VISIONES DE CRISTAL

Summary: Katniss es atormentada a diario por las pesadillas de los Juegos en los que murió su hermana. Al no haber podido presentarse voluntaria, siente que la culpa recae en ella. Está sumida en una depresión de la que, con ayuda de su mejor amigo Gale Hawthorne, ¿conseguirá superar? Fic corto basado en la canción (versión acústica) de Saviour, LIGHTS.

Dedicado a mis amigas, que no hacen más que insistir que Peeta es mejor para Katniss (Ori, resistiremos hasta el final).

I just want to run to you

And break off the chains, and throw them away

I just wanna be so much

And shake off the dust that turned me to rust

Sooner than later, I need a saviour

I need a saviour


CAPÍTULO 1: DICIEMBRE

Toc, toc.

El golpeteo de la puerta me despierta. Abro los ojos y miro durante unos instantes a mi alrededor hasta averiguar donde estoy y porqué: tumbada sobre el incómodo sofá del salón y por culpa de... las pesadillas.

Cierro los ojos fuertemente y me viene a la oscuridad que proporcionan los párpados los tormentosos recuerdos que los septuagésimo cuartos Juegos del Hambre: Prim, caminando hacia el escenario, con su cola de patito y yo sin poder ofrecerme voluntaria. Peeta, que la protegió en los Juegos sin que yo se lo pidiera. Acudí al Edificio de Justicia para darle las gracias por el pan. No podía dejarle morir sin que lo supiera. Y luego, Prim y Peeta, él protegiéndola a ella como podía. Incluso mató al tributo del distrito siete, que iba corriendo hacia ella con un cuchillo en la mano. Se enzarzó con él en una lucha sangrienta de la que salió herido. Prim le curó las heridas con las hierbas que disponía la Arena, y Peeta se recuperó malamente. Finalmente, el día en que murieron (prácticamente de seguido), fue cuando dejé de ver los Juegos.

Peeta y Prim estaban escondidos cuando Cato llegó. Peeta luchó contra Cato, pero éste era mil veces más fuerte, mil veces más sano y mil veces más armado. Estaba claramente en ventaja. Peeta murió asfixiado en sus manos y Prim, todavía oculta (lo había contemplado todo), no pudo reprimir un grito, delatando así su posición. Creo que Cato disfrutó degollándola, lenta y dolorosamente.

Le odio.

Aprieto aun más los párpados y borro esas imágenes. Como era de esperar, el bárbaro ganó los Juegos. Mató a todos sus aliados y salió de la Arena con tan solo un rasguño en la mejilla. Ojalá se hubiese podrido con el resto.

También recuerdo mucho la muerte de Rue, una niña de la misma edad de Prim. Y, al igual que mi hermana, murió en manos de Cato. Como no terminé de ver los Juegos, Gale me comentó que los dos últimos tributos fueron Cato y el chico del mismo distrito que Rue. Gale dijo que intentó vengar la muerte de Rue.

Al menos, lo intentó.

Toc, toc.

Para casi todo el mundo del Distrito 12, tan solo ha sido un año más en el que no hemos ganado. Para mí y los Mellark ha sido una pérdida irreparable.

Toc, toc.

Nunca antes había entendido como podían disfrutar los habitantes del Capitolio estas crueldades, pero, ahora más que nunca, no solo me lo pregunto, sino que también me cuestiono mucho cual es la verdadera diversión de los Juegos. Aun nadie me ha respondido esa pregunta, y estoy deseosa de que los Vigilantes de los Juegos me contesten.

¡Toc, toc!

El sonido es tan insistente que no puedo ignorarlo como antes. Me doy la vuelta en el sofá mientras pienso quién podría ser. La verdad, nadie del distrito se molestaría en llamar a la puerta de los Everdeen.

―Katniss, abre la puerta.

¿Qué hora será? Tampoco me importa mucho, en un día como éste ni tengo que ir a clase ni mi madre se va a levantar... probablemente nunca se levante. Ha vuelto a ese estado extraño en el que te sumes cuando al tristeza es muy honda. No come, solo duerme, y cada vez está más delgada. En los ojos, muy hundidos, ya no hay ni rastro de luz. Parte la perdió años atrás, cuando mi padre murió, y lo poco que quedaba se ha apagado con la muerte de Prim, la única que nos iluminaba a las dos. Sé que ella hubiese preferido que muriese yo, aunque ni siquiera lo piense. Prim era como una viga. Sin ella, ambas nos caemos. Me suelo preguntar si la gente me ve de la misma forma que yo la veo a ella: alguien perdido en la multitud, sin nadie que le ayude...

―Sé que estás ahí, así que ábreme. Por favor.

Se me ha olvidado encender la chimenea y ahora tengo mucho frío... Creo que fuera está nevando.

―Pretendes que tire la puerta abajo, ¿verdad?

Silencio.

―Catnip, no me hagas entrar a la fuerza.

Quizá sea el apodo, o la insistencia de su voz, o que ya sé de quién se trata, pero me hace reaccionar. Me pongo en pie de una vez y camino hacia la puerta. Quito el cerrojo y abro, y encuentro a Gale ante mí. Lleva puesta la chaqueta de caza que usa cuando es invierno, y el pelo negro salpicado por copos de nieve. Sus ojos grises, como los míos, muestran una furia oculta. Me rodea y pasa dentro. Cierro al puerta mientras me pregunto que hace aquí. Que yo sepa, Gale trabaja en la mina todos los días, a excepción de...

―Es domingo, Katniss―comienza―. Pensé que los domingos quedábamos. ya sabes: tú, yo, el bosque...

Domingo. Ya decía yo que algo se me escapaba.

―Lo siento―replico mientras corro las cortinas―, pensaba que era sábado.

O cualquier otro día de la semana.

―Eso te pasa―contesta con el mismo tono que he usado yo―por no ir a clase.

Entonces se gira y ve la chimenea apagada, y sé como algo en su interior se ablanda. En sus ojos aparece el rastro de la compasión, borrando cualquier ira que ha sentido segundos antes.

―Catnip...

Es su voz lo que me asusta, así que me vuelvo en dirección a mi habitación y digo:

―Ahora salgo.

Dentro, mi madre sigue en su cama, ajena a los problemas, al frío y a las penas. A veces la envidio; suele estar tan distante de la realidad. Otras veces... la echo de menos, a una madre que se preocupe por mí y mi estado. Pero eso ha desaparecido, así que me tengo que ir haciendo a la idea de que no volveré a sentirlo.

Y de que pronto me tendré que despedir de ella.

Me visto con unos pantalones y un jersey oscuro. Deshago mi trenza y la mejoro con dedos hábiles y expertos. Me pongo la chaqueta vieja de caza de mi padre y las botas de cuero. Cuando salgo, la chimenea está encendida y Gale, acuclillado frente a ella, alimenta más y más el fuego.

―¿Para qué la enciendes?―pregunto―. Ya nos vamos.

―Porque creo que sería un bonito detalle por parte de su hija que tu madre viera que has encendido la chimenea para ella.

―La has encendido tú.

―Ya―admite―, pero ella no lo sabrá.

Salimos al exterior y el frío nos hiela los huesos. Me siento un poco culpable por haber hecho esperar a Gale en el bosque, con está nevada. Le he hecho perder un tiempo valioso de caza... Bueno, muchas presas hoy no habrá: alguna ardilla despistada, peces, frutos que hayan resistido al crudo invierno, saetas del agua... Ahora, soy yo la que me ocupo de la caza. Gale, desde el verano de este años, empezó a trabajar en las minas nada más terminar los Juegos, yo yo he dedicado todos los días (mañanas y tardes enteras al no ir a clase) a la caza de comida para su familia y para mí, ya que mi madre ha cerrado su boca y se niega a probar nada. El bosque ha dejado de ser lo que era con él. El silencio lo inunda todo, y no tengo a nadie que me cubra las espaldas por si algún animal, como un perro salvaje, me ataca. Gale me ha malacostumbrado a su compañía, y ahora todo es muy solitario. Los únicos días que podemos recuperar un poco lo que fue antes son los domingos, su día libre. Pero aun así, nada es lo mismo. Desde la muerte de Prim, nuestra relación ha cambiado. Rectifico: yo he cambiado, no él. Es cierto que los primeros días estaba extraño y distante, pero era yo la herida de verdad. He dejado de hablar con él de mis problemas (aunque doy por hecho que los conoce), y Gale tampoco ha forzado nuestra unión para recuperar la amistad que una vez tuvimos. Hemos vuelto a ser cazadores: no nos estafamos entre nosotros (sigue habiendo confianza), ni dejamos que el otro se muera de hambre. En ese sentido, nada ha cambiado; pero él ha dejado de contarme cosas que antes eran rutina, como las nuevas palabras de Posy, o qué tal está Hazelle. Ni siquiera le he preguntado como se siente al tener que bajar al lugar donde nuestros padres murieron. No es él el que ha dejado de ser mi amigo, sino yo.

Cuando llegamos al bosque y cogemos nuestras armas, me siento fatal por mi comportamiento. ¿Qué habría pensado si Gale hubiera dejado de ser... pues eso, Gale? ¿Y si hubiera sido Rory el tributo de los Juegos? No le forzaría a hablar de sus sentimientos, sobre todo porque Gale no es una persona abierta, hablando en ese sentido. Cada día pienso más y más en que hubiera sido mejor morir yo.

Ese día, la mayor parte del tiempo pescamos, y después de comer unas hojas de menta y algunos frutos, recolectamos e intentamos cazar algo, inútilmente. Después de tres horas de paseo, vemos un arbusto de flores que dan el nombre de Prim. La primera vez que me encontré con uno después de la muerte de Prim me eché a llorar. No era un llanto desolador, sino lágrimas que se abrían paso por mis mejillas sin control. Dio la casualidad de que era domingo, y no estaba sola. Gale intentó decirme algo para consolarme, pero las lágrimas no son lo suyo. Al principio, no me dejé abrazar, y el resto del día lo pasé entre agua y sequía. Cuando estábamos picando algo por la tarde volví a pensar en el arbusto y me tumbé en nuestra roca. Me dejó llorar, me apartó el pelo de la cara y después me llevó en brazos a mi casa. Me quedé dormida en mitad del camino, y cuando volví a abrir los ojos era un nuevo día. Hasta el domingo siguiente no le volví a ver, pero no le di las gracias por llevarme a la cama, ni nada parecido. Varias veces después he visto el arbusto, pero no he querido demostrar lo que me hace sentir por simple vergüenza. Aquella ha sido la primera vez que Gale me ha visto llorar, y la última. Recuerdo lo que he estado pensando en el camino, en que él está haciendo lo que piensa que es mejor. Cuidar de mí tan cerca como yo se lo permito.

―Lo siento―susurro.

Gale me mira confuso, pero no dice nada. Quizá piensa que me estoy dirigiendo a Prim, como hago a veces, y en cierto modo también me estoy disculpando con ella, porque sé que habría querido que viviera como si nada hubiera sucedido. Pero en estos momentos estoy con Gale, y es a él a quien le debo una disculpa.

―Lo siento―repito―. Estoy poniéndote las cosas más difíciles de lo que están. Y no es lo que pretendo, Gale.

El silencio del día vuelve durante los minutos en los que nos dirigimos de vuelta a nuestro punto de encuentro.

―Tan solo quiero que me digas que es lo que necesitas―pide, cuidadosamente.

Lo pienso durante un tiempo.

―No estoy segura. Quizá tiempo, o soledad. No quiero volver a atarme aun a nadie del mismo modo en que me había atado a Prim. No quiero volver a pasar por esto, ¿sabes?

―¿Quieres que dejemos de vernos por un tiempo?―pregunta; no con recelo ni con enfado, sino con dulzura.

Me muerdo los labios. ¿Era esto lo que buscaba al iniciar la conversación? La verdad, no pensaba en nada, pero quizá sea eso lo que necesite, un tiempo para mí sola.

―No lo sé―jadeo cansada, poniéndome de cuclillas en el suelo y enterrando el rostro entre las manos.

¿Cómo le puedo pedir eso a mi mejor y único amigo?

―Lo que quiero es quitarte la carga en la que me he convertido.

―No eres ninguna carga para mí, Catnip―dice agachándose a mi lado―. Eres mi amiga, eso eres. Y los amigos, en momentos... difíciles, se apoyan. Es lo mismo que nos sucedió hace cuatro años. Nos unimos y lo superamos. Ahora, volveremos a hacerlo, ¿de acuerdo?

Su rostro mostraba una determinación que pocas veces había visto. Cuando estaba aprendiendo a disparar con el arco o mientras que me enseñaba a preparar una trampa. Los ojos grises le brillan y el moreno de su rostro contrasta con ello. Busca mi mano y la aprieta, permitiéndome ver por unos instantes lo que se cuece en su mente, lo que siente, a través de las puertas de su alma. Es algo que Gale no hace nunca, y, por eso, es un momento muy especial para ambos.

Rota, perdida y desamparada, tanteo por la oscuridad en la que me he hundido en busca de una puerta, y acabo de encontrar el picaporte.


El capítulo finaliza con una escena emotiva (sin llegar aun al tema romántico). ¿Qué os parece?

Amanda Stryder Hawthorne