Prólogo:
Rachel Berry, actualmente con sus veinticuatro años, ya había vuelto a dar vida –hace dos años- a una de las obras más proclamadas en Broadway, Les Miserables, debido a la cual había sido nominada a Mejor actriz principal en un Musical y a Mejor actriz destacada en un Musical, además de haber sido nominada como conjunto con sus compañeros de reparto a Mejor reestreno de un Musical.
Había ganado todos.
Aún recuerda haber levantado aquel Tony de la mejor actriz destacada, para luego deleitarse e inclusive derramar algunas lágrimas de felicidad cuando le otorgaron el premio a mejor actriz principal, y al final de la ceremonia recibir junto a sus compañeros el Tony como mejor reestreno de un musical.
Tal vez si llevara ya unos años en las andaderas de los escenarios de Broadway no le hubiese afectado tanto -a tal manera de llevarla a las lágrimas de felicidad- pero en aquel entonces Rachel Berry tenía tan solo veintidós años y acababa de cursar su último año en la universidad.
La morena pensó que le estaban jugando una broma cuando le informaron a principios de su último semestre de estudios que la venían estudiando hace unos meses y era a ella a quien querían para que protagonizara unos de los personajes principales de aquella obra. Rachel aún recuerda haber mirado a su al rededor buscando algún rastro de esas molestas cámaras, y que el señor que la miraba seriamente le dijera ¡Hey has caído! Saluda a la cámara para nuestro estúpido programa de televisión.
Pero aquello no pasó, y Rachel en el aquel momento pudo sentir y visualizar la forma en que su vida iba a cambiar.
Estuvo ensayando cinco meses antes del tan esperado estreno, la morena estaba totalmente comprometida tanto a su carrera como a la obra. Podría jurar que en ese entonces fue el momento en que más consumió cafeína.
La obra estuvo en carteleras durante nueve meses, podrían haber seguido dándole vida, pero uno de los protagonistas de ésta había sufrido un accidente grave pero que no costó con su vida. Fue en ese entonces cuando los encargados de la obra decidieron que aquel era el momento perfecto para darla por finalizada, ya que sabían que la prensa y los medios estarían enloquecidos por entrevistar a cada uno de los actores y actrices debido al lamentable accidente. Ellos sabían manejar la situación según las circunstancias.
Rachel no acababa de finalizar su cuarta entrevista cuando comenzó a recibir diferentes propuestas de distintos tipos de obras. Aquello la llevó aún más a la cima, los medios se morían por tener la primicia de a cuál de aquellos personajes la morena interpretaría.
Pero Rachel podía sentir el peso del cansancio sobre su cuerpo.
Le había pedido a su representante, el cual era su amigo del alma, que le informara a cada uno de los directores que se tomaría un descanso y luego con la mente dispuesta, tomaría una decisión.
Así fue entonces cuando después de tres meses firmó para poder interpretar una de sus obras favoritas; "Cats".
La obra estuvo siete meses en cartelera, todas las veces que ofrecían su función los boletos se agotaban en un par de minutos, a veces un par de horas.
Fue en aquella obra donde conoció a Marley Rose, su ex compañera de reparto y actual novia.
Marley era una chica que se robaba la mayoría de los suspiros de quienes tuvieran el privilegio de presenciarla, tenía el esbelto cuerpo de una modelo; no demasiado busto, ni tampoco poseía un gran trasero. Lo que sí poseía era un metro setenta y tres de estatura, una larga cabellera castaña, –la cual parecía sacada de comerciales sobre el cabello- una hermosa sonrisa y la parte favorita de Rachel… unos estupendos ojos azules.
Berry se sentía afortunada de tenerla ya que ella no se consideraba a sí misma una belleza innata, especialmente por su peculiar nariz. ¡Qué equivocación! Rachel Berry poseía una tez morena increíblemente sexy, y a pesar de su estatura –no medía más de un metro sesenta- su cuerpo estaba conformado por unas largas y tonificadas piernas –las cuales muchas veces atraían las miradas de varías personas-. Al igual que su novia, Rachel tenía un espectacular largo cabello color castaño, el cual hacía una gran combinación con sus hipnotizantes ojos de una tonalidad chocolatosa, éstos estaban cubiertos por unas largas y cautivantes pestañas, la morena, además poseía unos carnosos y enloquecedores labios levemente color bermellón. En el tiempo que llevaba en la cima, había sido proclamada una de las actrices y cantantes más bellas del momento.
En aquel día se cumplía una semana del término de la obra, en la cual ambos directores decidieron dejar de dar funciones por los crecientes rumores de la homosexualidad de la morena y por consiguiente su relación con su compañera de reparto; Marley Rose. Los cuales cada vez se volvían más y más fuertes, y amenazaban el futuro del musical.
Fue una decisión en conjunto, secreta para algunos de los participantes de la obra, para los restantes era un secreto a voces, y para el público y los medios tuvo un porqué totalmente diferente.
Rachel conducía ansiosa su Aston Martin en dirección al departamento de su pareja.
Había adquirido aquel deslumbrante automóvil cuando Marley le reveló que aquel inasequible carro era uno de los que le quitaba el sueño.
No pudo evitar dirigir su mirada a su mano izquierda la cual sostenía con fuerza el volante, y en su dedo anular se reflejaba el brillo que el sol imponía sobre su anillo.
-Flashback On-
Marley y Rachel se encontraban en su casa ubicada en Beverly Hills, ambas habían decidido adquirir aquella propiedad en conjunto. Era allí donde pasaban sus momentos juntas, debido a la tranquilidad del lugar. No podían estar siempre seguras de los posibles paparazzis que rondaban aquellos lugares, pero insólitamente hasta el momento a ellas no les había tocado presenciar ninguno, debido quizás a que ambas también tenían su propio hogar por separado.
-Amor sé que estos momentos están siendo difíciles para ambas, pero quiero que sepas que quiero estar siempre contigo, pase lo que pase- acotó la chica de ojos azules.
-Yo también quiero lo mismo, Marley, y no te preocupes… saldremos de esta- le sonrió con esperanza.
-Rach…- le sostuvo una de sus manos a la vez que le entregaba pequeñas caricias –hay algo de lo que quiero hablarte-
La morena frunció su ceño y le indicó con un gesto que prosiguiera.
-¿Qué tal si nosotras… simplemente… uhm, decimos la verdad a… los medios?- preguntó con inocencia provocando una sonrisa en la cara de la morena.
-Marley… eso es complicado en estos momentos, para ambas… nuestras carreras están despegando y aún necesitan estabilidad… al decir algo así nos cavaríamos nuestra propia tumba-
-O quizás impulsemos nuestras carreras de un momento a otro, y así podríamos seguir adquiriendo casas en donde podemos descansar alejadas de todo esto… y… y… ¡Podríamos comprar el Aston Martin que siempre he querido!- opinó con ilusión.
-Hmm no podemos arriesgarnos con algo así, Marley… tenemos que conformarnos hasta el momento con todo lo que tenemos, lo cual no es poco, y también debemos aguantar la presión de todos estos rumores, de todas maneras Jesse se está encargando de que salgan la minoría de chismes y notas sobre nosotras, no hay de qué preocuparse mientras nos mantengamos al margen- acarició una de sus mejillas para posteriormente ver a la chica sacando una pequeña caja de su bolsillo trasero.
-Rach… tienes razón, pero no sé… tengo una mala corazonada, es por eso que quiero que esto- abrió la caja, dejando a la vista la pequeña joya –simbolice nuestra unión en los momentos que tengan que venir-
-Marley… yo…-
-Entonces, Rachel ¿Te casarías conmigo?- inquirió observando el gesto de sorpresa de la morena.
Marley sintió los labios de su pareja posarse sobre los de ella, y luego escuchar un susurrado "Claro que sí, mi amor".
-Flashback Off-
Rachel sonrió cuando divisó el hogar de Marley cada vez más cerca.
Ella había tomado la decisión de su vida; gritarle al mundo su relación con la chica Rose.
No podía dejar de imaginar la cara que pondría Marley al escuchar la propuesta de la morena, debido a esto Rachel apresuró sus pasos, y una vez frente a la puerta de entrada, abrió ésta cuidadosamente de no ser descubierta. Se moría por sorprender a la chica.
Unos gemidos a lo lejos le hicieron fruncir el ceño. ¿Estaría Marley viendo esas películas pervertidas? Un calor le recorrió por el cuerpo y decidió seguir aquellos sonidos que cada vez se hacían más certeros.
En el momento de abrir la puerta de la habitación de la chica, cualquier rastro de calor había abandonado su cuerpo para ser reemplazado por un frio doloroso, y un temblor irremediable en su cuerpo.
Marley estaba allí, en la cama que compartían la mayoría de las noches, siendo acariciada y follada por un moreno que no alcanzó a descubrir quién era.
Antes de ser descubierta caminó rápida y silenciosamente, al menos lo que sus nervios le permitían, hacía la salida.
Justo cuando estuvo a punto de dar el paso que la sacaría fuera del lugar miró por última vez hacía atrás, prometiéndose que esa iba a ser la última vez que su presencia estuviera allí. Una vez prometido aquello, cerró de un portazo y se dirigió vertiginosamente al ascensor, buscando desesperadamente su vehículo una vez que pisó la calle.
Al encontrarlo, encendió el motor y pisó el acelerador a fondo.
-Jesse- contestó cabizbaja sabiendo el porqué del llamado –Sí, los leí hace un momento- espetó para después seguir escuchando a su representante mientras ella tecleaba en su laptop que se ubicaba en el escritorio de la pequeña oficina que había situado en su hogar -¿Por qué no detuviste esta ronda de rumores?- preguntó en un tono robótico –Ajam… sí… sí… claro, exacto… ¡Sí, Jesse, te estoy escuchando!- respondió exasperada -¿Que qué me pasa?...- preguntó furiosamente, y de inmediato relajó su expresión –Perdón, Jesse… sí, lo sé… ¿Puedo pedirte un favor?- hablaba con un hilo de voz mientras sus ojos se llenaban de lágrimas ¿Podrías venir y abrazarme? Te necesito… no como representante, co-como amigo- su voz se quebró en la última palabra, posteriormente escuchó el fin del llamado, y se puso a esperar a su amigo, conteniendo sus ganas de llorar, las cuales no pudo evitar cuando su teléfono móvil le avisaba que tenía una llamada entrante de Marley.
Rachel contestó pero no espetó ninguna palabra, simplemente se llevó el móvil al oído.
-¿Rach, cariño?-
-¿mhmm?- su cuerpo reaccionó a responder de aquella forma, sabiendo que si trataba de formular alguna oración, terminaría llorando.
-¿Pasa algo?- preguntó nerviosa.
-No…- espetó sin voz.
-¿No has venido a mi departamento?- su voz sonó temblorosa.
-No…- respondió de la misma forma anterior.
-Eh, que extraño… estuve aquí… eh… ocupada… y de repente escuché un portazo…- explicó -¿Segura que no has venido?- el temor se reflejó en su voz –Me refiero a que… eres la única que posee llaves del departamento-
-No he ido, Marley- su voz se endureció al ser consciente de cómo la chica la seguía engañando.
-¿Rachel, qué te pasa?-
-Nada…- exhaló fuertemente –Marley, estoy…- inhaló e hizo una pausa esperando a que el nudo de su garganta se disipara –ocupada-
-Hmm ok… ¿Hablamos luego?-
-Jesse está aquí, debo colgar, adiós- terminó el llamado, sabiendo que aquello le había dolido aún más que presenciar la escena de infidelidad.
-Oh, princesa… mírate… ¿Qué diablos ha pasado?- preguntó preocupado.
-Jesse… ¿Recuerdas aquel comentario que hice sobre ir a algún lugar lejos de todos estos medios por un tiempo?-
-Claro que lo recuerdo, preciosa… nunca antes me había reído tanto…- sonrió
-He estado navegando por internet, y encontré el sitio perfecto- espetó sorprendiendo al chico.
-¿Qué?- abrió notablemente sus ojos –Rachel, no debes estar hablando enserio…- advirtió
-Nunca en mi vida estuve más decidida-
-Pero, Rach… podemos evitar todos estos rumores- comentó el chico
-Lo sé… simplemente quiero alejarme de todo esto-
-No, Rachel… ¡imposible!-
-¡Por Dios, Jesse!- exclamó exasperada -… sabes que me iré de todas formas-
-Pero Rachel…-
-Tú sabes que acallar los rumores nos cuesta una fortuna, además que ya no me siento cómoda… necesito de verdad un tiempo alejada de todo esto-
-¿Cómo de cuánto tiempo estaríamos hablando?- preguntó aflojando su seria expresión.
-No más de un año- soltó sintiendo que podría formársele una sonrisa al ver que su representante y amigo parecía estar cediendo.
-Lo pensaré… pero- miró a la morena seriamente –Debes contarme qué es lo que te pasó… ¿Por qué estás así?-
inhaló profundamente al mismo tiempo que cerraba los ojos y dejaba caer su cabeza en el respaldo de la silla -Hace unos minutos acabo de ver a Marley siéndome infiel- confesó sintiendo como aquel incómodo sentimiento le atravesaba el pecho.
-¿Marley… infiel?- preguntó incrédulo, visualizando a la morena asentir ante su pregunta -¿Estás segura?-
-¡La vi, Jesse!... vi como… vi como disfrutaba que se la follaban en su departamento…- sintió algunas lágrimas recorrer sus mejillas -¡Y yo que iba a informarle que haría lo que ella me pidió!- sollozó sintiendo como los brazos de su amigo la cubrían –y pen-sar que casi le grito a todo el mundo mi orientación sexual… por e-ella… por ella… ¡nos íbamos a casar, maldita sea!- balbuceó con la voz quebrada.
-Tranquila, Rachel…- le acariciaba el cabello tratando de consolarla –Entonces dime… ¿A qué lugar nos vamos a ir?-
La morena lo miró fijamente, esperanzada, pestañando varias veces para que las lágrimas se disiparan y así le aclararan la vista.
-¿Qué pasó, Rach?... ¿Te arrepentiste?- la morena negó con la cabeza –Entonces… ¿Cuál es nuestro nuevo destino?-
-Lima… Lima, Ohio- espetó con seguridad después de limpiar su nariz con uno de los pañuelos desechables que guardaba en aquel escritorio.
Habían pasado solo dos días en los cuales Rachel Berry en compañía de su representante –en realidad el chico hizo todo sólo- se encargaron de conseguir aquel cómodo y medianamente humilde hogar en el estado de Ohio.
Habían logrado aquello en los ratos libres que quedaban luego de comer un montón de calorías acompañadas de una buena película pirateada –perfectamente podían pagar por verla, pero aquello hacía sentir a Rachel Berry un porcentaje más rebelde. Y puesto que a su amigo no le gustaba verla en un estado infausto, había decidido complacerla de aquella manera.
Aquel Martes veintisiete la morena pisaba por primera vez la ciudad de Lima, y por consiguiente conocía su nuevo y transitorio hogar.
-Rachel… ¿Estás segura de que este es un lugar que esté totalmente alejado de los medios?- inquirió susurrando al verse observado por un par de personas que pasaban por las aceras, mientras él y la morena se encargaban de bajar unas cuantas cajas del camión de mudanzas.
-Jesse… no hay ningún lugar que esté lejos de la prensa, Hollywood o inclusive Broadway…- el chico de cabello castaño la miró horrorizado –No me mires así, tú como mi representante deberías haber averiguado-
-¡Pero Rachel, cómo se te ocurre hacer algo como esto!- espetó indignado.
-¡Hey baja la voz!- exclamó en un susurro –No seas idiota… Lima es una de las ciudades más alejadas de toda esa mierda, pero eso no impide que alguien pueda conocerme- Jesse frunció el ceño.
-Bueno, eso es algo extraño para ser la ciudad principal del condado de Allen- la morena sonrió.
-Lo sé- sonrió con soberbia –deberíamos haber contratado a alguien que se encargara de bajar todas estas molestas y pesadas cajas- espetó con la voz un poco más gruesa al levantar una de ellas.
-las pesadas serán las tuyas, las cuales son la mayoría… las mías son lo justo y necesario- sonrió al escuchar el resoplido de su amiga –Además eso de contratar a algún personal debes comenzar a olvidarlo- comentó el chico, llamando la atención de la morena -¿No me digas que pensabas contratar a alguien?-
-Claro que sí, y no lo pensaba… lo haremos- espetó decidida.
-No, Rache…- fue interrumpido.
-¡Shhh! No digas mi nombre- susurró con fuerza.
-No contratarás a nadie, porque tu propósito es pasar desapercibida ¿o me equivoco?- la chica negó con la cabeza –¿ya ves? Olvídate de seguir viviendo como una reina, Rachel… ahora tendrás que aprender a hacer lo que dejaste de hacer hace bastante tiempo- soltó el chico.
-¿De qué hablas, Jesse?- cuestionó seriamente
-Estás muy cambiada, Rachel… ya no eres la misma chica humilde que conocí- espetó mientras tomaba una de sus pertenencias y se encaminaba a la casa.
-¡Hey! ¡No me dejes hablando sola!- exclamó.
-Shh, baja la voz- moduló el chico desde su lugar.
Ya había pasado el primer día de ajetreo, y Jesse se encontraba rodeado de cajas, sentado en el extremo del sillón –uno de los pocos inmobiliarios que habían desempacado-, mientras tecleaba en su laptop.
La morena estaba acostada con la cabeza al otro extremo, tenía las piernas extendidas sobre las de su amigo, a la vez que leía concentradamente uno de los tantos libros –olvidados- que había traído de su antiguo hogar.
-¡Eureka!- exclamó el chico, haciendo sobresaltar a la morena.
-¿Pero qué diablos?- preguntó molesta, a la vez que se acomodaba, apoyando su espalda en el respaldar del sillón.
-Te he encontrado un trabajo- el chico la miró, sonriente.
-¿Un trabajo?, ¿Estás loco?- preguntó incrédula con una sonrisa altiva.
-¿De verdad piensas quedarte aquí, acostada en ésta cosa, todos los siguientes días?-
-Mmm… suena bien para mí- sonrió, llevándose el libro cerca de su vista.
-¿Y engordar para que después los rumores que salgan sea sobre tu condición física, luego adelgaces, y digan que consumas drogas? ¡No, ni hablar!- el chico se levantó, mirándola seriamente.
-Saldré a caminar de vez en cuando- murmuró restándole importancia a la vez que levantaba ambos hombros.
-Rachel, desde el Lunes comienzas a trabajar- la morena resopló desganada –Tú querías venir aquí para relajarte, pero no por eso no hay que hacer las cosas bien- se volvió a sentar y tomó, nuevamente, su computador portátil.
La morena se acercó a él, murmurando cosas por lo bajo -¿Cuál sería mi nuevo empleo?-
-He encontrado bacantes para cajera de un centro de comida rápida, y un puesto de secretaria para un contador que afortunadamente no es de renombre-
La morena rió con suficiencia -¿Te has escuchado, Jesse?- miró al chico, burlándose con la mirada. Su sonrisa irónica desapareció rápidamente al ver el rostro serio de su amigo –De todas formas no podría trabajar en eso, tendría que interactuar con muchas personas adultas, y eso podría complicar las cosas… imagínate que uno de ellos me conozca, tú sabes que los adultos están más familiarizados con Broadway- explicó mientras cruzaba los dedos esperando que el chico se tragara su argumento improvisado, y así aflojara.
-No creo que los adultos de esta ciudad estén familiarizados con Broadway- espetó provocando que la morena girara sus ojos.
-Tú mismo dijiste que habían unas cuantas personas que te miraban ahí afuera- el chico tensó su mandíbula, aparentando seriedad.
-Tienes razón, aquellos empleos no sirven- La morena gritó internamente al haber convencido a su amigo –acércate más, busquemos algo juntos- sonrió al sentir el resoplido de su amiga, revoloteándole el cabello.
-Hey, a ver… para ahí… sube un poco, ahí- indicó –Ah no, leí mal- murmuró la morena.
-No, Rach, mira esto- señaló con el cursor –es perfecto-
La morena se acercó a la pantalla del portátil y leyó rápidamente -¿Encargada del Glee Club?- preguntó frunciendo el entrecejo.
-Sí, ¿Recuerdas que tú participaste en uno de esos? ¡Es perfecto!, sabes cómo llevarlo a cabo, además es un establecimiento público, la mayoría de sus alumnos deben estar interesados solamente en salir de este lugar- comentó a la vez que tecleaba el nombre del establecimiento.
-Lo recuerdo…- murmuró –De todas formas queda descartado… tendría que interactuar con muchos alumnos-
-¿Muchos alumnos?- preguntó con una sonrisa a la vez que leía lo que indicaba el portátil –Bueno, aquí dice todo lo contrario… al parecer el establecimiento William Mckinley está centrado totalmente en el campo del futbol americano y por consiguiente en las porristas, de hecho estas últimas han ganado varios años consecutivos las nacionales…- murmuró sin quitar la vista de la pantalla –Por lo visto este anuncio lo subió uno de los alumnos que está interesado en que este club de canto no se cancele por falta de participación e interés- comentó viendo el ceño fruncido de la morena.
-No pueden hacer eso… ¿O sí?- murmuró preocupada.
-Al parecer no tienen a quién se haga cargo de él, y está ocupando espacio y dinero innecesarios- miró fijamente a la morena.
-La estrategia sería mantenerme lo más lejos posible de las actividades de futbol americano y las porristas- murmuró viendo asentir al chico –al menos tendría que hacer eso durante las competencias para alejarme de la prensa- ambos sonrieron cómplices -¿Cómo dijiste que se llamaba el instituto?-
-William Mckinley- el chico la miro, feliz, volviendo a ver a la Rachel de años atrás, comprometida e interesada en lo que para ella era su pasión, la música.
Descargo de responsabilidad: Los personajes nombrados en esta historia no me pertenecen.
