MANHUMAN.
Nota: este es un Criminal!AU. Por favor absténganse de dejar comentarios negativos por Enji o la pareja. Los drabbles no tienen secuencia, pero son del mismo espacio/tiempo.
i. criminal.
Hawks es un ave ponzoñosa de garras afiladas.
Una que tiene amigos paganos y se escabulle en tus pesadillas.
Que se desplaza con pericia entre los cajones y puertas a medio cerrar, con todas las joyas de una familia entera y los cuadros de arte cercenados de las paredes. Ese que con sus uñas chorreadas de inmundicia recoge también los pedazos de sus alas pútridas, que se caen.
Que se marchitan en el piso, oscurecido de las decisiones mundanas.
—¿Quién?
Sucede que cuentan que una vez el diablo se enamoró.
—¿Ya vienes?
—Lo siento, olvidé llamarte. Estoy en la casa de la quinta y la calle Oregon, hace rato creo que por accidente pisé un botón de pánico ¡pero no te preocupes! No te preocupes, a tu edad ya te puede dar un infarto~
—Eres un estúpido al ir así.
—Yo también te amo, Enji.
Y no supo qué demonios hacer con ese vacío en su estómago.
Cuando colgó el teléfono miró a todos lados, con el sistema de seguridad apagado sólo se encaminó a la ventana, lanzando los cuadros de arte, allí donde Dabi lo esperaba en la parte de abajo, sin emitir ruido alguno.
Cuentan que miraba con ojos de ángel, y que al tocarle la piel, le quemaba con pasión.
Deslizó las joyas en su cuerpo, colocándolas en su cuello, manos y brazos para poder llevarlas todas. Intentó ir con sigilo por la mansión, pisando con cautela, casi tanta… Tarde fue cuando se dio cuenta que había pisado otro botón de pánico y una alarma, estridente, retumbó entre las paredes ahora desnudas de aquella mansión.
Chasqueó entre dientes, con el sudor corriéndole por las sienes. Cuando corrió, ya sin importarle realmente el ruido que pudiera producir con sus pasos pesados, su mano se deslizó por su pantalón y no le importó si Dabi ya no le esperaba abajo.
Cuentan que el diablo conoció su propio infierno en los labios de Hawks, donde Enji se volvía mortal y le incineraba. Allí donde todo quemaba y ardía con pasión exorbitante.
Cuando Hawks tuvo la fotografía de Enji en su mano, la besó, antes de colgarse de la sábana en la ventaba y caer a las jardineras y emprender la marcha, sobre el auto junto a su conductor mientras las sirenas de la policía les comían los talones.
Cuentan que el diablo ya no es tan diablo desde esa noche.
