¡¡¡Ohayo!!! Vale, sí, soy yo de nuevo. (sale Xellos por detrás con un cartelito de: "pesada"). Creo que fue la semana pasada que escribí el último oneshot. Del cual agradezco a Linita-Gabriev, a Suisei Lady Dragon y a Zelda M que me pusieran un review (yo siempre tan agradecida...).

En fin, esta historia no es un oneshot de esos porque me apetecía escribir algo más largo... Vale, me dejo ya de paranoias...

Bueno, estos personajes son creación de Kanzaka (pobre hombre, vaya nombre tiene...), al igual que algunos hechos que se nombran, etc, etc, (si sale algún personaje de mi propia creación ya lo diré, aunque no creo que haga falta...).

Os dejo ya con la historia, que me lío a hablar y no acabo nunca. Espero que la disfrutéis ^ ^.

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Los primeros rayos de sol alumbraron la gran habitación de los reyes de Zoana, despertando así, a la mujer que se encontraba en la cama.

Tenía unos rizados cabellos de color turquesa, pero sus ojos semicerrados, que denotaban somnolencia, eran de un opaco color azul. Sus brazos, alumbrados por el sol, se extendían en la cama con la intención de sujetar a un compañero imaginario.

Los ojos de la reina de Zoana, Martina Zoana Mel Navratilova, se abrieron de par en par al no encontrar a su marido tumbado todavía con ella en su lecho. Se incorporó con una rapidez pasmosa, considerando que se había acabado de despertar. De entre el escote del translúcido camisón, sacó un pequeño escudo igualito al que se encontraba en la cabecera de la ancha cama de matrimonio.

El extraño escudo, parecía ser dos partes de una mascara, una blanca, y la otra de un color entre marrón y verde. De abajo y arriba del escudo, sobresalían unas púas con la intención de asemejar los dientes y la cornamenta de algún monstruo inventado. La mitad blanca, estaba resquebrajada.

La mujer se guardó de nuevo el extraño escudo en el escote, y empezó a mirar de un lado para otro mientras, con una voz chillona y con un acento que denotaba su elevada condición social, decía entre dientes.

- ¿Dónde se habrá metido mi Zangulus? Uig... ¿pero por qué se irá siempre de esta manera? Dejándome sola y abandonada... -una pose melodramática acompañó las últimas palabras.

Sin embargo, Martina se puso en pie lentamente, y con la misma rapidez que un caracol, empezó a vestirse con una ropa de viaje compuesta por un sujetador negro y amarillo cruzado por delante, unas braguitas amarillas con adornos arriba, unos pantis negros y unas botas del mismo color. Aparte, una capa caía de sus hombros adornados con unas hombreras muy extrañas. La del hombro izquierdo, era un cráneo de algún animal, mientras que la del derecho, tenía una forma muy parecida a un pulpo de color rojo.

Para una reina, ese traje podía ser muy estrafalario e indigno, pero Martina se lo ponía por la simple razón de que de ésta manera, le ofrecía culto a su monstruo imaginario, Zomelster. Aún así, conservaba una pequeña corona que le servía de diadema, en lo alto de la cabeza.

Martina, salió al cabo de una hora de su habitación. Su aspecto era mejor, ahora que se había lavado la cara y se había peinado.

Saludó con indiferencia a los dos guardias que custodiaban la puerta. Pero cuando se disponía a girar la esquina del pasillo, frenó en seco. Entonces, la reina de Zoana, como si le hubieran dado al botón de rebobinar, retrocedió andando de espaldas y con una velocidad tan asombrosa, que los dos guardas se asustaron.

- ¿¿¿Habeis visto a mi Zangulus???- preguntó la monarca con una voz fantasmal que consiguió que los dos guardias se asustaran aún mas y sudaran como posesos.

- S... Sí mi señora- contestó uno de los guardias con precaución. - El rey Zangulus se ha ido esta mañana.

- ¿A dónde? -dijo Martina sin recuperar aún su voz original.

- N... no... no sabemos... señora...

Y sin mediar palabra, Martina se alejó pasillo abajo como un fantasma, mientras los dos guardias suspiraban de alivio al ver que la reina loca, se marchaba.

Martina, durante toda la mañana, después de preguntar a sus criados y sirvientes sobre el paradero de su marido, sólo pudo adivinar que se había marchado muy pronto por la mañana, pero nadie parecía saber a dónde.

La desesperada reina de Zoana casi enloquece.

- ¡¡¡¡MI ZANGULUS ME HA ABANDONADO!!!!¡¡¡NO PUEDE SER!!!¡¡¡QUE SERÁ DE MI!!!

A medida que Martina desvariaba cada vez más diciendo que era el quinto hombre que le traicionaba, iba adquiriendo poses infantiles y melodramáticas, hasta que intentó ponerse con un pie sobre la barandilla de uno de los balcones de palacio...

La caída fue monumental, y dejó a la reina, por unos momentos, más trastornada de lo que ya estaba en un principio.

Los sirvientes de las caballerizas, que paseaban a los caballos, y los entrenaban, acudieron muy preocupados en ayuda de la reina. Pero de repente, Martina saltó tan alto, y emitió un chillido tan fuerte, que por poco no mata del susto a los pobres criados (que al parecer, estaban aterrados con su sola presencia).

-¡¡¡NO ES QUE MI ZANGULUS ME HAYA TRAICIONADO!!!- Martina estaba realmente esperanzada.

- ¿A... a no?- preguntó un intrépido sirviente.

-¡¡¡NO!!!- le gritó Martina a la cara con los ojos apunto de salírsele de las cuencas.

- Pu... pu... ¿pues entonces que pasa, Majestad?- el sirviente anterior se había desmayado, y ahora hablaba otro menos intrépido, pero muerto de curiosidad.

-¡¡¡ESE DEMONIO, ZEROS!!!¡¡¡SEGURO QUE HA SECUESTRADO A MI QUERIDO ZANGULUS!!!- caída de culo general, por parte de los criados- ¡¡¡HE DE IR A RESCATARLO!!!

Los criados se quedaron mudos de la sorpresa. Sabían dos cosas de la reina Martina: primera, que estaba como un rebaño de cabras, y segunda, que quería a su marido con una locura extrema, tanto como él la quería a ella. Pero no se podían imaginar que, estuviera tan loca o quisiera tanto a su esposo, como para enfrentarse a unos demonios, en el supuesto caso de que hubieran secuestrado al rey Zangulus. Pero Martina Zoana Mel Navratiloba, no atendía a razones, y exigía el caballo más rápido o... se iría andando (cosa no muy común en una reina).

De modo que, ante la vehemencia de la monarca, los vasallos se vieron obligados a cederle el más veloz y bello de los caballos para echarse a la carrera por encontrar a su marido. Lástima que, nada mas salir del reino, el caballo tropezara y muriera de un chichón en la cabeza. Lo que vino acompañado de una fuerte tempestad que hizo que del cielo cayeran piedras y que obligó a la reina a refugiarse en una cueva.

Pero, si esto es tener mala suerte, lo que viene a continuación es de ser totalmente gafe, pues, en la cueva, se hospedaban a su vez una familia de osos, que no parecían querer por mascota a Martina, y que obligaron a ésta a correr debajo de la tromba de piedras. Además, la reina no pudo encontrar refugio exceptuando un árbol... que fue partido por un rayo.

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Martina despertó en medio del bosque, llena de barrio de pies a cabeza, y totalmente perdida.

Le dolía la cabeza de sobremanera, y, palpándose, descubrió, que bajo la pequeña corona habían infinidad de chichones.

Había empezado su viaje con la misma suerte con la que empezó el anterior, en el que Reena Inverse había destrozado su castillo, ahora reconstruido. Eso sin contar que había acabado con un enfrentamiento contra un tal Fibrizzo, que había estado apunto de matarla... aunque si no fuera por eso no habría conocido a Zangulus... "Mi querido Zangulus", pensó mientras se ponía en pie.

-¡¡¡Yo te salvaré!!!- prometió al aire al tiempo que levantaba el escudo de Zomelster.

De repente, unas risas crueles resonaron por todas partes, provocando que la reina de Zoana se encogiera sobre el diminuto escudo.

-¿A quién vas a salvar preciosa?- un hombre realmente corpulento y muy feo salió de entre el espeso follaje.

- A mi marido- respondió Martina- y gracias por el piropo, aunque ya se que soy preciosa.- añadió sonrojándose

Ante ésta reacción, no solo el hombre corpulento calló al suelo, sino que un montón de hombres, más pequeños y con cara de rata, cayeron de culo, al igual que su jefe.

-¡¡¡Ya basta, niñata!!!- dijo él. -Dános todo lo que tengas- mandó al tiempo que alzaba un cuchillo.

- ¿¡Como te atreves a desafiar a la reina de Zoana?!¡Cuando encuentre a mi marido te vas a enterar!

- ¡Cuando encuentre a mi marido te vas a enterar!- la imitó (bastante acertadamente) uno de los hombrecillos con cara de rata. A lo que le siguieron unas grandes risotadas.

Martina estaba muy molesta.

- ¡¡Muy bien!!¡¡Vosotros lo habéis querido!!¡¡Ahora invocaré al gran Zomelster!! -Martina les mostró el escudo.

Las risas se hicieron más intensas.

- ¿Zomelster? ¿Y qué monstruo es ese?¡¡Nunca hemos oído hablar de él!!

- Naturalmente. ¡¡El monstruo Zomelster, es una creación mia!!

De nuevo caída de culo general.

- Estoy harto de esta niña, harto... - decía entre dientes el jefe. -¡¡Vamos!!¡¿A qué esperais!?¡¡ATACAD!!.

Una veintena de hombres con cuchillos y otras armas, se abalanzaron sobre la reina de Zoana mientras ésta "invocaba" a su monstruo.

Y cuando el primero de ellos la iba a acuchillar, algo muy, pero que muy extraño ocurrió en menos de una fracción de segundo.

Mientras se abalanzaba, un escudo protector envolvió súbitamente a Martina, quién tenía los ojos cerrados, para que, justo después, una bola de fuego, arrasara el lugar, sin que Martina saliera dañada.

Esto último, sin embargo, no provino del pequeño escudo, los poderes del cual, eran dudosos. Sino de una figura humana que, dándole la espalda al sol, formaba una gran sombra que maravilló a Martina. Su salvador, había lanzado tal bola de fuego, que casi no quedaba ni rastro de los bandidos.

De pronto una voz de hombre interrumpió la escena.

- Reena, ¿no crees que te has pasado un poco?.

- ¡¡No, que va!!¡¡Sólo les he dado lo que se merecían a esos ladrones!! - contestó la figura con una voz que denotaba vitalidad.

Martina abrió mucho los ojos. ¡¡No podía ser!!¡¡Su salvadora no era otra que Reena Inverse!!¡¡La destructora de su castillo!!

Reena y Gaudy, bajaron el camino, y cual fue su sorpresa al ver allí a la reina de Zoana.

- ¡¡Martina!!¡¿Qué haces tú aquí!?

- ¡¡Reina Martina para ti Reena Inverse!!

- ¿De veras? Pues, la verdad, nadie diría lo mismo.

- Eso es por que he pasado la noche la intemperie intentando encontrar a mi Zangulus.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Horas más tarde, los tres comían en una posada. Eso si por comer se le llama a engullir lodo lo que se encuentra sobre la mesa casi sin masticar.

Reena y Gaudy, hacían gala de sus modales en la mesa mientras los demás clientes observaban estupefactos el espectáculo.

- Afi que... ñam... Fanguduz... gronf... Ha defaparefido. (Traducción: 'Así que Zangulus ha desaparecido')

Reena se esforzaba por hablar mientras comía, aunque apenas había escuchado a Martina.

-Así es -contestó apenada la reina. -Y lo peor de todo es que ¡¡¡MI ZOMELSTER NO PUEDE HACER NADA!!!

- Fuebo, Bartida... que Fanguduz haya... glub... defabarefido... ñam... no figdifica que Feroz... faya zido el gulpable... ñam... (Traducción: 'Bueno Martina, que Zangulus haya desaparecido no significa que Zeros haya sido el culpable).

Gaudy también comía con ferocidad todo lo que se encontraba sobre la mesa mientras hablaba.

-¿INSINÚAS QUE SOY UNA MENTIROSA?- Bramó Martina.

Justo en ese momento Reena dejó de comer.

- Mira, Martina, Zangulus ya es mayorcito como para cuidarse sólo y además, no creo que Zeros tenga por hobbie ir secuestrando a reyes como tu marido.

- Pero me ayudareis a encontrarlo ¿verdad?

Martina había llegado al punto que Reena quería.

- No -Fue la contundente respuesta de la hechicera.

Gaudy la miró con pena.

- Reena ¿por qué no puede venir? -susurró a su compañera.

- Por que no, Gaudy- dijo ésta girándose para que la reina no escuchara la conversación.- ¿No te acuerdas de los problemas que nos causó la última vez que vino con nosotros?

- Bueno, Reena, pero ahora Martina es una reina y además puede que nos ayude a encontrar una espada para mí y...

- Uiiiinnngg... está bien, está bien- aceptó la hechicera despeinándose con las manos.

-Muy bien, Martina, puedes venir con nosotros- anunció Gaudy en tono afable.

- ¡¡¡Un millón de gracias!!!- Martina saltó de su asiento. -Os lo agradeceré toda la vida. Os nombraré marqueses, duques, condes...

Y Martina continuó nombrando títulos nobiliarios durante todo ese día (la mayoría los repitió barias veces) mientras, nuestros tres protagonistas se lazaban de nuevo a la aventura.

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Así ha sido, y así se lo hemos contado. Espero que os haya gustado hasta aquí. Es la primera vez que escribo algo que no tiene aún una forma concreta en mi cerebro, pero ya me las arreglaré...

Por cierto, que quede claro que a mí no me gusta llamarle Zeros a Xellos porque me suena a cero O_o (aunque Xellos se parece a sellos), pero como todo el mundo le llama como quiere, y como todo nombre es absolutamente válido... además, lo hago porque me gusta cuando en la serie, Martina le llama "mi querido Zeros" (la voz de Martina es la única que me gusta del doblaje que hicieron en España).

En fin, quejas, dudas (no creo que haya muchas ¿o si?), opiniones, etc, etc. Escribid un review, o mandadme un mail a labestiamayor_zelas@hotmail.com ¿ok?

Besos como mastodontes para todos del ama de las bestias: Zelas Metallium.