"A veces, en la bella Italia.
Se dice que cuando deseas algo de corazón;
Ese deseo, se hará realidad…"
-Veeeeee…- aún por mas que Alemania haya dicho; que Italia era un débil. Nuestra Italia se encontraba cargando una caja que era mucho más grande que él. Tomándolo con mucha fuerza con sus brazos y dando pasos cortos pero delicados.
Pero como su fuerza no es mucha, no soporto el peso y lo soltó. Jadeo un poco para recobrar su fuerza, y acomodo los broches que sujetaban su pelo del lado izquierdo. –Tarde mucho; pero al fin ya la traje- se limpió su frente con la manga de su camisa. En el suelo, se hallaba una caja vieja; polvorienta y rota. Y como si fuera de adorno, con muchas tiras de cinta para que no se rompiera. Veneciano acercó una silla cerca de esa caja, y tomó asiento. Extendió su brazo para alcanzar un vaso de agua con hielo que yacía en la mesa. Tomó un sorbo y volvió a ponerlo en su lugar.
Sus ojos, los abrió un poco y miro con atención esa caja. Era como tener en sus manos a Mona Lisa. Algo tan viejo, algo tan querido. Su mirada destacaba un sentimiento de alegría nostálgica, y los volvió a cerrar.
Suspiro y sonrió.
-¡Bien!- arremango sus mangas -¡Empezaré mi trabajo!- y se hinco rápidamente al frente de la caja.
-¡Wuaaaaa! ¡Que viejo y polvoriento esta!- se escuchaban los exclamo de Veneciano fuera de su habitación. -¡Achuuu!- estornudo.
Unos pasos se escucharon del pasillo, con delicadeza se coloco al lado de la puerta de la Italia alegre. Cruzó sus brazos y suspiro. –Che- hizo una mueca -¿Qué acaso no puede dejar de hacer ruido?- Romano se encontraba al lado de la habitación de su ruidoso hermano menor. Y mientras tanto, su tonto hermano, seguía haciendo ruido. La paciencia la de la Italia del sur se hacía estragos. Gritaba y estornudaba, ¡Gritaba o estornudaba! Una vena resalto en la frente de Romano y abrió la puerta con fuerza. -¡Maldición! ¿¡Que no puedes dejar de hacer ruido! ¡Siempre, siempre es lo mismo contigo!- camino rápidamente hacía su hermano menor. -¡Oni-chan!- gritó alegremente -¡Pero es que encontré muchas cosas que me hacen estornudar!- agitaba sus brazos. -¿¡Y a mi que me importa!- jalo la silla desde su respaldo y se sentó molesto. Un silencio los invadió.
-¿Te gano la curiosidad Oni-chan?- preguntó con delicadez
-Algo así…- murmuró Romano tomando el vaso de agua.
Y otro silencio los invadió. Romano miraba la espalda de Veneciano que aunque, empezó con alegría; ahora estaba en silencio. – ¿Y bien que encontraste?- tomó un trago de agua mientras lo miraba sospechoso.
-¿Seguro que quieres verlo?- dijo en voz baja –Son cosas muy viejas-.
-No importa, maldición- chasqueo sus dientes -¡Enséñamelo! ¡Maldición!- tomó un largo trago de agua
-¡Tadaá!- de la nada, alegremente; saco Italia los vestidos de sirvientes cuando eran niños.
Romano no pudo evitar que el agua se le saliera por la nariz.
-Cof… Cof… ¡Mal…!- se limpió el agua -¡Todavía tienes esa basura ahí! Cof…- dijo molesto.
- ¡Pero! ¡Son nuestros recuerdos!- gritó Veneciano abrazando los trajes -¿¡Qué no te basta con ser un país y recordar todo lo que has vivido!- se levantó y tomo los trajes de la protección de su hermano. -¡Oni-chan!- intento en vano quitárselos -¡Devuélvemelos!- lloriqueaba. -¿Estas loco? ¡Los quemaré!- sonrió maniáticamente –Así nadie los volverá a ver- empezó a caminar fuera de la habitación de su hermano. -¡No por favor!- tomó una parte y los jalo hacia él. -¡Maldición! ¡Suéltalos Veneciano!- jalo con mucha fuerza. -¡No quiero! ¡No quiero!- lloraba con fuerza -¡Que los sueltes te dije!- gritó -¡Por favor Oni-chan se van a arruinar!- lloraba -¡Suéltalo!- empezó a jalar con mas fuerza -¡Noooo!- gritó mientras jalaba.
Sin darse cuenta, la ropa se empezó a romper lentamente. Los hermanos, no se daban cuenta ya que se reclamaban el uno al otro. Y continuaron jalando hasta que… -¡Waaah!- ambas Italias terminaron en el piso. Al levantarse se dieron cuenta que la ropa estaba hecha jirones. -¡Si gane!- gritó encantado de la vida Romano -¡En tu cara!- se rió de su hermano. Pero el pobre no contestaba. Solo miraba su ropa hecha trizas con tristeza.
-¿Veneciano?- se acercó a ver el rostro de su hermano, al ver que no reaccionaba ante sus gritos de gloria.
-¡Oye contéstame!- lo tomó del brazo. -¡Suéltame!- se hizo hacia tras bruscamente. -¿Vene…ciano…?- dijo sorprendidamente su hermano. -¿Qué te pasa?- pregunto preocupado. -¡Acabas de romper un recuerdo!- gritó molesto mientas le quitaba la otra mitad de la ropa a su hermano. -¡No seas exagerado maldición!- cruzó sus brazos. –Aun tienes esa memoria- frunció el seño. –Para ti es así, pero para mí no. Yo vivó de mis cosas- abrazó fuertemente los harapos. Romano perdía su paciencia, ¿tanto lloriqueo por una ropa vieja? ¡Por Dios!
-¡Deja de ser un llorón y dame esa ropa, las voy a tirar!- se acercó a su hermano. -¿Para que las quieres? ¡A ti no te importan!- cubrió con su cuerpo la ropa. Ahora sí, Romano estaba en su punto limite, levantó su mano para darle un cachetada para que reaccionara su hermano. Veneciano cerró los ojos con fuerza.
-¿Qué te parece si yo te golpeo?- murmuró una voz grave pero segura. –Alemania- dijo sonriente Veneciano. Romano, al escuchar ese nombre se relajo. –Solo por que este bastardo llego te dejare con esa ropa sucia- dijo seriamente y dio media vuelta saliendo de la habitación. –Jum, lo dice realmente por que me tiene miedo- suspiró el gran país. -¿Se puede saber que fue lo que pasó?- volteó a ver a Italia, quien tenía la mirada baja. -¿Italia?- se acercó para ver que sucedía. -¿Qué ocurre?-
-¡Veee Alemania!- nuevamente reacciono con alegría, aferrándose; fuertemente del cuello del rubio. -¡Ah Italia bájate!- intentó despegarse de él -¡Pero es que Alemania vino a mi casa!- se acurrucaba en su cuello. –Aparte, ¿Qué fue todo ese escándalo?- se rindió ante sus esfuerzos de alejarse de la Italia cariñosa. –Desdé que afuera se escuchaban tus gritos- Italia solo se quedo callado; y abrazó con más fuerza a Alemania.
El pelirrubio solo suspiro y miró el piso. Ahí tirados, se encontraban las ropas hechas trizas. Con todo e Italia se agacho al piso y las recogió. -¿Esto era por que peleabas?- dijo suavemente, pero aún Italia no contestaba. Sin decir mucho, aplico toda su fuerza para sacarse al italiano de encima. Al lograrlo, lo deposito en el asiento. –Ahora dime, ¿Dónde tienes tu caja de costura?- comenzó a indagar en la habitación.
-¿Caja de costura?- por fin logro pronunciar algo. Alemania volteó y sonrió al escuchar su contestación.
–Sí, ¿Dónde esta?- Italia señalo en lo alto de un ropero. Solo el país extendió su brazo y alcanzo la caja. Camino nuevamente donde se encontraba Italia; tomó una silla y se sentó al lado de él. Puso la caja en el taburete y abrió la cajita. Se encontraba toda desordenada. –Dios; Italia ordena tus cosas- sacó una aguja con cuidado y unos hilos de colores. Tomó el vestido de Italia y lo miro con cuidado. –No esta tan mal, solo es coserlo donde esta la bastilla del delantal. Agradece que fuera justamente ahí y no en el vestido.- empezó a coser.
-¡Alemania sabe coser!- al parecer recobro su alegría –Algo así, no tiene mucha ciencia- sonrió un poco al ver que su amigo estaba en sus ánimos de vuelta. -¡Pero es asombroso! ¡Nunca pensé que un macho como tú haría algo así!- aplaudió. –Si tú lo dices…- suspiró. Italia se le quedó viendo profundamente a Alemania.
-¿Qué pasa?- preguntó intrigado. –Ahora que lo veo, ¿Por qué estas aquí? Incluso no tienes tu uniforme- dijo curioso, ya que el gran "macho" estaba usando unos pantalones de vestir negros y una camiseta de manga larga blanca. –Se supone que ahora vendría a tu casa- continuó cosiendo. –Tu me citaste ¿Te acuerdas?-
-Veee…- se quedo pensando -¡Wah es cierto!- sonrió. –Por eso estoy aquí, pero al parecer estabas peleando con tu hermano- corto en hilo con sus dientes. –Eso me sorprendió de ti Italia- tomó otro hilo y empezó a coser de nuevo, como segunda mano.
-¿De mí?- pregunto atónito. –Claro, no entiendo como muestras ser alguien sin carácter, y ahora me muestras lo contrario-
Italia quedo en silencio mientras miraba a Alemania.
-Es que, eso es algo muy importante para mí- abrió sus ojos de par en par.
-¿Esto?- levantó el vestido ya terminado. Que por cierto lucía como nuevo. -¿Un vestido?-
-¡Veee Alemania eres un genio!- agarró el vestido -¡Parece como nuevo! ¡Muchas gracias!- lo abrazó con todas sus fuerzas. –Si, si, si…- le daba palmadas en la espalda. –Pero dime, ¿Por qué tienes un…?- se vio interrumpido por Italia que daba vueltas en la habitación. -¡Oye escucha a alguien que te esta preguntando algo!- grito
-¡Pero es que se ve todo bonito!- daba vueltas con el vestido. -¡Eso no importa te estoy hablando!-
-¡! ¡Gracias Alemania!- seguía dando vueltas a lo loco.
-¡Cuidado Italia!- grito Alemania, sin darse cuenta el idiota de Italia, se tropezó con la caja que había dejado en el piso. Haciendo que la caja se abriera por la mitad y el polvo cubriera toda la habitación. – Cof, cof ¿Italia estas bien?- camino con cuidado hacia el pobre que se encontraba atolondrado en el piso. –Veee Alemania…- se encontraba medio inconsciente. Alemania solo suspiro.
-Idiota, debes tener mas cuidado- miro hacia el piso y vio las cosas tiradas. –Deja te recojo esto mientras reaccionas- tomo unos libros que se encontraban cercas de él, pero al darse cuenta eran mas bien álbumes.
-¿Qué es esto?- tomó todos los libros que se encontraban. Y volvió cometió un error.
No eran álbumes, eran diarios.
Dio una mirada rápida hacia Italia que no reaccionaba y tomó todas las cosas hacia la cama. Como buen alemán, pensaba que era información valiosa para entender la vida de su amigo. Al abrir los libros, se dio cuenta que estaban escritos en Italiano. Así que se resguardo uno en especial para luego poder investigar que decía. Continuó divagando entre las cosas, hasta encontrarse con unas pinturas muy viejas.
Época de Renacimiento, fue lo primero que pensó.
La primera pintura, era de alguien tocando el piano al lado de una joven de cabellos largos –Estos son Hungría y Austria- se dijo a si mismo, y prosiguió con otra pintura. La siguiente era de alguien con un traje color azul marino con un sombrero raro. –Este es mi hermano…rió levemente. Detrás de esa pintura se encontraba otra que estaba pegada. Con cuidado, las separo para no dañarlas. La otra pintura era la de una niña que dormía en una silla. Dormía tranquilamente. -¿Este no es el vestido que arregle?- dijo sorprendido.
-¿Pero quien es ella?- fijo mas atención a la pintura, acercándose mas, y observó el rulo que estaba en su cabello.
-No puede ser… es Italia…- soltó la pintura de golpe. Una sensación extraña recorrió su cuerpo. Sus ojos empezaron a dudar, si en seguir viendo o no. Pero era tan extraño. E Italia aún no reaccionaba.
Sintió una leve punzada en su cabeza. Solo se dio un masaje en la sien.
Siguió viendo entre las cosas, había muchas cajas, grandes, pequeñas, medianas, escritos, pinturas, libros, diarios; pero la mayoría de las cosas estaban en italiano. Camino y agarró la jarra de agua para servirse en un vaso. Realmente se encontraba sorprendido. ¿Por qué Italia usaba un vestido de niña? Eran muchas preguntas. Así que solo bebió el agua para relajarse un poco. Dejo el vaso en la mesa y camino hacia Italia, que por cierto; ya no estaba inconsciente, si no dormido abrazando su "vestido".
-A veces me da muchas ganas de preguntar como fue tu niñez- lo cargó con delicadeza y lo colocó al lado de sus cosas en la cama. Nuevamente le dio un dolor en la cabeza. –Bueno… ¿Por qué me duele la cabeza?- dijo mientras se sentaba en la orilla de la cama, mientras se daba otro masaje en las sienes. Pero algo color negro, que no había visto antes; llamo su atención. Se encontraba debajo de un cajonero. Caminó y se agacho para tomarlo.
-¿Una capa?- la extendió y se dio cuenta que pequeño
Para un niño.
Estiró su brazo, y alcanzo lo que era al parecer un sombrero con forma extraña y un pañuelo blanco.
Se levanto del suelo, y sacudió la ropa. -¿Y ahora que es esto?- murmuró. -¡Alemania!- se oyó el gritar de Italia.
Un Italia que grito con preocupación.
-Ya despertaste- sonrió –Ten mas…- un fuerte dolor empezó a recorrer en su cabeza. –Cuida…- Alemania se doblego ante el dolor, llevándolo nuevamente al piso. Era un dolor tan intenso. -¡Alemania!- corrió hacia su amigo que se encontraba en el piso por el dolor. -¿¡Te encuentras bien!- lo incorporó un poco.
Alemania no podía contestar, sostenía con fuerza su cabeza, agarrando con fuerza su cabello. Intentando pasar ese horrible dolor que lo aturdía. -¡Alemania! ¡Alemania!- lo abrazaba con fuerza.
Hasta que… Alemania se relajo. Bajo sus manos, sus cabellos estaban totalmente desordenados y estaba bañado en un sudor frío.
-Veee, me preocupaste Alemania, pensé que tendría que cargarte hasta el hospital- rió.
Pero Alemania no contesto.
-¿Alemania? ¿Alemania?- lo sacudió un poco. Entonces el pelirrubio levanto su cabeza y se incorporó lentamente hasta estar de pie por si mismo.
-¿Alemania que pasa?- se puso al frente de él.
-¿Quién?... ¿Quién es Alemania?...- pronunció el fornido. -¿Cómo que quien? ¡Eres tú…- la alegría de Italia quedo muda.
Como si hubiera visto un espectro, dio unos pasos hacia atrás; intentando alejarse de ahí. Sus ojos se abrieron de par en par y con sus manos, tapo su boca. Un grito ahogado permaneció dentro de él.
Los ojos de Alemania…
Eran más oscuros…
Capítulo 1° "Oggetti" (Objetos)
