Titulo: Cuando Lily lo descubrió.
Summary : Ese día se desató un verdadero caos en la casa de los Potter. El día en el que Lily Luna descubrió la verdad de la Navidad.
Nota: Un pequeño Two-shoot navideño :) Ojala les guste. Por cierto, esto puede ser un poco shockeante para algunos, así que quien no sepa la verdad sobre los regalos que aparecen bajo el pino en Navidad no lo lea jaja xD Santa Claus, todo esto es sin animo de ofender.
Cuando Lily lo descubrió.
Harry contemplaba la escena frente a sus ojos con algo parecido al pánico. Su hija nunca antes se había puesto así…pero bueno, nunca antes se había llevado una decepción de ese tipo.
Su princesita estaba destrozada y lo peor es que no había nada que pudiera hacer al respecto porque las ilusiones de la pequeña Lily ya estaban destrozadas. Harry intentó abrazarla pero nuevamente Lily se resistió aferrándose a su enorme oso de felpa sin dejar que nadie la tocara.
Y luego estaba su escoba…su Saeta de Fuego, aquella que había cuidado desde su adolescencia. Estaba destruida. Totalmente destruida…
Quiso descuartizar al culpable de que su hija de hubiera puesto así y de que su escoba estuviera en un lugar mejor pero no podía hacerlo. No porque el culpable era alguno de sus hijos y lamentablemente para Harry uno era un experto en bromas y mentiras y el otro era inteligente y astuto. ¿Cómo descubrir quien mentía? Incluso para un Auror era duro.
-¡Les digo que me digan ya mismo que pasó con su hermana! –bramó Ginny alterada.
-Ya te dijimos, mamá. –contestó James Sirius con una mirada de cierto temor hacia su madre. –La enana ya lo sabe.
-Eso ya lo sé, James. –arremetió la esposa de Harry. –Lo que quiero saber es quien se lo dijo y porque.
-¡No fue nuestra culpa! –intentó defenderse Albus. –Ella vio el armario sin permiso.
-El armario estaba cerrado con un conjuro, Albus. –replicó Harry. –Así que no usen esa excusa boba con nosotros ¿Bien?
-¡Pero papá…! –gritaron ambos al unísono.
-¡Cállense todos y déjenme en paz! –lloriqueó Lily furiosa. -¡Todo es culpa de Albus y James!
Ginny fulminó a su par de hijos varones con la mirada y los tomó de las orejas sacándolos de la habitación ante sus quejas y bramidos. Harry se quedó con Lily intentando callar su llanto pero era imposible. Lily parecía poseída.
-¡Déjame en paz, papi! –exclamó la pequeña pelirroja. –Tú y mamá me decían mentiras. ¡Son unos mentirosos y no los quiero! –agregó pataleando sobre la cama.
Harry quiso hacer algo para que Lily se sintiera mejor pero nada se le ocurría así que mejor salió de la habitación para intentar ayudar a Ginny a sacarles la sopa a esas dos bestias que tenía de hijos. Cuando salió a la sala de su casa en el Valle de Godric Ginny gritaba a todo pulmón mientras James la veía ligeramente asustado y Albus se encogía en su sitio.
-Estoy muy decepcionado. –intervino Harry en la escena tratando de obtener la atención de los chicos. –Ustedes tienen trece y doce, está bien que dejen de creer si quieren. ¡Pero Lily solo tiene diez! ¿Cómo pudieron hacerle esto?
James tosió un poco y Harry, que lo conocía demasiado bien, supo que ocultaba una risa, reacción sospechosa si le preguntaban. Albus por su parte miró a todos lados menos a la cara de su padre. Otra reacción sospechosa, sí señor.
-Ahora… -inició Ginny. –Van a decirme que demonios pasó aquí mientras nosotros visitábamos a Neville.
Los dos niños se pusieron a hablar al mismo tiempo atrabancadamente y sin sentido. Ni Harry ni tampoco su mujer podían entender nada de lo que los niños decían así que fue el hombre quien los silenció dando por terminados sus alaridos.
-Van a hablar tranquilamente. –ordenó. –Primero James.
-¿Qué? –se indignó Albus Severus. -¿Por qué primero James? –cuestionó enfadado.
-Eh ¿Por dónde empiezo? –respondió su hermano. –Porque soy más guapo, inteligente, mayor y gracioso que tú. Por lo tanto soy…
-Más tonto. –completó Albus con los brazos cruzados sobre su pecho y bufando.
-Al menos te gano en algo, no que tú ni en eso puedes ser mejor que yo, pequeñín.
-Eso fue jodidamente tonto, James. –espetó Albus con voz tranquila. –Y no me llames pequeñín
-¡Se callan! Y Albus Severus ¿Qué te he dicho sobre ese vocabulario? –rugió Ginny Potter. –Ahora James o hablas ya o no hablas nunca. Tú eliges.
Deprimido de que Ginny impusiera más respeto y temor que él, vio como James se encogía ligeramente de hombros y asentía con la cabeza para abrir la boca y relatar la historia de lo que había pasado mientras la pelirroja mujer y el hombre de la cicatriz oían interesados y bastante molestos a decir verdad.
Versión de lo ocurrido. Por James Sirius Potter (el mago de trece años más guapo y divertido de la historia del mundo mundial)
Yo estaba, como siempre, haciendo cosas divertidas en la sala. A penas iba a salir al jardín a observar la bella naturaleza y probablemente a intentar tener un dialogo civilizado con algún gnomo cuando vi a mi hermanito menor sentado en el estudio de papá y me escandalicé. ¿Qué hacía Albus ahí cuando tenemos obviamente prohibido entrar cuando papá no está?
-Solo desde que alguien. –interrumpió Albus. –Tomó cierto mapa de Hogwarts sin permiso ¿No James?
No interrumpas a tus mayores, enano. Y no me mires de esa forma tan grosera. ¡Albus Severus, que te ha dicho mamá del lenguaje! Bueno, como iba diciendo estaba horrorizado por el hecho de que mi hermano menor desobedeciera de esa forma, así que me adentré al estudio de papá muy asustado de estar rompiendo una de sus reglas y enfrenté a Al.
-Hermanito. –lo llamé tímidamente. –Sabes que no podemos estar aquí. Mejor ven conmigo afuera a admirar la hermosa naturaleza.
-¡Que naturaleza ni que nada! –exclamó él, enojado de que interrumpiera lo que probablemente era algún plan oscuro para dominar el mundo. –Odio ir afuera a los exteriores. Me derrito.
-¡Yo no me derrito en los malditos exteriores, James!
Te dije que no me interrumpieras hermanito. Así fue como pasaron las cosas y lo sabes. Bueno, luego tuve una pequeña discusión con Al porque yo quería pasar más tiempo de calidad con mi hermano menor y él se negaba a acompañarme así que nos pusimos a conversar un poco molestos.
-Pero Albus. –decía yo muy sentido y al borde de las lagrimas. –Solo quiero que pasemos un tiempo juntos.
-¡Pero yo no lo quiero, joder! James, entiende que te detesto y te tengo mucha envidia por ser el más apuesto y listo de los Potter, Mierda ¿No lo captas?
-Al, hermano. Mamá te ha dicho que no es bueno que uses ese lenguaje en esta casa. –le reprendí intimidado por su enojo. –Esos chicos de Slytherin con los que hablan quizás lo hacen pero no debes imitarlos, ni siquiera a ese chico Malfoy y…
-¡Odio estar en esta casa, ya quiero volver a Hogwarts, joder!
-Pero son vacaciones de navidad, Al. –le recordé pero él me miró furioso. Pensé que seguramente estaba confundido o que tal vez había sido poseído por Voldemort porque ese comportamiento era muy feo en él.
-¡Odio la puta navidad y te odio a ti y a todos! Por eso voy a destruir el mundo algún día.
-¡Al, no puedes hacer eso! –le grité. –Ahora, calmémonos porque Lily puede…
-¡James! ¿Qué está pasando?
De repente Lily había llegado. Ella se abrazó a mí, también estaba asustada por la forma en la que Al gritaba pero mi hermano no se contuvo y continuó con ese rostro de demonio. Me espanté más y abracé a la enana contra mí. Ella lloraba un poco pero como es valiente y fuerte quiso verse grande y se enfrentó al monstruo.
-Albus ¿Cómo puedes odiarnos a nosotros y a la navidad? ¿Por qué quieres destruir al mundo? ¿Es que no nos amas?
Ella se acercó a él. Intenté detenerla, de veras, pero ella estaba decidida a ir con Albus. Nuestro hermano la miró extraño cuando la vio aproximarse a él y chilló gritando como si estuviera frente a un vampiro sediento. ¡Lo juro! Parecía que el amor de Lily le hacía daño a su horrible corazón de piedra y…
-Oh James eso es ridículo. –le cortó Albus. –Esto no es una de las aventuras del gran Harry el-chico-que-vivió Potter.
-Sí. –acordó su padre. -¡Oye!
Ya dejen de interrumpirme. El caso es que Albus estaba furioso y la jaló de una de sus trenzas hasta llegar a su habitación, padres. Luego le empezó a pegar al armario con una escoba hasta que se abrió, y de paso rompió tu escoba papá, bueno el caso es que todos los obsequios estaban ahí y empezó a gritarle a Lily de nuevo.
-¡Lo ves, la navidad es una mierda, Lily! ¡Santa Claus no es real!
Luego yo intenté callarlo pero no funcionó. Lily se echó a llorar y corrió mientras me dejaba a solas con Albus. Hubiera jurado que estaba a punto de atacarme y dejarme sin consciencia pero entonces ustedes llegaron. ¡Oh gracias, salvaron mi vida!
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Entonces James se abrazó a su madre que le miraba muy mal. Harry resopló. ¿James esperaba que él se fuera a tragar eso? Aún escuchaban los sollozos y llantos de Lily Luna desde su habitación pero parecían haberse ya acoplado a ellos. Ginny frunció el entrecejo y Albus se rió.
-Oye ¿De qué te ríes? –preguntó James falsamente ofendido.
-De lo mal que está tu cabeza.
-Se acabo. No voy a dar ni un solo comentario sobre esa historia, James. –aseguró Ginny roja de la molestia. –Es tu turno Albus.
Lo que verdaderamente ocurrió, versión Albus Severus Potter (ósea la versión real, no la inventada)
Bueno, como yo tenía muchos deberes que hacer me dije a mí mismo que tenía que terminarlos antes de las fiestas para poder tener un poco menos de presión sobre los hombros, ya sabes pa, eso de estar en la mira de los profes no es fácil.
Pero es que Lily estaba cantando tan alto y James se reía de algo que no entendí por lo que no había forma de concentrarme así que decidí, totalmente consciente de que me lo permitirías papá, entrar a tu estudio a terminar mis deberes de Pociones y Encantamientos. En eso estaba cuando James entró con una escoba, unos explosivos y varios botes de pintura.
-Albus ¿Qué estás haciendo? ¿Rompiendo las reglas de papá? Qué bien, ahora puedes pasarte al lado oscuro y alborotador conmigo. ¡Vayamos afuera a matar pobres gnomos, volar a 100 metros de altura y pintar la casa con pintura fosforescente!
En fin, James quería hacer miles de cosas que yo sabía que ustedes jamás nos permitirían así que me negué terminando mis deberes y quizá…eh…escribiendo a un par de amigos. Pero ese no es el caso, el caso es que James se puso furioso porque me negué a hacer todo lo que él quería.
-Pero James, no quiero ir a Azkaban y es allí donde tú vas a terminar algún día. –dije muy nervioso por la forma en la que mi hermano me miraba.
-¡No seas aburrido y has los deberes hasta el último día como yo! –intentó convencerme. –Es más, vamos a ver los obsequios del armario. Yo ya fui.
-¡Pero está prohibido, hermano! –bramé poniéndome lívido. –No deberías ver los obsequios antes de navidad, es la regla. Lily podría sospechar algo.
-¿Y eso qué? Albus, vamos, sabes que yo no me intereso por nadie que no sea yo, yo, yo, yo, yo…
-Pero James, déjame ya en paz y vete a hacer tu también tus deberes que…
- Yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo…
-¡ALBUS! –reprendió James en el tiempo real. –Yo no hacía así.
James, has favor de callarte y quedarte donde estas. Bien, gracias. Ahora continuando donde me quedé, James siguió haciendo esa cancioncita por más de diez minutos sin dejarme acabar mis deberes y probablemente fue eso lo que atrajo a Lily a la escena.
-¡James! –grité intentando callarlo. –Para ya.
-Oh Albus, venga. Vamos a ser criminales juntos y arruinemos la casa de mamá y papá. ¿Qué mejor regalo navideño que ese?
-Pero James, nuestros padres son amorosos y buenos, no se merecen que…
-¡Arruinas la navidad, enano bobo! –entonces hizo algo que no me esperaba, sacó su varita y me amenazó con ella. Yo temblé de miedo y quise apuntarle también pero no podía. Jamás haría eso a mi hermano. –Ahora vas a salir conmigo ya.
-P-pero…
-¡YA HE DICHO! –me gritó. –Demonios, si que sabes cómo joderle la navidad a alguien.
-James, la navidad no se trata de eso, se trata de convivir con la familia y los amigos sanamente y también de esperar la llegada de Santa Claus para…
En ese momento vi como Lily estaba escondida tras la puerta con sus ojitos bien abiertos y rojos. La abracé y le hice a James una seña de que no fuera a hablar de más con ella cerca. Él pareció entender pero no me hizo caso en lo más mínimo, al contrario, sonrió burlonamente, así como siempre.
-Al. –me llamó la pequeña Lily Luna. Su vocecita sonaba quebradiza. -¿Por qué hay obsequios en el armario de mamá y papá?
Me asusté muchísimo al pensar que Lily vio los regalos antes de navidad y entonces miré a James muy molesto mientras él se ponía las manos en la nuca y se burlaba abiertamente.
-¡James no has cerrado el armario! –bufé muy enfadado con él.
Luego miré a Lily.
-Tal vez son para los primos o…
-¡Son los que mamá y papá te darán en navidad, enana! Vamos, Al. Ya esta grande para saberlo. –agregó riéndose escandalosamente.
-Cállate. –le espeté muy impactado.
-¿A qué se refiere el loco, Albus? –cuestionó Lily.
-¡A que el panzón no existe, Lily! –gritó James soltándolo de golpe y estrellando la escoba contra el suelo rompiéndola. –Esos regalos son los tuyos, te quieren engañar.
-¡NOOOOOOO!
El grito de Lily aún revota en mis pobres oídos al igual que la risotada que James soltó en ese momento.
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-¡Mamá! –se quejó James berreando. –Yo nunca haría eso.
Ginny no dijo nada solo suspiró pesadamente decepcionada al darse cuenta que los hijos sinceros no existían en este planeta. Harry se llevó las manos a la cabeza ofuscado mientras se preguntaba de dónde demonios sacaban esos niños tanta imaginación ¿Serían las ranas de chocolate antes de dormir? Porque si era así más vale que Ginny no lo supiera o iba a tener que dormir con Kreacher esa noche. Su esposa le jaló del brazo para reunirse en la cocina a hablar.
-Es obvio que uno miente. –dijo Ginny.
-No. –negó el Jefe de los aurores. –Es obvio que los dos mienten.
-¿Qué dices? Legeremencia, Veritaserum o un Pensadero. Tenemos los tres.
-Ginny, son nuestros hijos. –alegó el moreno muy frustrado. –No quisiera tener que recurrir a eso con ellos.
-¡Pero has visto como se puso Lily! –le recordó la pelirroja. –Voy a castigar a alguien esta noche Harry, y si no es ni Albus ni James me temo que tendrás que ser tú.
El aludido tragó saliva mientras se preguntaba si Kreacher tendría espacio suficiente para ambos en su alacena…
-Un segundo. –habló Harry. -¡Tengo una idea para saber que pasó en verdad!
Su esposa le miró esperanzada, seguro imaginándose a su esposo vertiendo Veritaserum en los chocolates de los niños, mientras Harry escuchaba el inconfundible sonido de la chimenea. Alguien había llegado a casa. Albus y James se quedaron quietos en el sillón mientras veían a Teddy entrar al salón.
-Padrino. –saludó notando el ambiente tenso.
Ese lugar debería parecer manicomio, o eso creyó Potter. Albus y James parecían a punto de recibir el beso del dementor mientras los berridos de Lily llenaban el hogar.
-Teddy, creo que eres el hombre que necesitábamos. –aseguró Harry.
-¿Yo? –indagó temeroso.
-Te necesitamos para calmar a Lily.
El semblante de Teddy se puso pálido mientras su cabello cambiaba a ser casi blanco por el espanto. Harry lo sabía, esa no era una tarea fácil aunque ¿Quién podría lograrlo si no su ahijado?
Nota final: Gracias por haber leído esta pequeña tonteria y aprovecho para desearles a todos una muy feliz navidad:) Subire la segunda parte mañana o el Lunes. Saludos, los amo!
