Disclaimer: Ninguno de los personajes aquí usados me pertenece.

Historia subida aquí y en Wattpad bajo el nombre de ChicaSinAlas.

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One More Battle Scar

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Obligó a sus piernas a ponerse en marcha una vez la batalla contra el Juggernaut terminó y el asunto con Russell se vio resuelto. Se despidió con un simple adiós sin necesidad de hacer preguntas.

Sabía donde estarían cada uno de ellos y en cuanto fuera necesario, él sabría donde buscarlos.

Cable caminó sin rumbo (no tenía a donde ir ni conocía la ciudad) y acarició con la diestra el peluche amarrado a su cintura, de nuevo limpio y teñido de un vivo color beige. Dirigió la vista a él, para corroborar una vez más que se mantenía de esa forma.

Su pequeña estaría bien.

Sorprendentemente, hubo un final feliz para todos.

Russell viviría sin convertirse en el asesino que calcinó despiadadamente a su familia y la tensión se evaporó del cuerpo del mutante dando paso al alivio por no haber matado al chico. Era solo un crío que a pesar de su fuerte carácter y ansias de venganza aún no había cometido ningún crimen. No había necesidad de matarlo, todo cuanto se debió hacer fue evitar que el chico fuera por el mal camino. Ahora lo veía claramente.

Pero Cable había visto morir a su familia no hacía más de dos semanas y no había nada ni nadie que pudiera haber parado su dolor e ira en ese entonces. Hubiera sido capaz de cualquier cosa con tal de salvar la vida de los suyos, incluso de matar a Russell. Y debido a eso, se alegró de que hubiera habido alguien capaz de pararle los pies y de evitarle cometer el mayor error de su vida.

Deadpool, quien le había abierto los ojos también viviría y seguiría adelante. Cable le debía eso.

A pesar de las palabras del mercenario poco antes de que el brillo se extinguiera de sus ojos que aseguraban a Coloso que quería mantener puesto el collar que bloqueaba su factor curativo y morir al fin, Cable tenía la sensación de que aquello no era del todo cierto.

Y algo en él le decía que no debía ser así. Volvió atrás en el tiempo para colocarle la ficha de skeeball de forma que pudiera servir de escudo contra la bala que dispararía posteriormente. Cuando el mercenario le agradeció después con notable sorpresa desde el suelo por haberle salvado la vida en su acto suicida confirmó su teoría de que aquel hombre realmente no quería morir.

Sí, Wade viviría y seguiría adelante, aprovechando su segunda oportunidad para al menos intentar ser feliz.

Todo estaba bien.

Eso se decía mientras que sus manos temblorosas se dirigían de forma inconsciente a su rostro y el temblor de estas no precisamente se debía al frío que hacía esa lúgubre noche. Cerró los ojos por unos segundos respirando con dificultad y se apoyó en la pared de una calle peatonal en cuanto se le empezó a imposibilitar el poder respirar con normalidad. No había que ser muy listo para saber que le estaba pasando.

No había sufrido muchos ataques de ansiedad en su vida, solo podía recordar un par de ocasiones en los que le habían ocurrido. Ahora no tenía forma de detener este.

Apretó los párpados y se mordió con fuerza el labio por dentro hasta que el sabor metálico de su sangre hizo contacto con la punta de su lengua.

Estaba anclado a un punto de la línea temporal sin opción de regresar con su familia, con las dos personas que más amaba (las únicas) y que hacían de su mundo un lugar en el que merecía la pena vivir, porque no había nada más por lo que seguir adelante en tan espantoso lugar consumido por el odio y la guerra, donde miles de hombres, mujeres y niños morían cada día en tiroteos y muchos apenas tenían para alimentar a los suyos y protegerlos del frío.

Aliya y Hope eran las únicas personas que le importaban y no podría volver a verlas porque había tomado una dolorosa decisión.

Si se quedaba, si lograba evitar que la tierra acabara sumida en el caos como él la había visto en el futuro, eso significaría que ni su mujer ni Hope (ni millones de personas) tendrían porqué vivir una vida tan dantesca.

Podría hacerlo. Podía conseguirlo. Él conocía la forma y sabía cómo empezar a mover hilos.

Tras unos minutos por fin su respiración volvió a la normalidad y tragó saliva con fuerza manteniendo los ojos cerrados.

Una mujer pasó por su lado observandolo desde debajo de una farola con preocupación, curiosidad y una pizca de terror al ver sus ropas y su rostro cicatrizado en cuanto Cable abrió los ojos y la miró en la penumbra.

– ¿Se encuentra usted bien?

Cable asintió. No respondió y siguió caminando hasta que encontró un viejo motel. Abrió su riñonera y sacó de ella el poco dinero que le quedaba pero que sin duda serviría para reservar una habitación durante un día en aquel motel de mala muerte.

El chico tras la barra que había estado entretenido jugando al Candy Crash en su móvil dio un salto en cuanto Cable dejó con fuerza las monedas junto a los billetes en el mostrador y la mirada que le dirigió este le recordó a la de la mujer con la que se había cruzado no hacía más de media hora. Al fin y al cabo, el mutante estaba cubierto de suciedad, de sangre (propia y ajena) y llevaba un brazo biónico, una pistola futurista enorme en la espalda y una mirada ausente y peligrosa que delataba que en esos momentos podría ser capaz de hacer cualquier cosa si alguien le tocaba las pelotas.

El chico no era tonto, así que le dio la llave de su habitación con la mano temblorosa y Cable murmuró un ronco "gracias" antes de dirigirse a esta. No miró el interior dos veces (no le importaba) y entró al baño a darse una ducha y por fin poder librarse de los restos de la batalla.

Cerró los ojos mientras el agua caía sobre su cabeza y cuerpo desnudo. Estaba más fría de lo normal pero el mutante no se preocupó por regular la temperatura. Su mente estaba en blanco después de tantas emociones vividas aquel día. Se encontraba agotado tanto física como mentalmente. Destrozado.

Cerró la llave y salió del plato de la ducha. Cogió la toalla y se secó un poco con ella, no lo suficiente, pero eso tampoco importaba. Sus pies mojados lo dirigieron de forma automática a la cama y el hombre se dejó caer pesadamente en ella bocaabajo. Y así se quedó, inmóvil, con la mejilla presionada contra las sábanas sin molestarse en incorporarse bien en mitad del colchón ni de apoyar la cabeza en la almohada.

Cerró los ojos, y a los cinco minutos, Cable ya estaba dormido.

No volvió a sufrir otro ataque de ansiedad en toda la noche.

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No tenía dinero. No se trajo una cantidad decente del futuro puesto que su viaje no había sido planeado. Había cogido lo esencial, armas y su mecanismo para retroceder en el tiempo (su tiquet de ida y vuelta) así que en cuanto pasaron las 24 horas de su reserva Cable se quedó sin una cama en la que poder dormir, pero no le suponía un gran problema. En su presente había dormido en numerosas ocasiones en el suelo cubierto de suciedad por no tener otro sitio y ahora al menos tenía el camión que había robado con espacio de sobra. Quizá en él hallaría más dinero al revisar una segunda vez.

No descansó demasiado ni perdió el tiempo. Pronto se vio de camino a cierto bar.

Weasel ancló la mirada en él al verlo entrar en el establecimiento y detuvo sus movimientos al instante, habiendo estado limpiando la barra con la bayeta. Frunció el ceño, con desaprobación. Obviamente Cable no le había caído muy en gracia puesto que lo había atado a una silla y amenazado con torturarlo si no estiraba la lengua y le daba la información que había necesitado.

– ¿Donde está él? – Exigió el mutante una vez tomó asiento frente a la barra.

– ¿Él, quién?

Cable dejó escapar el aire por la nariz y apretó la mandíbula, controlándose.

– No te hagas el imbécil, sabes bien de quien te hablo. Deadpool. ¿Dónde se encuentra?

El tipo frunció los labios y luego abrió la boca para contestar pero una voz los interrumpió.

– Iugh, manda huevos como de asqueroso tienes el lavabo. Da grima lavarse las manos ahí, Weas. Voy a dejarte una mala crítica en Yelp y una triste estrella. – Comentó justamente el hombre que Cable estaba buscando tras salir de los baños secándose las manos en sus tejanos. Vestía una camiseta hawaiana como la única vez que lo había visto sin el traje y sandalias con calcetines. Su ridícula vestimenta le hizo levantar una ceja.

La mirada de Weasel fue directa hacia Dopinder con mala leche tras oír eso y este al momento se tensó como si lo hubieran golpeado con un látigo invisible y dejó de fregar. – ¡Enseguida me encargo! – Exclamó justo antes de salir corriendo hacia el baño.

Wade no tardó nada en darse cuenta de la presencia del mutante y abrió bastante los ojos.

– Vaya, vaya, vaya – Murmuró con voz melosa luego de salir de su sorpresa mientras tomaba asiento en el taburete de su izquierda y se acercaba más a él. – Debí haber sabido que vendrías aquí a por una buena mamada.

Cable lo miró como si le hubiera salido una segunda cabeza del hombro.

– El cóctel, por supuesto. – Aclaró el mercenario. – Nunca hago la otra en la primera cita.

Cable gruñió con fastidio. ¿Cóctel? Ni siquiera había oído hablar de un cóctel llamado de una forma tan vulgar y sinceramente se la sudaba.

– No quiero ninguna puta mamada. He venido a buscarte y a proponerte algo. Y por la integridad de tus piernas más te vale no hacer ningún puto chiste sobre eso último como la otra vez.

Wade alzó las cejas. O hizo el gesto, ya que carecía de ellas.

– ¿Es sobre Russell? ¿Por eso estás aquí?

Sabía que tenía su atención ahora y para variar, estaba frente un Wade totalmente serio ahora que sin duda seguía preocupandose por el bienestar del chico.

– No. Pero algo tiene que ver con el asunto del que vengo a hablarte. Russell no es el único del que debemos hacernos cargo, hay más como él que van a joder el mundo y alguien debe pararles los pies. No puedo hacer esto solo y veo que tú tienes ya tu propio grupito de mutantes de moral cuestionable para poder-

Wade forzó una risa.

– ¿Moral cuestionable? Tío, te das cuenta de que es estabas por matar a un niño de catorce años hace justo dos días, ¿no?

Cable bajó su mano biónica y se aferró a la tela de los pantalones propios por encima de la rodilla, arrugandola entre sus dedos, controlando su ira. Podía oír el silencioso ''¿Quién eres tú para juzgar?'' que concluía aquella frase.

– Sabes perfectamente porqué iba a hacerlo. Mi familia...

– Lo sé, lo sé. – El mercenario levantó las manos en señal de paz, al parecer arrepentido por su ataque–. Perdona.

Cable suspiró y el mercenario alzó la diestra para pedir una mamada a Weasel con una sonrisa burlona que el mutante a su lado ignoró por completo, desinteresado en la broma.

– Ya te he dicho lo que tenía que decirte. Ahora consideralo y dime que opinas.

– Ya lo he pensado.

– ¿Y bien?

– Nah. No me interesa.

Cable parpadeó un par de veces y su expresión denotó toda la confusión que sentía.

– ¿No te interesa salvar miles de vidas?

– Mira tío... A mí no me va eso de ser él heroe, sabes. – Chasqueó la lengua y en cuanto tuvo su cóctel frente a él se lo acabó de un buen trago y formó una mueca. – No, no pega conmigo. Sobretodo porque el negocio de superhéroe no te paga una mierda, es más, te hace perderlo en supertrajes, superarmas y demás mierdas, y yo quiero el dinero. ¿Tienes dinero?

Cable apretó la mandíbula. Estaba perdiendo el tiempo con este idiota que se empeñaba en salvar a un niño pero se negaba ante la posibilidad de salvar a más gente.

– No.

– Entonces paso. Pregúntale a Domi si eso. O a coloso. Coño, acude a los X-men directamente. Seguro que te vendría estupendamente tener al calvo de la silla de ruedas, a Wolvie y a Sansa a tu lado en tus fantásticas aventuras como el nuevo Mesías. ¿No le has preguntado ya a ninguno de esos vírgenes modositos?

– No. Ni tengo intención de dirigirme a ellos. – No por ahora, al menos. Su forma de pensar y actuar chocaba con la de Charles Xavier, y honestamente Scott Summers también jugaba su parte en el porqué Cable se negaba a trabajar con los X-men. Claro estaba que cuando fuera absolutamente necesario se mordería la lengua y acudiría a ellos a por ayuda.

Wade parecía confundido con su respuesta.

– ¿No vas a dirigir– espera, creí que te habrías ido con ellos aquella noche después de ya sabes, electrocutarle el culo al Juggernaut. – "y de salvarme a mi el culo" pareció que iba a añadir cuando abrió la boca para seguir hablando y su expresión se suavizó un poco antes de desviar la mirada y callarse. No obstante volvió a fijarse en el mutante cuando respondió.

– No, Wade. – Respondió cansado– No me fui con ellos.

– ¿Entonces donde coño te estás hospedando si no es en la mansión? ¿En un motel?

– Robé un camión. – Contestó Cable con simpleza.

Wade parpadeó un par de veces y luego se rió, fuerte y de forma forzada.

– Cable, el Terminator empeñado en salvar el mundo vive en un triste camión robado.

Cable cerró los ojos y suspiró con evidente fastidio. No tenía ganas de escuchar bromas estúpidas. Apoyó los codos en la barra y giró la cabeza al frente. Vio por el rabillo del ojo a Wade pasar los dedos por el filo de su vaso vacío, haciendo que este chirriara de vez en cuando. Parecía un crío. Sintió una punzada en el pecho, su hija solía hacerlo para fastidio de su madre.

"Cielo, deja de hacer eso". Casi pudo oírla en su mente. Cable volvió a cerrar los ojos con fuerza y tragó saliva.

– ¿Sabes? – Wade por supuesto siguió hablando. – Yo tampoco tengo donde vivir. ¿Que narrativamente conveniente, no? – rió entonces silenciosamente y Cable dirigió de nuevo su mirada a él.

– Yo creí que vivías con esa anciana. Fue el primer lugar donde fui a buscarte antes de acabar en este bar de mierda.

– Ah, sí. De momento sí, pero no para de lanzarme indirectas para que saque mi culo de su casa y me busque mi propio piso. Dice que. – Se detuvo y su expresión pasó a ser una de exagerado asco– Dice que conmigo ahí no puede traer a sus ligues a casa.

Se estremeció incluso como el dramático que era, y en otra ocasión una de las comisuras de Cable se hubiera elevado en una pequeña sonrisa, pero ahora nada en el mundo podría hacerlo sonreír.

– Es... Es... Ew. No pude evitar que llegaran imágenes indeseables a mi cabeza sobre eso y ahí se han quedado, que ascazo.

– Que desafortunado.

– No dormiré en dos días. ¡Lo peor es que me siento hasta mal, tío! ¿Quién soy yo para obligar a estar sin sexo a una anciana ciega? Tendré que mudarme cuando antes. Siempre he odiado las mudanzas, pero por suerte solo he de buscar un nuevo piso e irme sin tener que cargar pesadas maletas porque no tengo ningún material que trasladar, aparte del traje y mis katanas, claro está. – Hizo una pequeña pausa –. A veces me pregunto como sobrevivieron a la explosión. Quizá se meterían en un agujero argumental de la película y se quedaran ahí a salvo durante esta.

A veces no entendía de que demonios hablaba y se arrepintió por un segundo de preguntar lo siguiente.

– ¿Que explosión?

– Mi anterior piso. Hizo BOOM. – Juntó entonces las puntas de sus dedos y luego separó las manos a la vez que con la boca imitaba el sonido de una pequeña explosión. – Una fuga de gas. Sí. – Rió un poco y giró la cabeza. La sombra de una sonrisa triste pasó por su rostro y Cable era suficientemente listo como para no hacer más preguntas al respecto.

No sabía que decir, así que fue un alivio cuando Wade siguió hablando. Al parecer el payaso no callaba ni debajo del agua.

– ¡Así que! Se me ha ocurrido una idea. Tú no tienes casa, a mi me han echado. Yo tengo dinero, y tú, a juzgar de que vienes del futuro en una misión improvisada, no trabajas y estás en un bar calentando un taburete sin consumir ninguna bebida alcoholica, deduzco que tienes cero moneditas y probablemente un par de pelusas en tus bolsillos vacíos. Já, chupate esa, Sherlock. Esto no es tan complicado.

El mutante lo escuchó entrecerrando los ojos. Quería meterle un puñetazo para que cerrara esa irritante bocaza, pero había conseguido su atención, y esperó a que siguiera explicando que estúpida idea se le había pasado ahora por la cabeza.

– …Lo cual me hace pensar que una buena opción para ambos sería compartir piso. Y solo porque me salvaste el culo cuando no tenías porque hacerlo y por la bondad de mi grandioso corazón te dejaré quedarte de gratis un par de meses, luego te tocará soltar a ti también dinerito si es que sigues queriendo vivir en el piso, pf, por supuesto. Búscate trabajo en alguna parte. En un puesto de helados o de perritos calientes, como sea. Heh, fijo que sería gracioso verte así. Sin duda me pasaría a comprarte perritos y helados muchas veces.

Cable parpadeó. No tuvo que pensarlo dos veces.

– Eso estaría bien.

Wade en cambio fue el sorprendido, abriendo bastante los ojos.

– ¡¿De verdad?! ¿Ya está?

Cable frunció el ceño. ¿Por qué se sorprendía tanto?

– No es como si tuviera otra opción.

– Wow, había esperado un poco más de debate. "no pienso vivir contigo, estúpido consolador anal" "¡Pero Cable, seré una buena esposa y mantendré la casa limpia!" "No, ni hablar, preferiría vivir debajo de un puente"

Nuevamente, Cable suspiró irritado y negó un poco con la cabeza mirándolo.

– Domino me recomendó un piso así que podemos ir a echarle un ojo. ¡Ah, por cierto! – Alzó el dedo índice – Soy pésimo en la cocina, así que dado que no vas a contribuir en el alquiler del piso, la comida la vas a hacer tú. – y ahora lo señaló a él con ese mismo dedo–.

Antes de poder formular una respuesta, uno de los clientes mercenarios del bar que se había llenado bastante en los últimos cinco minutos se adelantó. Al parecer había escuchado parte de la conversación.

– No serás entonces tan buena esposa. – Comentó este, ganándose así una fuerte colleja de parte de Wade, que eventualmente iniciaría una violenta pelea en el establecimiento.

– ¡Ese pensamiento es sexista!

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Así que Cable había aceptado aquella tarde compartir un piso con el mercenario bocazas. Solo ojearon uno, ese del que Domino al parecer le había hablado a Wade. Les convenció a ambos así que se quedaron con ese. Era pequeño, pero suficiente espacioso para que dos hombres pudieran hacer vida normal en él.

O todo lo normal que podría ser convivir con Deadpool, quien no callaba ni debajo del agua y sacaba a Cable de sus casillas pero si no le había partido la mandíbula de un puñetazo a estas alturas seguramente sería capaz de aguantarlo unos meses más. No podría ser tan malo, se dijo el mutante para sus adentros.

La cosa estaba en que Cable había sido bastante ingenuo al pensar semejante tontería y de haber sabido como sería su vida una semana después se hubiera negado rotundamente a tomar esa decisión.

Wade era un completo irresponsable y descuidado que mantenía el piso hecho un desastre. Más de una vez Cable le había tenido que exigir que quitara toda su basura del salón a gritos. Camisetas, pantalones, (incluso calzoncillos hablando de prendas) y bolsas vacías de patatas fritas y de diferentes ''snacks''. Parecía que la violencia funcionaba con Wade, que obedecía una vez Cable traía consigo un cuchillo de la cocina.

En una de esas ocasiones Cable frunció el ceño fijándose en una prenda tirada justo enfrente de la puerta abierta de la habitación (completamente desordenada) del mercenario.

– ¿Trajiste a una mujer anoche?

La expresión de Wade denotaba sorpresa, pero eso no le impidió bromear.

– Nope. Si hubiera traído a una mujer anoche, te habrías enterado. Ya sabes, por sus gritos.

– ¿Y qué cojones hace eso ahí? – Apuntó el cuchillo en dirección a la prenda rosa en cuestión.

– Oh. – exclamó Wade como si fuera algo sin ninguna importancia. – El tanga es mío. – Dijo antes de agacharse a recoger una bolsa de Doritos del suelo e irse a la cocina para tirarla a la basura.

Cable parpadeó un par de veces y gruñó con la desagradable imagen mental que llegó a él mirando la prenda. Dejó el cuchillo en la mesa del comedor y se fue directo a su cuarto para cerrar de un portazo. Le ponía de los putos nervios y necesitaba urgentemente un descanso de él.

Fue una semana después de empezar a vivir juntos cuando Wade le hizo la pregunta.

– ¿Te das cuenta de lo absurdo que es que seamos compañeros de piso pero no tenga tu número de teléfono? – Le habló el menor al asomar la cabeza de su habitación mientras Cable cortaba una zanahoria en la cocina. – De hecho ni siquiera tienes móvil. ¡Y no sé ni cómo te llamas! – Estaba caminando hacia él ahora, siguiendo los movimientos que realizaba su mano no biónica con la mirada. Se apoyó en la pared detrás del mutante y se cruzó de brazos–.

– Así que... Cable, ¿cómo te llamas?

– Nathan.

– ¿En serio? Venga ya. – Por su tono de voz le pareció decepcionado, pero al mutante no le importaba. Terminó con la zanahoria, la apartó y se puso a trocear la cebolla.

– Sí, en serio.

No le preguntó por qué le extrañaba su nombre, de todas formas estaba seguro de que Wade seguiría hablando solo y se lo contaría quisiera o no.

Nathan últimamente era todo monosílabos y frases cortas, lo cual algunos pensarían que irritaría al mercenario, pues tendría que sacar siempre él los temas de conversación y podría llegar a cansarle, pero no fue así. Wade hablaba bastante por los dos y visto lo visto le daba absolutamente igual que Cable tuviera cero interés en él. Él seguiría conversando.

– Había esperado algún nombre molón... Que decepción más decepcionante. Nathan. ¡Nathan! Duh. Eso no suena nada futurista.

Nathan ni le respondió.

Wade chasqueó la lengua y tras echarle una rápida y última ojeada abrió la nevera y sacó de ella una botella completa de leche.

– Un placer, Nate. Ah, nos hemos quedado sin leche. Cuando vayas a comprar trae más.

Dicho eso se dio la vuelta y desapareció de nuevo con la botella de leche en su habitación.

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– Nate, Nate, Nate.

(Un gruñido de fastidio como respuesta)

– ¿Que lees? ¿Es una novela romántica cursi de esas que en su portada tienen a un hombre con una camisa desabrochada que permite ver su musculoso, bronceado y bien definido pecho?

– No.

– No seas tímido, yo leo muchas de esas. A veeer. – Y cuando Wade estando detrás de él en el sofá se inclinó hacia delante hasta dejar medio cuerpo colgando del respaldo y con una mano ladeó el libro para poder ver la portada y descubrir que leía el contrario, Cable se hartó de sus tonterías de niño y le golpeó con el puño en la cara. Fuerte.

– ¡Au! – Wade se quejó y dejó caer todo su cuerpo encima del sofá al caer de lado, con la cabeza cerca del regazo del contrario. Se llevó las manos a la cara. Nathan sabía que probablemente le habría roto la nariz (¿Qué más daba? Se regeneraba.) y ni siquiera había usado su brazo tecnoorganico al asestarle el golpe. Apretó con fuerza la mandíbula observando la expresión adolorida del menor y se levantó del sofá para irse a su cuarto empujado por sus demonios.

No lo aguantaba. Necesitaba silencio. Necesitaba aislarse del mundo por un momento y olvidar su situación. Olvidar que estaba en una línea temporal que no era la suya, que no podría volver a abrazar a su hija, y que algunas veces, se arrepentía de no haber usado su último viaje para volver con ella, aunque eso significara dejar morir a Wade. Y se sentía culpable a veces porque Wade tenía buen corazón y hacía todo lo posible por llevarse bien con él, buscando temas de conversación hasta por debajo de las piedras e intentando hacerlo reír en incontables veces sin tener ningún éxito, porque a Nathan nada conseguía hacerlo reír ya que no podía estar más hundido en la miseria.

No salió de su cuarto en toda la tarde, y mandó a Wade a paseo cuando llamó a su puerta con los nudillos y le informó de que había pedido pizza. Incluso tras una pausa añadió "y no tiene piña. Sé que no te gusta".

Que hubiera pensado en él en ese detalle de algún modo le hizo sentir muchísimo peor.

– ¡Déjame en paz, Wade!

Y eso bastó para que se fuera como un perrillo obediente y triste con el rabo entre las piernas.

Nathan sabía que estaba teniendo últimamente serios problemas de ira. También sabía que se estaba apagando poco a poco y sumiendo en la depresión, y que era un puto egoísta, porque no era el único que sufría. Wade también cojeaba emocionalmente y necesitaba afecto. Estaba claro que lo pedía a gritos y él se lo negaba cada vez.

''Nate, ¿vemos una película?''

''No tengo ganas''

''Nate, ¿qué canal quieres que ponga?''

''Me da lo mismo, yo voy a salir fuera''

''Nate. ¿Qué haces de cena?''

''Ya lo verás. Recoge tu mierda del salón o no probarás bocado''

''Nate-''

''¿Nunca cierras la bocaza?''

Le resultaba fácil ser así de cortante con Wade. Siempre bromearía, incluso cuando le hacía daño físico. No podía tomarselo en serio. (No quería permitirse hacerlo) pero la realidad era que Wade era una jodida persona con sentimientos que sufría al igual que él, y dejó de ser un capullo y hacer ojos ciegos a ese hecho cuando tras dos semanas en las que apenas se vieron porque Cable estuvo la mayor parte del tiempo fuera de casa, una noche de insomnio escuchó un grito procedente de la habitación de Wade y sonaba realmente angustiado. Se quedó observando el techo de la habitación solamente iluminado con la luz de la luna que entraba por la ventana. Soltó un pequeño suspiro. Durante un par de minutos no escuchó nada, y luego de nuevo, otro grito. Se levantó entonces de la cama y caminó descalzo hasta la habitación del mercenario. Guió la diestra al pomo de la puerta y desde ahí, alcanzó a oír la respiración entrecortada de Wade, como si estuviera encerrado en una pesadilla en la que se veía privado de oxígeno de alguna forma y no pudiera respirar.

Cable abrió la puerta y entró dentro. Se lo encontró en posición fetal en ropa interior y con las sábanas arrugadas hechas un ovillo a los pies de la cama. Estaba sudando del agobio que parecía provocarle aquel cruel sueño.

No debía hacerlo, Cable lo sabía, que además de ser un capullo con Wade estaba invadiendo su privacidad, pero lo hizo de todas formas y usó sus habilidades telepáticas con el mercenario.

Varias imágenes llegaron a Cable y fueron desgarradoras. Vio exactamente lo que Wade estaba viviendo en la pesadilla. Estaba encerrado en una cámara de cristal al parecer sin apenas aire que poder respirar. Fuera de ella había actividad. Gente en camillas inmovilizada. Un hombre vestido con uniforme de doctor arrancándole los dientes a otro atado y que gritaba desesperado mientras la sangre ya caía por las comisuras de su boca. Otro tipo siendo electrocutado. Otro siendo ahogado. Otro más recibiendo un disparo en la cabeza al ser descartado del programa.

Gritos y sufrimiento allá donde mirara, pero él (Wade) seguía encerrado en la cámara.

La escena del sueño cambió entonces. Ya no había luz fuera de la cámara, debía ser de noche. O tal vez su mente solo estaba centrada en él y sus emociones en aquel momento obviando al resto de personas siendo torturadas en la sala. Los sueños raramente tenían todo el sentido.

Nathan no podía sentir su dolor, solo ver, así que solo observó los pies y las manos de Wade, con su piel blanca y suave en condiciones normales empezando a cambiar lentamente a su estado actual.

Los gritos que escuchó ahora eran de Wade, pero no dentro del sueño. Sino del real que estaba sufriendo la pesadilla en la cama rememorando un suceso traumático.

Cable no se quedó a ver más. Avanzó hacia él dejando de lado las escenas que había visualizado al romper la conexión con la mente del mercenario y tocó suavemente con dos dedos la sien del contrario.

Cerró los ojos, y poco a poco, logró hacer desaparecer aquellas imágenes desgarradoras y proyectó otras imagenes diferentes y más agradables en la mente ajena.

La mansión. Russell. Yukio y Negasonic cogidas de la mano y sonriendose la una a la otra. Coloso. Su hogar, ajeno a cualquier conflicto, calmado, invitador. La televisión encendida emitiendo aquella dichosa serie que tanto le gustaba ver con Bea Arthur. ¿Golden Girls?

Bacon. Café. Tacos recién hechos y humeantes.

La respiración del mercenario había vuelto a la normalidad. Su torso subía y bajaba con lentitud, con respiraciones profundas.

Cable deslizó un poco sus dedos hacia abajo, pasándolo por la mejilla del mercenario y sintiendo la textura de su piel hasta llegar a su mandíbula. Notó la humedad en su rostro a causa de las lágrimas.

– Lo siento, Wade.

Y no se estaba disculpando solo por su pesadilla.

Retiró la mano. Giró sobre sus talones para abandonar la habitación y cerró sigilosamente la puerta detrás de él.

No durmió mucho esa noche.

Pensó en Wade, en su relación con él y llegó a la conclusión de que le estaba mostrando un lado que no pertenecía realmente a él. Nathan no era así siempre y no quería ser visto de esa forma.

Se propuso controlar el mal genio que tenía esos días y tratar de llevarse mejor con el mercenario que no estaba en una situación muy diferente a la suya.

Había perdido también a su familia, Vanessa, y no tenía tampoco muchas personas con las que poder hablar teniendo en cuenta que Cable prefería el silencio e ignorarlo como si fuera un mueble y había notado que no tenía muchos amigos con los que poder conversar.

Pero a la mañana siguiente no tuvo la oportunidad de enmendar sus errores, el mutado se había ido sin dejar ninguna nota y no volvió en cinco días.

Supuso que estaría en una misión porque sus katanas habían desaparecido junto a él así que no le dio demasiada importancia, aunque si que le extrañó que no avisara.

Pensó un día mientras montaba su arma después de limpiarla haciendo uso de la telequinesis con varias piezas esparcidas en la mesa del salón que Wade habría dado por hecho que no le importaría adonde fuera, ni echaría de menos su ausencia, así que no tenía sentido avisar.

Era algo doloroso admitir que solo unos días atrás, antes del momento Me He Dado Cuenta De Que Estoy Siendo Un Capullo™, la teoría de Wade hubiera sido del todo cierta.

No le habría importado lo más mínimo el paradero de Wade, y de hecho, se hubiera alegrado de su ausencia.

Pero ya no.

Comprendió porque su hija lloraba cuando le quitaba un juguete que había tenido totalmente ignorado durante meses con intención de tirarlo y estiraba sus pequeñas manos hacia él para que se lo devolviera.

Porque una vez que probó realmente lo que era la soledad, sin los chistes de Wade, sin sus animados ''¡Buenos días!'' cuando despertaba y sin su sola presencia en el piso, Nathan se dio cuenta de que no era el silencio y soledad lo que quería.

Al quinto día de su desaparición Nathan se durmió en el sofá viendo la televisión hasta tarde esperando al mercenario.

Abrió los ojos al escuchar un fuerte ruido procedente de fuera del piso y se encontró con la televisión totalmente silenciada emitiendo un anuncio sobre cereales.

– ¿Wade? – Preguntó a la oscuridad sin recibir respuesta. Escuchó otro pequeño golpe fuera y eso fue todo cuanto necesitó para levantarse e ir a abrir la puerta. Solo lo saludó la negrura del pasillo. Salió afuera y por un momento se replanteó volver a entrar a buscar un cuchillo, Pero descartó aquello, de haber alguna amenaza se las arreglaría bien con su telequinesis. Podría usarla solo por unos pocos segundos, pero los suficientes para torcer una mano armada o crujir algún cuello.

Avanzó un poco más por el pasillo hasta que llegó al interruptor de la luz en el pasillo y lo accionó. Se encontró con el ascensor que no funcionaba desde que se habían mudado y siguió caminando un poco más en línea recta hasta que vio las escaleras y al mercenario tumbado en estas completamente inmóvil y tiñiendolas con su sangre.

– ¡Wade! – Este mantenía la cabeza ladeada y apoyada en la pared, su máscara puesta junto con el traje al completo y sus katanas, y parecía estar mirándolo, pero por los ojos de su máscara no podía saber si se mantenía despierto o no. Un gran corte se discernía en su pecho y separaba su traje en dos partes, y aunque la luz del pasillo no iluminaba las escaleras pudo ver como su acelerado e increíble factor curativo trabajaba para cerrar la herida.

O había sido una herida muy grave o el mercenario había sido atacado recientemente en su propio edificio. Cable apretó la mandíbula y bajó rápidamente los escalones haga llegar a él, vislumbrando la sangre que manchaba los escalones más abajo, confirmando que se había arrastrado hacia allí.

– Wade.

Siguió sin recibir ningún sonido.

Pasó uno de los brazos del menor por sus hombros y se fijó en las escaleras. Iba a ser difícil subirlo él solo de esa forma, así que pasó su otra mano por debajo de sus rodillas y lo sostuvo así hasta llegar de nuevo a su piso. Aquello hubiera resultado más sencillo si Wade no fuera tan grande, pero llegó bien. Cerró la puerta detrás de ellos con el pie y dejó al mercenario cuidadosamente en el suelo enfrente del sofá. Estaba empapado de sangre y no quería mancharlo.

Retiró sus katanas dejándolas a un lado y le quitó la máscara.

Tal como pensaba, mantenía los ojos cerrados, falto de vida. Exhaló un largo suspiro y se sentó a su lado, observando el destrozo en su traje.

El corte ya se había cerrado, y en su pecho la única evidencia de haber sido atacado era la sangre.

Nathan se quedó observando su piel suave y libre de cicatrices después de la regeneración y se preguntó como funcionaría el cuerpo del mercenario y cuanto tardaría en cicatrizar su piel.

Podía mantenerse con vida después de ser partido por la mitad, e incluso con su cráneo siendo travesado por un objeto punzante. ¿Que haría falta para llevarlo a la muerte? ¿Por qué habría muerto ahora? El corte no parecía haber rozado su corazón en cuanto lo vio en las escaleras si es que esa podía ser la causa. Ahora mismo, al tenerlo cien por cien curado no podría decirlo con certeza. Solo tenía el agujero en su traje para guiarse.

Wade seguía sin despertar.

Cable se levantó y por precaución unió todas las piezas de su arma hasta haberla formado al completo y la dejó intacta. La llevó con la telequinesis a la mesa de la cocina, y esperó.

Cinco minutos después Wade despertó dando una bocanada de aire y haciéndolo sobresaltar. Se agachó a su lado.

– Wade –. Este parpadeó observando al frente con los codos apoyados en el suelo inclinándose levemente hacia adelante, sin reconocer su presencia. Se dejó caer hacia atrás, apoyando la cabeza en el suelo y extrañamente, sonrió un poco. Nathan seguía observándolo.

– Bienvenido de nuevo al mundo de los vivos, idiota. ¿Qué recuerdas?

Wade cerró los ojos, su sonrisa inexplicablemente se acentuó, pero en cuanto habló, entendió todo.

– Ness...

Cable suspiró con un deje de tristeza, agachando la mirada. Sabía que estaba viendo a su novia muerta.

De pronto el menor comenzó a reírse de forma débil sin sentido.

– ¿Nate?

– Sí, Wade. – Repuso con calma–. Estoy aquí al lado.

– ¿Ves... essso?

Su ceño se frunció levemente.

– ¿Ver qué?

El mercenario volvió a reírse y señaló algo frente a él, al techo. Nathan tomó su mano y la bajó hasta presionarla delicadamente en el pecho del mercenario. Wade aún sonriente se giró y clavó la mirada en él, con las pupilas mucho más dilatadas de lo normal de forma que hacía preocupar a Nathan.

– No hay nada ahí, Wade. Acabas de volver a la vida. Probablemente tu cabeza se haya visto dañada también al caer. – Desde luego había escuchado un fuerte golpe. Wade estaba mirando atentamente ahora su propio pecho, donde Nathan mantenía su mano aún encima de la suya. Cable la retiró –. Descansa. Voy a prepararte un baño. Estás empapado de sangre. Y joder, no pienso fregar yo el suelo.

Eso le arrancó otra risa, aunque silenciosa e hizo que Wade lo mirara a la cara cuando Nathan se levantó.

– Tú preparándome un baño a mi. Desde luego si que me he debido de golpear fuerte en la cabeza.

– Mmm. – los labios de Nathan se curvaron sutilmente en una pequeña sonrisa. – No te acostumbres.

– Nah, tranquilo.

– Dime, ¿que recuerdas por ahora?

– Mmm... – Pareció esforzarse. – No me acuerdo de nada.

Nathan suspiró. No lo presionó, no estaba en condiciones de pensar con claridad.

– Oye... Nate.

– Dime.

– ¿Me dejas tu super-pistola molona para mi próxima misión? – Parpadeó repetidas veces de forma encantadora.

– Acércate a mi pistola y te parto las piernas.

– Tenía que intentarlo.

.

Con su intento de dejar de ser "un borde de mierda" como Wade lo había llamado en una ocasión Nathan notó una nueva cercanía entre ellos, porque Nathan de verdad estaba haciendo el intento aunque a veces le costaba controlarse y no estallar, pero Wade parecía comprenderlo (a pesar de que no le hubiera explicado sobre su problema) y lo aceptaba.

– Oye. Hey. – Lo saludó un día Wade tras salir de su habitación a las dos pm. (Se acostaba tarde y por ende se levantaba muy tarde) Vestía únicamente sus calzoncillos de hora de aventuras y su máscara. El porqué de la máscara algunos días en casa era un enigma para Nathan, pero se había dado cuenta con el tiempo de que Wade la llevaba en sus días malos cuando estaba más depresivo de lo normal. A veces se levantaba alegre sin ella y tras volver de la calle se la ponía y pasaba unos largos minutos callado.

Nathan no necesitaba preguntar para saber que le había pasado en la calle y a veces le dolía un poco el corazón ante el pensamiento.

– Naate. – Le picó en la mejilla con el índice mientras el mutante leía un libro. Esta vez no le metió un puñetazo como la vez anterior, gracias al cielo.

– ¿Mm?

– Hazme sitio que voy.

Era un sofá pequeño y Wade tenía la manía de tumbarse siempre en él así que Nathan ya supo que tenía que sentarse en la punta para comodidad del señorito.

– Gracias, cuqui.

Desde luego no se esperó que Wade se tumbara y dejara caer pesadamente los pies descalzos sobre su regazo, casi tirándole el libro.

(Y aunque trataba de controlarse a veces Wade se lo ponía muy difícil.)

– Upsie. Perdón – Sonrió el mercenario que al parecer lo había hecho a propósito jugando. Nathan suspiró. – Ya no me ladras ni me amenazas con apuñalarme.

– Nunca te he ladrado.

– Pero gruñes. Mucho. Pareces un oso.

– Me sacas de mis casillas, ¿que esperas?

– ¿Pero ya menos, no? Es decir. Ahora estás más tiempo en el salón. Antes apenas salías de tu cuarto o ni siquiera pisabas la casa, cosa que me hace preguntarme que coño haces por allí afuera que te mantiene tan ocupado.

No estaba listo para tener esa conversación asi que se quedó con la última parte.

– ¿Ahora te interesa saber que hago en mis fantásticas aventuras como mesías? – Bromeó usando las mismas palabras que Wade aquella vez.

– Mm. Tal vez. –apoyó el libro sobre el tobillo de Wade aunque no siguió leyendo. Descubrió que no quería y prefería la compañía de Wade ahora. Tras una pausa, este suspiró– y tal vez... quiera ayudar con lo que sea que haces, Jesús Mutante.

Eso le hizo sonreír.

– ¿De verdad?

– Si, ugh. Cállate.

– ¿Que te ha hecho cambiar de idea?

– No lo sé. He tenido segundos pensamientos.

– Me alegra eso. – Wade también pareció quedarse complacido con su respuesta y se sumieron en el silencio por unos minutos.

– Nate.

– ¿Si?

– No recuerdo nada de... el otro día. Cuando la palmé según tú en las escaleras. ¿Crees que es raro?

Cable arqueó una ceja, extrañado.

– ¿Sigues sin recordar nada?

– huh... Bueno. Recuerdo haber estado subiendo las escaleras con una mano en el pecho antes de perder el conocimiento y caer al suelo. Antes de eso no recuerdo nada. No sé en que lió me metí para acabar así.

– Nunca te ha preocupado meterte en líos ni cabrear a nadie. ¿Te preocupa el hecho de haberlo olvidado?

Wade no respondió al principio pero asintió con la cabeza.

– Sí, exacto… Doctor Summers. – Replicó con un tono de burla como si Cable fuera ahora su psicólogo por tantas preguntas.

– ¿Te ocurre a menudo?

– No... Sí. ¿A veces?

En WadeWilsonés aquello significaba que con frecuencia.

– ¿Crees que puede ser cosa del cáncer? – Inquirió con incertidumbre el menor, y lo que Nathan interpretó, una pizca de miedo– Tal vez por un... tumor en mi cerebro.

– ¿Tumor? ¿Tu factor curativo no controla el cáncer?

– Solo hasta cierto punto. Y... sé que se me forman tumores. – Murmuró por lo bajo y Nathan que había tenido el libro olvidado y había estado mirando de hito en hito al mercenario escuchando con interés lo cerró y lo dejó a un lado del sofá. No lo necesitaba ahora. Colocó una mano en su tobillo y notó al contrario tensarse por un momento antes de relajarse al pillarlo desprevenido.

– Nunca te he visto ninguno.

– Bueno, yo sí. Los he notado. ¿Sabes que mi cáncer afecta a diferentes partes de mi cuerpo, no?

– Sí, sé que tienes varios tipos.

– Uno de ellos, es. Huh, el cáncer de próstata.

Nathan parpadeó. No entendió a donde quería llegar con eso.

– ¿Y...?

Wade emitió un sonido de exasperación y levantó un momento el pie para luego dejarlo caer y darle un golpecito a Nathan en su regazo.

– Tumor. Próstata. Ya imaginas como me di cuenta. Te juro que me jodió el momento sexy. Vi estrellas y no en el buen sentido.

Por fin entendió.

– Oh.

Wade apartó sus piernas y se echó hacia atrás en el sofá, abrazándose a sus rodillas y haciéndose pequeñito.

– Sí, oh.

– Wade...

– ¿Crees que esto puede empeorar? ¿Más episodios de amnesia? Tal vez un tumor cerebral haga que me vuelva majara.

– ¿Más aún?

– Que te jodan, tío. – Le espetó aunque hubo un toque de humor en su voz de todas formas.

– Aunque sea así y el problema sean tumores, sabes que es algo temporal. Tu factor curativo actúa rápido.

– Pero sigo sin recordar...

Nathan nunca había sido muy bueno con las personas. En cuanto a sentimientos y emociones era un desastre, y muchas veces se había visto incapaz de animar a su mujer en momentos en los que ni la risa a la que siempre recurría lograba calmar su dolor.

"La risa es la anestesia natural. Las lágrimas duelen demasiado." recordó a Wade decir en una ocasión.

Pero ahora no se estaba riendo y Nathan se sentía un inútil por no poder ayudarlo, porque él no entendía como funcionaba el cuerpo del mercenario. Y al parecer, ni el propio Wade lo hacía.

No tuvo mucho tiempo para pensar en una respuesta, Wade pareció darse cuenta de la posición vulnerable en la que estaba y se levantó enseguida.

– Wade. – Lo llamó al momento Nathan, preocupado por lo que pudiera hacer. No era la primera vez que lo había visto hacerse daño cuando estaba mal.

– ¡Voy al lavabo, no te preocupes! No problemo. Es solo que me estoy meando.

Cable suspiró. Por supuesto Wade pasó más tiempo en el baño que el que vaciar la vejiga requeriría, pero cuando fue luego de unos minutos a preguntar si estaba bien y recibió una respuesta se sintió aliviado de que al menos, no se hubiera quitado la vida.

Al salir Wade del baño Nathan había pedido pizza. Una con aceitunas y piña, tal como le gustaba al mercenario, por desagradable que le resultara a él. Al escuchar el timbre de la puerta Wade alzó la cabeza del posabrazos del sofá donde la mantenía apoyada viendo la televisión y lo miró con confusión. Nathan le sonrió y caminó hacia la puerta.

Al abrir esta y ver al pizzero Wade pegó un brinco desde el sofá como un crio.

– ¡Has pedido pizza!

– Sí, resulta que sé como se pide una pizza. – respondió con tono burlesco con cierta diversión a la vez que pagaba al hombre con la cantidad exacta de dinero y recogía las cajas de pizza. Cerró la puerta y al girarse vio a Wade pasar por su lado con rapidez hacia la cocina para sacar un par de vasos y llevarlos a la mesa del comedor frente a la tele. Nathan resopló por la nariz, le hacía gracia la emoción del menor.

Al menos podía animarlo con la comida, ¿no?

Una vez estuvo la mesa puesta con el mantel y los vasos Nathan dejó las cajas con la pizza encima de esta y se sentó en el sofá. Antes de que pudiera coger el mando de la televisión para cambiar de canal por uno que no emitiera aburridos anuncios Wade ya se había dejado caer a su lado y había levantado la tapa de la pizza.

– ¡La has pedido con piña!

– Debe ser un error. Fui claro al decir que no quería piña.

– Ajjjá. Y seguro que también dijiste que la querías sin aceitunas.

– Tal vez. – Cable disimuló una sonrisa. Al final dejó en la televisión un programa que en ocasiones resultaba divertido. Subió el volumen y apartó el mando para después girarse a mirar al mercenario. Wade se había levantado la máscara a la altura de la nariz para poder comer y ahora lo estaba mirando con una sonrisa de oreja a oreja. Se había iluminado como un árbol de Navidad.

– Seguuro. Sabía que en el fondo eras un blandito y un trocito de pan. Joder, podría comerte los morros ahora mismo. Que ganas de chupartela.

– Acercate y-

– Me partes las piernas, si, sí. Ya lo sé. Te vuelves muy repetitivo.

Cable no contestó, solo negó con la cabeza, frunciendo los labios para evitar una sonrisa que inevitablemente hizo acto de presencia en cuanto el impaciente del mercenario cogió un trozo caliente de pizza y se la llevó a la boca para darle un buen mordisco, soltando después un grito al obviamente haberse quemado. Sonó incluso más afeminado de lo normal y Cable soltó una corta carcajada. El mercenario estaba moviendo las manos arriba y abajo con rapidez.

– ¡Mmmf! ¡Me cago en la puuuuuuta! ¡Quema, quema!

– Eres jodidamente idiota, Wade. – Le espetó entonces Nathan con un deje de cariño en su voz.