disclaimer: ya saben que KHR no me pertenese
notas:lo dejo para la proxima.
Beta reader: Bosque-de-Viento
Re subido 25/1/12
~Tu esclavo~
En un pim-pam-pum ahora te pertenezco
.1.
Tsunayoshi siempre había sido un niño mimado, torpe por naturaleza, y eso le llevaba a las peores situaciones posibles desde la más tierna edad. Su madre siempre estuvo ahí para protegerlo como toda buena madre, aunque tal vez ella era demasiado buena. Hay un refrán que dice "los padres buenos no son buenos padres", pero eso poco importaba ya, el niño ya había crecido aferrándose a los protectores brazos de su madre, incluso con quince años la sola idea de no verla diariamente le daba terror, un pánico terrible que le endurecía el corazón; como si de latir tan rápido pronto sus músculos se quedarían tensos de un momento a otro ¿A eso se llama para cardiaco?
El niño menudo, de ojos color avellana, o tal vez un poco más oscuros que eso, y de cabellos chocolate y alborotados, sin duda quería correr hasta su madre y aferrarse a su falda llorando dramáticamente como cuando tenía 10 años, ¡hasta esa edad se dio el lujo de comportarse como todo un infante!. Pero no podía hacer eso, tenía que ser un hombre y aunque una gran parte de él repudiaba la idea incansablemente repitiéndose que eso no servía para nada, su parte más reflexiva sabía que había llegado la hora dar la cara a la vida y dejar de esconderse bajo la falda de Nana Sawada – casi literalmente, por lo menos hace unos años.
Mientras miraba su dormitorio, de aquel internado de chicos, ¡de chicos nada más! – que crueles eran sus padres encima –quería tirarse a llorar. Pero no lo haría, salvaría la poca hombría que tenía; era lo mínimo que podía hacer para salvar su dignidad masculina y evitarse un complejo de Edipo.
Sentado en la cama, el colchón nuevo le parecía terriblemente duro comparado al de su habitación, que era mucho más grande que ese cuarto, pero tenía que agradecer el hecho de que por lo menos los dormitorios fueran individuales, ni quería pensar en cómo sería tener un extraño durmiendo con él.
Suspiró, y algo de la tensión en todo su cuerpo empezó a escurrirse lentamente, y aunque no tenía sueño, su mente no quería pensar, probablemente era una táctica de evasión desesperada para evitar ideas suicidas si pensaba mucho sobre lo que le esperaba al día siguiente.
Colegio nuevo… solo de chicos, en el que estaría 24/7. Un escalofrió le recurrió entero.
Punto en contra uno: el odiaba el colegio. Punto dos: se llevaba mejor con las mujeres. Punto tres: había habido semanas en las que ni siquiera pisaba su otra escuela.
El chico se hizo una bolita rodeando con sus brazos las piernas flacuchas y cortas por su estatura. Si pensaba mucho en eso solo lloraría, y quería creer que su hipersensibilidad era solo por el cambio de ambiente y el sentirse abandonado en un lugar desconocido. Había tenido un mes para hacerse a la idea, pero eso no era ni por asomo todo lo horrible que había pensando, se sentía mucho peor. Quería a su madre, saber que estaba a solo dos puertas de su cuarto, no le gustaba sentirse solo. Tan terriblemente solo ¿Qué se suponía que debía hacer si tenía una pesadilla?
No pedía mucho, solo necesitaba alguien a quien prenderse.
Otro suspiro y sus ojos cerrados le picaron. Estaba pensando cosas demasiado deprimentes, debería ocuparse con algo, pero su mente no estaba en condiciones de cosas complicadas y tampoco tenía sueño. Le gustaría tener alguien con quien hablar, a veces en las noches sus madre y él cocinaban pasteles. Era un gran secreto que ni su padre sabía, pero era divertido estar en la concina hablando de cosas sin importancia haciendo dulces.
Mientras se refregaba los ojos, el sonido de alguien tocando la puerta le sorprendió. Se incorporo quedando sentado y miró hacia esa dirección sin nada en la mente, como si tuviera una niebla que le evitaba reaccionar normalmente. De nuevo un par de golpes y se tuvo que levantarse a abrir.
Se encontró con un sonriente chico bastante alto–mucho más que él –, que se quedo allí esperando que reaccionase. Tsuna solo le miró curioso el primer par de segundos ¿Qué hace aquí? E incomodo en los siguientes ¿Qué debo decir?
—¿Si? — sería todo lo amable que era capaz en ese momentos, y tendría que esforzarse para no parecer raro, hm, eso sería difícil.
—Sawada Tsunayoshi ¿cierto? — dijo el sonriente chico, Tsuna asintió. —Bien, soy Yamamoto Takeshi, eres nuevo así que pensé en decir "hola".
¡Qué chico tan sociable! Hasta asusta, realmente existen personas así.
—¿Gracias Yamamoto-kun? — decir que no sabía qué hacer era poco. Pensaba que no tendría que afrontar a nadie hasta el día siguiente, pero, qué raro el destino jodiendole.
—Entonces quieres dar una vuelta, aunque solo puedo mostrarte el dormitorio ¿lo has visto? — Tsuna negó. — Entonces vamos. — y el chico sonrió más.
Tsuna no tenía idea de cómo se rechazaba amablemente una invitación así que solo lo siguió, además ese chico parecía agradable, siempre con una sonrisa y manejaba las situaciones bastante bien, solo se dejaría llevar. Era eso o seguir deprimiéndose en su cuarto.
Cortó con sus pensamientos y le prestó atención a Yamamoto, era lo mínimo que podía hacer.
—Ya sabes que hay cuatro dormitorios. — Tsuna negó, realmente no quería hablar, era como tener indefinibles sentimientos atorados en su garganta adormeciéndola. — Oh, bueno. Hay cuatro, nosotros estamos el "C". No es que se clasifique a las personas de una forma en particular pero por casualidad aquí hay muchos tipos raros. — ¿tipos raros? A Tsuna eso sonaba a complicaciones. Viendo la expresión de curiosidad en el más bajo Takeshi agrego. — Algunos son algo salvajes: hay un sujeto, Gokudera Hayato, el que le gustan los explosivos, realmente creo que es un tipo de genio medio raro con un muy mal carácter ¡pero es muy agradable! — el castaño trago duro ¿explosivos? — Otra persona interesante es el sempai Sasagawa, está en el club de boxeo y él es extremo. — Tsuna ni siquiera pretendió entender eso, y Yamamoto solo continuo. — Luego esta Mukuro, él es muy raro, aunque no creo que sea malo del todo. — ¿del todo? Mentalmente Tsuna estaba entrando en pánico. — pero sería mejor que tengas cuidado, no se lleva muy bien con Hibari-sempai así que suelen pelear seguido. Esos son con los que hablo más.
Tsuna tuvo casi un minuto para sopesar todo lo que había oído, básicamente ese dormitorio estaba lleno de personas altamente peligrosas. En serio ¿Qué sus padres no pudieron investigar un poco mejor el lugar? Está bien que era algo para que madurara pero se sentía en un territorio en guerra, hasta ya le tenía miedo a su sombra, ¡que era esto! ¿Una jodida penitenciaria?.
En toda la conversación los chicos habían caminado por el primer piso del edificio, donde estaban los cuartos de los de primer año. En realidad era una construcción sencilla, de forma rectangular lo suficientemente grande para que en cada piso entrasen más o menos treinta dormitorios individuales. Dependiendo del piso era el año, y en la planta baja estaba el comedor, la biblioteca, sala de entretenimiento y algunas oficinas administrativas.
—Supongo que es normal que no sepas mucho, nuestro encargado se ausenta seguido y Hibari no iba a hacer mucho. Que tipo ¿no?. — dijo animadamente el moreno trayendo de nuevo a Tsuna.
—¿Hibari? — Yamamoto pestaño sorprendido y luego se rió.
—Me olvide del más peligroso. — dijo como si nada, rascándose la nuca despreocupadamente mientras el castaño quería desmayarse ahí mismo.
Bien, si a los otros los clasifico como "interesantes, extremos y raros" peligros deber ser realmente, realmente, peligroso.
—Hibari es prefecto del dormitorio C. Ten cuidado con él, protege el orden disciplinario como ninguno, además que el encargado se lo deja todo a él, así que tiene mucha autoridad. — sonrió amablemente, podía ver el deje de preocupación de chico ¿lo asuste? Pensó medio divertido.
—Yamamoto-kun, no quiero ser una molestia pero ¿me enseñarías el colegio mañana? — pregunto nervioso evadiendo los ojos pardos del mayor.
—¡Claro! Iba a decírtelo de cualquier forma, Sawada. — le dio unas palmadita en el mullido cabello haciendo saltar sorprendido al castaño.
—Eto, llámame Tsuna. — le sonrió agradecido aunque no del todo cómodo. Demasiada información preocupante en un lapso de tiempo muy corto.
—Tsuna entonces. Bueno creo que no hay mucho más que ver, supongo que es hora de volver. — el pequeño asintió y girándose ambos fueron hasta las escaleras. — Por cierto, sobre las reglas, el toque de queda es a las 10 de la noche, a partir de ahí debes estar en tu habitación, a veces hacen rondas de asistencia.
—Hmm, Yamamoto-kun. — sonó algo preocupado después de ver su reloj. — van a ser las once. —el color de su cara se esfumo; él respetaba las reglas, hay personas que tienen suerte salteándoselas, pero él no era de esas personas.
—Oh, bueno. No hagamos mucho ruido. — dijo con una risita despreocupada. Ahora sabía que Yamamoto también debía estar en la lista de personas preocupantes.
Tuvo la idea de salir a correr hacia su cuarto pero decidió que era mejor solo seguir al mayor, el podía ser tan rápido como torpe y normalmente esto salía a flote en la peores circunstancias, no lo sorprendería que fuera en ese momento. Además, podía decir que no conocía las reglas, aunque tenía el presentimiento de que eso no le serviría de nada, lamentablemente tenía una promedio de 10/10 en sus intuiciones.
Miro a Yamamoto de soslayo, viéndolo tan campante caminando parecía que no era algo realmente peligroso, tal vez era solo su paranoia. Suspiro sosegadamente, no era ten malo, se sentía mejor. Sea lo que sea que pasara mañana tenía al otro chico para un mínimo apoyo.
—Hi-mm— su brazo fue cazado rápidamente por las manos grandes del moreno y antes de que pudiera gritar ya tenía la boca tapada.
Con una rapidez asombrosa se vio empujado por una puerta que se abrió y cerró casi sin ruido. O sí, Yamamoto era peligroso, y sus reflejos eran para morirse del susto –y la envidia. Solo había sido un segundo antes de que todo eso sucediera y lo había procesado una vez estuvo en una habitación oscuras aun con la boca tapada.
Un chico de cabellos azabache se había cruzado en su camino, no vio bien pero le pareció que llevaba un gakuran negro con el saco en los hombros ondeándose a su caminar. No le vio el rostro, pero por la reacción del mayor y el aire a su alrededor se veía imponente.
—¿hm? — se removió un poco suavemente, para que el moreno supiera que no gritaría o algo así.
—Hibari. — le susurro cerca de su oído, la respiración provocándole un escalofríos. Lo que quedaba de su temple se fue con eso.
Una luz de prendió y Tsuna salto inconscientemente, de nuevo la mano morena evito que soltara un grito.
—¿Yamamoto-kun? — sonó una voz adormilada, Tsuna miró, era un pelirrojo que se acaba de poner unos lentes.
—Lo siento Irie, estaba huyendo de Hibari y entre aquí.
—Hmmm. Bien. — sin más apagó la luz y se giró a seguir durmiendo. Tsuna se pregunto qué tan seguido pasaba eso.
—Creo que ya podríamos salir. — sonó de nuevo la voz animada del Yamamoto y Tsuna solo asintió, aun impedido de hablar.
El de ojos pardos le soltó para que pudiera caminar libremente y se dispuso abrir la puerta, Tsuna un poco atrás y aún nervioso. Lo primero que vieron no fue el pasillo, sino unos ojos grises no muy felices y hasta Tsuna sintió como Yamamoto se tensaba.
—Hibari. — dijo con una sonrisa nerviosa y tambaleante en su rostro. Tsuna por incontable vez maldijo su suerte.
—Fuera herbívoros. — no había posibilidad a replicas con ese tono de autoridad. Ambos simplemente si dispusieron a salir y el prefecto solo le dedicó una mirada al interior de la habitación. —Yamamoto Takeshi, ¿Qué hacías exactamente?
—Este, dándole un recorrido a Tsuna, él es nuevo. — el castaño realmente admiró al chico ¿Cómo era capaz de sonreír cuando él estaba temblando?
—El toque de queda es a las diez.
—Lo siento no me fijé la hora. — tomándolo del cuello de la remera, Hibari jaló y estampó contra la pared al chico que solo se quejó quedo.
—Tengo que hacer algo al respecto, siempre se te olvida. — sus ojos grises brillaron con diversión y el castaño solo pudo retroceder. En serio que quería salir a correr.
—Yo, lo siento…. Insistí y…— la mirada amenazante hizo callar a Tsuna, creía que si no hacía algo iba ser testigo de un homicidio. Y en mi primer día.
—Luego me ocupare de ti herbívoro. — las uñas de Tsuna se clavaron en sus palmas, entre el miedo y determinación acelerándole el pulso.
Había muy pocas veces en las que su casi inexistente valor aparecía de la nada, casi siempre después de eso quedaba molido a golpes, como la vez que se le ocurrió defender a una niña de un pandilla o cuando a su madre le robaron la cartera y el salió a correr al ladrón. Como todas esas veces el instinto fue más rápido que su cerebro y tomó de la camisa blanca del prefecto con uno de sus brazos que sorprendentemente no temblaban.
—Por favor, por favor discúlpenos, Yamamoto-kun…— el chico pelinegro empujó al moreno haciéndolo trastrabillar hacia atrás.
—Veo que no entiendes herbívoro. Te castigare primero entonces. — él solo cerró fuertemente los ojos al ver un destejo metálico, pero el golpe no llego.
Abriendo durativamente uno de sus ojos vio que Yamamoto lo estaba deteniendo con una expresión seria que asustaba.
—Hibari, sería como pegarle a una mujer. — dijo completamente serio, y Tsuna se le ahogó un gritito. Ni media hora y ya lo estaban comparando con una mujer, aunque si eso le evitaba una paliza…
—Tienes razón, si no se muere del golpe se muere del susto.
Tsuna en serio se estaba sintiendo insultado, y eso era mucho decir.
—Tenderemos que buscar otro castigo. — siguió hablando el prefecto con morbosa diversión. — Tres meses de esclavitud. — sentenció, y Tsuna se ahogó con su propia saliva.
¿Tres meses de esclavitud? Qué mierda significa eso.
—Ahora a sus cuartos, mañana los veré a los dos. Yamamoto Takeshi, la próxima vez te cobraré con intereses. — el aludido solo se rió y el prefecto siguió caminando, al igual que ellos rumbo a sus cuartos.
—¿Yamamoto-kun? — dijo inseguro.
—Hablamos mañana. — le cortó alegremente el chico y Tsuna solo asintió.
Esa noche la nebulosa de nefastas predicciones para el día siguiente la transformaron en puros sueños revoltosos con pesadillas incoherentes, Tsuna quedó enredado en las sabanas de tantas vueltas que dio en la cama, y se levanto justo a tiempo solo porque se cayó de la cama cerca de las siete. Se cambió rápidamente aún dormido por la terrible noche de sueño y mientras inspiraba profundamente para salir al pasillo y enfrentar su primer día – de esclavitud – Yamamoto tocó la puerta.
—Buenos días, Tsuna. — fue lo primero que dijo el chico, y el aludido solo pudo emular una pobre sonrisa para corresponderle. Seguramente se habría visto temblorosa, aunque al menos se parecía a una sonrisa.
—Buenos días… Yamamoto-kun, lo de ayer—
—No te preocupes, Hibari siempre está exagerando. — dijo agitando su mano para quitarle importancia. — ¿Vamos a desayunar? — Tsuna asintió, queriendo seguir su consejo aunque su cabeza no se quería olvidarse de Hibari y sus ojos grises como cianuro –y así de letales también –su cabello negro cuervo y su traje de prefecto, que lo hacía ver como un alto mando del ejército nazi… probablemente estaba delirando.
Después de una comida bastante decente salieron a los edificios de la escuela encontrándose con muchos alumnos más que también se dirigían ahí. La primer clase fue de lo más normal, ignorando que había conocido al extremo Sasagawa Riohey en el pasillo y de lejos a un chico peli plateado que había golpeado a Yamamoto ni bien se cruzo en su camino.
La primera clase fue con un tipo rubio que parecía militar, su nombre: Cornello Leno y su modo de explicar la historia hacía que sí prestaras atención, aunque eso podía ser también porque te tiraba tizas con una puntería de miedo si te distraías. Luego de un corto descanso para que Yamamoto le advirtiera que el próximo profesor era peor –un tal Reborn –comenzó matemáticas y a Tsuna le hubiera gustado suicidarse.
¡El tipo era más arcaico en sus métodos de enseñanza que un espartano! Solo pudo rezar –inútilmente –para que no se pusiera con él. Cabe decir que muy inútilmente, fue el primero que pasó a resolver una ecuación del nivel de la teoría de la relatividad.
El próximo descanso era la hora del almuerzo. Tsuna salió solo porque Yamamoto fue rodeado de sus amigos del club de beisbol y prefirió dejar de ser una plaga, decidió seguir a unos chicos que se dirigían al comedor de su dormitorio, y antes de pasar la gran puerta para que los alumnos no se atascaran, una mano en su hombro lo detuvo, girándose lentamente con una presión en su estomago supo –intuyó –que tenía que ver con el tal Hibari y eso no traía nada bueno.
—¿Sawada Tsunayoshi? — dijo un hombre alto que realmente parecía un adulto por su expresión seria, su mentón desarrollado y su voz gruesa.
—¿Sí? — dijo, escuchándose demasiado agudo, parecía la vocecita de una niña.
—Acompáñeme. — y así lo hizo. Había pensado en correr y huir, obviamente, pero eso sería lo más estúpido que podía hacer por mucho.
Llegaron hasta una puerta en el último piso del edificio donde dormían, se leía "Comité Disciplinario" y el castaño tragó duro ante la expectativa, disciplinario se oía realmente malo, algo así como azotes a lo sadomaso con traje de cuero y todo. Entro seguido y encerrado por el sujeto alto y detrás del enorme y elegante escritorio estaba el objeto de sus pesadillas, Hibari. Como había dicho Yamamoto él tenía mucha autoridad, se notaba en los muebles demasiado caros para la oficina de cualquier alumno por mas "prefecto" que sea. Para empezar ¿tenían derecho de tener una oficina estilo El Padrino?
—Sawada Tsunayoshi. — habló primero el moreno con sus ojos grises sobre él, clavándose como si con eso evitara que se moviera, y lo estaba consiguiendo muy bien, apenas respiraba. —Tienes dos opciones. — Tsuna sabía que ese bastardo se estaba divirtiendo con su expresión de medio muerto. — La primera es limpiar la habitación del grupo de tercero. La segunda es ser mi esclavo. — fue todo lo que dijo y el castaño supo que tenía que decidir rápidamente.
—Err…— ser su mucama quedaba descartado instantáneamente así que fue u otro. — Quiero limpiar las habitaciones de tercero. — la sonrisa siniestras del prefecto le hizo saber que esperaba esa respuesta… y que le gustaba.
—Bien. Llévalo después de clases Kusakabe, tú serás su niñera, lo quiero vivo por lo menos una semana. — dijo y con un moviente de muñeca los despacho.
—Sawada-san, después de clases encuéntreme en el descanse de la escalera, antes de llegar al tercer piso ¿entendido? — Tsuna asintió y siguió su camino para volver a clases sin almorzar, serían unas dos horas horribles seguramente.
..
Lo primero que hizo al terminar las clases fue excusarse con Yamamoto e ir a buscar algo para comer en el comedor, lo único que consiguió fue un pedazo de pan del día anterior, demasiado hambriento para ser delicado se lo trago sin mucho esfuerzo mientras subía las escaleras. Llegó hasta el punto de encuentro y no vio al tal Kusakabe, esperó cinco minutos mientras terminaba su pan y al no llegar nadie, espió el piso siguiente, un terrible portazo más el ruido de algo cayendo lo asusto.
Al subir se encontró con un tipo de impresionante cabellera plateada con una espada medieval peleándose con otro de cabello emplumado o con plumas saliéndole del pelo, no podría decir.
—¡Hieee! — retrocedió de un susto, su mente en pánico por la escena.
—Voooiiiiii— gritó uno a decibelios imposibles. — Xanxus, hijo de puta, déjame pasar.
—Basura, hoy duermo aquí.
—Lleva tu culo a otra parte, qué me importa que hayas reventado tu cama. — Tsuna ni quería saber de qué hablaban o qué había pasado ¿de dónde sacó esa espada…?
—Ushishishishi. — se tensó y se giró encontrándose con una sonrisa de psicópata. — Tenemos un conejito por aquí. — tragó duro ¡los de tercero estaban todos pirados! ¡eso no era un colegio, era un manicomio para asesinos en serie! —Vas a jugar con el príncipe.
—¡No! — se atrevió a gritar Tsuna y quiso salir corriendo, pero fue detenido por el rubio psicópata.
—Oh sí. Ushishishi.
..
—Kusakabe, ¿no tenías que ir a buscar a ese de primero? — el aludido se dio con la palma en la cabeza cuando uno de sus compañeros se lo recordó.
..
Tsuna estaba en una destrozada habitación en que cada rincón tenía una galería de cuchillos clavados en la pared, atado de manos y pies, además de amordazado, solo se podía sacudir miserablemente mientras aquel rubio le ponía un traje de mucama victoriano. Cuando se enteró de que iba a limpiar ahí había dicho algo de "tienes que verte como una sirvienta entonces" y quién sabe porqué tenía un traje así en su armario. En serio no lo quería saber, ni tampoco porqué usaba de diana a uno de segundo que se llamaba Fran ¿Cómo hacía ese tipo para aguantar a esos locos?
Además de su horrible situación, en la que no podría escapar sin la humillación pública de vestir como mujer y peor, como una sirvienta, aún seguía escuchando la pelea de esos dos en el pasillo, aunque ahora se había metido en la habitación de un tal Levi que se había unido defendiendo a Xanxus.
—¡Sawada! — se abrió de pronto la puerta, apareciendo Kusakabe jadeando y la expresión del rubio cayó en una de fastidio.
—Oh, ¿ya vienes por él?
—Belphegor-san ¿Qué hizo? — más que a pregunta sonaba a desesperación.
—Dándole belleza Real. — el mayor pasó entre los destrozados cojines y lo tomó como un bolso de patatas.
—Por favor no lo vuelva hacer. — la sonrisa psicópata le dejó en claro que ahora tenía un acosador con fetiche de cosplayer. —Lo siento Sawada, olvidé lo de hoy. —oh~ la historia de su vida. Dándose cuenta de que no podía hablar por la falta de respuesta le quito la mordaza.
—¿Sera que Hibari-san me dejara ser su esclavo? — enserio que no quería volver ahí hasta que eses dementes se graduasen.
—Vayamos a verlo. — le dijo con una sonrisa, aunque en ningún momento lo bajó o soltó, Tsuna ni se atrevió a pedírselo, tampoco estaba seguro de ser capaz de caminar.
Gracias a cualquier deidad que estuviera escuchando no se toparon con nadie en el camino al cuarto piso, llegaron hasta la puerta de la oficina de Hibari, y luego de una educada reverencia de Kusakabe –con él encima de un hombro– lo dejo a un lado, parado precariamente por tener aun los pies atados.
—Kyo-san, Sawada Tsunayoshi fue atacado por los "Varia". — informó monótonamente. — ¿Sería posible revertir su castigo?.
El chico que parecía no darle ni un gramo de atención suspiro casi inaudiblemente.
—La otra opción entonces. — dijo sin mirarlo y una mirada de Kusakabe le hizo saber que debía contestar él.
—Por mi está bien, Hibari-san. — era bastante complicado temblar estando atado.
—Bien, desátalo. Por cierto, me quedare con el trajecito. — dijo con una cruel sonrisa y el castaño tragó duro ¿es que no había alguien que no sea sádico?
Liberado de manos y pies se estiró disimuladamente y se sobó las muñecas raspadas por las sogas.
—Hibari-san, ¿Va a necesitar algo? — pregunto, ahora era su mucama ¿no?. Dios que bajo había caído, ¿Qué diría su madre? ¡Qué diría su padre! Esto jamás se sabría, lo mejor sería que ni Yamamoto lo supiera.
—Sí, café. Puedes retirarte Kusakabe.
El vicepresidente salió sin demorarse ni siquiera en mirar una vez más a Tsunayoshi. El castaño recorrió con la vista la habitación y salto mentalmente de alegría cuando vio una cafetera, en ese momento no confiaba en sus aptitudes ni siquiera para preparar un café, era capaz de confundir la sal con el azúcar.
Mientras servía en una taza el liquido oscuro y humeante, escuchó que Hibari a su espalda rebuscaba algo, seguramente en uno de los cajones del escritorio, y decidió solo concentrarse en su tarea para evitar cualquier accidente, una vez todo servido volvió hacia el moreno.
—Ponte esto. — le dijo, sosteniendo un anillo muy similar a una alianza solo que plateada, una vez le dejó la taza en frente.
Tsuna solo se lo quedó viendo sin entender el significado de todo eso, sabiendo que si se demoraba más pondría de malas al prefecto lo tomó y se lo colocó en el dedo que mejor le fue, el anular izquierdo casualmente.
—¿Esto…
—Ahora eres mío. — la sonrisa indescifrable que vio le erizo los cabellos de la espalda. Solo trago saliva al tiempo que asintió ¿Qué más podía hacer?
Oh madre, estoy jodido… muy pronto, casi literalmente.
Para los que quieren matarme por no actualizar Chica Problemática, mil perdones, pero esto estaba hincándome con una ramita internamente diciendo "escríbeme, escríbeme, escríbeme"
Por cierto va a tener bastante porn, sadomaso y algunas situaciones traumantes ¡el lado oscuro de Slinre! Jajajaja
Obviamente 1827 ¿hace falta que lo diga?
Y por ultimo ¡espero les guste!
Por cierto, estoy de vacaciones en Brasil *pone trollface* así que no sé cuando volveré a actualizar. Y dejen review que escribir en un teclado en brasilero en complicado y el internet sale caro!
