Esta historia la saque de un libre que estoy leyendo y me pareció que podía adaptarla…
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La espada de la oscuridad
Hace mucho tiempo, en una tierra caída en la anarquía, existía una espada encantada que había sido forjada por las manos de un pueblo mágico. Imbuida con su poder y nutrida por el alma de la diosa Britania, se decía que la espada otorgaba la inmortalidad y una fuerza sobre humana a aquel que la empuñase. Hasta la vaina que la protegía era especial. Mientras un hombre la llevara colgada de sus caderas, nunca sangraría.
Era una espada que no podía romperse. Tampoco podía ser derrotada. Pero como ocurre con todas las cosas que encierran un gran poder, había quienes la temían. O quienes trataban de destruirla, solo para descubrir que nada forjado por el pueblo mágico puede ser destruido por meras manos mortales. Temeroso del hombre que un día tomaría posesión de su magia, su dueño envió la espada al mundo con un solo guardián que la clavo en un peñasco. Durante años permaneció en el corazón del bosque mas oscuro de Britania, olvidada e invisible, y protegida por un hechizo que aseguraba que solo alguien de un linaje muy especial podría extraerla de su lugar de reposo.
La escondieron bien, con la esperanza de que siempre permanecería perdida para el mundo del hombre.
Y así fue hasta el día en que un joven la encontró por casualidad.
Hijo de una campesina que lo despreciaba y lamentaba haberlo traído al mundo, aquel joven no tenia nada de particular. Solo era un muchacho en el apogeo de su juventud, que intentaba sobrevivir a las penalidades de su existencia. Necesitaba tener una espada para protegerse de aquellos que querían hacerle daño y, milagro, en las oscuras profundidades del bosque había una espada que podía usar.
El muchacho agarro la empuñadura oxidada y tiro de ella, con la ferviente plegaria de que la espada quedara libre para hacer frente con ella a quines lo buscaban.
La espada se negó a moverse.
Sudoroso y sin aliento, el muchacho oyó un repicar de cascos en la espesura que le indico que sus enemigos se hallaban cada vez mas próximos. En cualquier instante los tendría encima, y seria apaleado o algo peor.
Lo matarían.
Aterrorizado, el andrajoso muchacho rodeo la tosca empuñadura con sus sucias manos y tiro lo más fuerte que pudo. Una tremenda oleada de poder corrió súbitamente por todo su ser. El muchacho sintió como si un fuego invisible le fundiese las manos para dejárselas unidas a la empuñadura oxidada que vio convertirse en oro bajo ellas. El poder de la espada fluyo a través de su cuerpo en una dolorosa invasión.
El oro del plomo se abrió lentamente para revelar el ojo rojo de un dragón. Lo miro fijamente durante el espacio de un latido, como si el ojo midiera lo despreciable que era el.
Y entonces, con un rechinar de metal cuyos ecos resonaron a través del oscuro bosque maldito, la espada quedo libre. El muchacho grito cuando un dolor agridulce le oprimió el corazón.
La hoja de la espada brillo con un resplandor rojizo, y luego se convirtió en fuego. Proyecto su mágica luz sobre los que perseguían al muchacho, y estos quedaron paralizados. Hombres antes de que los tocara la luz, quedaron después reducidos a montículos de ceniza humeante.
El fuego desapareció de la hoja que aun brillaba como si fuera un ser vivo. Con su roja luz resplandeciendo entre las penumbras del bosque, la espada pareció cantar como un dragón que llamaba dulcemente a sus crías. El muchacho alzo la espada en su palma sudorosa y sintió que el poder de la hoja recorría su cuerpo como vino caliente. Era intenso, irresistible y embriagador. Seductor. Absorbente.
Y supo que nunca volvería a ser el mismo.
_Tu eres el elegido…_susurro ominosamente a través de los árboles una voz suave como la brisa, y su sonido asusto al muchacho todavía mas que la luz.
Pero esta no era la historia del rey Arturo.
Y esta no es la espada Excalibur.
Es la historia del Kerrigan, el campeaos de todas las cosas malignas.
Como el Arturo de la leyenda, su destino era reinar sobre Camelot, solo que su Camelot era distinto a todo lo que has visto u oído antes…
