Bueeeeno… ¿Que les digo? Me aburro y no sé qué escribir.

Últimamente, he pensado que estoy echando a perder todas mis historias, que tal vez les doy demasiadas vueltas o… yo que sé. Tal vez las deje un tiempo, para poder pensar, dedicando tiempo a aquellos proyectos que llevo tiempo queriendo escribir. Algunos relacionados con Kung Fu Panda o los fics y otros no tanto.

Y como no creo que mi parloteo escrito sea tan interesante, les dejo el prólogo de esta pequeña historia, la cual no pienso hacer que pase de los cinco o a lo mucho, seis capítulos.

Kung Fu Panda no me pertenece… Bla, bla, bla. Nunca hallé demasiado sentido a esto.


Prologo

Los grilletes pesaban. Se aferraban con fuerza a sus muñecas, jalando de sus brazos, obligándole a extenderlos. Intentó forcejear, ganar, reclamar un lugar en aquella mente, tomar el control de un cuerpo que, le gustase a quien le gustada, también le pertenecía. Pero de repente, las gruesas cadenas se hicieron demasiado pesadas y jalaron con extrema fuerza, casi lastimándole, consiguiendo así postrarlo de rodillas en medio de aquel oscuro vacío que lo rodeaba.

Tenía fuerza. Él no era débil. Él podía. Pero la voluntad de su otra parte era mucho mayor. Podía sentirla, como un peso en sus hombros, aplastándolo en su lugar, impidiéndole moverse. Como clavos, aferrando sus pies al vacío. Cerró los ojos, tomó aire y nuevamente jaló. Un eslabón de la gruesa cadena crujió, cediendo ante la fuerza del enfurecido panda, hasta que esta se cortó y la mano derecha del oso quedó libre. Solo una más. Se dijo, con aires victoriosos, pero en cuando dio un pequeño tirón, más cadenas brotaron de la nada y se sujetaron no solo a sus muñecas. Le rodearon la barriga, los robillos, el cuello, sus brazos. Con grilletes mucho más gruesos y fuertes que los anteriores.

No tenía noción del tiempo, no tenía manera de hacerse notar. Era tan solo un poco de energía, materializado dentro de la mente de un panda demasiado bueno como para liberarla.

¿Quién lo diría?... Solía decirse, incrédulo, con aires burlones y altivos. Aquel panda no parecía tener pizca de inteligencia, su lado bueno era demasiado ingenuo incluso para saber el verdadero poder que poseía, demasiado inocente, tal vez más que un niño, pero su mente era como una cárcel, formada por impenetrables muros de piedra sólida. Su mente era mucho más fuerte de lo que cualquier persona pudiera pensar, tal vez, incluso más fuerte que su parte física.

Estaba preso. Preso y encadenado en su propia mente, sin posibilidades de liberarse… O eso parecía. Pero hasta en la roca más dura, existen grietas. Pequeñas, muy delgadas, casi imperceptibles. Creadas por los golpes que día a día uno recibe de la vida misma. Y a medida que aquellas grietas se iban agrandando, la ingenua mente del panda se debilitaba, intoxicada por los sentimientos negativos, contaminada por la dura realidad. Después de todo ¿Quién era Po para no recibir aquellos golpes?

Vamos, Po… Ellos lastimaron a Tigresa… Lastimaron a tu amiga. Hazlos sufrir, que paguen lo que le hicieron.

Su voz sonó como un susurro en la mente de Po, incitándolo a obedecerlo, incitando a cobrar lo que, por unos segundos, fue el susto más grande de su vida. Solo un pequeño quiebre en su mente, solo un poco de rencor liberado y él podría ser libre. Veía lo que el panda, sentía lo mismo que el panda. Sentía el rencor crecer dentro de él cada vez que veía los barcos de aquel pavo real, sus propios músculos se tensaban igual que los de Po, su propia fuerza aumentaba, igual a la del panda ingenuo que dominaba aquel cuerpo.

Podía sentir las ganas de venganza que crecían al ver a aquella gata con aires de rudeza, tendida en aquella madera, débil, vulnerable, derrotada. Herida.

Tan solo un quiebre, tan solo tenía que dejar salir a flote aquellos sentimientos, y él sería libre…Miró con gozo a través de los ojos de Po, observando con cierta satisfacción el rostro pintado de miedo de aquel pavo real, agradeciéndole por ser el causante de su libertad.

Y de repente, las cadenas casi inexistentes ya, volvieron a tomar fuerza, trepando como una especie de enredadera de hierro sólido alrededor de su cuerpo.

¡Eres un imbécil! —Rugió en la mente del panda, furioso, peleando contra las cadenas, que a cada segundo se volvían mucho más fuertes y resistentes.

Entonces, algo sucedió. Algo que lo dejó petrificado en su lugar, haciéndole sentir débil y cansado. Una sensación cálida, agradable, recorriendo su espalda, estremeciéndole, y una sensación ajena a su comprensión instalándose en su estómago. ¿Cosquillas? No, estas daban nauseas. No conocía aquel sentimiento. Jamás lo había experimentado.

Y lo vio, por los ojos del panda…

La estaba abrazando. A ella. A Tigresa. Los brazos de Po la aprisionaban en un gran abrazo, escondiendo el rostro en su pecho, y el mismo calor que recorría al panda, la misma sensación de felicidad, lo recorrían a él. Sentía lo que Po. Eran uno solo y todo lo que Po sentía, su parte malvada también. Cada rose de piel, latido desbocado, cada respiración, incluso el calor en sus mejillas al notar que todos los veían con la mandíbula desencajada.

Sin embargo, mientras aquellos sentimientos nacían en Po, otros completamente distintos fortalecían a aquel ser dentro de su mente. ¿Qué era el amor? Sino aquel sentimiento puro que fortalecía el alma del débil, aquella sensación de libertad para sentir, para ser. Pero ¿Cómo saber que es algo bueno, si no trae también su lado malo?

Po sentía las mariposas, su contraparte las náuseas. Cada estremecimiento, cada sensación cálida en el cuerpo de Po, se trasformaban en un sentimiento oscuro y obsesivo en el de aquel panda que vivía prisionero en su cabeza. Sentimientos que lo fortalecían, aflojando el agarre de aquellas cadenas. Tal vez Po fuera demasiado ingenuo para verlo, pero a su contraparte no le costó ver que los sentimientos del panda eran correspondidos.

Tigresa sentía lo mismo.

Una cínica y bufona sonrisa curvaba sus labios al pensarlo. Así que… ¿Así se sentía estar enamorado de alguien? No todo era amor, no todo eran mariposas y cosquillitas. ¿Por qué sería que, desde tiempos inmemorables, se renegaba Con el amor, venían los celos, las dudas, las desconfianzas, los conflictos internos. Un torbellino de emociones negativas hacia sí mismo que aquella parte malvada sabía aprovechar a su favor. Había encontrado la manera de manejar al panda, de usar su cuerpo, de tomar poder sobre sus decisiones.

¿Quién lo diría?... El sentimiento más puro, también podría ser la mejor arma para corromper al alma mas pura.

Y eso era todo lo que él necesitaba para liberarse.

Continuar…


Bueno… Antes de irme, les diré que los capítulos no serán demasiado largos y estaré publicando uno por semana. ¿Qué día? No lo sé, en eso la escuela me condiciona. Cualquier opinión, queja o crítica será bien recibida en los reviews.