Nota de autora: si hubiera sabido que alguien seguiría mi historia la habría seguido actualizando, pero cuando vi los seguidores y los favoritos y me pidieron que continuara, me alegré mucho. Espero que os guste.

P.D.: no recuerdo la contraseña de mi otra cuenta (Rita4579), por eso me hice esta nueva. Siento mucho las molestias, de verdad.

Bueno, aquí os dejo el capítulo :) Leed, disfrutad y comentad, por favor. Me gustaría saber lo que pensáis de cada capítulo :) Bye.

Capítulo 1

Sólo estaban a martes y ya se estaba preparando con su madre para asistir un parto. No era la primera vez que tenía las prácticas en el quirófano, pero nunca había requerido un alto riesgo. Sin embargo, aquello se trataba de la vida de dos personas: una madre y su bebé. Normalmente, le encantaban los retos y no tenía miedo a las complicaciones, ya que eso servía para tener más experiencia; además, era muy resolutiva. Pero aquella vez sólo pedía que no hubiera complicaciones y que todo fuera bien, ya que tendrían que traer una nueva vida al Arca, y era la primera vez que Clarke asistiría a tal maravilloso acontecimiento.

Siguió todas las instrucciones de su madre al pie de la letra, atendiendo a cada palabra. Primero se puso la mascarilla por encima de la nariz y después se lavó las manos y se puso los guantes.

Miró a la mujer en la camilla que respiraba dolorosamente a causa de las contracciones. No sabía qué era peor, si estar en la camilla o ser una de las personas que iban a asistir el parto, pensó Clarke.

Sacudió la cabeza para alejar aquellos pensamientos y centrarse. Sólo eran los nervios de primeriza, lo sabía. Y, después de aquel primer parto, sabía cogería confianza, como siempre.

—¿Preparada? —le preguntó Abby, su madre, volviéndose hacia ella.

Clarke tomó un profundo suspiro y asintió.

El parto duró casi toda la tarde. Fue muy duro, pero Clarke sabía que lo había hecho bien y estaba satisfecha consigo misma. La mejor parte fue cuando cogió al bebé entre sus brazos después de limpiarlo. Había traído al Arca a un precioso niño. El bebé, aún berreando, le agarró un dedo a la chica con su manita, cuando ésta le rozó. La joven había sonreído mirando al recién nacido y, acto seguido, se lo entregó a su madre.

Agotada pero satisfecha, salió del centro médico. Pero no había dado ni un par de pasos cuando se topó con una profunda y sonriente mirada de color avellana.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó la muchacha, sorprendida.

—Tú misma me lo dijiste —le guiñó. Y repitió sus palabras—: "Encuentra la forma" —no había pasado ni una semana desde que aquellas palabras fueron pronunciadas por la chica.

—¿En serio? —preguntó con el ceño fruncido—. ¿Has venido aquí sólo para verme?

—Exacto —asintió, con su exasperante y, a la vez, seductora sonrisa engreída. No supo por qué, pero al escuchar Clarke aquella simple palabra le dio un vuelco el corazón. Que Bellamy hubiera ido hasta allí sólo para pasar un rato con ella le hizo sentir extrañamente bien.

—¿Y cómo sabías que estaría aquí?

—Bueno, imaginé que estarías de prácticas todas las tardes en el único hospital del Arca, donde trabaja tu madre —dijo, haciendo sonreír a la chica, como siempre—. Así que, he aprovechado que hoy me han dado un rato de descanso antes de volver al centro de guardias.

—¿Estás compartiendo tu tiempo libre conmigo? —alzó una ceja entre sorprendida y divertida.

—Eso es exactamente lo que estoy haciendo —le dedicó una sonrisa sin dejar de mirarla.

—Bueno —dijo, divertida—, eres libre de hacer lo que quieras.

La sonrisa del cadete se ensanchó aún más, cómplice.

Caminaron durante un rato hasta llegar a Phoenix mientras Clarke le contaba a Bellamy cómo habían ido aquella tarde las prácticas y lo emocionante que había sido asistir un parto.

El chico la miraba atentamente, viendo la fuerza y la pasión que transmitían sus preciosos ojos azules al hablar de aquello. Estaba claro que realmente le gustaba ayudar a la gente.

—¿Cómo ha ido tu día como cadete? —le preguntó esta vez ella, cuando hubo terminado de relatarle su pasión por la medicina.

—La verdad es que no ha sido tan emocionante como el tuyo —le sonrió en broma. La chica rió levemente—. Hemos estado entrenándonos físicamente; cuerpo a cuerpo —Clarke levantó una ceja. Le resultaba extraño escuchar cómo alguien le relataba su entrenamiento; nunca había concido a un cadete o guardia, excepto a Connor. Pero éste último sólo tenía diecinueve años, por lo que aún no era cadete, ya que todavía estaba estudiando—. Después del descanso entrenaremos con armas. Y no me refiero a la porra eléctrica —añadió riendo levemente—; no es que requiera mucho entrenamiento —bromeó.

—Tienes razón —dijo con un tono de guasa en la voz, dibujando una sonrisa divertida en su rostro—: mis prácticas son más interesantes.

Los dos rieron a la vez, disfrutando de la presencia del otro. Pero de pronto, Bellamy vio cómo la sonrisa de Clarke desaparecía de golpe, poniéndose muy seria. La vista de la chica, endurecida y fría ahora, apuntaba hacia adelante. Siguió su mirada y se encontró con un chico de pelo castaño y mirada de superioridad. Sus labios se curvaron en una sonrisa arrogante y de placer cuando vio a Clarke, y a Bellamy no le gustó un pelo. Aquel chico le sonaba de algo al cadete, pero no sabía de qué.

—¡Hey, preciosa! —el muchacho caminó hacia la joven con andares arrogantes sin dejar de sonreír, hasta que se dio cuenta de la presencia del cadete y entonces, esa estúpida sonrisa, pensó Bellamy, se le congeló en una mueca de fastidio; después, cuando lo reconoció, se transformó en una mueca de un profundo desprecio. Al joven cadete no le gustó cómo llamó a Clarke ni el tono de arrogancia y superioridad que usó—. ¡¿Qué coño estás haciendo con este?! —le gritó con ira el muchacho arrogante a la chica.

Bellamy se sorprendió de que conociera a Clarke. Y, aunque el joven le sonaba de algo, no creía que supiera quién era él. Pero, sobre todo, le indignó cómo el chico se había atrevido a hablar a la joven de aquella manera.

—Creo que deberías calmarte —le dijo Bellamy, aparentemente tranquilo. Había dado un paso adelante, irguiéndose en toda su estatura, algo más alto que el chico que lo miraba con desprecio.

—Aparta de mi camino, imbécil —le dijo el chico con desprecio al cadete.

—¡Connor, ya basta! —intervino Clarke, dando un paso hacia adelante y situándose junto a Bellamy—. Será mejor que vuelvas a casa —le dijo con frialdad al chico.

—¿Sabes a caso quién es este tío? —le preguntó con rabia a la chica.

—Para empezar —le espetó con el rostro duro e inexpresivo—, puedo ver con mis propios ojos que es un cadete. Cosa que tú aún no eres —le recordó duramente.

La expresión de Connor se tornó de furia.

—¿Quieres provocarme? —dijo, dando un paso hacia ella. Pero la mano de Bellamy le impidió seguir hacia adelante, consiguiendo que el chico retrocediera—. Éste imbécil —repitió furioso, señalándolo con la cabeza— es de Walden.

—No me importa —dijo ella rotundamente—. No juzgo a las personas por ser de un sector u otro, sino por sus acciones —aquello último, pensó Bellamy, lo dijo con un desprecio que nunca le había visto. Estaba claro que algo había ocurrido entre ellos—. Parece mentira que después de todo este tiempo no me conozcas.

El cadete vio cómo los ojos del chico relampagueaban de ira.

—¿De qué me conoces? —le preguntó Bellamy al chico.

—Te he visto varias veces en el centro de guardias —le dijo con una nota de desprecio en la voz, apartando la vista de Clarke para mirarlo—. La gente habla, ¿sabes? —le dijo con malicia, consiguiendo que el joven cadete se pusiera rígido.

—Bellamy —lo llamó Clarke con suavidad, poniendo una mano sobre el brazo del cadete y apretándolo con ternura—. No le hagas caso; no importa lo que la gente diga.

—Así que se trata de eso, ¿no? —dijo Connor celoso, mirando con furia la mano de Clarke sobre el brazo de Bellamy—. Me has olvidado mientras te estabas tirando a este gilipollas.

La cara de Clarke se encendió de rabia y frustración.

—Te estás pasando, tío —le advirtió Bellamy con furia, sin poder creerse cómo aquel desgraciado acababa de hablarle a Clarke.

—¿A ti qué te importa lo que yo haga y con quién? —le dijo la chica con una profunda rabia y llena de desprecio—. Y, para tu información, hace mucho tiempo que te olvidé.

—Pues yo no lo creo, preciosa —dijo, haciendo un intento de acercarse a ella, quien se alejó un paso instintivamente; pero Bellamy se interpuso entre los dos.

—Te he dicho mil veces que no me llames así; lo odio.

—No mientas, sé que te pone a cien —dijo, intentando zafarse del agarre del cadete, quien estaba utilizando todo su autocontrol para no plantarle un puñetazo en la cara.

—Nunca me gustó —aseguró Clarke con rabia.

—Deberías volver a tu casa —le dijo Bellamy con firmeza.

—¿Y quién me lo manda? —le dijo desafiante y con desprecio—. ¿Un cadete de mierda?

Empezaba a hartarse de que lo llamaran así. Lo agarró con fuerza del cuello de la chaqueta y lo estrelló con furia contra la pared. Llevaba un buen rato queriendo hacer eso.

—Eres mayor de edad —le dijo, conteniendo la rabia y echándole un vistazo al color de la pulsera identificativa de Connor, que indicaba si había alcanzado la mayoría de edad o no—, por lo que podría usar la porra eléctrica contigo si es necesario —lo amenazó. El rostro del chico hizo una mueca de dolor de tan sólo pensarlo—; aunque, sin duda, podría reducirte sin ella. Y, lo que es aún peor: si te atreves a tocarla —dijo, refiriéndose a Clarke—, me encargaré personalmente de que te floten de inmediato —entonces, lo soltó con violencia y se apartó de él—. Ahora, largo de aquí. Y no quiero volver a verte cerca de ella.

—Esto no va a quedar así —les advirtió Connor con un tono amenazante, lleno de rabia. Y se alejó por el pasillo.

Bellamy miró a Clarke y vio que la rabia había desaparecido de su rostro, dejando ver ahora una enorme tristeza que no encajaba en ella; su rostro estaba pálido ahora, carente de color. Y tenía la mirada perdida, como si estuviese pensando o recordando.

—Clarke, ¿estás bien? —le preguntó Bellamy con suavidad, acercándose a ella. Estaba claro que aquel chico le había hecho mucho daño a la joven, y eso, no supo porqué, lo puso furioso, sacando su vena protectora.

La chica alzó la mirada hacia él y, rápidamente, desapareció la tristeza, siendo reemplazada por una mirada inexpresiva.

—Sí, vamos —su voz sonó fría. Continuó caminando hacia su casa. Bellamy la siguió.

—¿Por qué odias tanto a ese tipo? —le preguntó después de un breve silencio, sin dejar de caminar al ritmo de la chica, la cual parecía tener ahora mucha prisa—. A parte de que es un capullo integral, claro.

Pero Clarke no parecía estar receptiva.

—Preferiría no hablar de eso —dijo con un tono inexpresivo y frío. Rápidamente cambió de tema—. Ya estamos llegando; al final de este pasillo a mano derecha está mi casa. Es la única puerta que hay.

—Clarke —la llamó de nuevo el chico con suavidad. Ella se dio cuenta de que sólo la llamaba así cuando estaba serio o preocupado—, creo que deberías hablar con alguien de lo que pasó —y añadió—: No es bueno guardarse las cosas.

Ella no contestó. Aún no estaba preparada para ello.

—¿Qué es lo que te hizo ese tío? —le preguntó, preocupado por ella.

El corazón de Clarke latía tan deprisa que empezó a respirar agitada.

—¡Bellamy, basta! —le espetó con ojos vidriosos, aunque el chico no había hecho ni dicho nada malo. Sin embargo, ella no podía soportar aquellos recuerdos y, por eso, siempre los guardaba bajo llave, ya que no podía eliminarlos. Aquellos recuerdos amenazaban con derrumbar a Clarke, y ella no podía permitirlo; ella era fuerte—. ¡No es asunto tuyo! —y salió corriendo en dirección a su casa, dejando al joven cadete muy confundido.

Espero de corazón que os haya gustado :) Sí, lo sé, pobre Bellamy. Pero no os preocupéis que esto no acaba aquí. En el próximo capítulo veremos qué pasa ;) Bye.