Disclaimer: Aquí especifico que los personajes de esta mi original historia le pertenecen a Takahashi Rumiko, excelente mangaka cabe recalcar.

La culpa es de la cama.

Por: Sayra Figueroa.

Despertando el deseo: Chapter 1.

No, ni esa ni la otra, todas eran aburridas. Su amigo y compañero de trabajo le dio un leve codazo mostrándole a una rubia que pasaba pero simplemente negó con asco, ¿no había acaso una mujer que lo encendiera?, ¡Dios!, tenía dos meses sin tocar a una mujer, ¡dos meses!, y justo cuando las necesitaba no estaban las malditas. Su amigo negó de manera sorda y con una sonrisa libidinosa se acercó a la joven la cual lo recibió con un atrevido beso en la mejilla, incitándolo descaradamente a que Miroku la sedujera.

Bufó.

Su mirada dorada volvió a divagar por aquella —para él— aburrida discoteca, no había nada, estaba pensando seriamente en irse pero Miroku era su amigo y no quería dejarlo solo, además sabía que su compañero iba a salir borracho y él tendría que ayudarlo, no por ser un mujeriego empedernido lo iba dejar botado en media calle como un pordiosero de la peor calaña siendo el corredor de bolsa de la empresa en la que trabajaban. Suspiró. Tal vez tendría que tomar un vino, la fiesta estaba aburrida.

Volvió a echar una mirada y sus ojos paralizaron en una mujer, se sorprendió, ¡por fin había visto lo que buscaba!, delineó vorazmente y de manera sordo el fino cuerpo de la chica, de unos veintiocho deducía, quiso arrancarle con la mirada el vestido negro de lentejuelas que estaba a mitad de su muslo, observó cómo ese azabache cabello caía por el níveo cuello y se relamió los labios con lujuria, siguió recostado en la pared de la esquina de la barra y desde allí siguió desvistiendo mentalmente a la diosa que estaba a unos diez metros de él en el mismo bar.

Ella se mordía el labio inferior con desespero mientras tomaba el whisky, ¿fuerte para una mujer?, qué va, ella solo estaba harta de sentirse tan sola, tenía cuatro meses adictamente sola, desde que había terminado una relación de dos años con su novio, el cual no le daba mucha 'actividad' que se podía decir, no quería amor ni relaciones serias, solo necesitaba una buena noche o por lo menos momento de buen sexo, necesitaba a un hombre verdadero que la hiciera sentir mujer, solo quería ser besada, tocada, quería sentir que su cuerpo se quemaba con cada embestida que ese ser podría darle, quería placer…

Pero nada, al parecer no había nadie interesado en ella, ni siquiera porque estaba cruzada de piernas en la alta silla de la barra con casi todo muslo expuesto, nada, parecía que nadie podía llegar y llevarla a bailar o a seducirla solo para darle un poco de lo que ella necesitaba, ¿tan fea era?, además, su escote strapless le sentaba muy bien, para colmo de su desgracia, no podía tener una conversación candente con el bar tender porque era gay, ¡genial!, ese no era su año de suerte. Movió sus tacones negros al ritmo de la música, cerró los ojos, solo quería sentir que un hombre la acariciaba al compás del suave reggaetón que se asomaba, solo quería sentirse deseada. Quiso arquearse para poder sentir el placer de su fantasía, pero le dio vergüenza y tristeza a la vez, no podía creer que estuviera tan sola, decidió seguir con su bebida, estaba pensando seriamente en irse a su departamento, había salido a buscar acción, pero por lo que veía eso no iba a ser posible.

Él observó cada movimiento con detalle, se mordía el labio de manera disimulada, estaba excitado, completamente excitado solo de ver como se movía levemente al compás de la música, como si experimentara una fantasía mientras cerraba los ojos, se imaginó recorriendo libremente su mano por el exquisito muslo de aquella mujer que empezaba a volverlo loco, desabrochó el tercer botón de su camisa mangas largas negras igual que su pantalón de tela y quiso hiperventilarse, aquella imagen lo tenía acalorado. Se bajó de la silla, no iba a desperdiciar aquella exquisita oportunidad, esa mujer era fina, perfecta para sus fantasías.

Caminó decidido hasta ella y le tocó el brazo en señal de llamado.

Sintieron un escalofrío al contacto de su piel. Ella lo miró de inmediato, sus ojos dorados la impactaron, esa mirada detonaba deseo y una lujuria indescriptible, la misma que seguramente ella le estaba demostrando en ese momento, vio la sonrisa sexy que este hombre le dio y aunque quiso echarse a aquellos atractivos labios; ella era una mujer orgullosa ante ese tema y también le sonrió, de la manera más sensual que pudo hacer.

—¿Quieres bailar? —Oyó su voz varonil y ronca, se estremeció, no evitó sentirse mojada, ¡Dios!, jamás se había sentido así con un hombre, de solo oír su voz ya estaba excitada.

Dejó de manera delicada y sensual la copa en la barra y le sonrió, le tomó de la mano en señal de aprobación y bajó de la silla, ella demostraría lo que deseaba, iba a estar con ese hombre esa noche, lo decía ella, Kagome Higurashi.

Yo quiero bailar, tú quieres sudar, y pegarte a mí, el cuerpo rozar.

Se sumieron en un movimiento suave y sensual, él agarró su cintura con ambas manos y se sorprendió, tenía caderas anchas y una cintura increíblemente estrecha, subió sus manos hasta el inicio de sus pechos y delineó el contorno de su pequeño cuerpo, no evitó gemir, podía oler su cabello y respirar en su oído ya que estaba detrás. Oyó un sonoro suspiro de parte de ella cuando apegó completamente su cuerpo y sintió su endurecido miembro, estaba increíblemente excitado, ella llevó su brazo enredándolo en la nuca de él, oliendo el perfume maderoso que despedía desde los negros cabellos. Siguió gimiendo y bailando suave al compás de la canción mientras sentía como la apretaba más.

Yo te digo sí y tú me puedes provocar.

Movió su trasero de forma circular logrando que él gruñera roncamente mientras la apretaba contra su ya bastante doloroso y agrandado sexo, mantenía los ojos cerrados disfrutando del placer que le brindaba esa mujer a pesar de que solo estaban bailando. La canción cada vez era peor, ella comenzaba a moverse un poco más rápido llevándolo al desespero, gemía, se arqueaba, suspiraba, se apretaban, sudaban, subían, bajaban.

¡Necesitaba hacerla suya ya!

La giró, ya no lo soportaba, necesitaba tenerla o iba a derramarse en su ropa, además, su miembro ya le dolía y estaba aprensado con el cierre de su pantalón. Miró sus ojos chocolates chispeantes, casi podía tocar con la mirada aquel deseo que la embargaba, que la ahogaba, simplemente lo miró con una media sonrisa sensual y sin más lo besó, enredó su pierna derecha en la cadera de él arrancándose gemidos, la disco era oscura y solo se iluminaba tenuemente por las luces psicodélicas; nadie podía verlos.

—¿Quién eres? —Preguntó ella jadeante, mirándolo con pasión mientras se mordía el labio, chocaron sus frentes, a pesar de la poca luz, podía ver brillar sus ojos dorados.

—InuYasha. —Soltó él y sin más, volvió besarla.

Los dos lo sabían, los dos lo deseaban, querían estar juntos, querían revivir el deseo que habían perdido por cosas personales que en ese momento no importaban. InuYasha la arrastró esquivando a cuanta persona estaba en frente, ya no soportaba, lo necesitaba, estaba demasiado excitado.

La giró y puso contra la pared. Casi temblorosa por la adrenalina desabrochó el pantalón liberando el miembro de InuYasha, el cual ya estaba en su límite, no evitó gemir, se veía exquisito, a pesar de la poca luz, era un rincón alejado que alumbraba una lámpara que apenas se podía divisar. InuYasha solo pudo pegarse a deleitar los senos de aquella joven que se arqueaba ante él. Deseaba tenerla pero la imagen de sus senos subir y bajar fue demasiado tentadora.

Subió el vestido negro casi con desespero y liberó vorazmente de las bragas que le dejó hasta las rodillas pero de inmediato rodaron hasta sus pies, volvió a besarla con pasión y de una embestida entró en ella. Ella reprimió un grito de placer puro y el gruñó de manera ronca, casi desconociéndose, jamás una muer podría haberle dado tanto placer. Solo empezó a embestirla, la agarró por los muslos y ella enredó sus piernas en sus caderas. Gritaba, la música era más alta, no podía evitarlo, sentir su gran miembro entrar y salir sin compasión era una tortura, una deliciosa tortura que ella deseaba disfrutar a lo máximo. Y oírlo gruñir no ayudaba mucho.

—Más rápido. —Pronunció ella agarrando sus cabellos de forma casi desesperada, aferrándose a él.

InuYasha hizo caso, esa mujer lo estaba volviendo loco, sentía su estrecha, caliente y mojada entrada apretarlo sumiéndolo así; en un placer que parecía irreal. Fue más rápido, casi salvaje, empezando a golpear su cuerpo contra la pared, pero ella no hacía que pedirle más entre gritos, más, que no se ocurriera parar, él sentía que ya no podía, en cualquier momento se iría.

—Vente conmigo. —Gruñó él con la voz irreconocible mientras la embestía con más fuerzas, lo sentía, sentía venir aquel placer indescriptible, era justo lo que había deseado, justo aquella sensación, era hora, sus gritos lo enloquecían, ya era el tiempo—. ¡Oh, maldición! —Casi gritó él al momento que explotaba dentro de ella.

La azabache sintió tocar el cielo con los dedos, el orgasmo que estaba experimentando era simplemente fuera de serie, ¡ese hombre no era normal!, sintió las últimas embestidas rodearla mientras su orgasmo seguía latente.

Estaba cansada sí, pero todo había valido la pena. Volvió a mirar a aquel hombre sin poder ver bien su rostro pero si sus ojos, jamás olvidaría sus ojos ni la maldita forma en la que la poseyó, jamás olvidaría aquella sensación, nunca nadie la había hecho sentir así. Había sido todo lo que necesitaba y más de lo que deseaba.

InuYasha salió de ella completamente fascinado, estaba casi aturdido con aquella sensación, esa si era una mujer que pudo hacerlo sentir lo que era el verdadero sexo, jamás lo olvidaría. La chica se agachó y recogió sus bragas, no sentía ningún tipo de pudor, se las subió, se daría ya un baño en casa, su ropa íntima estaba mojada de su propio placer, no se arrepentía.

Se acomodó el vestido, estaba a punto de irse, estaba satisfecha. Sintió una corriente recorrerla cuando la caliente mano de InuYasha se posó en su brazo deteniéndola.

—Espera —le dijo con un tono casi desesperado—, ¿cómo te llamas?

Ella sonrió. No esque fuera arrogante, pero eso le era privado.

—Eso no importa, —llegó hasta sus labios casi rozándolos y de manera sensual le dijo—, gracias por esta noche…InuYasha. —Volvió a sonreír y se alejó dejándolo sorprendido.

Continuará…


Ok llámenme bruja, pervertida, como quieran, pero unas amigas me pidieron por interno que querían que hiciera un fic con lemon, y no me podía negar, me encanta ser pervertida.

n/n

Bueno, la verdad esque creo que va a ser corto, cinco a seis caps., o menos, solo quiero divertirles. Un abrazo y las amo lindas.

*W*