Esta es una nueva y pequeña historia, que sólo tendrá tres capítulo -aunque este me ha quedado bastante largo, a ver si los dos siguientes son iguales xD-. Es del anime Yowamushi Pedal, que por desgracia aun no tiene categoría aquí :( Pero eso no me ha impedido escribir con mi personaje favorito, Tôdô Jinpachi.
Espero que os guste, o que al menos no os disguste demasiado. En fin, os dejo leer.
Muchas gracias ^^
Historia dedicada a mi querida Pingüinita, Lovelygirl84. Te quiero mucho, espero que la disfrutes y que esto te anime a ti también a terminar la tuya xD.
I. La ruptura.
Él y yo nacimos el mismo día.
Esa fue la razón de que habláramos por primera vez, hace casi tres años. No es que piense que tenemos una unión predestinada por eso, pero aun así es algo curioso. Y aun es más curioso que estemos siempre juntos, cuando somos tan distintos.
Él es... bueno, es raro. No excéntrico. Raro. Eso es algo que todo el mundo sabe perfectamente, Tôdô Jinpachi es un chico extraño. Es engreído, frívolo, y bastante desagradable cuando quiere. De hecho, hay gente que no soporta tenerlo delante por lo escandaloso que puede llegar a ser.
Pero es una buena persona. Se hace pasar por un idiota, pero aprecia mucho a sus amigos, y hace todo lo que puede para cuidarlos. Es bueno.
- Buenos días, Ei-chan -Me dice mientras cierro la puerta de mi casa, completamente tranquilo. Siempre acorta mi nombre. Al principio me ponía de los nervios, siempre con Ei-chan esto, Ei-chan lo otro. Mi nombre es Eiko, no Ei-chan. Pero supongo que me he acostumbrado. Hace tiempo empecé a llamarle Jin-chan delante de la gente para ver si le molestaba, pero lo dejé porque no daba resultado.
- Estoy lista. Cuando quieras -Le digo sin más, sonriéndole con calma. Este año hemos empezado a ir juntos al instituto. Siempre camina llevando su bicicleta a un lado mientras yo intento seguirle el ritmo. Al contrario que Jin, yo no soy ninguna deportista. Me quedo sin aliento sólo con ver las olimpiadas en la televisión. Pero me gusta pasear con él, siempre mirando las montañas de Hakone.
Nuestra relación es un poco complicada como para intentar entenderla. No sé si podría decir que Jinpachi es mi mejor amigo. No nos conocemos de siempre, ni tenemos la típica historia de amigos de la infancia. Nos conocimos en secundaria. Íbamos a la misma clase, pero realmente no empezamos a hablar hasta el final del tercer año.
Contrastando un poco con Jinpachi, yo tengo la piel ligeramente bronceada -Aunque por suerte no destaca mucho-. Mi pelo es largo y ondulado, con volumen, del color de la canela. No llevo flequillo, las ondas de mi pelo enmarcan mis mejillas. La gente suele describir mis ojos como dorados, aunque yo los veo más como un amarillo fuerte acercándose al naranja. Si quiero ser justa debo decir que son mi mayor atractivo. Si comparan nuestro aspecto, dirán que somos como el día y la noche.
Ya estoy en tercero. Pronto voy a cumplir dieciocho años, igual que él. Nacimos el ocho de agosto.
- Unas chicas me han dicho que debería cortarme el pelo -Me cuenta Jin, como si estuviera molesto y extrañado por su pequeña anécdota-, ¿te lo puedes creer?
- Pero si no tienes el pelo tan largo, ni siquiera te llega a los hombros.
- A lo mejor lo han dicho porque necesito un cambio de imagen. Tal vez mi estilo ya no les atrae, ¿tú qué crees?
- A mí me gustas con el pelo así. De otra manera no parecerías tú. Y si las otras chicas dejan de prestarte atención, entonces te tendré sólo para mí, Jin-kun -Le susurro sin darle mucha importancia a mis palabras, y me acerco para agarrarme a su brazo y hablarle con voz melosa. Siempre le llamo Jin-kun cuando estamos de broma.
- Cierto, no puedo dejar de lado a mi chica número uno -Responde mi amigo, siguiéndome el juego. Ambos reímos, y seguimos caminando en dirección al instituto. Ya podemos ver a otros compañeros, que aunque no son de nuestra clase, nos conocen de vista y por los rumores que corren sobre los dos. De todos modos no tengo que soltar su brazo.
Jinpachi y yo tenemos un secreto. Ante el resto de la gente somos novios desde antes de entrar en el instituto. A ojos de los demás somos una pareja perfecta. Pero nada de eso es verdad.
Cuando nos reencontramos en Hakone Gakuen, al empezar el primer curso decidimos fingir ser novios. A los dos nos conviene, al igual que me ocurre a mí, a él tampoco lo dejan en paz -o al menos eso dice él-. No es que yo sea una gran belleza, pero tengo mi público. Según dice la gente, Jin incluso tiene un club de fans. Al menos conmigo no van tan lejos. Pero sí que se me han declarado varios chicos, es bastante incómodo. A él le encanta llamar la atención, y poner celosas a las chicas, pero no le gusta que le atosiguen. Por eso mentimos. Aunque en realidad también nos divierte. Las reacciones de la gente siempre son extrañas, y graciosas.
En este tiempo nos hemos convertido en buenos amigos. En fin, el roce hace el cariño. Ya son más de dos años fingiendo, hemos pasado por muchas cosas, y realmente tenemos alguna especie de conexión especial. He llegado a conocerle mejor que a mí misma, y creo que para él también es igual. Por esa conexión es por lo que no me importa mentir.
Jin se aparta de mi brazo, y veo como coge el móvil de su bolsillo para buscar un número en su agenda. Sé lo que va a hacer casi al momento.
- ¿Ya vas a llamar a Makishima-kun? Es pronto para empezar a acosarle.
- Tengo que preguntarle cómo va todo. Además, seguro que aun tendré que llamarle unas cuantas veces más hasta que me responda.
- Si no te responde es porque seguramente está ocupado. ¿Voy a tener que confiscarte el móvil hasta que terminen las clases? -Le riño con tranquilidad. No sería la primera vez que lo hago. En época de exámenes incluso tengo que quitárselo durante días.
Yo no soy su única relación extraña, también está obsesionado con un chico de otro instituto desde hace tiempo. Él y Makishima-kun siempre compiten entre ellos para ver quién es mejor. Desde que empezaron llevan siete victorias y siete derrotas, así que están empatados. Si Jin está tan obsesionado con él, incluso llegando al acoso, es porque este es el último año en el que podrán competir. Después de tercero no habrá más carreras como el Interhigh. Nunca me lo dice, pero sé que está triste por eso. Es demasiado orgulloso como para reconocerlo, y sería aun peor si yo intentara sacar el tema. Por eso lo único que hago es seguirle un poco el juego, y apoyarle en todo lo que hace. Eso es lo mejor que puedo hacer por él. De todos modos yo también temo que el curso llegue a su fin. Porque no sé qué será de nosotros una vez nos graduemos.
No quiero que esto se acabe.
Jinpachi pone los ojos en blanco, imagino porque Makishima-kun no le ha contestado de nuevo. Vuelve a guardarse el móvil en el bolsillo de su pantalón, y me mira confundido. No sabe lo que estoy pensando, es una suerte. Le sonrío con tranquilidad, y seguimos nuestro camino.
- Hanamiya-senpai, ¿cómo es tener novio desde hace tanto tiempo? -Me pregunta una chica cuando terminan las clases de la mañana y salgo al pasillo, con una sonrisa bastante exagerada.
- ¿No te aburres de estar siempre con la misma persona? -Añade su amiga, sonriendo de la misma manera.
Las chicas de primero no me gustan. Me ponen de los nervios. ¿Por qué yo, siendo dos años mayor que ellas, no puedo ser tan atrevida y descarada? A estas dos no se les ha ocurrido nada mejor que acorralarme en medio del pasillo, mientras todas las miradas de mis compañeros de clase se centran en mi futura reacción. La verdad, a veces es un poco agotador tener que ser tan perfecta siempre. Prefiero cuidar serpientes venenosas, esos animales no tienen la lengua tan viperina como las chicas enamoradas.
Sé perfectamente que no se acercan a mí porque sea su "querida e idolatrada senpai de tercero", sino por Jin. Tienen mucho interés en saber si nos va bien, quieren indagar en nuestra relación con la esperanza de descubrir que romperemos pronto. Quieren lo que yo tengo, pero sólo porque no saben que todo es una gran mentira. Qué ironía. Y qué asco, ojalá pudiera estar en casa, en mi habitación, tumbada en mi cama escuchando música y mirando mi acuario durante horas hasta dormirme.
Les doy algo de conversación, pero sin decirles nada realmente. Menos mal que yo nunca he sido tan pesada por ningún chico, o al menos eso creo. Nunca entenderé por qué las chicas se obsesionan tanto cuando alguien les gusta. Supongo que yo también soy rara. Bueno, de esa forma Jinpachi y yo hacemos una pareja aun mejor.
La verdad es que desde que le conozco nunca he comprendido qué es exactamente lo que me atrae de él. Antes de conocerle siempre evitaba esa clase de chico. Pero ahora...
- Ei-chan, te estaba buscando -Oigo su voz a mi espalda, y de repente siento cómo apoya su mentón sobre mi cabeza. Es más alto que yo.
Las chicas de primero se sorprenden, y al momento enrojecen -¡Tôdô-san, Tôdô-san! Cuando él aparece es como si no tuvieran más vocabulario-. Me separo de Jin, y veo que está sonriendo con arrogancia, como siempre. Imagino que acaba de salir de clase, y al verme con ellas ha notado que me siento incómoda. Se ha convertido en toda una costumbre que siempre venga a rescatarme en este tipo de situaciones. Bueno, se supone que esto es lo que hacen los novios, ¿no?
Le sonrío agradecida, y tras unos momentos de gimoteos de las dos chicas de primero, nos libramos de ellas y caminamos hasta el patio.
- ¿Te han preguntado por mí?
- No preguntes si ya sabes la respuesta, egocéntrico -Le respondo con una sonrisa, aunque figiendo que me pone de mal humor. No entiendo por qué le gusta tanto ser el centro de atención-. No me han preguntado por ti directamente, sólo estaban muy interesadas en saber cómo va lo nuestro. Para resumir, quieren saber cuando vamos a romper.
- Tôdô Jinpachi despierta pasiones allá donde va -Dice él, con esa gran sonrisa que pone a veces-. ¿Qué les has respondido?
- Que nos va muy bien, y que nunca te dejaré marchar -Le contesto con voz melosa, riendo con malicia.
- Esa es mi chica. Creo que debería darte un buen beso como recompensa -Bromea mientras me abraza el hombro, y supongo que al ver mi mirada de sorpresa se le quitan las ganas-. Pero no lo haré.
Suspiro, y pongo los ojos en blanco. Nos sentamos sobre la hierba del campo que está junto al patio, sabiendo perfectamente que todos nos miran. Es un poco raro que después de dos años aun nos sigan mirando tanto, en realidad no creo que seamos tan interesantes. ¿Tan aburridas son sus vidas?
Empezamos a repasar un poco nuestros apuntes y los libros, pero como siempre, él sólo sabe mirar a las musarañas y distraerse con cualquier cosa. Jamás entenderé cómo siempre consigue tener buenas notas.
- Jinpachi, ponte a estudiar -Le riño, porque cuando él se desconcentra, yo también acabo haciendo lo mismo. No soy tan inteligente como para poder permitirme perder el tiempo. Sin embargo, levanto la vista del libro un momento para ver qué está haciendo. No puedo evitar ruborizarme al ver que me está mirando fijamente, con una seriedad que rara vez muestra-. ¿Qué...?
- ¿Es nuevo? -Ve que no comprendo a qué se refiere, y se acerca para separarme un poco el pelo tras la oreja-. El pendiente.
Me gustan mucho los pendientes. Hace cuatro años me hice un segundo agujero en la oreja izquierda, justo al lado del primero. Me encanta llevar aros, no demasiado grandes, y siempre llevar un aro un poco más pequeño aparte. Pero hoy en lugar del aro pequeño llevo un pendiente con la forma de un sol diminuto. Mi hermano mayor me lo regaló hace tiempo.
No entiendo por qué de repente me siento tan nerviosa. Tímida. Nunca he tenido razones para ser tímida con él, pero ese pequeño gesto me ha tomado por sorpresa.
- No, ya me lo había puesto más veces -Le contesto en voz baja. Me separo de él, bajando la mirada y apartándome un poco el pelo a un lado-. ¿Podemos volver a estudiar, por favor?
- Deberías relajarte, falta mucho para los exámenes.
- A lo mejor tú puedes relajarte, pero yo no. Prefiero estudiar ahora antes que preocuparme cuando ya tenga los exámenes encima.
- Aun no sé qué regalarte en nuestro cumpleaños -Dice, con toda la tranquilidad del mundo. Siempre me pone de los nervios cuando cambia de tema tan rápido, aunque lo haga sin darse cuenta.
Pero me encanta que lo diga así. Nuestro. No suyo, ni mío.
- No quiero que me regales nada. Yo no pienso hacerlo -Digo sin más, realmente sin prestarle mucha atención.
- ¿Qué? -Exclama, sobresaltándose de una manera demasiado exagerada-. ¿No vas a regalarme nada?
- Nunca sé qué regalarte, eres imposible. Este año no te compraré nada, así que no quiero que me hagas ningún regalo.
- Ei-chan, yo quiero un regalo.
- Tendrás regalos de un montón de gente. De verdad, no sé por qué te importa tanto que yo te regale algo...
No me deja continuar. Casi sin sentir nada, de repente me encuento tumbada sobre la hierba, y Jin está encima de mí. Sus brazos se encuentran a ambos lados de mi cabeza, y siendo que al moverme me tira un poco el pelo. Me mira fijamente, con una seriedad que me pone la piel de gallina.
- Me importa. Nacimos el mismo día, entre nosotros hay algo que el resto de la gente no puede conseguir. ¿De verdad no entiendes que quiera tener recuerdos de todo esto?
Lo que dice me deja sin aire. No sabía que el compartir su cumpleaños conmigo fuera tan importante para él. Somos amigos, ¿cómo puede decir esas cosas? Me resulta extraño... pero también conmovedor. Le importo.
Aun estando conmovida, no puedo evitar que se me suban los colores. Está tan cerca, me siento increíblemente nerviosa. Nunca he sido tímida, ni especialmente vergonzosa, ¿Por qué me siento así ahora? Está demasiado cerca, y me está mirando fijamente a los ojos. Es como si fuera otro chico diferente. No entiendo nada.
No consigo reaccionar, lo único que puedo hacer es ladear la cabeza para mirar a otro lado.
- Vale, está bien, tendrás un regalo... -Susurro, esperando que no note mi voz entrecortada por los nervios. De todas maneras, ¿se da cuenta de lo que está haciendo, de lo que está consiguiendo que piense? Seguro que se reiría si lo supiera.
Pero simplemente se limita a reír, alegre por haberme convencido tan rápido. Por fin parece que vuelve a ser él mismo, así que me permito volver a mirarle a los ojos. Veo que se sorprende por algo, y otra vez hace algo que no espero. Alza su mano hacia mi rostro, y pasa sus dedos suavemente por encima de mis ojos para que los cierre. Lo único que percibo es el sonido de su respiración.
- Eh... tienes unas pestañas muy largas -Dice en voz baja, sonando realmente asombrado-. Nunca me había fijado.
Abro los ojos lentamente, y le sostengo la mirada sin decir nada. Siento que el corazón se me va a salir del pecho de lo rápido que late. Pero Jinpachi está muy tranquilo, con esa sonrisa que conozco tan bien. Pero esta situación es algo que nunca había pasado. Y yo no entiendo nada.
No lo entiendo.
Me despierto lentamente. Olvidé bajar las persianas anoche, así que la luz entra por la ventana. Intento desperezarme un poco, pero no me levanto de la cama. Me acomodo girando mi cuerpo para quedar de lado, mirando directamente al pequeño pasillo que tiene mi habitación antes de llegar a la puerta, justo donde está mi acuario lleno de koi, peces ángel, y algunas otras especies. Sonrío con calma. Me relajan mucho.
Una mano me acaricia la cintura, y pronto su brazo rodea mi cuerpo. No puedo evitar sonreír, mordiéndome el labio inferior. Siento su pecho pegado a mi espalda, y su aliento en mi cuello justo antes de que empiece a besarme con suavidad.
- No puedes dejar de pensar en mí -Me susurra Jin al oído, echándome el pelo hacia atrás, y bajándome el hombro de la camiseta.
Me despierto sobresaltada, con el corazón a mil por hora y sin poder creérmelo.
Maldita sea. Desde el otro día no he dejado de tener sueños así. Jin siempre está en mi cama, abrazándome y hablándome en voz baja. Y yo siempre llevo poca ropa -incluso camisetas suyas-. No lo soporto. Nunca en mi vida había tenido sueños así, me da una vergüenza terrible. Y encima no puedo contárselo a nadie. Mis padres se alarmarían y querían tener "la charla", y eso no debe pasar nunca, qué grima. Mi hermano, o su esposa... no, ni hablar, ellos también creen que Jinpachi y yo estamos juntos. Y a mis amigas sí que no pienso contárselo por nada del mundo. Lo que harían ellas sería preguntar si ya hemos hecho algo después de dos años siendo novios, y ya me hacen bastante preguntas sobre nuestra relación. Qué bonito debe de ser poder actuar con tanto atrevimiento, y hablar de cosas íntimas con tanta naturalidad. De verdad que prefiero los animales, son más sencillos que las personas.
Me levanto sin muchas ganas. Es domingo, podría quedarme todo el día en la cama, pero tengo que dar de comer a mis peces. Les echo un poco de comida, y los observo arrodillada en el suelo y apoyada en el mueble. Tienen una vida tan sencilla y feliz. Me dan un poco de envidia.
Me levanto y abro la puerta de mi habitación, sabiendo que no va a haber nadie. Mis padres ya se habrán ido a la tienda de animales, aunque no sé qué hora es. Tal vez yo también vaya un poco más tarde. Así es como me gano mi paga todas las semanas, trabajando para ellos. Y a veces también para mi hermano. Él abrió una pastelería -que también es una cafetería- hace cuatro años. Me gusta ayudar, y además aprendo mucho.
Cojo el móvil de la mesilla de noche para ver qué hora es, y lo primero que veo son diez llamadas perdidas. Todas de Jin. Mejor evitarle, después de mi sueño no tengo ninguna gana de hablar con él. De nuevo, me sorprendo al ver lo tímida que puedo llegar a ser. Es tan extraño. No me han gustado demasiados chicos, pero con los pocos que ha habido siempre he sido bastante normal.
El primer chico que me gustó de verdad iba a la misma clase que Jinpachi y yo, cuando estábamos en secundaria y aun no nos habíamos hecho amigos. Teníamos trece años. Se sentaba en el pupitre de al lado, y siempre nos pasábamos notitas evitando que el profesor nos viera. Era muy divertido. Siempre me acompañaba a casa después de terminar las clases. Él fue quien me dio mi primer beso, pero por desgracia para mí, su familia se mudó y tuvo que cambiar de instituto. No volví a verle. Después salí con un par de chicos, pero nada de eso duró mucho, y nunca pasó nada. Y luego llegó Jin. No he vuelto a estar con nadie más desde entonces.
Sólo había sentido algo especial de verdad por el primero. Hasta ahora.
No tiene mucho sentido que empiece a tener sentimientos por Jinpachi después de dos años fingiendo estar con él, lo sé. Pero es la única explicación. Los sueños, el nerviosismo y la timidez, el sentir escalofríos y que se me ponga la piel de gallina cada vez que me toca, los latidos de mi corazón... No necesito preguntarme qué me pasa, lo sé de sobra. Me gusta.
Me gusta, y no entiendo por qué. Por qué ahora. ¿Por qué no al principio, cuando él se interesó por mí y vino a hablar conmigo? Tal vez si hubiera sentido algo por él esa época simplemente me había tratado como a las otras. Vale, eso no me molesta, me gusta ser su amiga y que confíe en mí. Le importo mucho, lo sé. Pero sólo soy eso, su amiga. Después de todo lo que ha pasado entre nosotros, jamás me permitiría a mí misma acercarme y decirle Jin, me gustas. No quiero ser tu amiga, quiero ser tu novia de verdad. Sería patético. Él se reiría, me rechazaría, y dejaríamos de ser amigos. No quiero que eso ocurra jamás. Pero si esto sigue así, si mis sentimientos van a más, no creo que pueda continuar mintiendo. No será bueno para mí.
Me suena el móvil, y al mirarlo veo que es Jinpachi otra vez. No sé si coger la llamada... En fin, será mejor que lo haga, o se pondrá más pesado. Por muy tentador que sea volverle loco todo el día, no quiero que empiece a acosarme como a Makishima-kun.
- ¡Ei-chan, estaba preocupado por ti! ¿Estás bien? ¿Ayer te fuiste a dormir muy tarde? Sabes que no debes trasnochar, o te encontrarás mal. ¿Qué tal has dormido, bien? ¿Has tenido sueños bonitos? -Empieza a hablar, y a hacer mil preguntas como siempre. Cuando hace eso entiendo al pobre Makishima-kun, a veces puede ser de lo más pesado.
- ¿A qué pregunta quieres que te responda primero? No he trasnochado, estoy bien -Con lo de dormir bien y lo de los sueños... Vale, sí, he dormido muy bien. Pero es obvio que no pienso decirle eso.
- Vale, vale. ¿Haces algo hoy? Podríamos vernos.
- Hoy no puedo. Estaré en la tienda con mis padres.
- ¿Todo el día?
- Sí, todo el día. Lo siento.
- Algo me huele a chamusquina... A ti te pasa algo. ¡Lo sabía, estás enferma! ¡Ahora mismo voy a tu casa a cuidar de ti!
- ¡No vengas aquí! -Exclamo, comenzando a desesperarme pero también dando gracias porque no haya nadie en casa para oírme. Como le tenga en mi habitación después de ese dichoso sueño no podré ni mirarle a la cara-. No vengas aquí, no estoy enferma.
- ¿Seguro? No me mientas, o lo sabré.
- Estoy bien, de verdad -Mentira. Pero desde luego él no lo va a saber-. No vengas, ¿de acuerdo? Voy a estar muy ocupada hoy, además tengo mucho que estudiar.
- No sé si fiarme, Ei-chan. Te noto rara -Pero qué pesado puede llegar a ser. En serio, ¿por qué me gusta?
- No seas tonto, Jinpachi. Qué pasa, ¿es que ya no puedes vivir ni un sólo día sin mí? -Bromeo, porque es la única forma de cambiar el ritmo de la conversación y que me deje tranquila por hoy.
- Pues claro -Me confiesa, sorprendiéndome muchísimo-. Nos vemos todos los días, hablamos, pasamos mucho tiempo juntos, y cuando no lo hacemos me siento extraño.
Por un momento se me ocurre que sólo dice esas cosas para conmoverme y saber si le he mentido o no. suele hacer eso. Pero de algún modo, sé que lo que dice es verdad. A mí me pasa lo mismo, si hay un día en que no hablo con él, al menos una vez, siento que es un día raro. Es porque pasamos demasiado tiempo juntos. Tal vez por eso ha empezado a gustarme, porque prácticamente es el único chico con el que hablo.
- Debería colgar -Digo después de unos segundos en silencio, evitando hablar sobre lo que acaba de decir.
- Vamos, ¿no puedes hablar un ratito? Hoy no hay entrenamiento, y me aburro un poco.
- Igualmente puedes salir con la bicicleta, no porque no tengas que entrenar tienes que quedarte todo el día sin hacer nada. Me sorprende que no estés molestando a Makishima-kun en lugar de a mí, normalmente los domingos nunca le dejas en paz -Digo sin prestar mucha atención, comenzando a hacer la cama y sosteniendo el móvil pegado a mi oreja con el hombro-. De hecho, es bastante raro que te hayas dedicado a llamarme tantas veces hoy.
- ¿Es cosa mía o estás celosa de Maki-chan? -Pregunta Jin de repente, con voz curiosa.
Se me cae el móvil de la sorpresa, y enrojezco al cogerlo. ¿Cómo se le puede ocurrir esa tontería? ¿Yo, celosa de un chico? De ninguna manera.
- ¡No estoy celosa! -Grito, mucho más nerviosa de lo que debería-. ¡Ahora sí, te voy a colgar!
- ¡Espera, Ei-cha... -Ni siquiera le dejo terminar de hablar, cuelgo la llamada de inmediato cerrando la tapa del móvil.
Aprieto el aparato entre mis manos, respirando con fuerza y sintiendo que las mejillas me arden. La verdad es que si lo pienso no he sonado demasiado convincente. Genial. Pero no he podido evitarlo, la contestación ha salido por sí sola. Celosa de Makishima-kun... Qué idiotez. Claro que no estoy celosa. Ni siquiera he estado nunca celosa de todas las chicas que van tras él. Celos. Por favor.
Jinpachi vuelve a llamarme un montón de veces, pero no le cojo el teléfono. Por un momento temo que se le ocurra venir a casa, pero aun así no le contesto. Que sufra.
Termino de hacer la cama y ordenar un poco la habitación, pero luego me dejo caer sobre la cama, suspirando pesadamente. No quiero sentirme así. No quiero que me guste, eso no tiene ningún futuro. No siento celos porque no tengo razones, nunca estaremos juntos de verdad. Estamos hechos sólo para ser amigos, y no sólo en secreto.
También a ojos de los demás.
- Conque aquí estabas, Ei-chan -Dice Jin, sonriendo alegre como siempre.
Me encuentra apoyada en uno de los pupitres de nuestra clase, mirando por la ventana cómo la gente va llegando. Esta mañana he salido mucho antes de casa, evitando caminar con él hasta el instituto. Vive cerca de mi casa y le queda de camino, así que no es problema. No quería verle tan pronto, necesitaba prepararme antes.
Le sonrío al girarme, pero reconozco que estoy nerviosa. Supongo que ya ha llegado el momento. Va a ser un día muy largo.
- ¿Qué pasa? -Me pregunta, algo extrañado. aun hay algunos pupitres entre nosotros-. ¿Algo va mal?
- Jin -Susurro con nerviosismo, intentando sonar decidida al alzar la mirada hasta sus ojos-. Quiero dejar de fingir que soy tu novia.
No es fácil sorprender a Jinpachi. Podría contar las ocasiones en que lo he conseguido alguna vez con los dedos de una mano. Pero esta vez realmente lo he dejado boquiabierto, y creo que sin saber cómo reaccionar. Sin duda nunca se había esperado que yo dijera algo así.
- ¿Por qué...? -Pregunta en voz baja, realmente confuso. Es la primera vez que lo veo así-. ¿Es por lo que te dije ayer por teléfono? Era broma, ya sé que no estás...
- No, no es por eso -Aclaro rápidamente. No quiero desviarme con esa tontería-. Es que... ah, no sé cómo explicarlo. Vamos a cumplir dieciocho, y ya han pasado más de dos años desde que todo esto empezó. Nunca me ha gustado mentir, y aunque es divertido, esto tiene que terminar. Si sólo estoy contigo de este modo, yo... nunca podré conocer a nadie más.
Él me mira fijamente, supongo que sin poder creérselo. Me conoce bien, sabe que yo nunca digo cosas así, ni de esta manera tan directa. Seguro que piensa que me ha pasado algo. Bueno, no se equivoca, pero ni de broma le diré lo que ocurre. Nadie va a saberlo nunca. Aunque por supuesto, él va a intentar averiguarlo.
- ¿Esto es porque te gusta alguien? -Pregunta tras unos instantes.
Genial. Se le tenía que ocurrir tan pronto para ser la primera pregunta que hace sobre esto.
- No -Niego con rapidez. Demasiada, no resulta creíble. no puedo hacer otra cosa que reconocerlo-. Bueno... sí.
- ¿Le conozco? Espero que no sea Manami, o me dejarás bastante hundido.
¿En serio ese es el primer nombre que le viene a la cabeza? Por favor.
- No me gusta Manami-kun, ¿de dónde has sacado eso? Si soy mayor que él -Contesto, empezando a ponerme de los nervios. Vale que sólo soy dos años mayor, pero de verdad que no me gusta. Me cae muy bien, pero no me atrae.
- ¿Entonces quién es? -Vuelve a preguntar, ansioso.
- No puedo decírtelo -Respondo con la voz entrecortada, bajando la mirada para evitar sus ojos.
Nos quedamos en silencio. Sé que me está mirando fijamente, intentando averiguar cualquier cosa que le ayude a saber quién es el chico misterioso que me ha hecho cambiar de opinión sobre nuestra mentira. Pero supongo que al final decide aceptarlo y no indagar más por el momento. Aunque sé de sobra que no se rendirá, querrá saber quién es, y seguramente intentará hacer de celestina. Vaya, me pregunto qué sentiría si supiera que él es ese chico.
- Está bien -Jinpachi suspira con resignación, para después sonreírme con calma-. En fin, no pasa nada porque dejemos de fingir estar juntos. No es como si fuésemos a dejar de ser amigos.
Eso me sorprende.
- ¿Aunque empezáramos a ser amigos por esto?
- ¿Qué más da cómo empezara? Eso no es lo importante. Tú y yo estamos hechos el uno para el otro. Y no me digas que eso sólo vale para los enamorados, porque para los amigos también sirve.
Le sostengo la mirada, apretando los labios con nerviosismo por lo que acaba de decir. Cielos, me gusta muchísimo. me da igual no saber el porqué. Pero me gusta demasiado.
Sin duda, esta tiene que ser la mejor decisión. Es lo mejor para mí.
Continuará.
Yowamushi Pedal y Tôdô Jinpachi no me pertenecen a mí, sino a Watanabe Wataru.
Hanamiya Eiko es un personaje original creado por mí.
