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Era una de las noches más frías que Bella pudiera recordar, no, ésta era la más fría de toda su vida. Hacia tanto frío que la escarcha cubría todos los ventanales del castillo de la Bestia.

Hacia tanto frío que el té caliente que la señora Potts había preparado apenas lo había servido ya estaba tan frío que nadie se atrevía a beberlo sin lastimarse la garganta o congelarse la lengua.

No puedo creer que haga tanto frío- dijo Bella sentada frente a la chimenea encendida- ¿Puedes hacer algo Lumiere?

A su lado Bestia solamente se sonrió. Aunque también sentía frío estaba confiado de que su pelaje le protegía mejor que a la hermosa joven. Tal vez podría acercarse un poco más a Bella… además así estaría un poco más protegida contra el frío ¿no?

Antes de que pudiera hacer el clásico movimiento de bostezar y acercarse un poco más a la damisela un fuerte crujido sonó a mitad de la noche haciendo que todos dieran un ligero salto por la sorpresa.

¿Qué fue eso?- preguntó Bella quién instintivamente se había abrazado al fuerte brazo de la Bestia.

Los objetos encantados pese a la curiosidad de saber que había pasado en el exterior del castillo guardaron silencio ¡Bella y el amo estaban muy cerca! Para su mala suerte ambos se dieron cuenta de la cercanía y de un solo y apenado movimiento ya habían guardado su distancia.

Será mejor que vea que fue…- dijo la Bestia levantándose al momento.

Alteza os acompañamos- dijo Dindón seguido de Lumiere.

Si el frío en el interior del castillo era terrible en el exterior era ¡Cien veces peor! Las velas de Lumiere se apagaron al momento por las ventiscas heladas que llegaban de todas partes, el cristal de Dindón se empañó como lo estaban los vidrios de todos los ventanales. La Bestia hubiera deseado ponerse algo más que solo su capa.

¿Qué fue ese ruido?- preguntó Dindón.

El relincho despavorido de Phillipe en el establo les indicó que ahí era donde debían buscar, y no se equivocaron. El percherón de Bella estaba aterrado, el desvencijado tejado había sucumbido ante el fuerte golpe de la nieve, se había juntado tanta que el peso hizo sucumbir la madera que protegía al caballo.

¡Phillipe!- gritó Bella solo ver cómo se encontraba su amigo.

Bella regresa al castillo- ordenó la Bestia- yo me encargaré.

Aunque la joven llevaba puesta su mejor capa se veía que no era la mejor prenda para protegerla del frío. Bella asintió en silencio, sabía que Bestia haría todo por liberar a Phillipe.

Las fuertes garras de la Bestia no tardaron en poner en libertad al caballo quien se lanzó en pronto galope a un lugar más seguro, donde estaba el carruaje encantado de la Bestia.

Bruuuuu, regresemos al castillo- sugirió Lumiere.

El ser un candelabro no ayudaba mucho a que el metal estuviera más y más frío entre más tiempo pasaba.

-Es lo mejor…

La Bestia no pudo continuar, una gran capa de nieve le cayó encima mojándolo por completo.

¡Amo!- gritaron al unísono sus sirvientes.

Es solo nieve- dijo sacudiéndose- regresemos al castillo.

¡Bestia estás empapado!- exclamó Bella solo verlo.

No es nada- mintió la Bestia.

¡El frío le calaba hasta los huesos!

Vamos, la chimenea está esperando…- dijo amablemente Bella tomando a la Bestia por su zarpa derecha…

Vamos, vamos, mientras estemos todos juntos el frío será un poco más soportable- dijo amablemente la señora Potts.

La Bestia prefirió retirarse al ala Oeste a dormir, Bella y los objetos encantados le imitaron, ya pasaba de medianoche y el frío no disminuía…

A la mañana siguiente el ambiente continuaba congelado. Bella se presentó a desayunar lo más abrigada que podía aunque era una pena que no pudiera llevar sus guantes y abrigos a la mesa.

Buenos días- saludó a la señora Potts que servía el desayuno.

Buenos días mi niña- saludó amablemente la tetera de porcelana.

¿Dónde está el amo, mami?- preguntó Chip dando ligeros saltitos para llegar junto a su madre.

El amo no ha salido de su habitación- dijo la señora Potts.

Eso es muy raro- comentó Bella- él siempre viene a desayunar conmigo ¿Estará bien?

Lumiere y Dindón llegaron al comedor.

¿Quién estará bien?- preguntó Dindón.

El amo no ha salido de su habitación- informó la señora Potts.

Ohhhh espero esté bien- Bella se levantó de su asiento- será mejor ir a verlo.

Pero… pero el amo no quiere que nos acerquemos al ala Oeste- dijo Dindón interviniendo de pronto- Recuerden como se molestó la última vez…

Si vamos todos juntos no creo que se moleste…- dijo Bella encaminándose al corredor- mucho…

La Bestia había prohibido solamente una cosa a Bella mientras estuviera con él como su "prisionera" no ir al ala Oeste, la primera y única vez que la joven lo había hecho el amo del castillo montó en furia asustándola de tal manera que la hermosa Bella salió al bosque poniendo su vida en peligro cuando los lobos la atacaron a ella y a su caballo Phillipe.

Ahora, acompañada de los objetos encantados se sentía más segura, además estaba preocupada por Bestia.

¡Qué frío! En esta parte del castillo hace mucho más frío- dijo Bella sin evitar titiritar un poco.

La imponente y terrorífica puerta de la habitación de la Bestia estaba frente a ellos, aunque iban con Bella ninguno de los sirvientes se atrevía a llamar a la puerta, fue hasta que Bella se animó a tocar tres veces con sus delicados dedos que los pequeños objetos encantados suspiraron aliviados.

¿Bestia?- preguntó Bella sin obtener respuesta.

El silencio incomodo se hizo entre la hermosa doncella y sus pequeños amigos.

¿Bestia?- repitió Bella mientras empujaba la puerta- ¿Bestia, estás bien?- preguntó solo asomar su cabeza.

El interior del ala Oeste estaba en completas penumbras ¿dónde estaría la Bestia? Bella estaba a punto de preguntar de nuevo cuando un gruñido amortiguado llamó su atención. Entre la cama desordenada de la Bestia un bulto por debajo de las sábanas se movía levemente.

¿Amo?- preguntaron los objetos encantados entrando tímidamente a las habitaciones del amo.

Bella se adelantó para llegar hasta la cama.

-¿Bestia?

De entre las cobijas se asomó una cola peluda, sí, la Bestia estaba aun en cama ¿A esas horas de la mañana aun en cama? Bella metió su mano donde imaginaba estaba la cabeza de Bestia.

¡Bestia estás ardiendo!- exclamó retirando la mano.

Con otro cansado gruñido se asomó la cabeza de la Bestia, en verdad que se veía muy enfermo…

Continuara…