Disclaimer: El universo y los personajes de Harry Potter no me pertenecen, son de J.K Rowling (yo quiero a Sirius! XDDDDDD)

Notas de Autora: Está inspirado en el quinto libro, pero pienso reescribir la historia… a mi manera.

Camino lánguidamente por Grimmauld Place, hacía demasiados años que no pisaba aquel sitio. La última vez, recordó, a James y a Lily en la calle, a su lado, esperando a Sirius. Parpadeó por un momento y le pareció ver a ambos dos entre el 11 y el 13 mirando hacia arriba para luego voltear a ella, y sonreír. Por un momento iba a salir corriendo contra ellos, abrazaría a Lily para luego hacerlo con James y escondería su cara contra su pecho, respirando mientras él le dijera que todo estaba bien, pero su carrera se vio interrumpida por un hombre mayor, un poco más alto que ella con una barba blanca y unos ojos tan azules como el cielo. Sonrió suavemente y el hombre hizo el mismo gesto dando largas zancadas y abrazándola como el hijo pródigo que ha vuelto a su casa.

- Alhena… pensé que…

-¿...había muerto? - la chica hizo una leve mueca – pensé que hablaba con Albus Dumbledore que siempre confió en mí…

- Y lo hago pequeña, lo he hecho siempre – el hombre mayor sonrió mirándola – Sabes, ahí dentro está…

- Lo sé, he venido solo por verle, Dumbledore…

El hombre mayor tiro de ella un poco agarrándose a su brazo y la joven semisonrió. Entrar en el 12 de Grimmauld Place se le hizo más fácil de lo que había pensado, aunque tras de aquella puerta escuchaba demasiado jaleo como para ser una cuartel "secreto", pero nunca se imagino, a tres días de navidad que aquello estaría lleno de gente.

- Profesor Dumble… -una jovencita de alocados rizos castaños abrió la puerta y miró a la desaliñada mujer a su lado, el mago adulto puto una mano sobre los cabellos de ella y sonrió bonachonamente.

- Gracias Hermione… ella es una integrante de la orden. Alhena, ella es Hermione Granger, está en quinto año…

La mujer sonrió suavemente y movió su cabeza a Hermione quien la saludó pero sin quitarle ojo, no parecía muy joven y no podía adivinar así a simple ojo cuantas capas de mugre podía tener por encima. La señora Black parloteaba tras de su cuadro cuando apareció Molly Weasly dándole la bienvenida a Dumbledore, mandando a Hermione arriba y abrazando con mucha fuerza a Alhena, en poco más de dos minutos. La chica de ojos oscuros sonrió al sentirse en ese apretado abrazo y luego ser llevada a la cocina bajo la frase "estás quedándote en los huesos"

- Molly… Molly por favor…

- Vamos… ¡Oh Lupin, Sirius! ¡Miren! Es Alhena…

Dos pares de ojos curiosos se volvieron hacia ella, confrontándose. Lupin la miró y luego miró a Sirius quien se mantenía con los ojos muy abiertos y una mueca en sus labios. Alhena no parecía tranquila, al contrario, tenía todos los vellos erizados a la sola visión de aquellos personajes, allí, tranquilamente sentados. Apretó los dientes al ver a Black levantarse pero Lupin con dos zancadas se abrazó de ella con fuerza. Los brazos de la muchacha le abrazaron con languidez infinita, como si no tuviera fuerza para abrazarle hasta casi romperle los huesos tal y como él estaba haciendo. Aún así, tras del hombro de Lupin ella seguía mirando al dueño de aquella casa quien literalmente estaba taladrándola con su mirada. Como si tuviera un par de ojos en su espalda Lupin susurró;

- No le digas nada… dale tiempo…

Tiempo, tiempo… Lo mismo le había pedido ella en su carta, que le diera tiempo al maldito Sirius, aquel que desapareció que por años pensó que fue el asesino que ayudo a Voldemort a matar a James y a Lily… oh Lily, su Lily… Apretó los dientes al sentir a Lupin dejarla y aún así seguía mirando a Sirius Black a los ojos, Sirius… su..

- ¡Padrino! – un jovencito pasó a su lado para ponerse al lado de Sirius quien con una áspera y cálida sonrisa puso una mano sobre su hombro. Miró a la joven quien había comenzado a temblar al ver al muchacho frente ella quien la miró para luego mirar a Black y de él a Lupin quien sonrió. Tras de ella sentía a Molly Weasly y a Dumbledore quien la miraban porque ella podía sentir sus miradas además que había más gente que no conocía. - ¿Quién es ella… Sirius?

- Ella… -comenzó Black casi arrastrando las siguientes palabras. Alhena no se había dado cuenta de que su timbre había cambiado a ser más sensual y sin duda alguna, más grave que antes – Ella es Alhena, es amiga de tus padres Harry… ella es tu madrina y mi…

- ¿Mi madrina? –interrumpió Harry separándose de Sirius y caminando el poco espacio que lo separaba de ella, quedándose frente a la mujer. Ahora que la miraba de cerca le resultaba bonita, sucia sí, pero no había nada que no se arreglara con un baño. Tras de ambos, Dumbledore había hecho un movimiento con su mano haciendo que todos salieran de allí. Alhena se dio cuenta y dio un par de pasos hacia el joven que la miraba interrogante.

- Me lo pidió Lily – simplemente dijo mirando a Harry con calma dándose cuenta de aquellos ojos tan iguales a los de Lily, tan llenos de incertidumbre – No pude negarme… Black y yo somos tus padrinos…

No sabía cómo aquello había pasado pero en un momento tenía a Harry aferrado a ella como un niño pequeño que se aferra a su madre para no entrar al colegio el primer día. Alhena suspiró con cariño y levantó la cara de Harry, mirándole a los ojos. - ¿Qué ocurre…Harry?

- Usted… t…tú… -ella asintió dándole un poco de fuerza – es mi…familia…

- Técnicamente, soy prima de tu padre –sonrió dulcemente mientras acariciaba aquella maraña de cabellos oscuros, alocados como los de su querido James. Harry por el contrario se sentía feliz, se sentía lleno ahora que tenía como él a Sirius y a Alhena. No tenía a sus padres, pero ellos habían elegido a aquellas dos personas para que estuvieran con él. Se sintió estremecer mientras Alhena lo separaba un poco y seguía sonriéndole, suavemente y besó su frente como una madre preocupada pero feliz por su pequeño y él sonrió ampliamente por primera vez en meses. – Ya no me iré más… pero esto solo lo sabrás tu ¿eh Harry?

Un rato después había bajado del baño, su cabello se veía más limpio y oscuro, su piel parecía más pálida y aquellos rasgos que Harry solo había visto en Cho se veían ahora en Alhena. Sirius llegó hasta ella y la miró fijamente, había algo que no podría retrasarse más y ambos lo sabían.

- ¿Me acompañas? – pidió Sirius sin mirar a la mujer que estaba frente a él vestida con ropa oscura, ella suspiró y siguió sus pasos a las afueras de la casa, bajo al árbol que le había servido tantas veces a Sirius para salir de su casa. Ella se sentó en una de las raíces que, como enormes troncos, habían salido a la luz del sol y él frente a ella había encendido uno de aquellos cigarrillos muggles. – Alhena…

- Ve directo al grano Sirius – suspiró ella sin mirarle a él, si de algo se había dado cuenta el hombre es de que ella casi no quería ni mirarle desde que vio a Harry. Y no la comprendía, no la comprendería jamás porque ella es la primera que tenía tantas explicaciones que dar.

- ¿Dónde has estado tanto tiempo?

-Eso es algo de lo que hablaré en la próxima reunión, Black.

- Eso es algo de lo que…

- …hablaré en la próxima reunión, si - terminó ella enfrentándose a aquellos ojos grises que por un momento habían estallado en una furiosa tormenta. Sirius dio un par de zancadas y se había agachado tomando la fina barbilla. Alhena simplemente lo enfrentó, negro contra gris, calma contra ansia, respiraciones entrecortadas.

- No te pregunto como parte de la orden… sino como tu marido, Alhena Black – Y ahí residía el problema después de tantos años encerrado. El problema era ella, ella que había desaparecido en todos los años que había estado encerrado, en todos los años que Harry crecía con la hermana de Lily. La miró a los ojos y encontró un vacío que nunca quiso ver, ella le arrebató el cigarrillo y dio una larga calada para luego ponerlo de nuevo sobre sus labios resecos.

- Como ya te dije lo sabrás en la reunión de la orden… y por el matrimonio no te preocupes, puedes hacer como que no estamos casados.

Sirius volvió a enfrentarla y la miró, furioso mientras ella le miraba en calma. Aquello lo encendió de tal manera que si no hubiera sido una mujer, su mujer, la corría a puñetazos de su casa. Pero allí estaba ella, fría y tranquila, impertérrita al sentirle tan cerca mientras él vibraba intensamente por tomar su derecho como marido. Tanto tiempo encerrado en Azkaban y ahora en la casa lo estaban traumatizando demasiado.

- Si eso es todo, Black… -dijo levantándose pero sintió la mano de él atenazarse en su brazo, le miró y vio aquel maldito brillo que Sirius Black tenía en la mirada desde que era un niño. Ella cerró un segundo los ojos y negó tirando de su brazo y soltándose – No lo harás…

Volvió al interior de Grimmauld Place y Sirius suspiró audiblemente. Ahí volvían a estar de nuevo, como cuando tuvieron quince años, una Slytherin y un Gryffindor, haciendole sumirse en antiguos recuerdos de su tiempo como merodeador...

- Oh por Merlín, Black, ¡OLVIDAME! – gruñó una joven asiática de largo cabello oscuro separándose de un chico de mirada gris quien tenía su cuerpo demasiado cerca del de ella. – Juro que si no me dejas yo…

- ¿Qué harás, Park? ¿Gritar? Eres una alumna de séptimo año… -puso una de sus piernas entre las de ella y sonrió lascivamente – Y no eres tan pura ya…

- Que me haya acostado contigo, borracha –acentuó esto haciendo que Sirius hiciera una mueca de desagrado – no quiere decir que vuelva a hacerlo… y menos sin unas copas de más…

Sirius casi pudo enfurecer y la pegó contra la pared y su propio cuerpo forzando aquel beso mientras sentí a que ella se estremecía en un primer momento para luego intentar deshacerse de las manos que la apresaban pegándola contra su pecho. Las manos de él bajaron a su trasero y tomándola de él la pegó contra su cuerpo haciendo que la chica gimiera con fuerza aprovechando eso para meter la lengua dentro de su boca, saboreándola con ganas hasta que terminó arrastrándola con él a un sitio apartado de los ojos de todo el mundo. Una vez más.