De nuevo, un ligero proyecto CastielxSucrette, NathanielxSucrette y KentinxSucrette.
Cada oveja con su pareja, dicen por ahí. Pero estas ovejas son un tanto, especiales.
Tiene casi un año que quisimos (editora y yo) hacer este fic, pero hasta ahora se ve terminado ^^
¡A leer, que las cosas buenas están por ocurrir!
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. . . . . . . . . . ... ::-::-:::- ::-::-:::- Parte 1 ::-::-:::- ::-::-:::- ...
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El proyecto escolar estaba casi hecho: el profesor Faraize aclaró que si Nathaniel y Skade –la amiga de su novia- hicieran equipo, sin duda ganarían el primer lugar del concurso semestral de Oratoria. Aunque fue muy fácil aceptar, ahora se enfrentaban al último reto; lograr una conclusión casi celestial. Ambos querían ganar por motivos similares: Nathaniel para lograr que su padre lo dejara asistir al día de campo de la escuela; y Skade para cerrarle la boca a dos o tres personitas indeseables. Pasaron casi dos horas y no lograban escribir dos líneas decentes. La chica sugirió una pequeña pausa cuando vio en la esquina de la barra del comedor a un pequeño gato blanco y de ojos verdes. Entró ronroneando y se restregó en las piernas de Skade llamando su atención para que le diera comida. Nathaniel se agachó por debajo de la mesa para verlo y cruzó miradas con el minino que, lejos de asustarse como con todos los extraños, dejó a su dueña para ir a restregarse también con él.
—¿No conocías a Zuko, verdad? — le dijo ella con una mueca de sorpresa en la cara por el comportamiento del felino; Con Castiel jamás se ha portado así pensaba. Alzó a Zuko en brazos y dio la vuelta para acercárselo. Nathaniel le acarició la cabeza y aunque al principio el gato retrocedió, acabó por dejarse tocar. Nathaniel fue a su mochila y sacó un juguete de goma muy parecido a un borrego con un cascabel dentro.
—Creo que quiere jugar — dijo y volteó a ver a Skade. Nathaniel movió frente a la cara de Zuko el juguete, llamando de inmediato su atención. Trataba de alcanzarlo con una pata sin lograr su cometido. —Tienes que hacerlo mejor si quieres atraparlo — Nathaniel sonaba realmente divertido: por un momento se olvidó de la última revisión del proyecto; Zuko le quitó el juguete de la mano de un zarpazo y echó a correr a la sala. Dejó el borrego sobre el suelo y se sentó a un lado. Nathaniel frunció el ceño y volteó a ver a Skade.
—Quiere que se lo avientes, y te lo trae de vuelta — dijo ella con un tono de resignación: Tenía un gato muy extraño.
—¿Cómo si fuera un cachorro?— Nathaniel rio.
Skade movió la cabeza afirmándolo. Zuko mantenía la mirada fija en el rubio, esperando que empezara el juego. Nathaniel tomó el borrego y lo arrojó a unos dos metros hacia el pasillo. Se quedó admirado cuando Zuko corrió a atraparlo y entre retozos, lo sujetó en el hocico y lo llevó a los pies de Nathaniel donde lo dejo caer y se alejó un poco para que el juego se repitiera. En ocasiones, Zuko dejaba el juguete cerca de Skade mostrándole que era su turno, y así los tres jugaran. Al cabo de casi una hora, Zuko se había cansado del juego de tráela y eligió un lugar cómodo para pasar la siesta: las piernas de Skade pero con una pata mantuvo cerca a Nathaniel. En cuanto éste hizo amago de levantarse, sintió un dolor punzante en la piel.
—Yo que tu no me movía. Te ha reconocido como miembro de su manada — la voz de ella era divertida, Nathaniel la miró con seriedad creyendo lo de la manada, hasta que ella soltó una carcajada —Pero si le caes bien. Demasiado bien
—Los gatos me adoran — exclamó Nathaniel y sonrió con anchura: había pasado la prueba que le puso un minino huraño y ahora tenía un nuevo amigo.
La atmosfera era tranquila, con el leve movimiento del cuerpo sobre él, la calidez que éste irradiaba y una charla con Skade sobre los posibles cambios del proyecto: todo iba bien hasta que el timbre de la puerta sonó seguido por un ladrido muy familiar para ella, el Beauceron y su dueño malhumorado habían llegado.
—Es Castiel — anunció ella y se levantó para ir por el felino. Vio como Nathaniel tensó el rostro y le preguntó con voz queda. — ¿al menos intentarán llevarse bien?
—Yo no le hago nada. Y entre menor sea el tiempo que lo vea…
Skade suspiró.
—Está bien, ya entendí. Zuko está ahí detrás — señaló con la cabeza un enorme macetón color café — déjalo en mi cuarto y cierra la puerta, por favor — Nathaniel asintió y fue a sacar al minino de su escondite.
Skade fue a atender la puerta en cuanto vio a Zuko en brazos de Nathaniel. Demonio movía enérgicamente el rabo y ella se inclinó para tocarle la cabeza. Demonio la evitó y empezó a olfatear los lugares que tenía más cerca; al segundo intento dejó que lo acariciara sin poner mucha atención al olor del felino en ella.
—Hola —musitó a Castiel y se hace a un lado para que entraran. El chico no se conformó con se apático saludo y la jaló del brazo para besarla. Ella correspondió, hasta que Demonio se jala de la correa y los obligó a separarse. Skade le soltó la correa y salió disparado a donde momentos antes estaba Zuko. Le llamó para poder llevarlo al patio donde estaría más cómodo que en el interior de la casa. Nathaniel iba regresando de dejar a Zuko acostado en la cama de la chica y vio a Skade regresar del patio. Volteó hacia enfrente y se encontró con la cara de disgusto de Castiel.
—Estábamos trabajando, — explica ella, nada indiferente al aura oscura que emana del chico — te dije que aún estamos con el trabajo de Faraize. —señaló los papeles del discurso aun en la mesa. Estaba muy poco acostumbrada al hecho de salir oficialmente con Castiel, pero sabía de antemano que el chico hacia una tormenta en un vaso de agua, y eso había aumentado en los últimos días. A saber por qué.
E timbre sonó por segunda vez. Nathaniel se apresuró a la puerta cuando Skade le dijo Es Nezumi, me dijo que ya estaba cerca. Skade jala a Castiel de la mano hasta la mesa para enseñarle lo que habían hecho el trabajo en toda la mañana,
Nezumi, del otro lado de la puerta era ajena a la tensión que había en la casa; cuando la puerta se abrió pensó que era su amiga. Su corazón comenzó a latir como loco cuando vio aquellos ojos miel que le encantaban y la sonrisa tierna y sincera del hombre que amaba. Dejo de lado su celular y se refugió en los brazos de su novio, que eran solo de ella.
—Te extrañe — le dice a Nathaniel antes de rodearlo con sus brazos y pegarse a su torso. EL chico enrojece por la efusividad, pero agradece volver a tenerla así, sentir su calor y caer rendido ante ella.
—Aun no acabamos, pero me alegra que hayas podido venir.
Nezumi espera que él tome la iniciativa, pero se cansa y acaba por ponerse de puntitas y darle un beso corto en los labios; lo ve sonrojarse y siente un revoloteo en el estómago. Repite su técnica, esta vez Nathaniel alarga el suave contacto labio a labio.
Escuchan a Skade reír levemente y se separan, algo avergonzados.
— ¿Terminaron de lavarse la cara? — dice Castiel, guasón. Skade suelta una carcajada.
Un instinto asesino comienza a formarse en el pequeño cuerpo de Nezumi. Nathaniel se limita a ignorar el comentario. Sujeta a Nezumi de la mano y la guía hasta la mesa para que también vea su trabajo y tal vez pueda dar una buena idea.
—Armin y Alexy pueden ayudarlos. Ellos también hicieron el discurso con Faraize y los premió — empieza a decir Nezumi. Nathaniel escucha atentamente sus palabras y asiente repetidamente.
Skade volteó a ver de soslayo a Castiel y lo vio tensarse a mención de Alexy. Sonríe y entrecierra los ojos con una idea en mente: fastidiarlo un poco. —recuerdo algo muy gracioso sobre Alexy, la última vez que nos vimos. ¿Te acuerdas? —susurra a modo que ni Nathaniel ni Nezumi escuchen.
—No sé de qué hablas — le respondió él, tajante.
— ¿Tan mala memoria tienes? Me reclamaste que pasaba mucho tiempo con él. Y Tuve que contarte que a él le gustan los chicos, solo así tu humor mejoró.
Castiel chasqueó la boca.
—Es tu culpa. Debiste decírmelo desde un principio.
—Pfff… ¿Acaso son celos?
Skade estaba más que divertida. Él no respondió con palabras, pero le pasó el brazo por la cintura y la pegó a su cuerpo en un gesto posesivo. Skade soltó una risita ahora un poco nerviosa, y puso sus manos encima de las del chico.
Demonio regresó del patio y fue a saludar a Nezumi, ignorando a Nathaniel. Castiel lo celebró internamente. La chica le acaricio la cabeza y el cuello.
—Iré a jugar un poco con él, los dejo trabajar — anuncia Nezumi y se aleja del chico, sonriéndole.
—Voy contigo. O eres capaz de ponerle corona de flores. —Nezumi le hizo un mohín y salió al jardín, Castiel iba pisándole los tobillos y haciendo pulla sobre sus gustos extraños y cursis.
Nathaniel se quedó un poco molesto por ver a su novia salir con su casi enemigo, Y es que desde lo que pasó con aquella mujer que su nombre empezaba por la letra D, que aunque todo estuviera ya solucionado y su inocencia más que comprobada, aun le costaba aceptar la personalidad colérica del pelirrojo.
—¿Le hablamos a Armin y Alexy para que nos ayuden con la conclusión? — mencionó Skade y fue al sillón a agarrar el teléfono. Nathaniel lo pensó un momento; de repente se le había quitado las ganas de seguir trabajando. Skade leyó su expresión y en un tono más suave, le preguntó si quería salir al patio con ellos.
—No, quedémonos dentro o me enfadaré sin razón.
—¿Sabes que Castiel no le haría daño, verdad?
Nathaniel rio bajo.
—No es eso. Pero no me agradan los perros grandes.
— ¡Tienes razón! Son mejores los gatos. — le respondió Skade riéndose. Nathaniel se relajó un poco. Iba a sentarse en el sillón para proponer ver alguna serie, o una película pero Skade se le adelantó.
—Melody me dijo que eres muy bueno en ajedrez. ¿Jugamos? Tiene mucho tiempo que no tengo una partida interesante.
— ¿Sabes jugar? — le cuestionó Nathaniel sorprendido de que alguien aparte de él, fuese amante a ese tipo de deporte.
—Eso sonó a ofensa — replicó ella. —Ven vamos al comedor. Verás en cuanto tiempo quedas derrotado. Skade sacó del librero junto al sillón una caja de madera de ébano y la llevó hasta la mesa de cristal del comedor. Hizo de lado los papeles con los que trabajaban. Se sentó en un extremo de la mesa y se puso a sacar las piezas de la caja, la volteó para acomodarlas sobre el tablero que era la caja abierta. Nathaniel sin decir palabra acomodó las suyas; Skade le había dejado las piezas en color crema: él movía primero. Antes de agarrar al peón frente a su reina, Skade habló con una voz que le puso la piel de gallina. —Hay que jugar con diversión extra. — Nathaniel no comprendió del todo, y ella continuó —Como si fuera póquer de prendas, pero con esto —señaló el tablero.
Nathaniel se puso rojo de inmediato. ¿Jugar… así… con ella? ¿Estando sus respectivas parejas a pocos metros? Castiel lo mataría, y con toda la razón. Nezumi se enojaría, tal vez no lo dijera al principio, pero se pondría enfurruñada uno o dos días; eso era demasiado para él. Pero… era algo nuevo. Con ello cambiaría su rutina. Y con Nezumi no podría proponerlo, era seguro que le desagradaría la idea… ¡Alto! Pensar en poder jugar de forma tan íntima, con la amiga de su NOVIA, su propia amiga, era demasiado poco ético.
Skade interrumpió sus pensamientos.
—No te preocupes, dudo que terminemos una partida. —ella pensaba más o menos lo mismo; Castiel era poco afecto al ajedrez, y más aún al póquer. El único con el que podía jugar era Nathaniel, y ella no planeó aquello, ni se imaginaba que Nathaniel jugara ajedrez. El ofrecerle jugar de a prendas, fue porque le gustaba sonrojarlo y ponerlo en aprietos; Así como también sonrojaba a Nezumi, hacia lo mismo con su novio. Era su hobbie.
Pensó en provocarlo una vez más, y cuando volviera a negarse, lo dejaría en paz. Jamás pensó que el aceptaría.
—E-está bien — balbuceó, y sus mejillas se volvieron de un rojo más intenso que el cabello se Castiel.
Skade parpadeó sorprendida, pero sonrió al final…
Y empezaron la partida
En el patio, ajenos al ambiente del comedor, Nezumi le lanzaba la pelota a Demonio. Recordó aquellas vacaciones en la playa, cuando también jugaban al tráela pero con una rama. Castiel reía casi de la misma forma que esa vez; Nezumi era una persona que irradiaba alegría y ternura, y eso lo calmaba. Y ambos amaban a los perros, eso los hacia llevarse muy bien. Aunque claro, ella era su víctima favorita –solo superada por Skade- para las burlas del chico.
Demonio le daba la pelota algunas veces a ella, otras a su dueño. En una de esas veces, Nezumi realizó un mal tiro y fue a dar atrás de unos arbustos tupidos donde Demonio no pudo llegar.
—¡Ahora vas tu por ella! — le gritó Castiel; Nezumi obedeció; estaba feliz de verlo tan alegre y confiado como pocas veces.
Nezumi asintió un par de veces y fue adonde cayó la pelota. Cuando se agachó para meter la mano entre las ramas, Demonio brincó y le puso las patas delanteras en la cadera haciéndola perder el equilibrio y tirándola le cara a las plantas. Escuchó a Castiel partirse de la risa y Demonio juguetear alrededor de ella. Nezumi buscaba como hacer de lado al perro y ponerse de pie, alcanzó la pelota y se la arrojó sin fijarse adonde, pero quería alejarlo y poder pararse. Al fin lo logró, pero vio su blusa sucia por las ramas y la mano llena de tierra. Incluso se ensucia la cara cuando se trata e quitar dos mechones de cabello que se le vinieron al frente. Se molesta con el chico y le arroja otro juguete que tiene cerca. Él lo esquiva fácilmente y sigue riendo. Acaba ella por reírse también; la atmosfera era cálida, como nunca antes había sido con él de compañía.
Demonio vuelve al ataque, y al verlos reír olvidó la pelota y les hace fiestas; parándose en dos patas y queriendo lamerlos para mostrarles que también le gusta, y mucho, ese momento.
Dentro, Nathaniel se distrae del tablero por las risas de Nezumi y Skade anuncia el temido Jaque Mate. Él no sabe ni como fue, y analiza el último movimiento; antes de voltear a la ventana, movió al caballo F5, dejando un espacio libre entre el alfil negro y su rey. Skade bufó y con su pieza, tiró al Rey Blanco.
—Afuera corbata — le ordenó con soberbia y una sonrisa maquiavélica.
El chico duda, pero accede. Su cara en ningún omento deja de ser roja, pero al ver que Nezumi no entra, le pide la revancha. Skade le dijo que si estaba seguro, él le dice que sí y empiezan una nueva partida. Ella confiada, la pierde. Se quita una bota y siguen jugando.
Perdidos de la noción del tiempo, no sabían de otra cosa que no fuera ganar más partidas. Escucharon l timbre, Skade sabía que eran Kentin y Guyri, su amiga. Hasta ese momento, había olvidado que los había citado para ver películas los seis como buenos amigos. Les gritó que estaba abierto y entraron. Kentin los saludó con un gesto de mano y Gyuri vio a Nathaniel de espalda, y Skade estaba agachada por lo que no se dieron cuenta de que ambos, estaban en interiores. Skade les dijo que pusieran en la pantalla lo que quisieran, que en un momento iban con ellos.
Un momento, se hicieron casi tres horas.
Castiel y Nezumi entraron agotados. Demonio se había quedado en las mismas condiciones tirado en el pasto, bajo la sombra de un árbol. Nezumi saludó muy emotiva a Gyuri y a Kentin, Cstiel les dedicó una palabra y pasó hasta el comedor. En ese momento, Nathaniel gritó ¡Jaque mate! y escucharon la voz de Skade quejarse.
Castiel y Nezumi fueron a ver qué pasaba, era poco común que Nathaniel gritara de esa forma. Cuando llegaron bastante cerca, se quedaron mudos: sobre la mesa, la camisa y la corbata de Nathaniel y la blusa esmeralda de ella.
La cara de Castiel se desfiguró en una mueca de ira sin control. — ¿¡Que rayos haces!? ¡Ponte la ropa!— le ordenó a Skade. Agarró la blusa de la mesa y se la puso en la cara. Ella manoteó y enfrente a Nathaniel que quería revancha. Él insistió, y cuando se acercó más a ella, vio que tampoco traía short. — Tú…. ¡Maldito!
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...Continuará...
