El nombre de los personajes de Candy Candy no me pertenece. Esta historia es sin fines de lucro solo por entretenimiento.
CAPITULO 1 LDDMC
Candy conducía se vislumbraba una mañana tranquila en las avenidas de Chicago, tenía una cita en el Banco Andrew, era su día libre en el trabajo ella quería solicitar un préstamo para comprarse un departamento, con trabajo se compró un carro usado hace dos años, ahora seguía su departamento ya estaba cansada de rentar y cambiarse de lugar, el ultimo departamento que rentó su compañera de cuarto era un desastre, cuando llego después de pasar su turno de noche en el hospital lo que encontró en su habitación no fue nada agradable y lo que le dio coraje fue que usaran su cama para revolcarse, esa fue la gota que derramo el vaso, se había propuesto a comprarse su departamento ya no quería pasar por lo mismo, ella buscaba departamentos para compartir no le gustaba estar sola, pero eso de compartir otras personas tenían el concepto equivocado, ella por ser una persona ordenada y administrada siempre tenía su despensa llena, pero ¡oh sorpresa! Su compañera pensaba que compartir también incluía la despensa y Candy ya estaba cansada de decir que respetara su espacio y sus cosas. Rentar ella un departamento sola se salía de su presupuesto ella ahorraba lo más que podía, eso lo había aprendido de sus madres del orfanato.
— ¡Dios mío protégeme! El automóvil de Candy se derrapa ella no puede controlarlo, otro automóvil derrapa chocando con ella y aventando su carro hacia un hidrante lo que provoco la fuga de agua, el dueño del otro automóvil se baja para auxiliar y llamando a emergencias.
— ¿Señorita se encuentra bien? George golpeaba la ventanilla mojándose, Candy no puede abrir la puerta, George rompe la ventanilla de atrás.
Señorita responda, siento haberla golpeado pero al parecer hay aceite derramado debemos alejarnos pueden venir más autos y hacer una carambola.
— No puedo moverme señor estoy lastimada, pero por favor puede pasarme mi teléfono, para hablar a la aseguradora, y aléjese pueden lastimarlo.
— Los servicios de emergencia ya vienen, aquí tiene su teléfono señorita. Mientras Candy hablaba con su aseguradora, George hablaba por teléfono. William.
— Si, George.
— No llegaré a la junta tuve un percance.
— ¿pero estas bien?
— Sí, pero la señorita con la que choque esta lastimada me quedare y la acompañare al hospital no puede moverse, tengo que colgar.
— George espera, George. Albert manda un mensaje a George para que le mandé los datos del hospital.
— ¿Cómo se llama?
— Candy White, señor retírese puede impactarnos otro automóvil.
— Hay gente que nos está auxiliando, para que los automovilistas no agarren este carril.
— ¿Y usted cómo se llama?
— George Johnson, ya llegaron los paramédicos y los bomberos. Y al parecer su ajustador también.
— Señorita puede abrirnos la puerta.
— Esta atorada.
— ¿Dónde siente la molestia?
— En el cuello.
— Le pondré el collarín.
— Me duele mucho, no puedo hacerme hacia adelante, ¡Dios como duele!
— Tranquila señorita, bajare el asiento con cuidado.
— Lamento quejarme pero me duele, soy enfermera.
— No te preocupes, en ocasiones nosotros somos los pacientes. — Dijo el paramédico —
George al escuchar el dolor de Candy se preocupaba, temía que fuera algo grave.
— Iré con usted señorita en la ambulancia.
— No fue su culpa señor Johnson solo espero que ya hayan encontrado el automóvil que derramo aceite.
— Vamos a maniobrar para poder sacarla, a las tres, otra vez, una vez más.
La ambulancia llevaba a Candy al hospital Joseph dónde ella trabajaba, George la acompañaba, le había mandado el mensaje a William.
Banco Andrew
— ¡Hola mi amor! Vamos a comer.
— No puedo acompañarte Serena, voy al hospital.
— ¿Pasó algo?
— George tuvo un accidente.
— ¿fue grave?
— Al parecer sí, no sé a qué hora me vaya a desocupar.
— Puedo acompañarte.
— No me lo tomes a mal pero prefiero ir solo.
— Pareciera que quieres deshacerte de mí.
— Serena no quiero empezar una discusión en estos momentos, no puedo ofrecerte lo que tú quieres, tu aceptaste esta relación sin compromiso, tendrás que comer sola estoy ocupado, sabes que en cualquier momento eres libre no estas atada a mí, solo házmelo saber.
— Pero yo solo te quiero a ti.
— A mi o a mi dinero, no soy tonto Serena tu no me amas. Nuestra relación es meramente… tu sabes. Por favor tengo que hacer unas llamadas antes de ir al hospital.
— Te espero en el departamento.
— No sé a qué hora me desocupe. Una molesta Serena salía del banco, lo cierto que ella en ocasiones se mostraba fría con él para no salir lastimada pero la realidad era otra ella se había enamorado de William A. Andrew y por qué no decirlo también de su número de ceros en su cuenta.
En el hospital Joseph
George estaba sentado apoyaba su cabeza en sus manos, ver a Candy lo transporto años atrás.
«Eileen huyamos a otro estado o a cualquier parte de Europa mi amor, sé que tu familia no me aceptara nunca pero no pude evitar enamorarme de ti»
— Sera posible señor, es tan parecida a mi querida Eileen, no quiero hacerme ilusiones. George movía la cabeza en el momento que entraba Albert, que al ver a su mentor en ese estado se preocupó.
— George, ¿amigo estas bien? Se agravo la situación de la chica. George no quería levantar la cara su cabeza era un flujo de imágenes que lo llevaron a los brazos de Eileen a orillas de un lago.
— William discúlpame no te oí llegar.
— ¿Cómo está la chica? Sea lo que sea lo afrontaremos lo sabes ¿verdad? Tienes todo mi apoyo.
— William puedes quedarte aquí, voy al laboratorio.
— ¿Cómo se llama, la chica?
— Candy White.
— Tan mal está ¿Hay que donar sangre? Puedo hacer unas llamadas y estará la sangre lo más rápido posible en el hospital.
— No han dicho nada de necesitar sangre, ella se quejaba de mucho dolor en el cuello.
— Ve al laboratorio, aquí espero noticias.
George no quería perder tiempo, tenía que salir de dudas conocía al chico que trabaja en el laboratorio.
— Emanuel.
— Señor Johnson, ya nos enteramos del accidente, nuestra Candy es fuerte.
— ¿¡Nuestra Candy!?
— Así le decimos en el hospital ella es muy querida, ya se corrió la voz que tuvo un accidente y sus pacientes están preocupados.
— Entiendo, quiero hablar contigo de un tema delicado y debe ser confidencial.
— Me asusta señor Johnson, en que le puedo ayudar.
— Debo repetirte que debe ser estrictamente confidencial nadie debe saber de esto.
– Usted dirá señor.
— Quiero que me hagas una prueba de ADN con Candy, sin que ella se entere.
— ¿¡Cómo!?
— Puedes hacerlo.
— Señor sé que los Andrew son benefactores del hospital, claro que le hago la prueba nada me gustaría más que usted fuera familiar de nuestra enfermera, sabe que ella se crío en un orfanato.
— La acabo de conocer hace unas horas.
— Si discúlpeme, le tomare la muestra y seré una tumba, aquí tenemos sangre de ella es una de las donadoras, no será problema conseguir la muestra, igual puedo hacerle una visita de rutina, cuando tenga los resultados le aviso.
— Gracias Emanuel.
George era un manojo de nervios, salió caminando con sus manos en los bolsillos.
— George, me estas preocupando hay algo que quieras contarme.
— Discúlpame William, solo estoy preocupado por Candy, están joven que su estado me preocupa.
— No hay que ser alarmistas vamos a esperar noticias de los doctores. ¿Quieres algo de la cafetería?
— No, gracias. Siento que si pruebo algo devolveré el estómago.
— George nunca te había visto en este estado, ya te revisaron a ti con el estrés a la mejor no sientes molestia todavía.
— Me revisaron, estoy bien.
— Señor Johnson puede acompañarnos al privado. Dijo el doctor Leonard.
— Te acompaño George.
— Por supuesto señor Andrew, disculpe que no lo nombrara.
— Bien señores, Candy sufrió un esguince cervical o como es conocido en estos casos de accidentes automovilísticos "el latigazo cervical" es una de las lesiones más dolorosas, y al parecer su cinturón no fue de mucha ayuda. Y también fractura de la clavícula.
— El cinturón estaba roto, tal vez un defecto de fábrica. — Dijo George más preocupado solo de recordar a Candy quejándose se sintió peor de lo que ya estaba—
— Candy se quedara internada una semana por seguridad ella es una persona muy activa y no sé esta quieta ya hemos hablado con ella de su lesión todavía siente molestia, esperemos que la lesión en la clavícula la mantenga quieta un rato. Candy es muy querida por el personal del hospital y sus pacientes la adoran tanto que ya se están cooperando para ayudarla con sus gastos.
— Eso no es necesario yo me haré cargo de todo. Un George con voz de mando que dejo sorprendido a su pupilo.
— Nosotros nos haremos cargo doctor Leonard de todos los gastos, si hay que contratar personal para cuando deje el hospital corre por nuestra cuenta.
— Muchas gracias señor Johnson, señor Andrew no esperaba menos de ustedes, no sé si estén enterados pero Candy es huérfana por eso no hemos avisado a nadie, ella prefiere que sus madres del orfanato no se enteren sería preocuparles ya bastante tienen con cuidar de los niños.
— ¿Cómo se llama el orfanato? Doctor Leonard. — Preguntó George interesado —
— El hogar de Pony se encuentra a las afueras de Lakewood.
— Si Candy lo prefiere así respetaremos su decisión. Dijo George que en ese momento quería ir corriendo a ese lugar, quería tener más información de ella.
— En estos momentos ya debe estar en su habitación, teníamos que hacerle todos los estudios necesarios para descartar cualquier lesión.
— Entendemos Doctor Leonard. ¿Puedo pasar a verla?
— Por supuesto, ella ha preguntado por usted nos dijo que lo vio muy preocupado y quiere quitarle ese peso de encima. La enfermera los llevara con Candy.
George iba nervioso había perdido la cordura el que siempre se mostrado con serenidad, pero no era para menos ella era tan parecida a su querida Eileen hasta en las pecas, sus ojos. La enfermera abría la puerta y luego se retiraba.
— Señorita Candy. La voz de George salió quebrada, Albert estaba atrás de él y le dio una palmadita en su hombro. La voz que escuchó Albert y lo que vería a continuación lo dejaría en un trance.
— Señor Johnson me han dicho que ha estado aquí y no se ha movido desde la mañana.
— Es lo menos que puedo hacer, me haré cargo de todos los gastos. Albert dio un paso al frente su corazón empezó a latir con fuerza,esa cabellera rubia desparramada sobre la sábana blanca, de donde había salido esa criatura celestial, esos labios color cereza parecían que le decían bésame parpadeo varias veces pero la imagen seguía ahí frente a sus ojos, sentía su corazón acelerado, no quería hacer cualquier movimiento, pensaba que si cerraba sus ojos ella desaparecía.
— ¿Y el señor es?
— Discúlpeme señorita, él es mi jefe el señor William Andrew. Albert no respondió había escuchado lo que dijo George estaba hechizado esa era la palabra, esa criatura celestial algo le había hecho.
— Cof cof cof. Tosió George no sabía que le había pasado a su jefe pero lo intuía.
— Perdón George no te escuche, «si te escuche pero si te contestaba pensé que desaparecería de mi vista, es una mujer hermosa» puedes llamarme Albert.
— Mucho gusto Albert. Una Candy sonriente enseñando su dentadura blanca y perfecta enmarcada con esos labios perfectos, Albert paso saliva.
— El gusto es mío señorita. Albert tomo la mano de Candy y deposito un beso, ese contacto fue suficiente él se vio perdido en el verde de sus ojos, lo mismo sintió Candy sus mejillas tomaron un color rojo que contrastaba con su piel blanca.
— Señor Johnson usted no tuvo la culpa eso quería reiterarle, simplemente nos tocó estar el día y hora en el lugar de los hechos y que no paso a mayores. Y mi automóvil fue pérdida total sabe lo compré usado hace dos años lo material va y viene, pero lo que me quiere dar la aseguradora siento que está por debajo de su valor.
— Deme sus papeles me encargare de eso si es como usted dice tal vez la están estafando.
— No lo dije por eso señor Johnson, se ve que es una persona ocupada.
— Me tomare unos días para estar con usted no pienso dejarla sola, tendrá que acostumbrarse a mi compañía. — Dijo George con cara de nostalgia —
Albert miraba a George tratando de entender la actitud de sobreprotección de George con Candy.
— Permiso.
— ¡Flammy! ¿Y esas flores?
— Bueno ya se corrió el rumor de tu accidente y no han parado de llegar los arreglos te traje estos, los demás están por todo el hospital y los peluches los tenemos en el privado y este mega oso que trae Mario es del joven Norton. Flammy hizo un guiño que no paso desapercibido por George y Albert.
— Pero si con estos ya se llenó la habitación -aquí están las tarjetas de los arreglos, tendrás mucho tiempo disponible para leerlas.
— Gracias Flammy.
— Era tu día libre Candy y estabas contenta porque ibas al banco por lo del préstamo.
— ¡Flammy! No es el momento.
— Discúlpame Candy no quise incomodarte. Señores la paciente debe descansar y usted también señor Johnson que no se ha movido desde que Candy ingreso al hospital, estamos agradecidos con usted que no la haya abandonado.
— ¿Iba usted al Banco Candy? Puedo saber el motivo.
— Si ella iba a solicitar un préstamo para comprarse un departamento ya está cansada de estar rentando, después de su carro era el siguiente paso.
— ¡Flammy!
— Bueno el señor pregunto Candy. Albert no quería quedarse con la duda de saber el nombre del Banco.
— ¿A qué Banco se dirigía, Candy?
— Al Banco Andrew, ahí tengo mi cuenta.
— En ese caso no sé preocupe su solicitud ha sido aprobada.
— ¿¡Cómo!?
— Soy William Albert Andrew…— Candy parpadeo había escuchado bien, ese señor de ojos azules que la ponía nerviosa era el dueño del banco —
— No quiero que piensen que soy una aprovechada. George, Albert, Flammy y Mario soltaron la carcajada.
— Vendremos a verla mañana Candy — George volteo a ver a Albert, había escuchado bien —
Albert iba manejando vio su reloj y pensó en Serena que debía estar molesta, pero el estado de George le preocupaba, llegaron a la residencia de George. George se bajó cabizbajo.
— George a mí no me engañas, nunca te había visto así quiero que me tengas confianza, tu sabes todo de mí.
George se derrumbó en el sillón, Albert sirvió dos bebidas su teléfono tenía rato de estar vibrando.
— No vas a contestar.
— Es Serena me espera en el departamento.
— No la hagas esperar.
— George tu eres importante para mí y me tienes preocupado, tu voz se quebró cuando entramos a la habitación de Candy, sé que te contuviste para no llorar.
— Es una historia larga es algo que ya había guardado en el fondo de mi corazón, debo de estar seguro antes de dar el siguiente paso, tampoco quiero hacerme ilusiones.
— Tiene que ver con Candy, no tengo otra explicación para tu actitud.
George se levanta y se dirige a una pintura había un río, unas piedras grandes pinos alrededor, en el pasto verde se reflejaban los rayos del sol que contrastaban con la alfombra del pasto.
Gira la pintura para mostrar una caja fuerte, la abre y sustrae un sobre que le da a Albert, dentro del sobre había varias imágenes de una mujer rubia de ojos verdes, Albert mira una y otra vez las fotografías, hasta que levanta la vista.
—Se parece a Candy… ¿Ella quién es? — Dijo Albert señalando las imágenes —
— Ella es Eileen el amor de mi vida. Albert se levanta de golpe, su fiel amigo George tenía un pasado cómo es que él no sé había enterado, que clase de amigo se consideraba si no sabía nada del que él consideraba su mano derecha, su mejor amigo, él lo quería como un padre.
— Sospechas entonces que Candy puede ser tu hija. George asistió tenía un nudo en la garganta que no le permitía hablar. El teléfono de Albert empezaba a vibrar de nuevo.
— Será mejor que vayas con ella o mañana te hará una escena como las que acostumbra. Perdóname que te lo diga pero no sé qué haces con ella.
— Ni yo lo sé, ella quiere formalizar la relación pero no es la mujer que ando buscando.
— Pues corta a tiempo antes de que te provoque dolores de cabeza.
— Mañana vengo por ti para visitar a Candy. –
— Aquí te espero, la verdad no tengo ánimos de manejar y lo de tomarme unos días va en serio.
— Cuenta con ellos. Albert se despide para irse, en el trayecto le marca a Serena.
— Serena.
— ¡Hola mi amor! Te estoy esperando.
— No podré ir acabo de dejar a George, que descanses. Albert cuelga antes de escuchar el berrinche de Serena escena que siempre le montaba cada que le decía que no podía ir.
— Williamm esto no se quedara así, «si tengo que embarazarme para tenerte lo haré aunque pierda mi figura»
George se sirvió otro Whisky solo en su estancia con la luz apagada ya no pudo aguantar y soltó el llanto recordando a su querida Eileen cuando la conoció, fue en una de las fiestas con los socios sus miradas se encontraron…
Continuará…
NOS LEEMOS XOXO
