Título: Eglantina.
Rating: PG-13.
Pareja: Ryohei/ I-Pin.
Sinopsis: Ella ha sido siempre el conejo que Alicia intentó atrapar. Quince contra Veinticinco es una abismal diferencia.
Aviso:Sexo implícito. Desesperante.

Historia escrita para livejournal.

Eglantina.

Ryohei lamenta su destino mientras sus manos apresan la delgada cintura que responde a su tacto con temblores de ansiedad, la piel convirtiéndose en hierro caliente que funde los sentidos, el tiempo y las razones. Todavía hay ropa, y aún así, la desnudez es el único abrigo que necesitan, una piel sobre de otra parece, en ese momento, el mejor cobijo para esa cruel tormenta de pasión que se avecina.

Lo ha deseado por siempre, pero no es para nada lo que quiere. No de esa forma, ni tampoco de ella. No es tampoco como si contenido contenerse ya.

La había buscado siempre –Dios sabía cómo y cuantas veces–, y cuando la hallaba, se le iba de las manos, escapaba bajo la bruma –literalmente-e intentar encontrarla nuevamente volvía a convertirse en una pesadilla. Incertidumbre. Jamás había esperanzas que le alentaran y de todas formas, terco como siempre, se aferró a seguir buscando.

Intentó encontrarla en cada mujer a la que besó, y en cada una que ocupó su cama, buscó encontrarla en abrazos que no eran suyos y en rostros que no se parecían, besando bocas diferentes, hurgando en cuerpos disímiles.

Luego entendió que realmente lo que buscaba era olvidarla porque la había encontrado.

La mujer que siempre amó había estado todo el tiempo tomando forma ante sus ojos. Hermosa y de apariencia frágil, era aún una niña.

Se sentía entonces como el lobo queriendo devorar el cordero –Por mucho que el cordero supiera defenderse por sí mismo, y le hubiera ya roto varias veces la nariz-. La miel de lo prohibido exhibida en un traje de juventud que alteraba sus principios. Desvirgarla rompía con la poca moral que consideraba como tal.

No sólo niña, también diferente a él -¿Qué tanto puedes conocer a alguien viéndole cinco minutos contados en cada encuentro? – Brusco y apasionado, era completamente opuesto a ella que, fuera de su instinto de supervivencia, se mostraba pasiva y sutil.

Una relación destinada al fracaso, con la abismal diferencia de edades y esencias., y aún así, contra todo ello, quería creer que podía sacarlo a flote. Porque jamás un cuerpo se sintió tan cálido ni la piel resultó tan suave. Jamás la pasión le quemó tanto como hasta entonces.

Sentía como la Alicia persiguiendo por años al conejo, y ahora que esa cama se había convertido en su Wonderland, podía esperar sólo la decapitación por parte de la reina, esa injuriosa moral que jamás tomaría en cuenta que quince contra veinticinco no era sólo una cifra con fechas, era el requiebre de todo sus sentidos. Sufriendo en su propio placer, el aroma de la desdicha perfumando el jardín de la alegría.

Las manos apretándolo contra otro pecho y un secreto recitado al oído, le hicieron saber que él no era el único que sufría.

おわり