Renuncia de derechos: Harry Potter y todo su universo son de J. K. Rowling, solo tomo prestado parte de ello sin fines de lucro. Por otro lado, trama y algunos personajes sí son míos, por lo que me reservo su uso.

El presente fic participa en el Reto #14 "Amortentia al azar" del foro "Hogwarts a través de los años".


Lo que él quiso estudiar.

Sydney odiaba los hospitales.

Desde que podía recordar, las pocas veces que tuvo que internarse fueron por asuntos desagradables. La cicatriz en su rostro era prueba de ello.

Estaba en casa de sus padres, disfrutando del verano tras su primer año en la universidad. Poco a poco se iba la ligera incomodidad de haber tomado un año sabático, pero en aquella ocasión notaba más el detalle: sus trillizos Skye y Scott aún no estaban allí, llegarían en dos semanas.

—¡Syd! —un muchacho de pelo rojo anaranjado entró como vendaval al salón principal—. ¿Cómo estás? Pensé que no te vería hasta…

—… Hasta después, sí. Estoy bien, no tengo tantos deberes ahora, Thomas, creo que por ser el primer año. ¿Cómo te fue en esa escuela tuya?

—¡No lo imaginas! Mis amigos y yo estudiamos como locos, los ÉXTASIS fueron la muerte. Ahora solo debo esperar hasta julio para saber los resultados. Me interesan las materias para Sanación, claro, pero si no consiguiera las notas…

—¡Basta, Thomas! Ya verás que lo lograrás. Por cierto, ¿papá y mamá?

—Llegarán tarde, tienen filmación. ¿Ordenamos algo de comer? Ya sabes que los domingos es el día libre de la señora Jenkins.

Sydney asintió justo cuando llamaron a la puerta.

—¿Quién será? No invité a nadie —comentó Thomas—. ¿Y tú?

—Tampoco.

Solo unos segundos después, cuando abría, Sydney se dio cuenta que no era posible que alguien tocara directamente, con lo separada que estaba la verja principal del edificio.

La joven, en ese instante, recordó su odio por los hospitales, ya que su nariz fue asaltada por un olor penetrante, una incierta mezcla de antiséptico y medicamentos, algo que solo se podía percibir en esos sitios. Arrugó la nariz en el acto, agachando un poco la cabeza.

—Lo siento, debí haberme cambiado antes de venir, pero tenía prisa.

La voz… Sydney se enderezó en el acto, sonrojándose de vergüenza.

—Hola, James —saludó en voz baja.

El recién llegado, con su revuelto cabello oscuro y unos brillantes ojos castaños, no lucía como la pulcritud andante, menos con la camiseta roja manchada al frente de algo verde y los pantalones de mezclilla rotos a la altura de las rodillas. Sin embargo, para Sydney era una de las personas más valiosas de su mundo, lo cual le demostró al sonreírle ampliamente y dándole un fuerte abrazo.

-¡Vaya, debo aparecerme por sorpresa más a menudo! —exclamó James Potter, con expresión divertida—. ¿Me echaste mucho de menos?

—¡Por supuesto! ¿Y tú a mí?

—¡Como no tienes idea! Oye, ¿en serio no importa que haya venido sin avisar?

—¡No, no! Pasa. ¿Tuviste prácticas hoy, verdad?

—Sí, ¿cómo supiste?

Sydney negó con la cabeza. James no tenía por qué saber que llevaba consigo un aroma que le disgustaba, ¿verdad? Se lo explicaría en otra ocasión.

Además, yendo las cosas tan bien entre los dos, tendría que resignarse a olerlo así más seguido.

–&–

Bienvenidos sean a mi segunda participación del reto de Amortentia. Espero que les guste.

Deseaba que me sortearan el aroma "hospital" porque en mi canon mental (destrozando el de varios en el proceso), James Sirius Potter aspira a ser sanador y quería escribir sobre él (cosa rara, por lo general evito a la TG canon). Así pues, la chica con la que sale, una OC muggle con un hermano mago (mis lectores habituales leyeron el cómo se conocieron en el One "A su ritmo") sabe que será alguien que le recuerde un sitio que le desagrada, pero como quiere mucho a James, no le importa.

Cuídense mucho y nos leemos en el siguiente aroma.