéndole ojitos a cada chica linda que se podía encontrar. Tanto su abuelo, Rómulo Vargas, un hombre un poco joven para ser abuelo, de unos 55 años, resultante de dos generaciones que tuvieron hijos jóvenes; como Bianca Vargas, su querida mama, le reclamaban que dejara de distraerse tanto y se centrara más en sus estudios para entrar a un buen plantel universitario. ¡Pero era imposible! Con tantas chicas lindas en su país, resistirse a ir e invitar a alguna a cenar o a pasear a algún bello lugar de Venecia (que había un sinfín de posibilidades) no era fácil.

Otra cualidad de Feliciano es que le consideraban una persona torpe. Desde niño lo había sido, aunque a veces era protegido por su hermano Lovino, éste no podía evitar el hecho que cosas como lavar trastos, mandar trabajos, o incluso una simple actividad física eran una enorme carga para el pobre y debilucho que era su hermanito.

Pero, también había cosas en las que nadie se le igualaba, entre ellas, las artes como la pintura, Feliciano sentía que era para lo que había nacido únicamente.

Su decisión fue: Estudiar y después trabajar de eso.

Sin embargo, el problema de vivir en un país lleno de increíbles artistas (y con bastante demanda) dejaban todas las Universidades sin puestos vacantes para este tipo de estudios.

Feliciano estaba algo destrozado, esperaba con ansía que después de haber dado aquella exposición en un museo sobre sus mejores obras, llamasen la atención y le llamaran de cualquier Universidad ¡La que sea! Eran vacaciones y estaba en el último año de su educación media superior. No tenía ni idea de dónde podría seguir para acabar sus planes de estudio por completo para empezar a trabajar en lo que más le agradaba y acomodaba.

Su madre le decía con insistencia que en el futuro se dedicara otra cosa en la que ganara un mejor sueldo, pero Feliciano siempre se negaba rotundamente, ser un artista, tal vez no famoso pero sí reconocido a través de su carrera, era su sueño y objetivo, lo lograría de cualquier forma posible.

Aunque muchos le considerasen débil debido a que en la escuela huía al acercarse un matón cuando éste ni le veía, Feliciano era de un corazón fuerte inigualable. Cuando él y su hermano eran de edad prematura, su padre los abandonó, yéndose de la casa, su madre, sola, les empezó a criar.

Al principio con dificultad, con el tiempo ya conseguiría un trabajo y junto con el apoyo económico que siempre dio Rómulo todo iría mejor para la familia de los cuatro integrantes. Durante este tiempo, Lovino le contuvo un gran rencor a su padre, le maldecía porque toda su situación era culpa de éste. Por otro lado, Feliciano nunca se molestó con su progenitor, sabía que era imposible quejarse, porque nada se solucionaría de esa manera. Así que de niño, no le molestaba usar las ropas viejas de su madre, al contrario nunca dejaría de sonreír por nada. Era el que le daba apoyo moral a Bianca.

Por el momento, su situación económica iba bastante bien y no había razones por las cuales preocuparse, su madre trabajaba como administradora en un bello restaurante ubicado más al sur de dónde vivían. Su abuelo habitaba la casa con ellos, prefería estar ahí con sus dos queridos nietos e hija.

Hace poco, Feliciano ha llevado a casa una nueva muchacha, para ir a una cita, una señorita bastante bonita, de ojos verdes y cabellos carbón. Antes de salir, debía ir por su chaqueta, se iba ver muy grosero si dejaba a la chica afuera, así que prefirió que pasara ¿Y por qué no? También podía presentarla a su familia antes de seguir su camino.

—Ve~ —Pronunció aquel tic verbal tan significativo. —Ehh… ella es mi cita de hoy ¡Les presento a Mariane! Es nueva en la ciudad.— Feliciano se veía tan feliz como siempre se demostraba ante todos, era servicial a la hora de encontrarse con una señorita, todo se debía a las enseñanzas de su abuelo.

Igualmente, Rómulo, cuando salía (que era frecuente sobre todo los fines de semana) siempre capturaba una que otra chica, la edad era poca cosa con él, un conquistador magnífico.

—Eh, Buongiorno... —Saludó algo insegura.

—¡Bienvenida! —Respondió la madre, a la que no le importaba que su hijo trajera una chica a casa, sabía que al final siempre eran simples salidas a restaurantes, o en todo caso al parque y que de ahí no pasaban.

—Mucho gusto, signorina… Apuesto a que en dos semanas ni se vuelven a hab- ¡Chigiii! -Chilló el hermano de Feliciano, después de recibir una /ligera/ patada en la pantorrilla. Claro, de parte de su madre como era de esperarse, le molestaba que su hijo fuese un vago y que además molestase a su angelito Feli.

—Creo que ya se les ha hecho un poco tarde.- Comentó el abuelo Romu, como solían decirle, mirando su reloj por unos segundos.

—Ve ~ Bueno, nos vamos.

—Diviértanse. —Agregó su madre.

Lovino, a decir verdad se sentía un poco celoso de su hermano menor, no es que él no fuese tampoco un gran atrayente de chicas, sino porque la nueva cita de Feliciano era una dama muy fina y hermosa. Muchos parloteaban en la escuela que ambos podrían hacer la pareja perfecta.

Salieron de la casa y caminaron un poco por las calles, hablando un tema equis.A veces el joven era el único que hablaba y sólo se alcanzaban a oír las risas de Mariane por dónde pasasen.

Al final, llegaron a un parque y se sentaron una banca para seguir platicando a gusto. Le compraron unos gelatos a un hombre que pasaba vendiéndolos por ahí, se podía percibir lo lindo que estaba el ambiente.

—Oye... —Murmuró la de ojos verdes. Habían estado un largo tiempo hablando y al comprarse aquel dulce frío descansó sus gargantas.

—¿Huh? —Viró hacia la chica con la boca llena de helado.

—Tienes un poco... —La chica se le fue acercando poco a poco, cerrando sus parpados... parecía que...

Oh.

Problema.

Feliciano nunca besaba en los labios a las chicas a la que invitaba a salir por un día, porque realmente no quería nada con ellas, y a ellas siempre les parecía bien y acababan siendo amigos. Él apenas y permitía que le besaran en la mejilla, de cierta forma, no sentía haber encontrado alguien que amase, y se podía decir que tenía miedo a una relación seria.

Se puso nervioso, ¿Que debería hacer?

... Un tono de música interrumpió el momento, maldita suerte que ha tenido.

Abrió el celular y se paró rápido. — ¡Necesito contestar! —Avisó y fue a atender.

—¿Ciao...?

—¿Feliciano Vargas? — Se oyó al otro lado de la línea.

—S-sí, soy yo.

—Ha sido admitido en el colegio de artes de Dresde, Alemania.

—... ¿Eh?

—Lo que ha oído, puede empezar sus estudios por acá, hemos divisado su gran potencial y nos encantaría que estudiara aquí.

Ahora lo recordaba, muchos de planteles que fueron a admirar su exposición casi todos los representantes eran de colegios italianos, pero también se encontraban de varios países extranjeros.

— ¡Sí, igual a mí me encantaría!

Estuvo al teléfono un poco más y colgó. Había sido una sorpresa que hallasen ofrecido una mejor oferta en la Universidad alemana, pero como era de esperarse, aceptó.

— ¡Lo he logrado!—Festejó.

— ¿Eh?- Mariane se veía confundida.

— ¡Logré entrar a una escuela de artes! ¡En Alemania Vee~!

—... Eso es bueno. Traía una cara de melancolía, su /próximo novio/ le dejaba.

—¡Sí! ... oh, espera... ¡Necesito avisarle a nonno! Bueno, me tengo que ir.— Se despidió con la mano y salió corriendo. La chica sólo, no entendía, no dejaría que esa oportunidad de tener pareja (que hace mucho que no tenía) se le fuera.

Llegó veloz a su casa, tocó la puerta, Lovino se levantó de mala gana a abrirle, pero antes de poder quejarse del porqué se le olvidaban las llaves, Feliciano se lanzó a sus brazos con gran entusiasmo.

—¡Lo logré! ¡Me aceptaron en una escuela de artes, y es muy buena! O eso he oído...

— ¡Mierda! ¡Quítate de encima, maldita lapa! —Lovino lanzó a Feliciano fuera de su espacio personal. —Pero nunca entiende- ¡¿Has entrado!? ¡¿A cuál!?
— ¡Ha una llamada Desdres… Desde… Dedre… o algo así!

—No me digas... es...

—¡Es alemana!

Un escalofrío recorrió el cuerpo del mayor. Rómulo apareció canturreando abrazando a su nieto. —¡Ése es mi Feli! — Rio alegre. —Es algo lejos ¿No?

—He~... de cierta manera sí... ve~.

—No hay problema ya veremos qué hacer. — Le guiñó un ojo

—¡Qué! ¡Pero si no puede ir a una escuela de patateros! —Reclamó Lovino.

—Tu eres el que odia a los sin ninguna razón a los alemanes, no Feliciano, y supongo que no irás ¿O sí?

El chico giró la cabeza de izquierda a derecha con brutalidad. —¡NO!

—Bien, entonces callado. — Y ya no pudo protestar más.

—¿Entonces qué haremos nonno?

—Tengo un amigo que vive por allá, ¡Seguro nos apoya recibiéndote en su casa!

—¿En serio? ¡Qué bien!

Siguieron comentando el gran hecho. Y Lovino sólo le pedía a Dios que su familia ya no fuese tan estúpida.


¡Fin del primer capítulo!

Espero que les haya gustado. Puse todo mi esmero en este primer fanfic. Si hay reviews prometo no abandonarlo. Mariane es una Oc mía, nada que ver con Hetalia -Se hace bolita.-

¡Gracias por leer!