Título: Terminamos
Pareja: Kagura x Okita S.
Genero: Humor, Romance, Recuentos de la vida
Rating: K+
Sinopsis: Cuando terminas una relación en malos términos hay dos cosas que mas deseas en ese momento; la primera es no volver a ver a esa persona nunca más y la segunda… arruinarle la vida. Para Kagura, la segunda es la cosa que mas desea sobre la primera.
NOTA: EL SIGUIENTE FANFIC ESTA INSPIRADO EN EL WEBTOON "WE BROKE UP" DE Ryu Chaelyn, DEL CUAL FUE INSPIRADA LA IDEA PRINCIPAL MAS NO TODA LA HISTORIA (YA QUE NI SIQUIERA HE TERMINADO DE LEER EL COMIC)
Terminamos Acto I
¡Crack!
El segundo jarrón se estrelló contra la pared, lo que una vez fue el regalo de su padre junto con unas bellas flores ahora había sido utilizado como arma con el objetivo de terminar con la vida del sujeto que estaba sonriendole de forma victoriosa ante su fallo.
Pero ella no se dejaría vencer tan fácil, lo siguiente que tomó entre sus manos fue el cuadro con la única foto que se habían tomado en todos sus años de relación. Como si fuese una lanzadora profesional lanzo aquel objeto con tal fuerza que daba la impresión que destruiría la pared, pero el ágilmente tomó uno de los zapatos de ella para contraatacar salvándose del peligroso golpe.
Debió haberlo previsto, después de todo ella reconocía que ese sujeto era bastante hábil en algunas ocasiones.
-Vamos, quiero ver tu próximo lanzamiento, china- Se atrevió a retarla, no se podía decir si era valiente o idiota, el solo era Okita Sougo.
-Te romperé los malditos huesos si no te mueves!- Gritó ella en respuesta acercándose aun mas a su contrincante sin vacilar, así era ella, la gran Kagura Yato.
-Inténtalo- Retó de nuevo acercando su rostro al de ella quedando peligrosamente cerca uno del otro.
Kagura reaccionó alejándose rápidamente de el, su rostro estaba enrojecido y ella no entendía el porque, odiaba al tipo que estaba frente a ella, lo odiaba, lo odiaba con todo su ser por eso… Seguía viviendo bajo el mismo techo que el.
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3:00 am. El timbre de la residencia Sakata sonaba por décima ocasión.
Kagura estaba desesperada, en cualquier momento terminaría rompiendo la puerta para poder entrar a la que un día fue su casa. Pero debía intentar mantener la calma, al menos un poco luego del día de mierda que había tenido. Respiró hondo, acomodó su cabello detrás de su oreja derecha y tocó el timbre por onceava ocasión.
Un segundo, dos segundos, tres segundos…
-¡¿Quién es maldita sea?! ¿¡QUIEN?!- La puerta principal se abrió dejando ver a un hombre adulto de plateada cabellera que llevaba unas adorables pantuflas de conejitos combinadas con una elegante bata roja.
Sakata Gintoki, profesor de preparatoria, holgazán en su tiempo libre y antiguo tutor legal de Kagura.
-¡Maldito anciano! ¿esta es la forma en que recibes a la princesa de la casa?- Gritó Kagura como respuesta.
-¿Kagura? ¿Qué haces aquí?- Gintoki estaba confundido, frotó sus ojos tratando de alejar el sueño y después giró su vista de una lado a otro buscando alrededor de Kagura-¿Y Souichiro?
-Terminamos- Respondió Kagura tranquilamente mientras se adentraba a la casa.
-Ah ya veo…- Sonrió tranquilamente-¿Espera que?
-Eso no importa Gin-chan, ¿Dónde puedo dormir?- Kagura trataba de evitar hablar de cualquier cosa relacionada con "ese sujeto" no quería verlo, lo odiaba, entregaría su alma con tal de jamás volver a verlo.
-Llegas de la nada a MI casa, me dices que terminaste con Souichiro, dices que quieres dormir aquí y lo que es mas importante, interrumpes mis horas de sueño ¿por algo que dices que no importa?- Dijo Gintoki.
Kagura se quedó en silencio, se sentó en el sofá de la sala principal quitándose la chaqueta de cuero con la que había salido del que, hasta ese día, fue su hogar.
-¿Y bien?- Insistió Gintoki.
¿Qué debía responder? Sus pensamientos estaban fuera de control, solo sabía que odiaba a aquel sujeto, solo eso, es mas justo en ese momento comenzó a preguntarse cuando fue exactamente que inicio una relación con el, cuando fue que tomó la estúpida decisión de vivir con el, no lo recordaba. ¿Cómo es que pasaron cinco años así?
-Gin-chan… tengo sueño- Kagura hizo un puchero.
El hombre suspiró resignado. Sin decir una palabra mas le señalo a Kagura la que una vez fue su habitación, ella le dio un fugaz abrazo antes de adentrarse a ese cuarto que no había sido movido desde que ella se marchó. Gintoki se quedó de pie un par de minutos, esperando escuchar algo, un llanto quizá, pero no hubo nada, solo silencio.
Poco después se dirigió a su habitación, sentada en una de las esquinas de la cama se encontraba una mujer de rubia cabellera con los brazos cruzados. Tsukuyo Sakata, esposa de Gintoki.
-¿Se encuentra bien Kagura?- Cuestionó Tsukuyo. La mujer tenía un excelente sentido del oído.
-Eso parece, lo sabré en la mañana a la hora del desayuno - Gintoki se frotó la nuca-Si solo come cuatro tazones de arroz, significa que esta destrozada.
-¿Estas preocupado, cierto? – Tsukuyo sonrió.
-¿Cómo no estarlo? Su estúpido y mafioso padre me siguió por tres semanas cuando la mocosa tomó la decisión vivir con ese sádico ¿te imaginas como seria si se entera que su niña sufre por que ese bastardo le rompió su tonto corazón?
-¿Quieres que hable con ella para saber como esta? – Cuestionó ella.
-¿Tu sabes algo de hombres bastardos? – Bromeo.
-No – Respondió pensativa - Pero se mucho de hombres idiotas, me casé con uno – Añadió entre risas. Gintoki solo atinó mirarla con fingido desprecio.
En el momento en el que Kagura despertó fue capaz de detectar el aroma de huevos fritos y jugo de naranja. Ella sonríe levantándose de la cama, se miró en su antiguo espejo dándose cuenta de que aun seguía pegada a este esa vieja goma de mascar que había dejado. Se sintió de mejor humor, la ira parece ser algo lejano, era liberador.
-¡Buenos días!- Exclamó una vez que llegó al comedor.
-Oh mira es la señorita que no dejó dormir a mi Darling – Comentó Tsukuyo de forma sarcástica.
-Lo siento mucho Tsukky- Respondió Kagura con un sonrojo en las mejillas.
-No te preocupes, veo que estas de buen humor- Tsukuyo le sonrió -Gintoki se ha ido ya, hoy inician los exámenes finales de tercer año así que por primera vez en el año escolar debía estar a tiempo en el colegio.
-Ah si, recuerdo que odie esos exámenes- Respondió Kagura, no podía decir que era mala estudiante, ni tampoco la mejor, ella era del tipo intermedio. Pero recordar aquellos exámenes le hizo recordar esa frustrante parte de su vida en la que todos presionaban con su "futuro".
-Recuerdo que saliste bastante bien, pudiste haber entrado a la universidad que desearás pero… no lo hiciste- Agregó Tsukuyo, Kagura sintió como si le hubiera dado un puñetazo.
-No sabia lo que quería- Se limitó a responder -Y antes de que preguntes… sigo sin saberlo.
-¿Eso incluye a Sougo?- Era una buena pregunta.
-¿A dónde quieres llegar Tsukky?
-Bueno… cuando decidiste no entrar a la universidad poco después tu y ese chico comenzaron a vivir juntos, ahora sigues diciendo lo mismo y terminaste tu relación con el… -Kagura entendió.
-Tome decisiones al azar- Respondió.
-¿Y duele?- Cuestionó -¿Sientes que te equivocaste?
-Si
-¿Por qué?
-Por que lo odio.
Las dos mujeres se quedaron en silencio. Tsukuyo no podía entender mucho, se preguntaba si aquel sujeto que solo conocía de vista había hecho algo muy grave para ganar el odio de Kagura.
-Bien- Suspiró Tsukuyo- Gintoki dijo que podías quedarte aquí un par de días si así lo deseas.
-¿De verdad? – Kagura sonrió -Apenas iba a preguntarle, ¡traeré mis cosas hoy mismo!
-Adelante.
Poco tiempo después Tsukuyo también se marcho. Kagura se quedo un par de horas mas esperando el momento justo hasta que decidió salir. Tomó su motocicleta y se dirigió de regreso a ese mismo lugar del que salió en la madrugada. No quería ir, pero solo tenia aquellas horas para tomar sus cosas sin ver a ese sujeto, en ese momento considero bueno el haberse aprendido su horario de trabajo.
Su misión fue rápida y sin problemas, llego a ese lugar, tomó su ropa, su peluche de panda zombie, su colección de películas sangrientas, el ultimo flan y se marchó. Las cosas parecían seguir avanzando bien para ella, hasta el momento en el que descubrió que llevaba demasiadas cosas para poder transportarlas en su motocicleta.
-Genial.
Maldijo en su interior desde su cómodo asiento en el metro. Ahora tendría que hacer otro viaje para regresar por su motocicleta y por si fuera poco, soportar la abrumadora cantidad de gente que le rodeaban en ese pequeño vagón del metro. Era aburrido, hacia calor y sentía que estaba quedándose dormida poco a poco.
-Pasajeros con destino a la estación Kabuki-chon favor de descender por la puerta A
Aquella voz se escuchó en todo el vagón, Kagura dio un salto sorprendida, solo había cerrado sus ojos un segundo y ya se había pasado dos estaciones de su destino. Se apresuró a tomar sus cosas pero ya no estaban.
-¿Señor zombie? -Cuestionó Kagura buscando por todos los rincones posibles su muñeco de peluche.
Arriba, abajo, todas y cada una de las personas a su alrededor pero nada. Era grave, no podía perder el único regalo de aquel sujeto, momento, si podía. No podía quedarse con el regalo de alguien que odiaba, era estúpido, lo mejor era darlo por perdido. En ese mismo momento, fue capaz de visualizar el viejo peluche en las manos de un hombre que salía del vagón. Que se lo quede ese bastardo, se dijo Kagura antes de salir corriendo detrás del hombre.
En internet ya circulaba el video de una chica pelirroja corriendo detrás de un hombre por toda la estación del metro. Kagura no se rendía, incluso ya había salido del subterráneo y corrido cinco calles detrás del hombre, debía darle crédito al hombre por su rapidez y su valentía al seguir huyendo de ella. Kagura no sabía por que lo hacia, se decía a si misma que era estúpido pero sus pies seguían moviéndose, tal vez era por que ya se había planteado incendiar aquel peluche ella misma.
El hombre logró correr dos calles mas antes de que Kagura saltara sobre el, la chica le dio un puñetazo en la cara antes de que el hombre tuviera la oportunidad de suplicar piedad.
-¡Maldito ladrón!- Gritaba Kagura sosteniéndolo del cuello de la camisa.
-¡Maldita loca es un muñeco barato!- Le gritó el hombre.
-¡Yo romperé tus muñecas baratas hijo de puta!- Grito ella.
-¡Auxilio! ¡Policía! ¡Alguien!- Comenzó a suplicar el hombre.
Kagura estaba a punto de darle otro puñetazo hasta que el sonido de una patrulla la detuvo. Mierda pensó al ver a los dos oficiales de la policía justo delante de ella.
La estación de policía seguía siendo tan ruidosa como recordaba y no era por que Kagura había sido arrestada en el pasado, si no porque en algunas ocasiones visitaba al sujeto que estaba justo delante de ella con una sonrisa llena de burla.
Sougo Okita, EX-pareja de Kagura, recién ascendido a detective del departamento de inteligencia de la policía.
-Señorita Kagura ¿Qué hace aquí? -Susurró el joven policía que le retiraba las esposas a Kagura, ella le escupió en la cara como respuesta.
Estaba furiosa, furiosa por tener que encontrarse con la única persona que no deseaba ver jamás y que al mismo tiempo era quien tenia el poder de ponerla en libertad. Mientras tanto, el joven delante de ella le dedicó una fugas mirada, su rostro no mostraba ninguna expresión mientras comenzaba a escribir en su computadora, pero ella lo sabia, ese sujeto disfrutaba el momento. ¿Quién en este planeta no disfrutaría tener la oportunidad de hundir en la cárcel a su ex?
-¿Nombre? Yato Kagura, ¿Edad? Veintiún años, ¿Antecedentes? Ninguno, ¿Dirección? Posiblemente la residencia Sakata- Comenzó decir el chico, Kagura se molesto al darse cuenta que el respondía solo las preguntas que debía hacerle.
-¿Qué estas haciendo?
-Bien señorita Yato- La interrumpió- Desorden publico, atacar a un ciudadano y romperle la nariz, atacar a un oficial delante de mi, estar fea… estos delitos la dejaran tras las rejas muchos años- Sonrió.
-¿Me estas jodiendo cierto?- Dijo Kagura tratando de no gritar.
-¿Yo? Seria incapaz- Respondió-Mi deber es hacer justicia.
-Eres un bastardo- Murmuró Kagura.
-Te escuche- Dijo el.
-¿Por qué no admites que adoras arruinar mi vida? ¿No es mas sencillo? – Cuestiono Kagura-¿Tienes que seguir apareciéndote a pesar de que ya no quiero verte?
-Tienes razón china, me encanta joderte la vida- Respondió el- Pero sabes, te agradezco que hayas terminado conmigo, al fin me libre de ti.
-¡¿Así?!- Kagura sintió un golpe en el estomago, el chico frente a ella seguía con esa misma expresión tranquila. Lo odiaba. Seguía preguntándose como fue que se atrevió a iniciar una relación con el -Entonces, seré yo quien ahora te jodera la vida.
-Lo dudo- Respondió el-Yamazaki, sácala de aquí- Esta vez se dirigió al joven policía que se encontraba al otro lado de la sala-Te dejare libre esta vez, solo por que definitivamente no soporto ver tu cara hoy-Se dirigió a Kagura.
-¡Eres un bastardo!- Grito Kagura.
-Fuera de mi vista- Respondió el.
Kagura quiso golpearlo, pero el joven policía la detuvo antes de que pudiera hacerlo sacándola del lugar.
-Señorita Kagura no creo que sea buena idea, el detective Okita ha estado de mal humor desde que llegó en la mañana- Comentó el policía preocupado.
-Y yo estoy de mal humor desde que lo vi- Kagura se cruzo de brazos.
-No quiero ser entrometido… ¿pero paso algo entre ustedes?- cuestiono.
-¡Vete al diablo Zaki!- Le gritó Kagura, el chico salió corriendo lejos de ella.
¡Ya no te soporto! ¡Ni a ti ni a tu maldita cara! Deberíamos de… ¡Terminamos! Fue ella quien dijo aquellas palabras antes de abandonar la casa que compartió con aquel sujeto por un largo rato, entonces, ¿Por qué se sentía así? Tan frustrada. A el parecía importarle muy poco lo sucedido… ¿y ella? Ni siquiera fue capaz de dormir en toda la noche.
-Ese bastardo sigue arruinando mi vida- Se dijo a si misma.
No era justo, ella quería… Venganza, arruinar la vida de el, posiblemente hacer que la odiara de la misma manera que ella lo odiaba a el, ¿pero como?
Cuando Sougo terminó con su horario laboral, volvió a su departamento que "alguna vez" compartió con su ahora ex-novia. Abrió la puerta principal, se deshizo de sus zapatos y dejo caer su saco al suelo. Camino por el pasillo oscuro antes de encender la luz de sala.
-Bienvenido Grandísimo hijo de puta- Saludo Kagura sentada en el sofá que ahora estaba dividido a la mitad con cinta adhesiva.
