Siempre creyó que al regresar todo se arreglaría y sería como antes, que John estaría ahí esperándolo, enojado seguramente, pero ahí, sin embargo olvidó un punto muy importante: los vivos, eventualmente, superan a los muertos.
Claro, Sherlock Holmes nunca estuvo muerto, pero eso John no lo sabía y era natural que el dolor se fuera y llegaran las ganas de seguir, de pasar página y continuar con su vida, lo había hecho maravillosamente, para cuando Sherlock volvió, John ya no se dolía de su pérdida y vivía con una mejor con la que estaba a punto de casarse, una tal Mary Morstan.
Sherlock sintió decepción, no habría vuelta a casa porque su hogar, el más real que había conocido en toda su vida, estaba dividido, John no estaría ahí pues ya hacía su vida con Mary, y Sherlock no dijo ni media palabra porque sabía que ese era el sueño de John, aún cuando se interponía con sus deseos.
John lo recibió con un puñetazo en la cara y reclamos, eso no le dolió tanto como ver a Mary Morstan consolar a John, conseguir que el ex militar se calmara y hacerlo sonreír; Sherlock reconocía que Mary no era una mala mujer, y eso era lo que más le molestaba, deseaba conseguir una prueba, cualquier cosa que demostrara que Morstan era indigna de John pero no había nada, Mary tenía el corazón de John por justas causas, y se amaban mucho, demasiado tal vez.
Probó la existencia de Moriarty, limpió su nombre, ¿y qué?, en el fondo él sólo lo había hecho por John, para protegerlo y para que se sintiera orgulloso de él.
Y llegó la boda, John había insistido en que asistiera y accedió, sabía que sus sentimientos eran egoístas, debía estar feliz por John, se obligó a estar feliz por John, así que se puso un traje y compró un regalo ridículo para los novios y asistió a la estúpida boda, fue en ese momento preciso en que los novios firmaban el documento cuando Sherlock Holmes supo que estaría solo de nuevo, que estaría solo para siempre y que amaba a John Watson, a quien acababa de perder.
Se escabulló de la fiesta, ahogado en sentimientos dolorosos, y fue a Baker Street, Mycroft había conservado todo intacto para él, ¿de qué servía ese lugar sin John?, ¿de qué servían todos sus esfuerzos si John no estaba?, se aseguró de cerrar bien la puerta y por primera vez en casi diez años, volvió a inyectarse cocaína.
Luego pasaron los días, las semanas, Lestrade llegaba con algunos casos que aceptaba sin rechistar, arriesgándose tal vez más de lo que debería, llegó incluso a fracturarse algunos dedos y sufrir alguna que otra herida, estaba consciente de que era a posta, que se lanzaba a esas misiones casi suicidas para sentir adrenalina que le ayudara a poner la mente en blanco.
John lo visitó tres meses después de su boda, tan ocupado se hallaba con su mujercita como para olvidarse de su supuesto mejor amigo, y Sherlock estaba molesto con él por olvidarlo, muy molesto, escuchó los pasos inconfundibles de John en la escalera y fue a encerrarse en su habitación, escondiéndose debajo de las sábanas, escuchó a John llamarle, buscar en la sala y en la cocina y finalmente entrar en su cuarto.
- Sherlock- dijo John, sonriendo como idiota - ¿cómo has estado?, perdóname que no viniera a visitarte antes pero…-
- Quiero dormir- contestó Sherlock, dándole la espalda, no quería perdonarlo, quería que se fuera porque le dolía verlo y escucharlo, porque le recordaba que no se iba a quedar y que pronto el 221B sería silencio y soledad – Vete, John-
- Bueno…yo sólo quería ver como estabas-
- Estoy bien, quiero dormir, vete y cierra la puerta al salir-
- Está bien- suspiró John, ¿lo había herido?, probablemente - ¿seguro que no necesitas nada?-
- Necesito dormir-
- Te visitaré después, adiós-
La palabra después podía significar mucho o poco tiempo, otros tres meses o quizá nunca, pensar en eso hizo que Sherlock sintiera un dolor horrible en el pecho, dolor y rabia, estaba molesto con John por no quererlo pero también estaba molesto con él mismo por amar a John, el amor te debilita, el amor te hace perderlo todo.
Se dio cuenta de que el cuarto de John seguía intacto, a veces, cuando se drogaba, se tiraba en la cama de Watson, con la esperanza de alucinar con él o de encontrar su aroma entre las almohadas, todo eso era mentira, todas las novelas de amor mentían, no había un aroma mágico que recordara a John, no veía su cara entre la gente, no se metía en sus sueños, nada, todo era soledad.
Hubiera deseado dejar el cuarto tal como estaba pero un impulso de coraje le hizo comenzar a llenarlo de cajas, periódicos, revistas viejas y libros estropeados, entre otras cosas, John no iba a regresar con él, ¿qué caso tenía conservar su espacio intacto?
Raramente salía de Baker Street, sólo para resolver algún caso o cuando la alacena llevaba demasiado vacía y el estómago no le dejaba pensar, su dieta consistía en cereal, leche y cocaína, aunque ésta última no tan seguido como en su juventud, sólo la usaba cuando se sentía demasiado solitario.
Greg se presentó con un caso muy interesante y arriesgado, tal como le gustaba a Sherlock, los resultados fueron todos los culpables en custodia y una bala que rozó el hombro de Holmes, un precio pequeño comparado con la banda de secuestradores que acababa de atrapar, seguramente Lestrade fue quien llamó a John pues el médico se presentó el Baker Street esa misma noche, encontrando a Sherlock en la sala, tocando el violín con cierto gesto de dolor.
- Sherlock, ¿por qué no me llamaste?, supe que te hirieron, déjame ver-
El detective no dijo nada pero apartó el violín y se quitó la camisa, dejando que John le examinara, ¿cómo se atrevía a preguntar por qué no le llamó?, ¿acaso John le había llamado a él?, no, nunca, ni siquiera un mensaje, llevaba un mes entero sin aparecerse y llegaba reclamando que no le llamara.
- No es nada- bufó Holmes, poniéndose la camisa de nuevo – estoy bien-
- Me pondría más tranquilo tenerte en observación, al menos hasta mañana, además… Sherlock, ¿has estado comiendo bien?, se nota que has perdido peso-
¿Y a qué venía tanta preocupación?, ¿no tenía él acaso una esposa a la cual cuidar?, Sherlock chasqueó la lengua y negó.
- No pasará nada, estoy bien-
- No lo estás, me quedaré aquí esta noche, por si te sientes mal, usaré mi vieja habitación-
- No puedes-
- ¿Por qué?-
- La estoy usando como almacén-
El rostro de John se torció en un gesto de molestia, ¿estaba enojado?, ¿estaba herido?, sí, una mezcla de las dos, ¿eso hacía sentir mejor a Sherlock?, para nada, dañar a John no ayudaba, sólo le dolía más.
- Entonces usaré el sofá-
- Ridículo, tienes una casa y una cama a la cual volver, vete, estoy bien, Lestrade no debió llamarte, ocúpate de tu mujer y no te molestes por mí-
Lo había herido de nuevo, lo podía leer en su rostro, sintió el aguijón de la culpa clavársele, no quería lastimar a John pero al mismo tiempo no quería estar cerca de él, no mientras siguiera oliendo a Mary Morstan, no mientras amara a esa mujer y llegara así a Baker Street, con los labios rojos, evidente prueba de que había estado besándose con su mujer, y con la ropa mal puesta, seguramente la llamada de Greg había interrumpido una sesión de sexo.
- De acuerdo- cedió al fin – me iré, pero te llamaré mañana para saber cómo estás-
- No es necesario- continuó Sherlock – adiós y buenas noches-
- Sherlock, sé que no he sido buen amigo últimamente, el nuevo ritmo de vida que llevo no me ha permitido visitarte tan seguido como debería y…-
- No tienes que disculparte, es normal, ahora tienes responsabilidades de hombre casado, no puedes estar paseándote por aquí a visitar a tu amigo el detective desquiciado, no puedes estar poniendo tu vida en riesgo, ahora tienes a alguien a quien volver, es natural que te alejes-
- ¿De verdad lo crees así?- preguntó John, aliviado – Gracias, Sherlock, me da gusto saber que me comprendes, por un momento creí que estabas enojado conmigo, Mary y yo hemos hablado del asunto y a los dos nos gustaría que fueras a visitarnos, ya sabes, a cenar-
- Tengo que declinar tu invitación- respondió Holmes – sabes que no me gustan ese tipo de interacciones sociales, pero agradezco tu intención-
- Bueno, pero no dejaré de insistir- John le sonrió – me voy, que descanses-
Y se fue, ¿por qué no podía olvidarse?, ¿por qué aparecía preocupándose por él?, ¿por qué si nunca iba a amarlo?, Sherlock se avergonzaba de su debilidad, de sus deseos de poseer a John, pero no se avergonzaba de quererlo, ¿era esa una buena señal?, lo ignoraba por completo.
Pasó una semana antes de que John se apareciera de nuevo por Baker Street, llegó con comida china y una sonrisa de oreja a oreja, con evidentes intenciones de pasar una tarde entre amigos, a Sherlock se le revolvió el estómago de solo pensarlo.
- ¿Cómo sigues de la herida?-
- Está bastante bien-
John se sentó en su viejo sillón, comenzando a comer, por un momento casi fue como antes, Sherlock tenía el violín en el regazo y jugaba un poco con las cuerdas, casi se parecía al viejo John, el que arriesgaba la piel por Sherlock Holmes y lo seguía en sus aventuras, pero el perfume de Mary estaba en el aire, recordándole a Sherlock que John no se quedaría.
Alguien venía por la escalera, Sherlock y John se giraron para encontrarse con Greg.
- Tengo un caso que te interesará- anunció Lestrade – Hola, John, ¿cómo está Mary?-
- Hola, Greg, está muy bien, estamos muy contentos- contestó Watson, sonriendo como tarado.
- Sherlock, ¿vendrás?-
- Sí- respondió el detective, levantándose del sillón – me contarás en el camino-
- Bien, traje el revólver- habló John.
- Tú no vendrás- dijo Sherlock, mientras se acomodaba la bufanda – puedes quedarte el tiempo que quieras, cierra la puerta al salir-
- ¿No…no quieres que te acompañe?-
- Preferiría que no- siguió Sherlock – ya no me eres de ayuda, dale mis saludos a Mary-
De nuevo esa expresión, lo estaba hiriendo, Lestrade le dedicó una mirada de reproche a Sherlock.
- Claro, ten cuidado-
Salió de Baker Street junto con Lestrade, al final el caso no había resultado tan interesante como prometía, todo una decepción, resolvió el asunto en un par de horas y regresó a casa, se sorprendió un poco al encontrarse a John en el departamento.
- Pensé que te habrías ido- comentó Sherlock, quitándose el abrigo y la bufanda.
- ¿Qué demonios es esto?-
John le lanzó su frasco de solución de cocaína y algunas jeringas, Sherlock no pudo más que torcer el gesto y suspirar con fastidio.
- Estás drogándote de nuevo- reclamó Watson, rojo de furia - ¿por qué haces esto, Sherlock?-
- ¿Y a ti qué demonios te importa?- bramó el detective – es mi maldito cuerpo, es mi decisión-
- Te estás haciendo daño-
- Insisto, ¿a ti qué te preocupa?, ¿no tienes ya muchísimas cosas en qué ocuparte?-
- ¿Qué?-
- ¿Por qué no me das un poco de paz, John?, tú tienes una vida, te casaste y eres feliz, déjame hacer lo que yo quiera, déjame tranquilo de una vez-
- ¿Todo esto es porque me fui?-
- Todo esto es porque me olvidaste-
Watson se quedó inmóvil, observando con asombro a Sherlock.
- No te olvidé, Sherlock, durante tanto tiempo esperé que regresaras y nunca… fueron tres años, tres malditos años-
- Tres años en los que te buscaste una mujercita para casarte, me olvidaste, me reemplazaste, pasé tres años intentando deshacer la red de Moriarty sólo para regresar aquí, a Baker Street a encontrarte, te lo dije una vez, no me importa lo que la gente piense de mí, jamás me ha importado, sólo quería protegerte, quería volver a mi hogar y verte aquí, regreso y no estás en casa, regreso y no hay hogar, te has ido-
- Eso no cambia que sigamos siendo amigos-
- Yo ya no tengo amigos, el único que tenía se fue-
- No es cierto, Sherlock-
- Déjame solo, ¿puedes dejarme solo?-
- No-
- Vete, John, ya has hecho tu vida, ¿por qué no me dejas vivir la mía?-
- Porque no la estás viviendo, la estás destruyendo-
- ¿Y eso a ti en que te afecta?-
- En que te quiero y…-
- No lo suficiente- suspiró Holmes – déjame-
- ¿Por qué eres tan injusto conmigo?-
Sherlock no respondió, John se marchó dando un portazo, estaba furioso, ¿por qué Sherlock se ponía así?, se estaba comportando como un niño malcriado, si no se tratara de Sherlock Holmes casi podía jurar que…
- No…- masculló Watson, quedándose estático en mitad de la banqueta – no, es ridículo, no…-
- John Watson- la voz femenina a sus espaldas lo hizo girar, era un rostro conocido – venga conmigo, doctor-
- Anthea- saludó él, subiéndose al coche.
Lo llevaron a Diógenes, Mycroft estaba en su oficina, escribiendo algunos papeles, saludó a John con amabilidad y le pidió que se sentara.
- Mi hermano no está bien- dijo Mycroft, apartando los papeles en los que trabajaba - ¿has notado algo?-
- Se está drogando de nuevo- informó John, sintiéndose algo incómodo, acababa de pelear con Sherlock y lo último que quería era hablar de él – la señora Hudson dice que no come más que cereal con leche, y eso muy de vez en cuando, lo noto desmejorado, ha perdido al menos cinco kilos, Lestrade ha dicho que está más imprudente que nunca-
- Ya veo- suspiró Mycroft, juntando las manos debajo de su barbilla – sabía que no podría enfrentar tantas emociones sin quebrarse un poco-
- ¿Cómo?, ¿cuáles emociones?-
- Es evidente-
- No, no lo es-
- ¿Nunca te preguntaste por qué Sherlock se fue a mitad de tu boda?-
- ¿Se fue?, no lo recuerdo-
- Claro, estabas ocupado casándote, perdona, pues sí, justo después de que firmaras el acta de matrimonio Sherlock salió huyendo-
- ¿Pero eso qué tiene que ver?-
- Es obvio, John-
- Mycroft…-
- Sherlock está enamorado de ti-
La noticia hizo trastabillar a John, provocándole un sonrojo.
- No puede ser, él no…-
- Creo que terminó de aclarar sus sentimientos después del asunto de Irene Adler, si fingió su muerte fue para protegerte a ti y a sus demás amigos, pero sobre todo a ti, John, pensé que lo sabías pero no le correspondías-
- No, yo no…yo no tenía idea-
John sintió que tanta información lo abrumaba, por eso Sherlock estaba así, tan autodestructivo, tan solitario, siempre había sido difícil para él relacionarse con las personas, ahora estando tan herido… culpa, eso sentía John, un amasijo de culpa y dolor.
- ¿Qué puedo hacer?, Mary y yo tenemos una vida juntos, creí que…-
- Aléjate de él-
- No, ahora menos que nunca-
- Aléjate de Sherlock, John, lo lastimas, si sigues haciéndolo vamos a perderlo, y esta vez para siempre-
Mycroft se encargó de que lo llevaran a casa, Mary ya se había acostado a dormir, dejando el piso en un silencio que le ponía nervioso, fue a meterse a la cama junto a su esposa, contemplándola a la luz de la lámpara, su piel pálida, el rubio cabello en ondas, era hermosa, y era suya.
¿Qué pasaba con Sherlock?, ¿por qué no le había hablado de sus sentimientos?, claro, era Sherlock Holmes, los sentimientos le eran ajenos y los sentía peligrosos, entonces entendió, Sherlock estaba arriesgando todo lo que creía por él, por John Watson, estaba, prácticamente, traicionado su credo, ¿y él lo podía querer?, echó un vistazo a Mary para darse cuenta de que seguramente no podría.
Ya sé que no debería iniciar otro fic si no he cocluido los otros que tengo pero no pude resistirme xD, me vino una ráfaga creativa :B, sorry si esto está muy ehmmm triste, sólo decir que no abandonaré los demás fics :B
