DISCLAIMER: No, nada me pertenece, o las cosas hubieran sido más felices. Todo es (culpa) propiedad de JK Rowling.
Este fic participa en el Sexto Reto "Historias en Canciones" del foro "El triángulo, donde tres, están unidos".
Palabras: 1094.
Cuando miras por encima de tu hombro,
por un minuto, olvido que soy mayor.
Quiero bailar contigo ahora mismo
y te ves tan hermosa como siempre.
Y juro que cada día estarás mejor,
de alguna manera, me haces sentir así.
Say you won't let go- James Arthur
Remus está nervioso.
Su mano se siente sudorosa contra la de Tonks a medida que se hacían paso entre la multitud de aquel pub muggle de Londres.
¿Qué rayos voy a hacer aquí, por Merlín? pensó mientras ella pedía unos tragos en la barra.
Observó la gran cantidad de jóvenes cuerpos bailando al son de la música en la oscuridad, iluminada levemente por luces de colores.
Se sentía descolocado allí, como si no perteneciera. Este sentimiento era de hecho habitual, pero ahora se hacía más notorio. Tenía treinta y ocho años, sin duda no era la edad más apropiada para bailar de aquella forma tan desvergonzada.
No sabía por qué se había dejado arrastrar por Tonks hasta allí. Bueno, lo sabía—dejó de prestarle atención por mirar sus ojos entusiasmados y asintió sin comprender realmente lo que decía—, pero podría haberse retractado.
La cosa es que no lo había hecho y ahora estaban allí.
Tonks le ofreció los tragos y él aceptó, con cierta culpa porque había visto como ella sacaba dinero—muggle, claro— del interior de su bolso. Desearía ser él quién pagara, pero no podría permitirselo. No tenía trabajo aún.
Lupin creía que ella se aburriría al cabo de unos pocos minutos pero no lo hace. Se quedan charlando probablemente un poco más de media hora, pero siente como si hubiera sido más tiempo.
—¿Bailaras algo conmigo?— pregunta Tonks.
—Claro que no— respondé él, negando con la cabeza y soltando un pequeña risa. ¿Él bailando?
—Vamos, es Navidad— insiste, haciendo un puchero. Lupin se lo piensa unos segundos.
—Sólo si es una canción lenta— dijo finalmente. Él dudaba mucho de que pasarán ese tipo de canciones, porque en todo el tiempo que estuvieron allí no dejaron de pasar aquella música de ritmo rápido.
Ella sonríe de manera traviesa y comienza a alejarse de él, caminando hacia la multitud.
Bueno, al parecer se ha aburrido ya piensa Lupin.
—Espera aquí, ya vuelvo— dijo antes de perderse entre la gente. Al cabo de un rato comienza a sonar una canción, sin duda romántica y de ritmo lento, pero él no la reconoce. Ve a Tonks caminar algo tambaleante—producto del alcohol y de su torpeza habitual—hacia él y ella le tiende la mano, con una sonrisa triunfal.
—¿Bailarás ahora?
Lupin acepta su mano, sin más remedio que aceptar y se deja guíar hasta la pista donde todos bailan en pareja. Él duda por un instante pero pone las manos en la cintura de la Auror, ésta rodea el cuello de Lupin con sus brazos.
Comenzaron a moverse a paso tranquilo.
Por un momento él se olvido de quién era, de qué estaba pasando allí afuera, de la gran oscuridad que eran sus días. No era el licántropo; ni el viejo tipo lleno de cicatrices que no podía conseguir trabajo. Por un momento sólo era Remus John Lupin, un suertudo que bailaba con la mujer más hermosa que podía haber; un tipo que por un momento sentía que valía la pena.
Y aquello se debía a ella, a Tonks.
A esa canción le siguieron otras y ninguno decía nada así que simplemente siguieron bailando. Cuando comenzaron a pasar la misma música rápida que se oía cuando llegaron, él quiso irse y la joven no insistió.
Caminaron juntos hacia el pasillo que daba al baño y Lupin hizo que se aparecieran frente a la puerta del cuartel. Era bastante tarde y todos debían estar durmiendo, de modo que intentó ayudar a Tonks a que fuera lo más cautelosa posible. Fue algo difícil pero finalmente llegaron a la habitación de Lupin.
Ella estaba por acostarse cuando salió corriendo en dirección al pequeño baño que estaba junto a la habitación. Él la siguió y la descubrió vomitando así que fue hacia ella y le sostuvo el cabello, acariciándole la espalda para hacerle sentir un poco mejor.
—No deberías haber bebido tanto— le reprocha, cuando termina, en un tono dulce que no reconoce.
Ella le sonríe por encima de su hombro, para luego voltearse a verlo. Lupin la acerca lo más que puede a su pecho y le acaricia el cabello Sabe que Tonks oirá el sonido acelerado de su corazón pero no le importa, en cierta forma quiere que lo haga, quiere que ella sepa lo que provoca en él.
—Y deberías descansar.
—¿Puedes quedarte conmigo?— pregunta Tonks y Lupin acepta. Luego de que ella se lave los dientes, ambos van hacia la habitación y se acuestan.
Tonks se acurruca en el pecho de Lupin y él sonríe.
En ese momento sabe que la ama, aunque no sepa si realmente el sentimiento es correspondido; aunque es un amor imposible, algo que está mal. Incluso si Tonks es demasiado buena, porque se da cuenta de que en realidad él no lo vale.
En ese momento decide no demostrarlo, se lo tomaría con calma. Quizás era simple atracción, despúes de todo, la Auror era preciosa... vamos, por Merlín. ¿A quién quería engañar?
Estaba profunda e irremediablemente enamorado.
La guerra había terminado.
Y habían sobrevivido.
Había sido dificíl, quizás tenían alguna que otra herida pero nada que no pudiera solucionarse. Lo importante era que lo habían logrado, que ya nada los separaría.
No había nada que más deseara Remus que envejecer junto a su esposa Tonks y ver crecer a su pequeño Teddy. Ansiaba llegar a casa y tomarlo en sus brazos para ya no soltarlo. Ansiaba que le llegará su carta de Hogwarts y poder llevarlo a la estación de King Cross, ansíaba verlo crecer.
Tonks se acercó a él y tomó su rostro entre sus manos, para luego plantar un beso en sus labios. Cuando se separaron, se miraron con las lágrimas de alivio bailando en sus ojos.
—Lo hicimos— le dijo la joven.
—Lo hicimos— repitió él.
Y es increíble pero por primera vez Remus Lupin pudo ver con total claridad—sin ninguna culpabilidad dentro de si—el amor en los ojos de Nymphadora Tonks. Y él podía sentir el amor que mostraban sus propios ojos.
Había una cosa de la que estaba completa y absolutamente seguro: nunca dejaría de amarla. Quería crecer junto a ella e incluso, y aunque suene demasiado poético, sabía que la amaría incluso cuando no fueran nada más que fantasmas, porque ella había sido la única persona que estuvo a su lado cuando le azotó la soledad, que no le juzgó como el resto del mundo. Amaría a Nymphadora Tonks hasta que la muerte les separé, tal como había dicho en sus votos.
Merlín, ella es tan preciosa y siente que se ha vuelto incluso aún más hermosa desde que la conoció. Y luce tan joven y él se olvida de su propia edad, porque no le interesa.
Entonces Tonks declaró algo maravilloso, que alejo toda duda que antes hubiera podido tener:
—Nunca te dejaré ir.
N/A: Si, si hice que vivieran, ¿por qué? PORQUE QUIERO, PUEDO Y ELLOS SE LO MERECÍAN.
Gracias por leer, anyways :)
