Harry Potter
Y el
Oráculo de cristal
Todos los personajes conocidos son propiedad de J. K. Rowling y W.B. exceptuando los nuevos que son creación mía y algunos prestados de mi amiga Mary Evans, para leer sus fic o los míos pueden ir a la pagina , este fanfic fue escrito solo con la finalidad de diversión y no pretendo violar derechos de autor, si tienen comentarios, dudas o sugerencias pueden escribirme a mi mail: muchas gracias de antemano por tomarse la molestia de leerlo, espero sea de su agrado y lo disfruten tanto como yo al escribirlo.
Fanfiction escrito por Juan Manuel Martínez López.
Capitulo 1: La voz que habla desde las sombras
La noche seguía su curso bañando todo de oscuridad y frío, el cielo estaba completamente cubierto por nubes que daban el aviso de una fuerte lluvia, ciertamente era verano y las tormentas eran un poco frecuentes, pero aquel día todo parecía que sería normal, no se había mostrado rastro alguno de lluvias, ni siquiera en las noticias, era un verano realmente loco, en el día hacia un calor tremendo y en la noche la temperatura bajaba considerablemente. El viento comenzaba a soplar con mas fuerza levantando las hojas caídas de los árboles y la basura de la calle, en la entrada de un parque cercano la silueta de un hombre apareció de entre los arbustos, estaba enfundado en una túnica de color oscuro que hacia prácticamente imposible distinguirlo además de llevar puesta una mascara blanca, parecía que llevaba un rato esperando en ese lugar, luego de un instante una segunda figura apareció como si hubiera salido de la nada, se acerco al primer individuo y también se puso a esperar, poco a poco fueron llegando mas personas, todas vestidas de igual manera, hasta que llego la ultima y la que parecía la mas importante, en ese momento todos alzaron sus varitas y al mismo tiempo unas pequeñas llamas aparecieron en ellas iluminando el camino.
El grupo de diez individuos avanzaba lenta y sigilosamente por el camino del viejo parque central, las luz de las varitas dibujaban sus siluetas en el suelo y en los árboles dándoles un aspecto horrendo y asqueroso, si alguien hubiera visto la escena en ese instante quizás habría pensado que se trataba de un sueño, a esa hora y con el viento que hacia la reunión de diez personas parecería una locura, podrían haber elegido otro lugar, a otra hora y en otro día, sin embargo, esa era la hora, y ese era el día exacto para llevar a cabo lo que estaban a punto de hacer, caminaron un rato mas hasta que el hombre que parecía ser el líder del equipo se detuvo frente a la estatua de un león alado, era enorme y estaba rodeada por una valla de flores, ese era el lugar de reunión, pero no exactamente ahí, si no debajo de la estatua, el hombre balbuceo unas palabras y acto seguido la estatua giro sobre su propio eje retrocediendo unos metros atrás sin hacer ni una pizca de ruido, nadie de los presentes se inmuto ante esto, solo se limitaron a seguir la orden del líder y bajaron las escaleras que recién habían aparecido en la entrada.
Bajaron lentamente por estas hasta que llegaron a una enorme sala que estaba en completa oscuridad, con sus varitas encendieron unas antorchas colgadas en las esquinas de esta y la sala se ilumino tenuemente, tenia un aspecto lúgubre y las paredes estaban mohosas, sin duda alguna nadie había estado ahí en mucho tiempo, había telarañas y ratas muertas por todos lados y un olor fétido llenaba el ambiente, en el lugar había varios objetos que parecían ser usados para torturar gente, sillas con picos en su superficie, mesas con grilletes que parecían estirarse a voluntad y un sin fin de aparatos mas, pero lo que mas llamaba la atención era el centro del cuarto, había una especie de cama hecha de piedra con símbolos extraños, esto era sin duda una reunión de mortífagos, o al menos eso parecía, sin embargo, aquello no era una reunión como todas, el propósito de esta escondía un oscuro y peligroso secreto guardado a través de dos siglos, nadie se imaginaba que en esa noche, el poder maligno mas grande y antiguo que jamás aya existido estaba a punto de ser liberado, sin temor a equivocarnos la cuenta regresiva para la batalla final entre el bien y el mal estaba a punto de comenzar.
Uno de los participantes que parecía llevar un bulto en brazos se acerco a la cama de piedra y depositó en ella el cuerpo envuelto en una sabana blanca de una niña, no tendría mas de once años, tenia la piel blanca y el cabello de un negro intenso que contrastaba con el color de su piel, se encontraba profundamente dormida, el individuo le alzo una mano en la que parecía tener un tatuaje, el líder dio la orden de que todos se acomodaran alrededor de la niña, así lo hicieron y acto seguido apuntaron sus varitas a ella empezando a decir al unísono unas palabras extrañas, parecía latín, los símbolos que se hallaban en la piedra empezaron a brillar junto con el tatuaje de la niña que emitía una luz azul, en ese instante la niña comenzó a convulsionar y a moverse violentamente como si estuviera siendo poseída por algún espíritu maligno, el líder comenzó a hablar:
- en esta noche, nosotros invocamos tu nombre Diaghal, el más grande y poderoso de los Ancients y pedimos que te presentes ante nosotros y nos muestres el lugar donde tu inmenso poder quedo sellado…- el tipo volteo a ver a la niña y luego continúo diciendo:
- como muestra de nuestro profundo respeto te ofrecemos el sacrificio de este cuerpo humano, tómalo y concedemos tu favor…
La niña empezó a moverse violentamente arqueándose sobre sus pies y su cabeza mientras unos intensos rayos de luz salían de sus ojos y de su boca dibujando en el aire el mapa de un lugar extraño, parecía una ciudad en ruinas, la imagen era totalmente nítida, se veía una especie de iglesia rodeada de grandes estatuas de animales mitológicos, en lo que parecía ser la entrada principal había esculpida en la puerta la imagen de unas serpientes entrelazadas como si estuvieran en una lucha.
- si… por fin, después de dos siglos de espera, el lugar sagrado donde esta sellado el poder antiguo mas grande de todos los tiempos nos será revelado, y con el, una nueva era nacerá, una era de oscuridad y terror, y nosotros, los antiguos reinaremos sobre esta tierra.
Un fuerte viento entro al cuarto apagando las antorchas que se hallaban en las esquinas de la sala, los hombres trataron de usar sus varitas pero estas no reaccionaron, la única luz que había era la luz que salía de los ojos y la boca de la niña que se encontraba arqueada sobre sus pies y su cabeza y emitía extraños sonidos que le helarían la sangre al mas valiente de los magos, de entre la penumbra de la habitación se escucho una gran voz que retumbo en cada esquina del recinto y los que se hallaban en este cayeron al suelo asustados y haciendo reverencias ante la voz del que les hablaba.
- ¿Quién se a atrevido a interrumpir el letargo en el que me encontraba, acaso quieren encontrar su muerte? insensatos- pregunto con ira la voz misteriosa que hablaba desde las sombras.
-gran maestro, hemos sido nosotros, tus fieles discípulos quienes invocamos tu espíritu, porque necesitamos de tu poderosa ayuda para cumplir aquello que hace dos siglos empezamos- contesto con temor el líder de los hombres.
-¿han invocado mi poder con el propósito de que les ayude¿Por qué debería hacerlo? Cuando ustedes anteriormente me negaron y me abandonaron al olvido ¿acaso creen que debo ayudarlos ahora?- pregunto la gran voz con notable enfado.
-señor. Ruego nos perdones, pero en ese entonces éramos perseguidos y no tuvimos la oportunidad de llamarte…
-¡cállate!- interrumpió la potente voz asustando a todos los presentes haciendo que estos cerraran mas los ojos.- Se todo lo que pasó, por su ineptitud y la de sus ancestros nuestra raza estuvo al borde de la extinción, debería de castigarlos a todos por tal error pero no lo haré para demostrarles el alcance de mi misericordia, ahora les otorgare una nueva oportunidad, pues me han levantado de este profundo sueño, vayan a la ciudad antigua y encuentren el lugar donde mi poder fue sellado, usen a la niña que me han traído, porque esta tiene la marca de los Ancients y es la que yo elegí para abrir el lugar donde mi poder reside, si logran hacerlo, les prometo que cumpliremos nuestros propósitos, lograremos dominar este mundo y ustedes reinaran junto a mi.
-señor, sin embargo, debemos informarte de algo muy importante.- dijo temeroso el líder de los hombres.
-¡habla!- volvió a gritar fríamente la misteriosa voz.
-en los últimos tiempos han aparecido un grupo de magos oscuros que se hacen llamar mortifag…
Un repentino ruido lo interrumpió, todos alzaron la vista y vieron a un grupo de hombres que entraban corriendo al recinto con las varitas en alto. En ese instante la luz que salía de la niña se apago y los símbolos dejaron de brillar volviendo a encenderse las antorchas e iluminando todo el cuarto tan intensamente que los ahí presentes se taparon los ojos para que la luz no los lastimara.
-¡una emboscada!- grito el líder de los encapuchados y acto seguido todos se levantaron y apuntaron con sus varitas a los otros hombres que habían entrado a la sala, un veloz rayo de color verde atravesó la sala y dio de lleno en la mascara del líder de los hombres encapuchados dejando ver unos ojos color negro y una cara con rasgos duros, tenia una barba de candado y una pequeña cicatriz en la parte inferior derecha de su boca.
-vaya vaya Sirgeist, después de 5 años nos volvemos a ver las caras.- dijo en voz alta un hombre de rostro fino y tez blanca con cabellos castaños y ojos azules, era el líder de los recién llegados.
-Ossan… ¡tu!…- murmuro el líder de los encapuchados. – ¿como nos encontraste!-
-pues veras, supongo que alguien tan "listo" como tu debería saber que los guardianes de Versalles tenemos espías en todos lados.- contesto burlonamente el hombre de cabellos castaños.
Los dos intercambiaron miradas llenas de rencor y acto seguido una fuerte batalla comenzó en la sala, ráfagas de luz cruzaban el lugar chocando contra las paredes, pero los hombres que habían llegado por sorpresa fueron ganando terreno obligando a los encapuchados a retroceder, algunos de estos escaparon desvaneciéndose en cuanto pudieron.
-¡Ossan Diaconus¡Pagaras esto con tu vida!- grito el líder de los encapuchados al otro hombre.
-¡venga Sirgeist¡Cuando quieras puedo derrotarte!- contesto el hombre de ojos azules, el encapuchado solo le dirigió una profunda mirada de odio y con un movimiento rápido de su capa se esfumo del lugar.
- señor¿los seguimos?- pregunto uno de los hombres al servicio de Ossan.
-no, déjalo, después de todo nos volveremos a encontrar, y la próxima vez será la definitiva.
Otro hombre se acerco rápidamente a Ossan y empezó diciéndole:
- señor, la niña esta inconsciente, parece que usaron un hechizo desmaius, aun así parece que no terminaron el sacrificio.
Ossan se acerco a la niña que estaba siendo atendida por los otros hombres, la miro a la cara y luego esbozo un gesto de preocupación.
-después de todo la antigua profecía se esta cumpliendo, casi no puedo creer que me encuentre ante ella…- le acaricio la frente y luego les dijo a los demás. –llevenla a la mansión, preparen una reunión con el ministro de magia, y también con Dumbledore… tengo cosas que hablar con el…- todos obedecieron y se llevaron a la niña, el ultimo en quedar en el cuarto fue Ossan que contemplo un rato la sala "solo espero que esta profecía no sea del todo cierta" pensó y acto seguido desapareció con un suave movimiento de su capa.
A tan solo unas cuadras arriba un chico delgado de 15 años, ya casi 16, y de cabellos color azabache trataba de conciliar el sueño, su nombre, Harry Potter, era un chico normal como todos, bueno, a excepción de un pequeño detalle, que el era un joven mago, estudiante del colegio Hogwarts de magia y hechicería, llevaba rato tratando de dormir pero no podía, su cabeza se encontraba llena de recuerdos dolorosos, en su mente se agolpaban los últimos recuerdos del curso anterior, en esos momentos en su cabeza sonaban con fuerza dos nombres, los nombres de las personas a las que mas odiaba en la tierra, primero, Lord Voldemort, el hombre que le había arrebatado a sus padres cuando el aun era un bebé, y segundo, Bellatrix Lestrange, la mortifaga que había matado a Sirius Black, su único familiar vivo, y digamos el único porque los Dursley, la odiosa familia con la que vivía, lo trataban como a un delincuente, en el curso anterior no solo había perdido a uno de sus seres mas queridos, sino que también había empezado una guerra, la segunda guerra de los mortífagos, se encontraba hundido en una gran incertidumbre, no sabia absolutamente nada sobre lo que ocurría en el mundo mágico, ni siquiera tenia noticias de sus amigos, esto le preocupaba bastante, pensaba que les podría haber ocurrido algo, no solo a ellos, sino a otros inocentes y lo que mas le pesaba, era que de alguna forma, el sentía que era el culpable de que mucha gente estuviera sufriendo. Poco a poco fue cediendo al sueño cerrando sus parpados hasta que se quedo profundamente dormido.
Los primeros rayos de luz alumbraron la habitación de Harry y le dieron de lleno en su cara acariciando con calidez aquella cicatriz que lo había hecho famoso, la que tenía desde pequeño, la misma que lo ataba a Lord Voldemort. Se levanto un poco desanimado, apenas había transcurrido un mes desde su ultimo curso en Hogwarts, el tiempo se le estaba haciendo una eternidad, estaba totalmente deprimido por lo que había decidido obedecer en todo a los Dursley y evitarse mas problemas, bajó con lentitud las escaleras hasta la cocina y se preparó antes de que los demás bajaran unos huevos con tocino, comió rápidamente y salio al jardín de enfrente para recoger el periódico y revisar si había alguna noticia que tuviera que ver con el mundo mágico, nada, lo volvió a dejar en su lugar para que el tío Vernon no hiciera un escándalo, tomo un rastrillo y empezó a barrer las hojas de los árboles que habían caído en la entrada.
Después de un rato la familia Dursley se despertó empezando de nuevo sus actividades cotidianas, cerca de las nueve tío Vernon y tía Petunia salieron a la entrada de la casa y le dijeron a Dudley, el abominable primo de Harry, que saldrían a una reunión de su padre, Dudley hizo una mueca de inconformidad:
-pero mamá¿me dejaras con este aquí?
-me llamo Harry- replico este desde la entrada terminando de barrer, a lo que tío Vernon le ordeno que se callara, así lo hizo.
-escucha querido, solo serán unas horas, quédate aquí y cuida a Robbie mientras estamos fuera, si lo haces te prometo que te comprare esa motocicleta que pediste el año pasado.- dijo la señora Dursley entregándole la correa del pequeño perrito.
Aunque ella detestaba a los animales tenia que cuidar a este pues pertenecía a una de sus amigas, la presidenta de un club social muy importante y no quería quedar mal con ella pues vivía casi todos los días esperando la invitación para pertenecer a ese club.
-esta bien mamá- contesto Dudley con su voz de cerdo.
- en cuanto a ti,- señalo a Harry mirándolo con frialdad –quiero que limpies absolutamente todo el jardín antes de que tu tío Vernon y yo regresemos, escuchaste, que no quede ni un solo arbusto sin podar. Tiene que estar perfecto.
- si señora- contesto fríamente Harry sin siquiera mirarla a los ojos.
- ¡por cierto, se me olvidaba, Dudley, quiero que estés muy guapo para cuando regresemos porque Mimi y las demás miembros del club vendrán a cenar a la casa, y tu Harry, asegurate de terminar temprano y perderte por ahí para que no nos causes problemas como todas las veces anteriores.- tembló un poco al recordar los veranos pasados pero esta vez pensó que todo seria normal y que le iría muy bien.
-descuida, ahora no tengo intenciones de hacerlos sufrir- dijo burlonamente Harry.
-¡repite eso mequetrefe! – gruño tío Vernon que había estado leyendo el periódico, Harry solo se limito a decir "nada".
Después de esto los tíos de Harry salieron de la casa y se subieron al coche encaminándose a la reunión del señor Dursley, Harry suspiro y pensó "por fin se han ido, ahora solo falta aguantar a este otro", las horas pasaron lentamente mientras Harry trabajaba en el jardín con el intenso sol sintiendo como este le quemaba la espalda, se detuvo un momento y hecho un vistazo al jardín, le había quedado muy bien según pensaba el, miro de reojo a Dudley que molestaba al pequeño perro jalándole de la correa, Harry no se explicaba como era posible que su primo se divirtiera haciendo sufrir a los demás, se pregunto si seria capaz de existir dentro de esa enorme masa corporal un poco de indicio humano, pensó inútilmente en esto y soltó una leve carcajada.
Dudley escuchó su risa y fue hasta donde se encontraba el:
-yo me iré de aquí, cuida al perro.- dijo Dudley.
-si mal no recuerdo, te ordenaron a ti cuidarlo- contesto desafiante Harry mirando sin temor a su primo.
- si, pues yo te lo ordeno a ti- volvió a decir Dudley acercándose amenazadoramente a Harry pero este no se inmuto ante la mirada asesina de Dudley, no le tenia miedo, vio como el pobre perrito era casi arrastrado por su enorme primo.
-suéltalo, lo estas ahogando.
-cállate, que puedes saber tu de perros.
-tienes razón, no se nada de perros, pero me sorprende que alguien como tu, siendo uno de ellos tampoco lo sepas.- contesto Harry riendo un poco.
- vuelve a decir algo así y yo te voy a…
- ¿Qué¿Acaso me vas a matar?- pregunto Harry desafiándolo con la mirada, el pobre perrito casi estaba colgando en el aire.
-ahora no tienes tu estupida ya-sabes-que (la varita de Harry), así que puedo destrozarte si quiero, tonto.- le dijo Dudley alzando su puño.
-¡pues venga¡Vamos, si eso es lo que quieres, también se defenderme con los puños!
Dudley avanzo hasta Harry con Robbie colgando y tambaleándose por los aires, trato de darle un puñetazo a Harry pero este lo esquivo con relativa facilidad pues sus movimientos eran lentos, Harry era un chico realmente ágil y veloz, parecía una pequeña mosca esquivando los pesados movimientos de su primo, así estuvieron tratando de golpearse un rato hasta que Harry tropezó con una manguera y Dudley también lo hizo cayendo los dos al suelo, en el silencio de la calle un pequeño quejido se escucho agudamente, los dos primos se quedaron mirándose mutuamente, el quejido fue apagándose mas y mas hasta que ya no se oyó nada, los dos temían lo peor, se levantaron lentamente y voltearon a ver al suelo comprobando sus temores, los dos pensaron que esta vez habían ido demasiado lejos…
