La cegadora luz le golpeaba en el rostro. Tuvo que cubrirse los ojos con la mano para recuperar parte de su visión. Linton apretó sus puños contra la mesa, inclinándose amenazador.

- Lo preguntaré por última vez. ¿Mataste a Holly Raccoon?

CAPITULO 1: LAS HERMANAS RACCOON

Sus pasos hacían demasiado ruido, pero le daba igual. Tal vez ese era el propósito inicial del inventor de los tacones, asegurarse de que las mujeres dejasen huella a su paso. Aquella era una calle comercial, y una rítmica canción disco iba resonando por ella, dándole brío a su caminar. Era difícil que los hombres no se girasen a mirarla, aunque supongo que de eso ya no tenían culpa sus vertiginosos tacones, ni su caro perfume, o la manera tan sexy en la que se revolvía la rubia melena. Era ella, en todo su ser. Siempre había sido atractiva, estaba acostumbrada a llamar la atención. Sin embargo, a medida que avanzaba por la calle, fue notando que la atención de la gente se perdía entre sus luces, escaparates y lujos. Y allí estaba su hermana esperándola, mirando con detenimiento a un mimo que actuaba en la calle.

Muchos pensaban que June era su hermana gemela, y no les culpaba. En muchos aspectos, parecían idénticas, aunque en realidad se tratase de su hermana pequeña. Ambas tenían rasgos dulces e inocentes, aunque tal vez los de June eran más pronunciados. Su cabello era rubio, ondulado, contrastando con el brillo oscuro de sus ojos castaños. De toda su familia, sólo había una persona que había roto la "tradición" de los ojos castaños, y esa era la hermana mediana de ambas, Loyce.
Nunca habían logrado averiguar de quién los heredó.

June se giró en cuanto la vio acercarse, recibiéndola con su pletórica sonrisa. Nadie la superaba en simpatía y atención. Tal vez por eso, en el fondo, la envidiaba.
- ¡Holly! Ya pensé que me ibas a dejar tirada…- bromeó, agarrando a su hermana mayor del brazo
- ¿Bromeas? Para un día libre que tengo… lo necesitaba, en serio. Ésta exposición me va a volver loca. Aún necesito dos modelos para el resto de fotos, o no lograré ganar, y si no lo hago perderé cualquier posibilidad de viajar a Londres y convertirme en una fotógrafa prestigiosa. Necesito…
- Lo que necesitas- la interrumpió su hermana, obligándola a caminar a su lado- Es olvidarte de tu trabajo por unas horas, y dejar que tu hermanita te corrompa. Verás, le he echado un ojo a unos vestidos tremendos que no deberíamos dejar escapar.
- ¿Tú y la moda, eh?- bromeó Holly, logrando relajarse.
- Siempre

Jake posó con fuerza su vaso vacío sobre la barra y llamó con el dedo a la camarera, señalándolo.

- Cariño, otra ronda- pronunció, gruñendo como un gatito

- Creo que ya has bebido suficiente, "tesoro". Además, vamos a cerrar… así que no pienso servirte nada más- le respondió Tara, la camarera, ya algo molesta de su comportamiento. Si había algo que odiaba de su trabajo, era soportar a los borrachos. Y más aún a Jake, sabía que no podía echarle de allí de cualquier manera, ya que era un cliente habitual.

Loyce se encontraba bailando en el escenario, deleitando al público con su última actuación de contorsionismo de la noche. A todos les encantaba su belleza salvaje, y su naturalidad al bailar, como si con cada prenda que se quitaba su seguridad sobre el escenario aumentase. Siempre era la favorita.

Al terminar, se cubrió con una de las gabardinas del local y acudió junto a sus amigos.

- Oh, no. Jake, por favor, dime que esa botella vacía no te la has bebido tú- murmuro, temerosa, señalando a su amigo. Tara la dedicó una mirada suplicante.

- Llévatelo, por favor. Le he dicho que se vaya, pero creo que ya ni siquiera sabe cómo descifrar mi idioma…

Jake la miró de reojo, ofendido. Estaba borracho, pero no tanto. Suspiró, apartándose de la barra.

- Sí, yo también creo que va siendo hora de que me vaya. Bonito culo, por cierto. Y el número tampoco estuvo mal- aún tenía humor para bromear, aunque Loyce ni siquiera le devolvió la sonrisa. El joven recogió su chupa de cuero y abandonó el club.

- Tú también deberías irte. Yo me encargo de vaciar esto- prometió Loyce a su amiga, saltando al otro lado de la barra. Tara no necesito ni oírlo dos veces para desprenderse del ridículo collarín que la hacían llevar mientras servía a la clientela.

- ¿Sí? Ay, pues gracias, en serio. De hecho hay algunas cosas que tengo pendientes y… esta noche ha sido más de lo que estoy acostumbrada a soportar- En esta ocasión, Loyce sí respondió a su sonrisa.

No es que tuviera mala relación con el chico, Jake, ya que para Loyce era más que un cliente. Llevaban años siendo amigos, a pesar de la mala fama del joven por sus conocidos actos vandálicos por el barrio. Pero él estaba enamorado de ella, eso saltaba a la vista, y por esa razón prefería guardar las distancias.

Tara la besó la mejilla con fuerza y se dirigió pletórica a la puerta.

Holly se dirigió a los probadores con su ropa, seguida de June. Las dos hermanas reconocieron a un chico que miraba pantalones por la zona. June trató de detener a su hermana mayor, pero ella no tuvo reparos en acercarse a saludarle.

- Axel… - susurró ella como saludo. El joven, alto, apuesto, moreno y de ojos oscuros, levantó la vista hacia ella. Al principio pareció nervioso, pero se esforzó por dibujar una sonrisa.

- Holly… y June. Hola- sonrió a ambas- ¿Comprando?

- Eso parece- asintió June, no tan simpática como su hermana. Holly lo notó, y nerviosa, señaló los probadores para apartarse de ambos. Axel la siguió con la mirada, pero June le golpeó el brazo para obligarle a seguir centrado en su conversación.

- ¿Se puede saber qué pretendes? Tú rompiste con ella, ¡Deja de buscarla!

- ¿Crees que vine aquí por ella?- preguntó él, ofendido- ¡Fue ella quien me rompió el corazón, no yo! ¡No puedes culparme por seguir queriéndola!

- Te culpo por querer recuperarla. Tú también la has hecho daño, Axel, y te aseguro que a mi hermana la va mucho mejor sin ti. Así que haznos un favor a todos y no vuelvas ni a mirarla- las palabras salían como dardos de su boca, hiriéndole en lo más hondo. June y su furia se alejaron hacia los probadores, a darle el visto bueno al vestido que su hermana se pensaba comprar.

Ambas hermanas volvían hacia la casa que compartían, con el maletero cargado de bolsas, y June al volante. Aún tenía que pasarse por su taller de trabajo para terminar de restaurar un par de pinturas. Al igual que su hermana, su pasión era el arte. Eso, y su compañero de trabajo.

- ¡Ay! No, mierda. He olvidado comprar el regalo para papá. ¿Y ahora qué hacemos?

June miró de reojo a su hermana, sin apartar la vista de la carretera.

- ¿Quieres que pare? Puedes ir a comprarlo mientras yo me paso por el taller… después te acerco.

- ¿No te importa?- June ya estaba deteniendo el coche a un lado de la carretera. Holly sabía lo mala que era su relación con el padre de ambas, así que la pareció un bonito detalle que la permitiese bajar. Eso significaba que, al menos, a ella la quería.

- No tengas prisa por mí, ¿Vale? Dame un toque cuando acabes, y saldré a esperarte.

- Vale- asintió June, con la mirada perdida. Tal vez su odio por su padre no estaba tan olvidado cómo pensaba. Arrancó de nuevo el coche, y se perdió calle abajo.

El taller era una gigantesca habitación llena de obras, tanto cuadros como esculturas. Le encantaba pasar las horas allí, y más si contaba con la compañía de Will, el chico del que había estado enamorada toda su vida. Pero él siempre había sido un Casanova, parecía tener tiempo para todas, menos para ella. ¿Cómo podía estar tan ciego, después de tantos años, sin saber lo que ella sentía?

June dejó caer su bolso junto a la puerta. El ruido de la espátula indicaba que él ya estaba allí.

Will se giró al verla llegar. "Tiene una sonrisa que podría curar el cáncer"- recordó June; aquellas fueron las primeras palabras que le dijo a su madre cuando conoció a aquel chico. Le devolvió la sonrisa.

- Veo que la puntualidad sigue sin ser tu punto fuerte- bromeó el joven, riéndose. Hasta su risa era bonita. Y sus ojos, azul cielo. Y su pelo, entre rubio y castaño. Hasta su estatura le parecía perfecta.

- Eso es porque no quiero darte ventaja, prefiero ver tu obra terminada, para que la mía carezca de tus defectos, y quede mejor- respondió ella con osadía, subiéndose a la escalera desde la que iba a pintar. Will no tardó en pegarla un brochazo en toda la mejilla.

- ¿Sabes cómo le llamo yo a eso? Egocentrismo. Jamás pintarás mejor que yo, nena, jamás.

- Ya lo hago, es sólo que te niegas a verlo.- Él volvió a intentar pintarla pero esta vez fue más rápida.

Will se quedó mirándola fijamente, mientras June trataba de seguir pintando con normalidad para no ruborizarse.

- ¿Recuerdas aquel campamento al que fuimos de pequeños, donde dormimos juntos? Dios… te movías más que una salchicha en una sartén.

- ¿Perdona?- June no pudo evitar una carcajada al oír aquel comentario, y al mismo tiempo, se rindió. Él ya tenía lo que andaba persiguiendo, la había sacado los colores. Y Will sonrió satisfecho, como si secretamente conociese todas sus debilidades, volviendo a centrarse en pintar.

Por fin Loyce estaba cerrando el club, con doble candado, porque nunca se sabe. Sonó su móvil.

- Maldita sea…- maldijo, sujetando las llaves como pudo mientras le buscaba en su bolso. Contestó.

- ¿Raccoon? ¿Loyce Raccoon?

La voz al otro lado de la línea le era desconocida, pero algo en su tono le inquietó.

- Soy yo. ¿Quién es?

- Detective Linton McGregor. Me temo que su hermana haya tenido un fatal accidente…