Hola! Este es mi primer fic, sé que puede estar falto de sentido. Pero necesito que sean buenos conmigo por favor. Espero que les agrade, el fic esta basado en un sueño que tuve, sé que es un poco raro. Los personajes son los mismos, pero con otros nombres, cuando lean un poco ya entenderán. Quiero aclarar que los personajes NO me pertenecen, son de Rumiko-chan. Hago esto sin ánimo de lucro. La Izayoi de la que hablo no es la madre de Inuyasha.
UNA NUEVA OPORTUNIDAD DE VIVIR
¡No le podía estar pasando esto otra vez! Por cuarta vez en la semana se retrasaría a la hora de presentarse al instituto. Además si le añadíamos que Yura la estaba esperando junto a la parada del autobús, seria un castigo mortal.
Yura era su mejor amiga desde prescolar, cuando la defendió de un niño que le quería quitar su coche de juguete. Recordaba ese día como si hubiera sido ayer mismo. Yura era una chica muy bonita, de cabello dorado que le llegaba hasta la mitad de la espalda. Sus ojos eran de un color marrón chocolate penetrante. La joven tenia una estatura alta, al menos lo parecía para Izayoi, porque le sacaba unos cuantos centímetros. En lo referente al carácter, en ocasiones podía ser muy amistosa y simpática, pero cuando la hacías enfadar era mejor esconderse y esperar a que todo pasara. Una de las veces que más se cabreo fue porque se retrasó unos segundos de la hora acordada. La verdad no era una ocasión para recordar. Miró la hora en su reloj, abrió los ojos como platos y echó a correr más velozmente.
Si no se daba prisa ese día seria el último de su existencia. Recorrió dos calles más, ¿porque narices la parada del autobús debía estar en la otra punta de la ciudad?
Finalmente consiguió llegar a su meta. Mientras cogía una cantidad de aire excesiva por las fosas nasales y la boca, escuchó la terrorífica voz de su ya cabreada amiga recriminándola.
-¡Izayoi baka , eres una lenta! ¡Ya llevo dos minutos esperándote! – Eso definitivamente no era bueno, cuando Yura estaba cabreada la llamaba por su nombre de pila completo y comenzaba a maldecir en japonés. Desde luego le iba a caer una buena…
-¡Es…es…espera! – Izayoi se detuvo para tomar una bocanada de aire antes de hablar-Puedo explicártelo ¡Tengo una escusa!
-Pues mas te vale que sea buena – no se acordaba de que Yura no se amedrentaba por nada- sabes que no me gusta esperar, el autobús llegara de un momento a otro y estaba impacientándome por tu largo retraso.
- Como siempre exagerando, lo siento pero es que esta noche no conseguí dormir en absoluto. He tenido una especie de pesadilla.
- Y… cuéntame, de que iba tu… ¿pesadilla?- como siempre la cara de enfado se sustituía por una de completa preocupación cuando le decía algún problema suyo, Yura siempre había sido como la hermana mayor de las dos.
-Mejor luego, ahora acaba de llegar el autobús repleto de gente. No quedaran asientos.
Yura parecía no estar muy contenta por la respuesta de su amiga. Su cara lo expresaba todo. Aunque seguramente después de clases ni se acordaría de la tan famosa pesadilla.
Izayoi pagó los pasajes de las dos. Era tradición para ellas que quien llegase la última tendría que sacar el monedero. A Izayoi le estaba empezando a disgustar la idea, pues ella era la que solía retardarse. Sin decir nada respecto al tema se situó al lado de su amiga y se cogió del asa que colgaba del techo del autobús. Durante todo el recorrido se mantuvieron en silencio, viendo a los peatones pasear a una velocidad menor a la que iban ellas. En una parada muy concurrida se bajaron siete personas, dejando seis asientos libres, Yura e Izayoi se sentaron para descansar. Aun les faltaba un buen tramo para llegar al instituto.
Cuando por fin llegaron habían pasado veinte minutos de trayecto, Yura se estaba desesperando, no podrían asistir a primera clase, pasaban diez minutos desde su inicio. Además, la profesora de matemáticas no seria tan amable de dejarlas pasar. Antes de poder alcanzar la puerta de su clase para probar suerte, se encontraron con un amigo, era un estudiante de intercambio español que se tomaba las clases a la ligera, su nombre era Daniel.
-¡Ey chicas!- dijo mientras levantaba la mano a modo de saludo-. Es raro veros a vosotras dos fuera de las aulas, ¿que os ha pasado?
Yura le miró con cara de pocos amigos. Él era la última persona con la que se hubiera querido encontrar. La joven siempre acudía a clases puntual, y luego se reía de él por su "incompetencia", como le gustaba llamarlo a ella. Ahora era ella la que cometía el error y no le gustaba en absoluto la idea.
-¡No me molestes! ¡Por una vez no me va a pasar nada!- Yura habló sin mirarle a la cara, pues sabía que si lo hacía vería el rostro de superioridad que le pondría él.
Pasó de largo con la cabeza gacha, provocando la risa del muchacho. La chica de cabellos castaños no sabía si intervenir o callarse, su amiga estaba haciendo el papelón por las dos.
-Hoy me he vuelto a dormir, y Yura se a quedado a esperarme por eso hemos llegado tarde- especificó Izayoi.
-Nah… como siempre Yura intentando parecer perfecta- contestó el adolescente entre risas ganándose la mirada penetrante y llena de odio de Yura. Pasando totalmente de su compañera enfadada se digirió hacia la persona que se encontraba más cerca suyo – Oye, Iza, esta tarde hay un festival, es el la plaza de "La Luna". Me preguntaba si… querrías…
-¡Claro que queremos ir contigo!- se anticipó Yura para que el chico no pudiera finalizar la frase. Ella ya suponía que Daniel quería algo con su amiga, pero como que se llamaba Yura no le dejaría tener ni una mísera oportunidad. Se ocuparía de que se buscase a otra- Iza, si quieres luego quedamos los tres, ¿eh? ¿ Qué te parece?
-Mmm… ¡vale! Lo único, tendréis que dejarme avisar a mi madre, estoy segura de que me dejará.
-Bien, ya de paso intentaremos ligarnos a algún tío buenorro, pero ahora tenemos que acudir a clases, ¡adiós Dani-kun!
Izayoi sólo atinó a despedirse con un gesto de cabeza y dejarse arrastrar por su amiga.
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Como siempre las clases habían sido un autentico rollo. Había transcurrido la mañana entre profesores pesados y clases agobiantes. A primera hora tuvieron que resistir la bronca de media hora de su "simpática" profesora de mates, luego a lidiar con el profesor de tecnología, el cual no hacia mas que bajarle la nota por cosas insignificantes, después vino lo peor de todo, la bruja de la clase de sociales. Aquella mujer era mortal, mandaba deberes por doquier y preguntaba sin parar, además de la gracia que te hacia encontrarte con un examen sorpresa un lunes por la mañana. Definitivamente odiaba a esa mujer, si se le podía llamar así. Era una mezcla tan extraña que nadie se atrevía a preguntar. Suerte que ahora le tocaba un descanso hasta la tarde.
-Mmmmm- gimió Yura con desdén – Estoy muerta, creo que esta tarde no asistiré. Me desvivo de ganas de ir al festival y no pienso resistir una puñetera clase más.
-Sí, te entiendo…-se limitó a contestar Izayoi. Estaba demasiado agotada mentalmente como para mantener una conversación coherente.
-¿Qué tal han ido las clases chicas?- preguntó una voz bastante familiar con entusiasmo.
-Daniel…- nombró Yura, si no era suficiente con tener que encontrarse con el por la mañana y la tarde además lo tenia encima a la hora de comer. ¡Aquello era el colmo!-¿Qué haces aquí otra vez, no tienes a nadie mas a quien estorbar?
-Que simpática, Yura- entornó los ojos Daniel para luego posarlos en su otra acompañante- Oye Iza, ¿que te ocurre? Tienes mala cara.
-Simplemente estoy cansada.
-Bueno espero que para esta noche tengas energías para poder disfrutar de la velada- finalizó antes de irse corriendo y dejar a las dos chicas con la palabra en la boca.
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Horas más tarde los tres adolescentes estaban parados junto a un puesto de algodón de azúcar.
-Ñam, ñam que bueno tiene que estar eso, quiero uno- dijo Izayoi estirándole de la manga a Daniel. Desde que lo conocía siempre la invitaba a tomar algo, y esta no sería la excepción.
-Esta bien, ¿de que sabor lo quieres?- mientras Izayoi se lo pensaba se giró hacia Yura y preguntó- Y tu, ¿quieres algo? Si quieres te lo compro.
Yura no tardó en contestar.
-Vale, gracias, lo quiero de Coca-Cola.- respondió con una enorme sonrisa en los labios.
-Pues yo lo quiero de fresa.- opinó Iza.
Mientras dejaban que Daniel les comprara su aperitivo se distanciaron del puesto al escuchar unos cuantos petardos y música japonesa. La curiosidad les ganó y se acercaron a ver.
Una gran cantidad de hombres con bombos, trompetas y flautas. Además de unas pocas personas embutidas debajo de un disfraz de dragón que danzaba al son de la música. Tan ensimismadas estaban que ni cuenta de dieron que se habían distanciado tanto que ni la vista osaba a alcanzarse mutuamente. Mientras Yura fue a buscar su algodón de azúcar de las manos del estudiante, Izayoi fue arrastrada por la gran muchedumbre de los participantes de tal escándalo.
-¿Yura?- preguntó la muchacha de cabellos marrones-¿Dónde estas?- preguntó esta vez un poco mas alto. Al no recibir respuesta se preocupó, desde pequeña no se había perdido ni una sola vez. Era una niña obediente, con genio, pero obediente al fin y al cabo, no sabía que hacer en situaciones como esta. Simplemente se dejó guiar por las personas hasta que tomaron distintos caminos, dejándola en medio de la calle. Su mirada verde se posó sobre una llamativa parada con luces azules y amarillas. El dueño estaba chillando que probasen suerte a tirar del pedestal algunas botellas colocadas estratégicamente. Su mente voló a unos recuerdos lejanos, en los cuales jugaba con su padre, siempre ganaba él. Aunque era normal siendo ella una niña de no mas de 5 años. Ahora, con su difunto padre en la tumba, ella quería revivir los recuerdos en solitario.
Pidió al señor que la dejara jugar amablemente, el anciano le dirigió una sonrisa encantadora, al fin y al cabo ella era su primera clienta. Pagó los 50 yenes que costaban 3 intentos y se dispuso a tirar. De repente su vista se encontró con un peluche en forma de perro blanco con ojos rojos, además de llevar las orejitas caídas hacia los lados. Desafortunadamente para ganarlo debía tumbar todas botellas. Como de costumbre, falló el primer intento de tirar con la pelota, desanimándola un poco, al intento numero dos consiguió tirar 1 botella. A este paso no lo conseguiría. Estaba pensando en la trayectoria de la bola cuando una voz masculina, grave y sexy la sacó de sus pensamientos.
-¿Necesitas ayuda?- preguntó burlón.
Izayoi se giró y se quedó sin aliento.
