Hola a todos!
No sé si alguien vaya a leer esto después de la gran traición que hizo Tite al no hacer al IR canon, pero este fic tiene como un año que intento escribir y si no lo publico pues jamás lo voy a terminar, así que me he decidido a subirlo para presionarme un poco jaja
Espero sea de su agrado :D y si está algo fumado el argumento pero es juro que irá mejorando 3
Notas: Es un Universo Alterno, la historia se desarrolla en un futuro distópico donde interactúan la alta tecnología y la sociedad en decadencia.
… … * … …
"Deseos de Libertad"
Experimento Gubernamental — Telerrealidad — Fugitiva
… … * … …
"Este es el próximo siglo, donde el universo es libre, puedes encontrarlo en cualquier parte.
Sí, el futuro ha sido vendido."
(The Universal – Blur)
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Capítulo I
"El Quinto Milagro"
«Abre los ojos»
Escucha que una femenina voz le habla muy a lo lejos y le transmite mucha tranquilidad.
Escucha muchos murmullos, pero estos se oyen cada vez más lejanos hasta que no logra comprender que le quieren decir.
De un momento a otro siente como si cayera al vacío, quiere abrir los ojos pero no puede y comienza a desesperarse, quiere gritar pero tampoco puede, la angustia y desesperación se apoderan de ella y el aire le comienza a faltar. Abre la boca para buscar aire y al hacerlo puede entreabrir los ojos y ver como poco a poco el oscuro sitio donde se encuentra se hace cada vez más claro hasta llegar a un blanco absoluto.
«Todo está bien»
Escucha una vez más esa voz, pero con más cercanía, como si estuviese frente a ella, pero todo lo que sus ojos ven es una cegadora luz blanca. Poco a poco las cosas comienzan a tomar forma y la luz baja su intensidad, cuando puede distinguir, lo primero que ve es el rostro de una mujer.
—Tranquila, ya pasó— Le dice con tono sereno, aunque no entiende absolutamente nada de lo que está viviendo, ni que ha pasado, ni porqué está ahí.
—Su ritmo cardiaco se ha normalizado— Comenta una de las enfermeras a Unohana.
—Es buena señal. Aun así se quedara bajo observación de aquí a mañana— Decide Retsu con tono afable, dirigiéndose a sus colaboradores. Aunque la paciente está fuera de peligro no quiere arriesgarse a nada.
Mientras la Dra. Unohana da más indicaciones, la paciente mira con sus somnolientos ojos el techo del lugar, puede escuchar los beeps de algunos aparatos, sabe que tiene puesta una mascarilla de oxígeno y por las palabras dichas por esa mujer, está casi segura de encontrarse en un hospital.
Quiere incorporarse, quitarse todos esos aditamentos y hacer preguntas que resuelvan sus interrogantes, pero al querer mover el cuerpo este no le responde como debería y con angustia resuelve esperar.
—La paciente ha despertado— Notifica Unohana al entrar a la estancia donde el resto de sus compañeros de proyecto le aguardan.
—¿Tuvo complicaciones?— Inquiere con seriedad Kurotsuchi.
—No hasta el momento, le he dejado bajo observación— Comenta en tono cordial la Dra. Retsu, entregando una copia del reporte a su excéntrico compañero.
—Nosotros nos encargaremos de monitorear su estado durante la noche— Comunica Kutosuchi, con toda la seriedad posible que le da a su trabajo.
—Bien. Con su permiso— La mujer se retira una vez sabiendo que el trabajo queda en manos de Mayuri.
—Nemu, envía un comunicado al Dr. Urahara, infórmale que el proceso de reanimación de la paciente 05M ha finalizado— Pide el excéntrico personaje a su 'hija' y asistente, quien por lo general lo auxilia en todo lo necesario.
—Como ordene Mayuri-sama— La joven acata las órdenes de su superior y va directo a la oficina a realizar el reporte solicitado.
Con lentitud abre los ojos, topándose una vez más con el techo de un tono azul cielo, con dificultad se incorpora hasta quedar sentada en el colchón, a pesar de haber dormido, se siente cansada, extraña, como si hubiese despertado de un largo y profundo sueño.
Mira la habitación con detenimiento, es un lugar pequeño, la camilla donde se encuentra está casi pegada a la pared, lo que le impide estarlo es un buró, no hay ventanas ni nada que se le pareciese por lo tanto no puede saber si es de día o de noche, frente a la camilla está un sofá para dos personas, luego la puerta y en seguida unos aparatos a los cuales está conectada. Mira sus manos notando aquella aguja perforando su piel, una especie de pinza colocada en su dedo y en la muñeca izquierda tiene un brazalete de plástico.
—05M—
Murmura al leer la leyenda del brazalete, sin entender por qué está ahí y que significan esas letras con las que al parecer se le ha etiquetado. Escuchar el sonido de la puerta abrirse y volver a cerrarse la sobresalta, haciendo que diera un respingo.
—Ahh ya está despierta— Dice el chico que ha entrado a la habitación cargando una especie de mesita con una bandeja encima.
Rukia le mira seria y con detenimiento, trae ropajes característicos del personal de enfermería, así que supone el chico labora ahí como tal.
— ¿Qué es eso? — Se aventura a preguntar, haciendo referencia a la bandeja que el joven carga.
—Su desayuno y su medicamento— Contesta en tono cordial el chico, a la par que acomoda la mesita frente a la paciente.
— ¿Medicamento? ¿Por qué? — Vuelve a preguntar, quiere saber por qué le están medicando, que tiene, porque está ahí.
—Se está recuperando— Responde afable el chico sin darle mayores detalles.
La morena observa el gafete del joven enfermero, lee su nombre y después se dirige a él.
—Hanataro…— Murmura la morena, fijando su mirada en la del enfermero, quien al escuchar su nombre levanta la mirada y se encuentra con esos ojos llenos de preocupación — ¿Por qué estoy aquí? —
Pero Hanataro no es capaz de sostener su mirada, agacha la cabeza, tratando de evitar cualquier contacto con sus ojos.
—Lo siento Señorita, no estoy autorizado para dar esa información—Es lo que atina a decir, y es cierto, sabe muy bien los motivos pero no puede decírselo, no es la persona indicada.
— ¿Sabes si mi familia ha venido a verme? — Suelta otra pregunta al saber que no le puede contestar la primera, si está enferma y rehabilitándose de algo, espera poder ver algún rostro conocido.
—No puedo decirle nada al respecto. Lo siento y con permiso— Un tanto nervioso le dice el pequeño Hanataro a la paciente, para después hacer una leve reverencia y retirarse de la habitación, dejando a la morena anonadada.
Una vez afuera, el chico se recarga en la pared aledaña a la puerta, tratando de calmar sus nervios y su corazón.
—Para ser la primera vez lo hiciste muy bien Hanataro, te felicito— Le hace la observación Unohana al jovencito, quien es practicante y ésta vez le ha dado la oportunidad de tratar a una paciente especial.
—Gracias Unohana-san, aunque…— El joven se siente halagado por las palabras de su superiora sin embargo su voz se nota sentimental —No puedo evitar sentir mucha pena por ella— Acota, y es que al ver sus ojos llenos de preocupación, de verla hasta cierto punto desesperada por saber por qué estaba ahí y no poder decirle nada en absoluto, le ha hecho sentirse mal.
—Lo sé—
—Se ve que es una buena persona. No me quiero imaginar cómo se pondrá cuando sepa la verdad— Comenta el practicante con preocupación y con un dejo de tristeza. Le ha tocado ver en los demás pacientes el sufrimiento y shock que pasan al enterarse de todo, no quería ver a esa muchacha pasar por algo así.
—Es parte del proceso, pero al igual que los otros, lo entenderá y se recuperará. No te preocupes—Unohana intenta aplacar los sentimientos de su súbdito. El pasar por ese dolor es inevitable, pero no será por siempre, se le brindará la ayuda necesaria.
—Está bien. Volveré a mi puesto, con su permiso— Dice el chico, para después emprender una tranquila marcha hacia su destino.
Unohana lo ve en su partir y suelta un suspiro, pensando que quizá ha sido muy pronto haberle dado la oportunidad de atender a una paciente tan especial como Rukia. Aún le falta madurar. Quizá debió dejarlo seguir encargándose de los pacientes de condiciones normales.
Han pasados varias horas y la morena sigue sentada en el colchón, no ha probado bocado y mucho menos tomado las pastillas, sigue sumergida en sus pensamientos, tratando de encontrar una razón lógica a todo, sin embargo una vez más, es sacada de sus cavilaciones al escuchar cómo se abre la puerta de la habitación.
—Buenos días. Soy la Dra. Unohana Retsu ¿Cómo te sientes? — Amablemente se acerca a la camilla, queriendo saber el estado de salud de la joven.
—Buenos días. Mareo y dolor de cabeza, es todo— Responde en mismo tono la pelinegra, comentándole del malestar.
Unohana pasa la mirada hacia la bandeja de comida que está intacta y con ello el vaso de agua y las píldoras.
—Veo que no has comido nada. Y si no te tomas tu medicamento esos malestares jamás se irán— Le reprende con tono tranquilo, más que regaño se escucha como una sugerencia.
—No tengo hambre. Sólo quiero saber por qué estoy aquí— Le expresa su inquietud, ignora por completo los motivos de estar internada ahí, sin saber nada de su familia, comienza a preocuparse.
Retsu puede ver en los ojos de la chica esa angustia, siente pena al no poder ayudarla, tiene órdenes de no comentar nada al respecto.
—Lamento no poder ayudarte con eso. Al igual el Dr. Kurotsuchi viene más tarde, él responderá a todas tus preguntas si cree que es conveniente— Pero le da esperanza al comentarle que dentro de unas horas más alguien podría despejar sus dudas.
—Gracias— Atina a decir quedo, bajando la mirada.
¿Cómo es que nadie le podía decir nada? ¿No lo sabían o no querían decírselo? Y eso sólo causa que en su mente comience a hacerse ideas, a suponer cosas y su angustia incrementa.
Mientras tanto, Kurotsuchi y el Dr. Aporro observan desde el monitor a la nueva paciente.
— ¿Cree que dentro de unas horas esté lista?— Cuestiona el pelirrosa al encargado del proyecto.
—Sin duda. Soportará la dosis— Mayuri está seguro, puede tener una paciente frágil dada la delgadez de la chica pero ha soportado muy bien el proceso de reanimación, y lo que sigue será pan comido.
— ¿Dosis? — Cuestiona con ceja en alto, bastante curioso de los planes trazados por Kurotsuchi, quién desde que tiene el proyecto en sus manos, no dice a nadie más que a Nemu sus métodos.
—Es una fármaco que desarrollamos con el fin de controlar las emociones del paciente— El excéntrico Dr. da una breve explicación, esta sería la prueba piloto de la nueva versión de la fórmula que venía usando con los demás pacientes.
—Interesante. Si este fármaco falla y le causa la muerte me gustaría poder experimentar con el cuerpo— Szayel se adelanta de manera hipotética, al igual que su compañero, es un hombre obsesionado con las ciencias, en especial con la experimentación con seres humanos.
—No digas tonterías, nunca me equivoco— Mayuri parece ofenderse pero luego alardea de lo que hasta ahora es un record sin tropiezo alguno en ninguno de sus proyectos e investigaciones anteriores.
Rukia sigue recluida en esa blancuzca habitación y después de su última visita, si puede llamarle así a la presencia de la mujer de cabello trenzado, nadie más desde entonces se ha aparecido.
No puede tener las manos quietas, está impaciente por saber qué pasa, su mirada se pierde entre las escasas cosas de la habitación, por momentos cierra los ojos y canta bajito una canción que le gusta. Su corazón se acelera cuando escuchaba pasos cerca de la habitación pero vuelve a tranquilizarse cuando estos se alejan. Aunque el dolor de cabeza parece no querer irse, siente que tarde o temprano va a explotar.
Llega un momento que se cansa de esperar y es entonces cuando dos enfermeras entran a la habitación.
—Tenemos órdenes de medicarla para su dolor de cabeza— Dice una de las enfermeras, aunque realmente no es para tratar sus molestias, más bien es el fármaco que le han instruido suministrar.
La morena a penas se incorpora y no dice nada al respecto, el dolor de cabeza ya no le deja pensar, es una insistente punzada que parece crecer al paso de las horas y a esas alturas no piensa negarse a ser tratada.
La segunda enfermera, con la jeringa sustrae el líquido de la ampolleta y prepara el brazo de la chica. Con calma inyecta la solución mientras su compañera se encarga de supervisar la reacción de la paciente.
Todo pasa con normalidad, la pelinegra momentos después cae en un profundo sueño, las enfermeras se encargan de acomodar el delgado cuerpo de nuevo en la cama y cubrirlo hasta la cintura con la manta. Segundos después apagan la luz y se retiran.
Kurotsuchi observaba desde la sala de vigilancia el monitor que muestra la imagen de la habitación de la morena, está satisfecho con la labor realizada, todo está saliendo de acuerdo a los procedimientos. Ahora sólo es cuestión de esperar para que el efecto se haga presente.
El pelinaranja se encuentra en su oficina llenando algunas formas cuando el teléfono suena, observa con ciertas reservas la pequeña pantalla e identifica el código que aparece, pausa sus actividades y atiende la llamada con mucha seriedad.
—Kurosaki Ichigo, que gusto poder saludarte— Saluda el sujeto al otro lado de la línea con tono amigable.
— ¿Urahara-san? — Ichigo distingue esa voz y se llena de extrañeza, contadas son las veces que le llama a su oficina.
—Así es. ¿Cómo te ha ido? — Kisuke continua como si estuviese en una charla amistosa, en parte porque le interesa saber cómo está el muchacho y en segunda porque tiene noticias para él.
—Bien gracias, ¿a qué debo el honor? — No haya que más decir, y aunque el rubio cenizo es un amigo de la familia, más amigo de su padre que suyo, sabe que no estaría comunicándose a menos que se tratase de algo importante.
—Debo pedirte que te presentes en el Instituto de Investigación y Desarrollo el jueves a las 04:00 am, no puedo proporcionarte información por este medio, y no te preocupes en pedir permiso a tu Superior, él ya está enterado y ha firmado tu pase de salida— Urahara se muestra reservado, quisiera poder soltar todo pero tiene indicaciones de no hacerlo, sólo proporciona la información necesaria.
— ¿Qué está pasando? — Kurosaki frunce el ceño, lleno de más de confusión, debe saber que sucede y ver en qué puede ayudar.
—El Dr. Kurotsuchi te lo explicará— El sólo hecho de mencionar al científico significa que se trata de un asunto especial. Kurotsuchi Mayuri es una eminencia en el campo de las ciencias aplicadas, tan inteligente como temible, ha dedicado toda su vida a la investigación y desarrollo y esto le ha valido convertirse en un prestigioso y respetado científico en todo el mundo.
Debe ser algo muy importante y hasta cierto punto secreto, Ichigo sabe que no puede negarse, es un orden de nadie más ni nadie menos que uno de los hombres más importantes del país.
Sus ojos vuelven a abrirse, en su cuerpo ya no hay cansancio ni dolor de cabeza, sabe que sigue internada en ese lugar con tan sólo ver el techo, no sabe cuánto tiempo ha pasado dormida ni cuantos días lleva recluida ahí, a falta de ventana no sabe en qué momento del día se encuentra. Se incorpora quedando sentada en el colchón y a los pocos minutos entra una de las enfermeras.
—Su baño está listo— Anuncia la joven, instándola a que hiciera lo debido.
A la morena le cae de sorpresa, sin embargo no puede negarse, así que se calza las pantuflas y camina al medio baño ubicado dentro del mismo cuarto.
Ya dentro vuelve sus ojos a lo que la rodea, se ve como un cuarto de baño normal, equipado con lo necesario pero ignora por completo una cámara que la vigila.
Comienza a despojarse de sus prendas, que no son muchas, se deshace del brazalete de plástico y pone en un lugar seco y seguro.
Mientras tanto en el área de monitoreo, observa en la pantalla con una amplia sonrisa otro de los científicos inmiscuidos en el proyecto. Sus ojos están al pendiente de todos y cada uno de los movimientos de la pelinegra, su atención está puesta en aquellos dedos que poco a poco van levantando el camisón que cubre su desnudez.
Sonríe con malicia y se saborea el momento, sin embargo sus ojos no alcanzan a ver nada puesto que el monitor se apaga.
—Szayel. No creo que al Dr. Kurotsuchi le agrade saber que espías a una de las pacientes— Dice una tranquila voz a las espaldas del pelirosa, quién sonríe con socarronería al identificar la voz.
—Urahara… Debí imaginarlo. Sólo estoy supervisando— Dice con desfachatez, dando la media vuelta para verlo, encontrándolo con el control de los monitores y con el cual le ha arruinado la diversión.
—Vete— Dictamina serio, sin darle tiempo a nada, Szayel atina a soltar un bufido para después salir del área. Urahara lo mira con seriedad, es molesto que no respete las reglas.
Mientras tanto Rukia ya se encuentra bajo la ducha, el recibir el agua tibia le hace sentirse un poco mejor. No se demora mucho en terminar, tan pronto como es posible se seca y se viste con ropas que le han dejado para su uso.
Al salir del cuarto de baño la enfermera con una sola mirada le indica que le siga.
Escoltada camina por los pasillos, siendo guiada por la enfermera, en el camino ve varias personas ir y venir, ataviados de blancas batas de laboratorio, algunos con folders en mano y otros con algunas muestras, vaya a saber de qué. Las expresiones son serias, gente con papeletas, frascos, líquidos, muestras sólidas, a la mente de Rukia se refuerza la creencia de estar en algún hospital. El sitio es extraño, pintado totalmente de blanco, algunas de las cosas que ve a su paso como contenedores y puertas son de acero y se percata que ahí tampoco hay ventanas.
A su paso, algunos le echan miradas, otros murmuran cosas, para Rukia es inevitable sentirse observada, como una especie de bicho raro, pero trata de manejarlo de la mejor manera posible. Al doblar en una esquina, se encuentra con otro pasillo, pero está vacío, no hay persona alguna deambulando por ahí, al final hay una puerta, la cual se abre dejando salir a un alto hombre de erizada cabellera azul, va con andar seguro, las manos dentro de los bolsillos del pantalón y la mirada fija en su camino.
Desde donde Rukia camina puede sentir los ojos de ese hombre, esa mirada insistente y pesada que no le da el valor siquiera para levantar la cabeza. Aspira su aroma cuando pasa de largo a su costado, apenas pudiendo notar en su muñeca izquierda un brazalete de plástico, idéntico al suyo.
Al llegar a la puerta, sus pies se detienen, puede ver a la enfermera tocar la que hace segundos se había cerrado.
—Ya está aquí— Informa a la persona que se encuentra en el interior.
La pelinegra no escucha una respuesta de regreso, sólo siente cuando la enfermera le da un leve empujoncito para que entrase al lugar y después cierra la puerta.
—Buenas noches Kuchiki, tome asiento—
Al escuchar su apellido, Rukia dirige la mirada a donde proviene la voz y sus ojos se topan con la tétrica expresión de alguien que no parece un ser humano.
—Buenas noches, gracias— Atina a responder con cierto temor y se sienta en el mullido sillón. Desde ahí mira con detenimiento el lugar, es silencioso, hay un par de plantas, cuadros y diplomas colgados en las paredes, un escritorio en el cual hay folders llenos de papeles y un compacto equipo, atrás 2 libreros bien provistos.
—Soy el Dr. Kurotsuchi Mayuri y dirijo este lugar— Se presenta en tono arrogante, mostrando una sonrisa amarillenta que provoca desconfianza.
—Un gusto— Atina Rukia a responder con reservas, haciendo una leve reverencia.
A Mayuri le satisface ver el respeto y temor que provoca en la joven paciente, tal parece ser que se trata de una jovencita muy manipulable.
—Seré directo ¿tiene alguna idea de dónde está?—
—Supongo que es un hospital— Responde sin tapujos, está cien por ciento segura de ello después de todo lo que le ha tocado ver y vivir.
—No es un hospital pero tiene relación. Éste lugar es el Instituto de Investigación & Desarrollo, como lo dice su nombre se investiga todo lo relacionado a la medicina y se desarrollan proyectos relativos a ello— Corrige al instante, dando una breve explicación para su mejor entendimiento.
—Si no es un hospital, entonces ¿Por qué estoy aquí?— Inquiere, esa duda es lo que no la ha tenido tranquila y por lo menos anhela tener respuestas para tener su corazón en paz.
—La pandemia de gripe A (H1N1) en el 2009 ¿la recuerda?— El científico sabe a dónde debe llevar la conversación, y aunque no estuvo ahí para vivir esa época, sabe de sobra los detalles del acontecimiento.
Rukia asiente, al rememorar esos años a donde sea que fueras, tenías que llevar un cubre boca, desinfectarte las manos y evitar contacto físico, principalmente en lugares públicos, habían ocurrido muchas muertes, especialmente en el continente Americano, donde había surgido el primer caso.
—Bueno, un año después un virus similar volvió a causar estragos en el mundo, uno mucho más poderoso que se le bautizó con el nombre de Omega, se le dio ese nombre ya que dados a los altos índices de contagio y muertes, se entendía que este virus daría fin a la raza humana. El primer caso se dio a principios de marzo, en Sao Paulo, Brasil y en poco tiempo se dispersó—
Cuando la morena escucha al Dr. Mayuri a su mente llegan vagos recuerdos, flashazos sobre esos momentos pero no logra discernir, tiene en presentimiento de que algo está mal en todo esto, su corazón se lo dice a cada latido.
—El primer caso en Japón se registró el 13 de marzo y tan sólo 12 días después, ya había 75 casos. Uno de estos casos era el suyo— El Doctor llega al punto intermedio de la charla, donde relaciona a la chica que tiene frente a él con el tema del virus.
—Quiere decir que… ¿Estoy infectada del virus Omega? ¿Me están evaluando para una cura? — Resuelve con ingenuidad, es lo que le resulta más lógico tomando en cuenta los factores mencionados, de ser así no hay problema, está dispuesta a cooperar pero por lo menos necesita ver a su familia y sus amigos para estar más tranquila.
—Fue ingresada al hospital más cercano el 25 de marzo del 2010. No había antídoto existente para tal virus y…— Mayuri no se molesta en responder a su pregunta, por lo tanto continua hablando hasta que la muchacha lo interrumpe cada vez más desesperada.
—¡Pero ¿Qué sucedió conmigo? Si dice que se trataba de un potente virus cómo es que sobreviví!— Exclama, lo que le explica no le resuelve nada y necesita saberlo.
—No sobrevivió— Sentencia con crudeza al momento de insinuarle su muerte. Desafortunadamente no resistió los embates del virus Omega y sabe que esa revelación va causarle gran desconcierto a su joven paciente.
La pelinegra al oírlo le llega una terrible sensación, el corazón se le estruja, sus pupilas titilan, le está costando trabajo respirar, sus emociones están hechas un caos, su mente no halla coherencia alguna a las palabras dichas por ese hombre.
— ¿Qué está diciendo? — Inquiere, con expresión contrariada, se desespera al ver a ese hombre con rostro de autosuficiencia y sin darle respuestas, aprieta los puños tratando de contenerse pero sabe que está por quebrarse. Si no había sobrevivido ¡cómo es que está ahí! ¡Qué se lo explique porque no entiende!
Mayuri observa como ese juvenil rostro palidece, cómo esos ojos azules se nublan a causa de las lágrimas que en cualquier momento saldrán, sintiéndose satisfecho con la reacción.
Kuchiki aprieta los puños con fuerza, ese sujeto le está insinuando que ha muerto. Eso va más allá de su comprensión. ¡¿Cómo es que está ahí si ya está muerta?! ¡Un muerto no puede volver a la vida!
—No es cierto— Dice, negando con la cabeza, apretando con mayor fuerza los puños, comenzando a soltar algunas lágrimas, sin aceptar las palabras dichas por Kurotsuchi — ¡No es cierto! ¡No es cierto! ¡No puede ser cierto! — Rukia se niega rotundamente comenzando a gritar en medio de sollozos, sintiendo una gran desesperación y dolor, porque no entiende, porque no puede estarle pasando. Es una acumulación de sentimientos que no le permiten mantener la calma.
Mayuri no se inmuta, es como si hubiese perdido la humanidad y hasta sonríe con cierta malicia al verla perder el control, sin más por añadir sale de la habitación y acto seguido entran un par de enfermeras para tratar la crisis de la chica.
— ¡Déjenme! — Grita la morena, hace de todo en su haber, forcejea y patalea para que le dejasen tranquila, intenta todo hasta que la vista se le nubla y va fundiéndose a negro quedando en oscuridad absoluta y lo último que puede escuchar es un 'Vas a estar bien'.
Una vez estando en sala de espera, a Kurotsuchi le espera Unohana Retsu, jefa del departamento de salud, quien desde el inicio del proyecto auxilia en lo referente a los pacientes.
— ¿Cómo se encuentra? — Isane pregunta con preocupación, es la encargada de velar por la salud mental de los pacientes.
—Aturdida— El científico no le toma mucha importancia.
—No es para menos, el Dr. Kurotsuchi no tiene tacto para decir las cosas— Unohana lo enfrenta, no le parece adecuado su método.
—Después de todo se iba a enterar, sólo quise ahorrar tiempo— Acota el científico, como si se tratase de un asunto irrelevante y esa actitud es lo que termina por molesta a Unohana.
—Fue demasiado brusco, recuerde que es un ser humano, siente como usted y como yo— Le deja claro al detener su paso, mirándole a los ojos y sin amedrentarse.
—Estoy a cargo de este proyecto así que es mi decisión como manejar a mis pacientes— Aclara molesto, sólo él sabe cual la mejor forma de tratarlos, sus opiniones no le importan.
El Dr. Kurotsuchi se retira, ambas lo miran perderse en los fríos pasillos.
— ¿Cree que se ponga bien? — Pregunta la peligris con angustia, quiere tener la esperanza de que lo hechos recientes no vayan a tener secuelas significativas o que no pudiesen tratarse.
—Eso espero— Contesta Unohana compartiendo con su compañera una mirada lastimosa.
Kurosaki llega al Distrito 4 alrededor de las 3:30 de la madrugada, cruza gran parte de la ciudad hasta llegar al área indicada. Contempla los alrededores tras el cristal, más que Instituto parece una base militar, es grande y en su perímetro se alzan grandes muros, haciéndole lucir como una fortaleza.
El transporte se detiene en la entrada mientras seguridad verifica los datos para brindar el acceso, basta con que ver la firma del Comandante Yamamoto en unos documentos para darle acceso.
Un camino guía al vehículo, en el trayecto Kurosaki puede darse cuenta de la magnificencia del Instituto, tiene grandes jardineras y altos árboles; y se alzan cinco grandes edificaciones, la seguridad es fuerte dado a que hay camaradas militares rondando. El vehículo se detiene en la entrada del primer edificio, que titula en su fachada el ya tan mencionado "Instituto de Investigación & Desarrollo".
En la entrada aguarda Nemu con gesto serio quien al ver sus ropajes lo identifica al instante.
—Buenos días Teniente Kurosaki. Sígame por favor— La chica se adelanta a saludar y procede a guiarlo.
Entran por la principal y caminan por el vestíbulo en silencio, Kurosaki ve una recepción vacía, una pantalla interactiva apagada dada las horas, una sala de espera, cuatro ascensores y cámaras de vigilancia que son las únicas que permanecen activas las 24 horas del día.
— ¿A qué hora inician las actividades? — Inquiere Kurosaki con curiosidad, es la primera vez que está en el mencionado Instituto.
—6 de la mañana— Responde bastante seria mientras caminan hasta uno de los ascensores.
Sin demora el elevador abre sus puertas y los arropa, no sin antes de que Nemu chasquee de nuevo los dedos para que las luces del vestíbulo vuelvan a apagarse.
No tardan en llegar al piso correspondiente, las puertas se abren y continúan su camino por un largo pasillo hasta detenerse en una puerta grande de acero.
—Mayuri-sama, el Teniente Kurosaki está aquí— Avisa la joven desde el interfon.
—Hazle pasar Nemu—
La chica le dirige una mirada a Kurosaki para que este entre a lo que parece la oficina principal.
Entra y camina firme hasta el escritorio mientras clava sus ojos en la espalda del científico, quien se encuentra buscando unos expedientes en el archivero.
—Tome asiento— Dice aún ocupado buscando sus papeletas.
El militar le toma la palabra y se sienta en la única silla que queda frente al escritorio. Mayuri una vez encontrado lo que buscaba, da la media vuelta y se acomoda en su silla ejecutiva.
—Un gusto conocerlo Dr. Kurotsuchi— Siendo educado el ojimiel le extiende la mano con la intención de saludarlo, pero el científico no hace más que mirar la mano del chico.
—No acostumbro a estrechar las manos de las personas cuando saludo— Comenta Mayuri con aires de superioridad. El militar de caballera naranja resopla y se acomoda de nuevo en la silla.
—Le explicaré el motivo de su llamado, si usted está aquí es por el Dr. Urahara que insistió mucho para que formarse parte del proyecto— Le aclara las razones, si por él fuera Kurosaki no estaría ahí, pero su compañero lo recomendó dado su rango y no tuvo más opción que considerarlo.
—Me gustaría tener detalles al respecto— Pide el militar.
—El proyecto se llama Miracle, es un experimento de mi autoría y financiado por el Gobierno, respaldado por el Comandante Yamamoto. En estos tiempos donde la tecnología es la base de muchas cosas, teníamos la inquietud sobre si éramos capaces de traer de vuelta a la vida a personas fallecidas— Explica Kurotsuchi con mucho orgullo, y no es para menos, éste ha sido un proyecto de muchos años y el tener grandes resultados lo satisfacen en demasía, además una vez haciendo de dominio público los avances sabe que será galardonado y reconocido a escala mayor, la gloria no se puede comprar con nada del mundo.
—Es antinatural. El hombre no debería meterse en los procesos naturales— Ichigo suelta el comentario deliberadamente, sin estar de a cuerdo con la premisa del proyecto, la ciencia no debería ser capaz de vencer a la muerte.
—Supuse que diría eso. Las mentalidades conservadoras no consienten el cambio ni el progreso. Pero permítame informarles que hemos tenido éxito—
Los ojos de Kurosaki se abren de par en par al escucharlo, un proyecto de esa clase en manos de ese hombre puede resultar contraproducente.
«El virus Omega en el 2010»
Escucha la voz de Mayuri en su cabeza.
«Ingresó al hospital el 25 de marzo»
Una vez más esa voz hace eco y una serie de imágenes pasan rápidamente por su mente. Recuerdos de su vida pasada, de personas y lugares que conocía y que ahora ya no existen más, y finalizando con la presencia de ese tétrico científico en cuyas manos pende su nueva vida.
«No sobrevivió»
Esas palabras finales son el detonante para que Kuchiki despierte sobresaltada, sudando frío, con el corazón palpitando con mucha fuerza que siente se le sale del pecho. En ese instante recuerda todo lo que ha pasado desde que despertó en aquel cuarto de hospital, de la gente que va y viene en los pasillos, de las crudas revelaciones y de esa macabra sonrisa en los labios del Dr. Mayuri, y en ese instante una horrible sensación se apodera de su pecho. Muy preocupada mira a su alrededor, la luz de lo que supone es la luna a penas se cuela por un pequeña ventana a lo alto del cuarto, puede ver la sombra de un ropero, un sillón para uno, una mesita y un librero. Se levanta desesperada y camina hasta la puerta de acceso a la habitación.
—Por favor ayúdenme— La muchacha jala del mango pero este no abre, lo intenta de nuevo cada vez con más fuerza e impaciencia —¡Sáquenme de aquí, por favor! ¡Ayúdenme!— Exclama a todo pulmón, golpeando la puerta con los puños en repetidas ocasiones, sin dejar de gritar y de golpear hasta con las pies, mientras las lágrimas bañan su rostro y la desesperación empieza por apoderarse de su ser.
Para ese entonces el militar y el Dr. Kurotsuchi sigue en reunión, hablando de los términos y condiciones hasta que son interrumpidos por la alarma de emergencia, el científico pausa la conversación para dar indicaciones a la encargada de la guardia y después prende la pantalla que tiene a sus espaldas.
Ichigo observa en el monitor dividido en cuatro cuadrantes que muestra las imágenes de las cámaras de vigilancia. Lo que percibe lo deja sin palabras, observa un grupo de tres enfermeras entrar a una habitación, dentro de la misma hay una joven que trata de defenderse, poniendo toda la resistencia que su cuerpo le permite, la imagen no es muy clara pero si lo suficiente para darse cuenta del dolor y sufrimiento al que la están sometiendo. Echa una mirada al científico, quien observa sin expresión de indignación por los tratos de su personal, hasta parece orgulloso con la inhumana labor de las enfermeras.
—Por cosas como estas cada paciente tiene que estar bajo constante vigilancia, las enfermeras se tientan mucho el corazón por eso requerimos de personal militar, tienen más mano dura— Sus palabras llenas de crueldad hacen hincapié en la forma que considera correcta para tener a raya a los sujetos experimentales.
A Kurosaki se le eriza la piel al oírlo, ¿Qué clase de ser puede permitir que lastimen a otro sin motivo alguno?
—No creo que la mano dura, como usted dice, sea la forma correcta de tratar a alguien, en especial a esa mujer cuyo único error fue morir y llegar a las manos de usted para ser usada como experimento—
Mayuri suelta una carcajada y su rostro se vuelve aún más tenebroso conforme se pone serio.
—¿Un militar viene a darme clases de misericordia? Los militares son los menos indicados—
Kurosaki no dice nada, a nivel global los militares no son más que los ejecutores de los oscuros deseos de sus dirigentes, que sólo se han visto en necesidad de obedecer órdenes por su propio bien; sin embargo parte de su trabajo es ayudar y proteger a la sociedad civil y es en lo que ha estado dedicado desde los inicios de su entrenamiento.
—Espero que no se vuelva a repetir esta situación, dejemos en claro que soy alguien de grandes influencias y todo está a mi favor, no quiero verme en la necesidad de acusarle y por ende le den de baja, lo encarcelen o lo maten— Puntualiza el científico, no quería llegar a ese punto, pero los impertinentes comentarios del pelinaranja no le han dado otra opción.
Kurosaki se mantiene callado al escuchar sus amenazas, personas como él deberían estar en una institución psiquiátrica o en la cárcel, no dirigiendo proyectos importantes y estando a cargos de vidas humanas.
Después de que Nemu le hiciera un corto tour por las instalaciones cercanas, le han dado como primera encomienda hacer inspección y guardia en el edificio donde residen los sujetos experimentales, precisamente para con la joven que tuvo el infortunio de ver en el monitor.
Por decisión propia decide ingresar a la habitación, quiere por lo menos estar seguro de que está a salvo. La habitación está sumida en la oscuridad así que se vale de una lámpara que carga siempre consigo, recorre la pieza con sigilo, observando con la escasa luz lo que le rodea: hay un sillón, un closet, una mesa pequeña y se topa con un librero provisto de lecturas sobre historia, geografía y temas modernos. La luz lo guía hasta la cama, donde se ve un cuerpo y al apoyarse en el colchón se encuentra con algunos recortes de revista y fotografías, en algunas se pueden ver personas o lugares que no reconoce, y entonces es cuando lleva la luz de la linterna hasta aquella chica que parece descansar, es delgada, su cabello es oscuro y largo hasta la cintura, unos grandes mechones tapan su rostro que al tacto se siente tan suave; frunce el ceño, pasa la mirada y la luz a una de las fotografías, sólo para darse cuenta que es la misma persona.
¿En qué me he metido? - Se pregunta Kurosaki así mismo, ante la incertidumbre de cómo debe actuar.
Se queda un par de minutos ahí, a pié de cama, contemplando a esa misteriosa mujer traída del pasado, víctima de las inquietudes de un científico respaldado por un gobierno sin escrúpulos, y sin imaginar que ella cambiaría su mundo por completo.
… … * … …
Este es el primer capítulo, espero les haya gustado y de ser así háganlo saber :)
Espero poder actualizar seguido pero la idea es terminar este fic.
Saludos! x.o.x.o
