Capitulo 1: introducción
Son más de tres años de no verla. Tres años de soledad, tristeza, desesperanza, sentimientos que nadie le había producido nunca antes. Nadie, hasta que ella decidió irse de su lado para no volver nunca más. Y todo por un malentendido que no quiso aclarar, que no tuvo el valor para enfrentar de frente y en cambio se fue como una cobarde, dejando atrás once años de amistad, confianza, amor…. Y ahora, una simple carta enviada por su mejor amigo le decía que tendría que volver a verla, porque había anunciado que volvería en una semana a Londres, y no de visita, sino que a quedarse para siempre. Y de nuevo sintió rencor, un sentimiento que solo le habían producido Voldemort y Snape (antes de enterarse de toda su historia, claro), y la odio, la odio por irse, por alejarse de su vida, por echar tierra sobre once años de amistad, un año de noviazgo y el amor que sentía por ella.
Volvería a verla, eso era seguro, pero ya no sería lo mismo. Durante casi dos años le rogó que volviera, le suplicó que lo escuchara, pero nunca quiso abrir sus cartas, contestar sus llamadas y la única vez que se apareció en su departamento en Roma le azotó la puerta en la cara sin siquiera dejarlo hablar. No volvería a humillarse por ella, nunca más Hermione Granger sabría que Harry Potter la seguía amando como el primer día.
Arrojó la carta de Ron al papelero al lado de su escritorio y se concentró en el trabajo pendiente. Era un buen método para olvidarse de las cosas y desconectar su mente. Siempre le daba resultado y estaba vez no iba a ser la excepción. Estaba a punto de prender el computador portátil para ver sus correos electrónicos cuando unos suaves golpes en la puerta lo distrajeron, segundos después Luna apareció en la puerta y cerró con cuidado, le dedicó una sonrisa a su amigo y se sentó frente a él.
- Recibiste la carta de Ron – no fue una pregunta, sino una afirmación, Harry hizo una mueca ¿cómo olvidarse del asunto si sus amigos vendría a recordárselo cada cinco minutos? - ¿Y qué vas a hacer al respecto?.
- No haré nada Luna – respondió frunciendo el ceño – Haré como si no existiera, tal como lo ha hecho ella durante estos tres años.
- Pero…
- Pero nada. Y dile a los demás que mejor no vengan a tratar de convencerme o a indagar sobre este asunto. No quiero saber nada de Hermione, Luna. Y ahora si no te importa tengo que trabajar.
Luna no dijo nada más, miró por última vez a Harry y salió de la oficina. Se frotó los ojos con cansancio, no quería hablarle así y se arrepentía, pero estaba ofuscado y nervioso. Además estaba seguro de que si no le decía nada luego de Luna, vendría Ron, Ginny y hasta Malfoy a echarle el sermón. Y no tenía ganas de escuchar sermones, menos si eran respecto a lo que tenía o no que hacer respecto a la inminente llegada de la mujer que más lo había hecho sufrir.
- Es mejor que no entren – susurró Luna a la salida de la oficina de su amigo, Ron iba a protestar, pero la rubia negó con la cabeza enérgicamente.
- Es un testarudo…
- En parte lo entiendo – comentó Draco cruzado de brazos y apoyado en la pared con aire indiferente, Ginny a su lado le golpeó con el codo – Oye… eso duele! Y no me mires así, porque sabes que tengo razón. Potter tiene derecho a sentirse así, después de todo fue ella la que se fue sin explicaciones y sin dejar que él se las diera a ella.
- El hurón… perdón, Malfoy tiene razón – dijo Ron suspirando – Hermione se precipitó. No dejó que Harry hablara y se marchó sin importarle nada, en su lugar también me sentiría herido. Pero aún la ama y debería hacer algo para recuperarla.
- Yo creo que la que debe hacer algo es ella – dijo Luna, todos la miraron – Si, miren Hermione se fue porque creyó en todas las idioteces que Chang le dijo, no confió en Harry, y tampoco dejó que le explicara nada de nada. Tenemos que decirle la verdad de cómo fueron las cosas… es Hermione quien debe recuperar a Harry y no al revés.
- Estoy de acuerdo – dijo Ginny sonriendo – Tendremos que romper la promesa que le hicimos a nuestro amigo, pero es la única manera de que las cosas se arreglen.
- Potter nos matará si se entera de que hablamos con Hermione y le contamos como fueron las cosas.
- Pero antes… tenemos que hacer que Hermione nos escuche – murmuró Ron con el ceño fruncido. – Eso si será complicado. Aunque… esperen un momento, si no recuerdo mal Harry tiene un pensadero ¿no es cierto? – Los demás asintieron – Podríamos…
Luna no lo dejó terminar la frase porque se lanzó a su cuello soltando un grito de alegría – Oh, Ron, eres brillante! – exclamó.
El pelirrojo sonrió con suficiencia y le correspondió el abrazo. Ginny rió y Draco bufó por el espectáculo que estaban dando en los pasillos del ministerio.
- Dios sabe que esto es difícil, pero … bien pensado Weasley – dijo el rubio. Ron lo miró y asintió. – Bien, pues manos a la obra… no creo que Harry nos preste su pensadero así como así.
Y con un ¡plin! los 4 amigos se desvanecieron. Había cosas que hacer y planes que trazar.
Mientras tanto a kilómetros de allí una mujer de cabello castaño y ojos color miel miraba por la ventana de su habitación con aire melancólico y ausente.
- En una semana volveré a verte Harry… - murmuró - ¿Cómo voy a enfrentarme a ti?.
- Pues no deberías – dijo una voz a sus espaldas. Hermione se volvió y miró de frente a la mujer que estaba en el marco de la puerta mirándola con el ceño fruncido.
- No te oí entrar mamá – dijo.
- Ya me di cuenta… estabas muy concentrada en tus pensamientos para hacerlo. – dijo sin quitar su semblante molesto.
- Deja de mirarme así… me siento como la asesina en el banquillo de los acusados…
Su madre se acercó a ella y se sentó a su lado – Herms…. Sabes que nunca estuve de acuerdo en que te fueras así, dejaste todo en Londres, tus amigos, tu familia y a… Harry.
- El me engaño! – dijo elevando el tono de voz – Me traicionó con Cho Chang justo el día después de pedirme matrimonio ¿cómo esperabas que reaccionara?...
- Podrías haber dejado que se explicara. Te buscó por meses hija, en más de una ocasión tuvimos que rogarle que se fuera a su casa a descansar después de pasar horas en la sala de nuestra casa, esperando que llamaras y poder hablar contigo. Eso no lo hace un hombre que no te ama. Y sabes que tú padre y yo nunca estuvimos de acuerdo en la manera en que huiste.
Hermione se volvió hacia la ventana nuevamente sin decir nada. Era inútil tratar de justificarse con su madre. Ella adoraba a Harry y siempre lo defendió y la criticó por irse así sin dejar que hablara con ella. Pero es que nadie se ponía en su lugar!, incluso sus amigos dejaron de hablarle por un buen tiempo. Ahora por suerte los ánimos estaban más calmados y por lo menos se escribían con más frecuencia, pero en cada carta que recibía de ellos no dejaban pasar la oportunidad de criticar lo testaruda y orgullosa que era. Luna y Ginny siempre le insistían que regresara y arreglara las cosas con Harry y Ron no se quedaba atrás. Pero no podía, no después de lo que supo justo después de que él le pidiera matrimonio. Lo recordaba como si hubiera pasado ayer, ella saliendo del edificio donde vivían juntos, sonriente y dispuesta a contarle a su madre que estaba comprometida con el amor de su vida, pero todo cambió cuando Cho Chang apareció en la puerta, con una sonrisa de suficiencia y enrostrándole en la cara que esa noche Harry y ella habían hecho el amor hasta la madrugada. El había dicho que estaría en el ministerio casi toda la noche porque tenía que sacar adelante una misión, pero cuando le había llamado a mitad de la noche para saber como estaba nadie había contestado el teléfono. Y le creyó a Chang, porqué ató cabos y supo que era cierto, que ella y Harry habían pasado la noche juntos. Ese mismo día y luego de llorar por horas tomó la decisión más dolorosa de su vida, dejar todo y a todos e irse de Londres para siempre. Luego llegaron las cartas de Harry, que no abrió porque no quería escuchar perdones y suplicas, después los llamados de Ron, Luna, hasta de Draco. Y después, para empeorar las cosas el mismo Harry apareció en la puerta de su casa, con un ramo de rosas blancas y una sonrisa trémula y nerviosa y ella le azotó la puerta en la cara antes de que abriera la boca. Desde ese momento dejó de molestarla, de llamarla y escribirle. Pero ahora, por trabajo tendría que volver a Londres y a su inevitable encuentro con el pasado.
- Tengo que hacer unas llamadas mamá… - dijo con voz queda, su madre suspiró y salió de la habitación sin hacer ningún comentario.
Una semana después abordó el vuelo que la llevaría a Londres, a su pasado… a Harry.
Ese mismo día, Harry Potter salía de su casa con un paraguas rumbo a Howgarts, a los recuerdos y la paz que necesitaba encontrar antes del inevitable encuentro.
Pocos minutos después dos hombres, uno rubio y otro pelirrojo, se aparecieron en el departamento del mago, dispuestos a encontrar el pensadero de su amigo y así poner en marcha su plan.
Mis notas:
Hola… volví, después de tanto tiempo, espero que les guste mi historia. Pronto el segundo capítulo.
