Nota: Ninguno de los personajes me pertenece sino al troll de Sui Ishida.
Nota 2: Spoilers del manga.
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«Basura como tú no debe estar en Anteiku»
Suspiró de nuevo, recordando su encuentro con Touka.
No debió verla, no así. Su único plan era hablar con Yoshimura y pedir las explicaciones que le debían. ¿Por qué en el mundo debía toparse con Touka? ¿La que él estaba intentando evitar con tanto esfuerzo el último par de meses?
Debió salir más rápido, lo sabía, pero la historia de su esposa y su hija ghoul fueron una sorpresa para él. Antes que pudiera notarlo había tomado demasiado tiempo en Anteiku y Touka no tardaría en volver de la escuela.
Se había vuelto meticuloso en todo. El niño que no quería pelear y ser un asesino estaba sepultado en lo más profundo de su ser. Con su nueva pandilla planeaban las estrategias que debían hacer para buscar pistas de Kanou. Entrenaba con Banjou, y Tsukiyama le enseñaba nuevas tácticas de pelea. Se había jurado a sí mismo ser fuerte, nunca volver a ser descuidado.
¿Por qué no le cruzó por la mente que Touka podría correr a buscarlo?
Exhaló, frotándose la mejilla adolorida, casi olvidaba lo fuerte que podía golpear. Algo en su ser —su yo anterior— le recordó los días en que eran ellos dos. Touka obligándolo a correr y él, con una sonrisa adolorida, haría todo lo que ella pidiera.
—¿Hermanito? —Hinami tocó suavemente la puerta de su cuarto, deteniéndose en el umbral. Por alguna razón ella siempre pedía su permiso para entrar. Lo que era tonto porque antes él solía invadir la casa de Touka y pasar el tiempo con ambas.
—Entra Hinami-chan —le habló con voz suave, verla lo ponía tranquilo. Lo único que rescató de su otra vida fue —además de su amor por los libros— el cariño que tenía por las personas que conoció; la necesidad de mantenerlos a salvo, de proteger a todos. Nadie volvería a salir lastimado. No mientras él estuviera vivo.
«Pretendes cuidar a las personas, pero solo tienes miedo a quedarte solo, ¿no es así?»
Su ceño se frunció y un sentimiento amargo afloró en él. Touka no lo entendía, ya no. Kaneki se conocía así mismo ahora. Este era su propósito. Su manera de mantenerse cuerdo.
—¿Pasó algo, hermanito? —Hinami preguntó al sentarse a su lado. Kaneki sabía leer entre líneas "¿Viste a Touka, no?".
—…Sí —lo pensó un momento, las palabras de Touka no querían irse a pesar del esfuerzo que hacía por olvidarlas—, pero no fue algo importante.
Hinami movió su cabeza a otro lado, interesándose por sus libros apilados.
—Ya veo —respondió con cuidado. "Mentiroso" parecía decirle, y en realidad, ella lo pensaba—. Entonces… estaba leyendo el libro que me diste el otro día —dijo aún mirando los libros— y la protagonista no terminó de agradarme*.
Kaneki parpadeó confundido, no esperaba tal cambio de tema.
—¿En serio? —La trama del libro seguía fresca en su memoria, era una historia trágica, pero no descriptiva. Una de las razones por las que se lo sugirió a Hinami—. Creí que te gustaría.
—Bueno… —empezó a mover sus pies, todavía sin mirarlo—, me molestó que al final nunca le dijera a Shuu cómo se sentía, se encerró en sí misma para morir sola.
—Pero eso fue lo mejor, ¿no crees? Al final ambos se harían daño. Lo mejor era vivir separados —no entendía a dónde quería llegar.
—Mmm… —los libros parecían seguir siendo más interesantes que él— me pregunto si ella pensará lo mismo.
No tuvo que preguntar para saber de quién hablaba.
—Sabes, mi hermanita está leyendo libros —soltó después de un largo silencio—, y a ella le gusta este tipo de temática… quizás tú podrías recomendárselo.
Kaneki dudó, debía imaginar que Hinami estaría buscando una forma de reunirlos y trataba de empujar sutilmente para que se vieran. Se preguntaba qué era lo que le decía a Touka. "¿Sabías que mi hermanito ahora tiene músculos?".
La sombra de una risa quiso aparecer, pero la retuvo.
—Dudo que ella quiera verme ahora, Hinami-chan.
Frunció los labios antes de contestar:
—Ella a veces puede enojarse mucho contigo, pero siempre querrá verte.
—Para esto, Hinami-chan —de repente lo único que quería hacer era dormir, aplazaría su práctica con Banjou hoy—. Touka puede estudiar y vivir libremente, es mejor si ella no se involucra en lo que hago y —dijo parándola cuando quiso interrumpirle— es por lo que tú no podrás seguir quedándote conmigo en un futuro.
Hinami se desinfló, como si toda la determinación y la fuerza que tenía en mente acabaran de ser pisoteadas.
—Lo sé —admitió con tristeza—, solo quería que tú y ella pasaran tiempo juntos al igual que antes— dio un suspiro de resignación cuando se levantó de la cama y fue hasta su repisa a buscar un libro nuevo—. Además ese chico que la fastidia tanto dejaría de ser tan insistente— farfulló.
Pero Kaneki tenía buen oído y la pregunta llegó a su boca antes de que pudiera pensarla.
—¿Qué chico? —saltó de la cama y se paró delante suyo, las cejas levemente alzadas. Hinami dio un respingo por la rapidez con la que Kaneki se movió y se quedó sin habla durante un segundo. Tuvo la necesidad de cogerla del hombro y moverla un poco para que contestara rápido.
—Ah… —se veía nerviosa, ¿por qué estaba nerviosa?—, es uno de los nuevos amigos de Yoriko, la amiga de hermanita, ¿la recuerdas, verdad? Bueno, ese chico al parecer no deja de molestarla, siempre esta pidiéndole salir y… —ella se calló abruptamente, sonrojándose un poco— ¡no puedes decirle que te lo dije!
Su ceño terminó de fruncirse, ¿un chico enamorado de Touka? No lo creía imposible, pero era raro si ella no le había dejado las cosas en claro. O al menos, que lo haya golpeado un poco.
—Puede que a Touka le guste —comentó sin expresión, dándole la espalda. Repentinamente sólo quería entrenar con Banjou—. Después de todo debería salir con alguien —fue a buscar su máscara, su cansancio se había ido, lo único que quería era ir a pelear.
Ahora.
—¡No lo hace! solo que no puede deshacerse de él porque a Yoriko le agrada— dijo defendiendo el honor de Touka, pero Kaneki prefirió no tocar más el tema. Se despidió de Hinami y salió en busca de Banjou.
Hinami suspiró y cogió un libro murmurando por lo bajo, él estaba lo suficientemente lejos cuando ella masculló:
—Espero que mañana Yoriko no los deje solos cuando salgan.
No contaba con que Kaneki tuviera muy buen oído.
Y eso, Hinami lo sabía bastante bien.
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Ya estaba atardeciendo cuando Kaneki se dirigió al parque de diversiones. No había sido difícil averiguar a dónde iban. Podía recordar a Touka hablando constantemente de lo molestosa que era Yoriko cuando llegaban las atracciones. Si la amiga de Touka los iba a llevar a algún sitio sería ese.
Caminó entre la multitud tratando de estirar sus piernas, sus músculos se sentían un poco adoloridos. Anoche su lucha con Banjou había durado horas. Por alguna razón él solo quería seguir peleando, más específicamente, quería seguir golpeando algo. Banjou no se quejó, ni le preguntó a Kaneki si le sucedía algo. Continuó levantándose con una sonrisa y aseguraba que todavía podía seguir.
Se lo agradecía, porque ni el mismo Kaneki entendía bien por qué estaba tan molesto. ¿No la alejó por una razón? No se habían visto cara a cara en más de seis meses, ¿qué le sucedía? La única vez que pudo verla fue cuando le dejó el colgante de conejo para su cumpleaños.
Y ella lucía… diferente.
Sabía por Hinami que ahora se enfocaba mucho en sus estudios. Cuando la encontró esperaba ver a la Touka de siempre, y en cierta forma lo era, pero físicamente se veía mayor. Su cabello ahora estaba más largo y se preguntó si se lo dejaría crecer un poco más, era más alta ahora y… otras partes de ella también cambiaron.
No vayas ahí Ken.
Caminó alrededor de las familias, viendo a niños reír, adolescentes con sus amigos, novias pidiendo que se les compraran obsequios y novios haciéndose los valientes para entrar a algún juego aterrador.
A Hide le encantaba venir cuando eran pequeños, pero desde que empezaron la universidad prometieron volver cuando tuvieran novias y que asaltarían los juegos de noche en un acto rebelde. Kaneki hubiera preferido no involucrar nada que pudiera llevarlo a prisión, pero Hide le insistió tanto, asegurándole que aprendería a ser estratega para que no los atraparan, que terminó aceptando.
Se había burlado de Hide, prometiendo que conseguiría novia primero cuando planeaba la forma de pedirle una cita a Rize.
Al final, ninguno cumplió su promesa, y él no había visto a su mejor amigo en meses.
—¡Debemos subir a ese primero! —chilló Yoriko, sosteniendo de la manga a una cansada Touka. Vestía una falda morada junto a unas pantimedias negras y una camiseta del mismo color que cubría sus brazos y cuello. Su cabello caía hacia atrás, dejándole ver lo largo que estaba ahora.
Se detuvo abruptamente, había seguido su olor por impulso, pero no pensaba encontrarla tan rápido. Lo peor era que estaban muy cerca. ¿Y si lo veía? Lo único que cruzó su cabeza fue ir a verla e irse, no tenía nada planeado si lo encontraba siguiéndola.
Escuche que te estaban molestando. Solo vine a eliminarlo para que puedas estar tranquila.
Eso sonaba mal. En muchas formas.
Pero solo encontró a Touka con Yoriko, sin rastro de algún muchacho. Alivio lo recorrió, mas se dio cuenta que seguramente Hinami solo se lo dijo para que lo tratara de confirmar.
Había caído en la trampa de una niña.
Actuaba como un acosador, casi se ríe de sí mismo. Se dio la vuelta, alejándose cuando un muchacho de cabello marrón paso a su lado, trayendo consigo dos bolsas de palomitas y llamando en voz alta el nombre de Touka y Yoriko.
—Lo siento, pero tardabas demasiado— se disculpó Yoriko.
—No, está bien— les dio a cada una lo que traía y giro con una sonrisa torcida hacia Touka—. Debemos ir a la casa del terror después.
—¿Para qué ustedes dos salgan corriendo? —preguntó con diversión, dándole su comida sutilmente a Yoriko.
—Muy graciosa, seré yo el que las proteja.
—¡Pero primero debemos ir a la montaña rusa! —exclamó Yoriko de forma emocionada, dirigiéndose a la fila y sujetándolos a ambos de los brazos.
Touka y el chico compartieron una sonrisa al ver lo excitada que estaba su amiga. Maldijo los gritos que lo rodeaban, con tanto bullicio apenas podía seguir la conversación de ambos, ¿por qué se reía tanto con ese chico? Sus manos inconscientemente se volvieron puños. El tipo no le agradaba. Para nada.
Los siguió por lo que quedaba de la tarde y la noche restante. Los tres se subieron a casi todos los juegos e iban de lado a otro, constantemente Yoriko se excusaba y corría a un baño dejando a Touka incómoda con el chico. No la entendía, se reía junto a él y parecía disfrutar el tiempo juntos, pero al instante de estar solos, ponía una expresión de cansancio.
Además siempre le estaba murmurando al oído.
¿Es que no pensaban irse nunca? Tenían escuela al día siguiente.
Después de lo que Kaneki sintió como horas cada uno se despidió. Yoriko se fue sonrojada al tomar su tren y Touka estaba despidiéndose del chico cuando este la tomó por sorpresa y la envolvió en un abrazo. No pensaba reaccionar de la forma en que lo hizo, hasta ese momento —aunque con gran voluntad— mantuvo su cabeza clara, pero al ver que ella le devolvía el abrazo fue cuando la neblina hizo su aparición.
Bien era suficiente. Suficiente.
Se acercó sin importarle que estuvieran con tanta gente alrededor y los separó de forma abrupta, sorprendiéndolos a ambos. El muchacho estuvo apuntó de gritarle cuando vio la expresión de Kaneki.
—No la vuelvas a tocar —con una última mirada cogió a una sorprendida Touka de la mano y se la llevó de la estación. Arrastrándola lejos del lugar. No estaba seguro de a dónde debía llevarla, pero cualquier lugar lejos de ese tipo estaba bien.
—¡Oye! —Touka empezó a parar sus propios pies, saliendo de la sorpresa—. ¿Qué te ocurre? ¡Suéltame! ¿No escuchaste? ¡Suéltame! —levantó su mano para golpearlo, pero él la detuvo y con un mejor agarre en su muñeca empezó a caminar más rápido.
Se veían como una pareja que acaba de pelear, o un novio posesivo que no quería ver a su novia salir, y de cierta forma, lo eran. Personas que los veían pasar los observaban divertidos y algunos parecían querer ayudar a Touka, pero se retractaban al ver el rostro ensombrecido de Kaneki. Si hubiera salido sin su peluca posiblemente correrían asustados a llamar a la policía, o solo correrían asustados.
Aún no estaba seguro de a dónde la llevaba, pero Touka parecía estar esperando a estar lo suficiente alejados del tumulto de personas para lanzar un ataque sobre él. Tal vez era mejor si los seguía conduciendo por calles pobladas. Intentaba eliminar la niebla que surcaba su cabeza, pero Kaneki tenía esa sensación de nuevo, la que sintió cuando Hinami le habló de Touka y un chico.
Necesitaba romper algo. Rápido.
Y al parecer Touka también, antes que se diera cuenta ella los había empujado a ambos a un callejón y estaba saltando encima de Kaneki para darle un puñetazo. Lo esquivó por poco, pero no la patada que le dirigió al estómago. Se dobló en dos, ella seguía golpeando fuerte, pero él recibía golpes mucho más fuertes cuando peleaba contra toda una turba de ghouls furiosos. Los reflejos de Kaneki eran mejores que antes y logró esquivar cada uno de los ataques de Touka. El único problema era que eso la hacía ponerse cada vez más furiosa.
—¡¿Qué diablos estabas pensando cuando hiciste eso?! —Gritó enfurecida, buscando una forma de darle en la cara— ¡¿Tienes idea de cómo me hiciste quedar?!
Kaneki se puso incluso más molesto que antes y se olvidó de no responderle.
—Te molesta que te haya alejado de tu novio, ¿no? —su tono era calmado, pero su rostro reflejaba molestia.
—¿Qué? —era el ceño más fruncido que le había visto hacer. La vio tomar un par de respiraciones agitadas, como si se estuviera preparando para gritarle de nuevo. El cabello de Touka era un desastre y la peluca de Kaneki se había salido de su lugar dejando al descubierto algunos de sus mechones blancos.
—Oh, vamos —se burló. La rabia que llevaba consigo no se iba y escupió las palabras antes de poder detenerlas—. Te veías bastante cómoda devolviéndole el abrazo.
Touka abrió los ojos antes de lanzar un grito de frustración y liberar su kagune. Su ataque fue perfecto, su ukaku brillaba con colores que resplandecían por si solos y la hacían lucir hermosa. No era de sorprenderse que Kimi, la novia de Nishiki, se hubiera paralizado tanto al verla.
Sin embargo él no debió de hacerlo si esperaba no recibir su golpe.
Su espalda chocó con unos botes de basura antes de salir rodando hasta la pared. Touka se paró a una cierta distancia, jadeando. Sus ropas eran un completo desastre, combinaba con sus pupilas rojas.
—Escúchame bien idiota, yo–
Detuvo lo que iba a decir, incluso Kaneki cambió su atención. Ambos lo sintieron, fueron descuidados al no verlos venir.
Palomas.
Eran tres y los tenían rodeados. Parecían querer acercarse más para ver el rostro de ambos, pero era claro que para ellos la víctima era el chico en el suelo y necesitaban alejarlo de la ghoul. Se alegraba que ella no estuviera usando su ropa de escuela.
Antes que pudieran atacar, Kaneki ya había liberado su propio kagune y usó las sombras a su favor para atraerlos y desmayar al primero sin dejar que usara su quinque. No quería matar a ninguno de los investigadores, pero si uno llegaba a reconocer su rostro no tendría otra opción. No obstante, Touka se encargó de su problema; con su kagune rompió los pocos postes de luz que estaban encendidos. La única iluminación provenía de su resplandeciente ukaku lo que facilitaba su posición para el investigador, aunque parecía no ser problema para ella, que desde hace mucho quería lastimar algo.
Por su parte, Kaneki hizo lo mismo. El enojo que sintió toda la tarde se desató mientras esquivaba el quinque y golpeaba a la paloma con todas sus fuerzas. La imagen de Touka y el chico abrazándose seguía relampagueando en su mente como si solo quisiera quedarse para recordárselo y regocijarse de su ira.
Escuchó a Touka jadear cuando el arma rozó su rodilla y una gran cantidad de sangre salió. Kaneki olvidó lo que estaba pensando y con un golpe limpio en la nuca desmayó a su oponente. Iba por Touka cuando ella lanzó a su atacante contra una pared y cogió a Kaneki para que huyeran.
—¡Vienen más! ¡Hay que salir de aquí!
Siguió su ejemplo y corrió junto a ella. Las calles estaban bastante desiertas. Ya era muy entrada la noche y serían fáciles de cazar con muy poca gente transitando. Una idea cruzó su mente sin saber si debía decirla en voz alta. Vio la sangre que corría por la pierna de Touka y la mueca que ponía al correr. Su pecho se apretó.
—Se a donde podemos ir —dijo tomando su mano y llevándola por el sentido contrario—. No está lejos —contestó antes que ella formulara su pregunta. Es a donde pensaba llevarla cuando la vi con ese chico se dio cuenta con sorpresa.
Fueron cuidadosos al saltar sobre los edificios, en especial cuando tuvieron que ir por dónde habían sido atacados para cortar camino. Las palomas ya no estaban ahí, lo que significaba que debían apurarse o los refuerzos llegarían. Al visualizar el edificio, se imaginó lo que los demás harían. Dudaba que le hicieran algún tipo de pregunta, pero Hinami seguro los miraría con una gran sonrisa y Banjou le daría una de esas miradas divertidas que Hide a veces le lanzaba. Se alegraba que Tsukiyama no viviera con ellos o haría una escena.
Sin embargo, cuando llegaron y abrió la puerta se sorprendió al no encontrar a nadie. Eso era… extraño, tuvo el impulso de gritar "¿Hola?" cuando recordó que esa era la noche en que visitarían a Itori. Pero con las palomas rondando ahora lo más probable era que no regresaran hasta el día siguiente.
Genial, simplemente genial.
—Puedes ir a limpiarte al baño —dijo apuntándole el lugar. De repente se sentía tonto y no sabía por qué—. Oh… hay vendas por si las necesitas y… —ella lo ignoró y entró al baño con un portazo.
Sí, genial.
Se frotó las sienes y su hombro herido, necesitaba una siesta de al menos una semana. Fue hasta su habitación y prendió algunas luces por si Touka quisiera saber dónde estaba. Aunque lo más probable era que ella esperaría a que amaneciera y luego se iría. Con un leve suspiro se lanzó sobre su cama como un saco de patatas, su cara contra la almohada y sus brazos flácidos a su alrededor.
Se permitió cerrar los ojos por primera vez en lo que iba del día, su cuerpo estaba agotado, pero no lograba conciliar el sueño. Una voz que acababa de aparecer en su cabeza lo molestaba y golpeaba como un martillo en su cráneo "¡Hey! ¿Aun hay cosas que resolver, no? ¿Qué haces tirado en tu cama?"
Escuchó el sonido de unos zapatos detenerse en su puerta, pero se rehusó a abrir los ojos. Que ella le hablara o se fuera, estaba demasiado exhausto como para pensar. Cuando Touka no se movió supuso que se quedaría y esperó que le pidiera pasar, no que se invitara sola y se sentara a su lado. Su cuerpo se tensó como si un intruso acabara de entrar a su territorio. Quizás, esa era la razón por la que Hinami siempre le pedía su invitación. Tuvo que suponer que a Touka le importaría muy poco y entraría si le daba o no lo gana.
No parecía querer atacarlo de nuevo, sólo observaba su espalda. Atentamente. Lo estaba poniendo nervioso, muy nervioso.
—¿No vas a dejar de mirarme? —preguntó.
—¿No vas tú a mirarme? —contraatacó.
Esto era imposible.
Ladeó su cabeza para poder verla bien. Ella lo miraba desde lo alto, con sus brazos cruzados y su ceño completamente fruncido. Esto iba ser complicado de explicar. En qué cosas te metes por tus impulsos. Tarado.
—¿Y bien? Vas a decirme por qué actuaste como… como… —su frente se frunció más— ¿un loco?
—Fue… un impulso —miró a otro lado, sus ojos lo hacían sentir… raro e incómodo. Se había quitado las pantimedias y tenía una venda bajo su rodilla izquierda. La herida ya no sangraba y su ropa, aunque no estaba tan implacable como antes, se veía presentable. Además su cabello… lo invitaba a ser tocado. Su cabello corto siempre le había gustado, pero el largo le sentaba bastante bien.
Mente clara, debía de tener la mente clara. La que lo ayudaba a pensar de forma detallada los planes que repasaba para vencer a sus enemigos. La mente calculadora que le decía que debía volverse más fuerte. La que…
—¿Qué mierda pensabas cuando me alejaste así de Shiroe?
Su mente se oscureció.
—Lamento haber interrumpido tu aburrida cita —soltó, sentándose frente a ella.
—¡¿Por qué sigues diciendo tonterías como esa?! —Estalló, saltando de la cama y poniéndose pie—. No puedo creer que pensé que podrías al menos hablar sin decir estupideces.
Ahí estaba de nuevo, se iba. Dejándolo solo con palabras que lo lastimaban. Su cuerpo reaccionó y la detuvo antes de que pudiera salir.
—¡Por una vez, para de dejarme solo! —le gritó cogiendo sus hombros.
—¡Fuiste tú el que quiso quedarse solo! —Respondió furiosa— ¡fuiste tú el que me hizo quedarme y cortó todo tipo de comunicación! —se zafó de su agarre y se giró para irse.
«¿Por qué tenías que cambiar?»
Kaneki chasqueó la boca, su humor estaba completamente negro. Fue más rápido que ella y cerró la puerta de golpe con su brazo. Poniéndose tenso con cada segundo que pasaba. Tenso y molesto. Esas palabras eran lo que lo hacían sentir frenético. Por cómo se las dijo y por la forma en qué lo hizo. Ella estaba llorando, la hice llorar.
Touka se estremeció y se quedó dónde estaba, dio un paso hacia atrás. El cabello de Kaneki, ahora sin la peluca, resaltaba con su camiseta negra y cubría completamente su rostro. Tragó en seco, de repente estuvo muy consciente de que ambos estaban solos y que aunque no lo admitiera, él era más fuerte que ella. Su pecho se llenó de angustia sin saberlo. Quizás… venir a hablar con él no fue tan buena idea.
Ella retrocedió otro paso, tratando de poner tanto espacio como le fuera posible. Le tenía miedo, podía sentirlo. Sus dientes le empezaron a doler por la fuerza con la que los aplastaba. La vio retroceder hasta el punto en que podría fácilmente atacarlo y huir.
Touka quería huir de él.
Sus dientes se aplastaron más e hizo una mueca en su rostro al cerrar sus ojos, sus manos se cerraron en puños. Sus nudillos se tornaron blancos y lastimaban sus palmas, ahí dónde las uñas no dejaban de presionar.
—Kaneki…
—¿A él no le temes verdad? —Resopló, burlándose. Levantó la mirada solo para ver sus ojos abiertos—. ¿Sabe siquiera que eres un ghoul? —escupió, cruel, ya sin poder contenerse. Su mente era todo negro y confusión.
Los ojos de Touka se volvieron fieros.
—Lo que haga o no —dijo cerrando los puños al igual que él— ¡No es tú asunto! —gritó.
Ya no pensaba, su mente era un torbellino lleno de ideas. Molestia, enojo, ira, furia. Todo se consumía y se revolvía en su ser. No sabía lo que hacía, simplemente la atacó, como un animal herido. La derribó sobre la cama, cogiendo sus muñecas con dureza y poniéndolas sobre su cabeza cuando empezó a besarla con toda la fuerza que tenía.
Sus labios eran dulces contra su boca. Podía recordarlo, el suave sabor del caramelo derritiéndose en su paladar o de los chocolates que ansiaba que su madre le trajera cuando era niño. Todo se concentraba en la boca de Touka y lo único que quería era más y más.
Podía sentirla agitarse en un vago intento de zafarse, mas él no se lo permitía. No podía dejarla escapar. Posó todo su cuerpo sobre el suyo y se deleitó por cómo se sentía. Touka le mordió los labios e intentó mover su cabeza, pero lo único que ocasionaba era que la mordiera de vuelta con menos dureza. Casi jadeó por lo suaves que estaban, entreabrió los labios de Touka para escurrir su lengua por el espacio que se le permitía.
Estaba en el paraíso.
Ella seguía removiéndose, intentaba hablar a través del beso, pero era imposible. Incluso si Kaneki lo intentara, lo único que podía pensar era en seguir deleitándose con el sabor que invadía su lengua. Uno fresco, sabroso, adictivo. Su sabor era adictivo. Se alejaba lo suficiente solo para que pudiera tomar aire y volverla a atacar sin poder siquiera dejarla abrir los ojos.
La voz que estaba en su cabeza sonó como una alarma cuando sintió que las piernas de Touka estaban a su lado y dejaban de moverse en busca de quitárselo de encima. Él las había acomodado en un intento de que no las golpeara con ellas. ¿Por qué hice tal cosa? Se congeló de repente, dándose cuenta de lo que había hecho.
Con gran esfuerzo se apartó de una muy sonrojada Touka. Sus manos seguían apretándole las muñecas y cuando las soltó, alzó su vista para encontrarlas amoratadas. Se sintió asqueado consigo mismo. ¿Qué había hecho? Eres un asqueroso monstruo.
Sus ojos se cerraron, con miedo de hacer algún movimiento. Sus dientes chasquearon cuando los volvió a cerrar, casi sintiendo la sangre concentrarse en su boca. Perdió el control de nuevo. Perdió el control con Touka y ella lo odiaría ahora. Sin importar qué, no lo perdonaría. Era mejor si solo se alejaba y la dejaba con ese chico. ¿No era eso lo que planeó desde un principio? Debía dejarla ir, por su bien, por su seguridad, para que no sufriera. Y aun así su yo anterior y él mismo se rehusaban a soltarla por completo.
Las manos de Touka tocaron sus mejillas. Trazaron lentamente la línea de su mandíbula, suavizando la forma en que los apretaba. Y luego, con aún más lentitud, tocaron la zona en la que ella lo hirió. Sus ojos se abrieron despacio, con miedo de encontrar una mirada aterrorizada, pero la vista que encontró solo hacía que quisiera volver a su estado de antes. Ella estaba totalmente sonrojada, jadeando y sus labios estaban tan hinchados que tuvo la necesidad de morderlos solo para sentirlos.
Necesitaba ayuda. Pensaba como un depravado.
Quiso alejarse, pero Touka sostuvo su rostro con más fuerza y acercó sus labios a los suyos. Kaneki intentó apartarse, pero ella solo volvió a intentarlo. Enredó una de sus piernas en su cintura, y su corazón automáticamente se disparó.
—No vas a rechazarme ahora —susurró antes de besarlo.
Kaneki se olvidó de todo. De sus inseguridades como persona, como ghoul. Las intrigas que se cosechaban día tras día a su alrededor, las mentiras, los engaños, las pérdidas. Todo. En ese instante cuando Touka lo aceptó, lo único que existía era ella. Besándolo de la misma forma torpe y rápida que él hacía cuando entró en un estado salvaje. Doblando sus brazos alrededor de su cuello y solo dejando una pequeña abertura para respirar y volver a empezar.
Era un tipo de ciclo.
Él palpaba las zonas que podía con sus manos temblorosas y ella respiraba hondamente en su boca o en su cuello. Luego rodarían sobre la cama y con Touka sobre él empezaban otra mecánica: ella siendo la que buscaba tocar más piel con dedos fríos y él disfrutando de su tacto, besándola con un fuego que ignoraba podía sentir.
Fue cuando él, en un intento de dejarla respirar e ir por su cuello que notó lo fastidiosa que era su ropa. Deseaba que desapareciera para que su boca tuviera un mejor acceso.
—Tú camiseta estorba —murmuró al succionar la piel libre.
La escuchó jadear como respuesta, sin embargo se negó a quitarla. En su lugar sus dedos trazaron con lentitud sobre su piel, deslizándose debajo del dobladillo de su ropa. Sus uñas rasparon sus abdominales de forma deliciosa, ocasionando que un sonido bajo saliera de su garganta, era como un gruñido, algo primitivo que no sabía tenía dentro.
Estaba jugando sucio, él deseaba poder hacer lo mismo, su lengua apenas podía alcanzar su cuello desnudo. A pesar de que sus manos ya se mantenían inconscientemente tocando sus muslos, ella seguía evitando que le levantara el único obstáculo que impedía que la volteara y atacara de forma violenta.
Necesitaba quitarle esa camiseta. A toda costa.
Kaneki tiró de ella para otro beso, uno más demandante que los anteriores. Touka tenía que pararlos abruptamente para respirar, pero Kaneki persistía en no separar su boca de su piel. Sus labios trazaban un camino de saliva y lamidas que la dejaban temblando y débil. Fue cuando empezó a morderla suavemente que su cordura finalmente salió volando.
—Solo quítala —soltó exasperada.
No tardó ni un segundo. La sentó y se deshizo de su principal enemigo en esas horas y la tiró a la cama. Su cabello largo y negro se esparció sobre las almohadas blancas, que combinando a su complicada respiración y el color de sus mejillas la hacía ver más hermosa que nunca. Antes que ella siquiera pudiera decir algo, la boca de Kaneki ya trazaba un camino de besos por debajo de su cuello, deslizando su lengua como una serpiente por todo su torso.
Una de la manos de Touka se enredó completamente en su cabello y lo retorcía cada vez que el descendía hasta llegar al borde de su falda o cuando subía de nuevo desviándose para besar y succionar la piel que dejaba libre el sujetador. Era como si no llegara a tener suficiente, necesitaba más, todo de ella.
—Tus dedos están fríos —ella le susurró entre besos, sostenía su cabeza con sus dos manos y se resistía a dejarlo ir.
—Los tuyos también —contestó con suavidad, levantándose un poco para observarla. Sus ojos estaban levemente entrecerrados con un brillo que descifró como deseo, su cuello estaba lleno de pequeñas marcas moradas y su saliva. Y claro también estaban sus muñecas que ya empezaban a ponerse verdes por la presión con las que fueron sujetadas—. Lo siento— se disculpó, mirándola un momento antes de besar sus marcas.
—No importa —su tono era sincero, pero él no la escuchaba— Kaneki… en verdad… —se quedó muda cuando sintió que él dejaba los besos para lamer toda la zona verdosa. Empezó a respirar de forma errática, pero no lo detuvo cuando hizo el mismo tratamiento con su otra muñeca. Espero hasta que hubiera terminado para tirarlo contra ella, deseosa por tener más de su contacto.
Kaneki por momentos creía que solo había enloquecido totalmente, seguro despertaría para darse cuenta que la pubertad le llegó demasiado tarde y empezaba a tener ese tipo de sueños indecentes con la chica que te gustaba. Sin embargo nunca despertó, la chica debajo suyo no se esfumaba y se veía, se sentía lo suficientemente real como para que él estuviera seguro que desfallecería en cualquier momento.
Todo de ella lo enloquecía. Su boca de sabor dulce, su piel cremosa y suave al tacto cada vez que lo trazaba con su lengua. Su voz que lo tentaba a seguir con su locura; sus piernas, que parecían extenderse por siempre y le provocaban escalofríos cada vez que se doblaban alrededor de su cintura o solo le rozaban con dureza.
—No hagas eso —gruñó contra su boca, batallando para dejar que Touka dejara de subir sus piernas a su alrededor. Pero ella solo negaba con la cabeza, filtrando su lengua en su boca en una pelea que ninguno ganaba ni deseaba hacerlo. La escuchaba gemir en voz alta un par de veces, como torturándolo por no dejarla enredarse con él, por no dejarla encontrar la liberación que tanto buscaba.
—No me detendré —explicó casi desesperado—. Detente —pidió.
Pero ella no lo hizo. Y siendo honesto consigo mismo. ¿De verdad quería que lo hiciera?
Con un suspiro casi agotado se lo permitió. Su falda por encima de su cintura y sin nada más que su sujetador. No era prometedor si aún pensaba mantener la poca compostura que le quedaba. Tenía otra opción claro, podía dejarla justo ahora y mantener la pequeña amistad que quedaba entre ellos; intentar aclarar las cosas que serían incluso más extrañas después de todo lo que acababan de hacer. ¿Por qué siempre me meto en este tipo de cosas?
El mayor problema era que no quería hacerlo. En ese estado ninguno se daría a torcer. Tiró a la basura la voz que seguía diciéndole que podía parar. Dejó que Touka abriera su cinturón, se quitó el pantalón y negándose a avanzar más de lo que debían, pegó sus caderas, con ella enredándose a él como si fuera un salvavidas.
Se vieron un momento, Kaneki le preguntó con la mirada si deseaba continuar, si tenía dudas sobre lo que querían hacer. Pero lo único que encontró fue decisión en sus ojos. Sus manos presionaron la cama y finalmente empujó, fuerte. Los ojos de Touka se cerraron, gimiendo en voz alta. Kaneki no se detuvo.
Era una sensación extraña al principio, aunque la fricción que sentían era como perder la conciencia del mundo, tener la ropa puesta seguía siendo un obstáculo y tuvieron que moverse entre ellos hasta que llegaron a un punto dónde podían sentirse completamente.
Afuera, la noche seguía enfriando a los demás. Los vientos parecían hacerse más fuertes mientras los investigadores, lastimados, se preguntaban dónde estarían el par de ghouls que escaparon. Jurando encontrar a la pelinegra y al sujeto peliblanco que parecía ser su guardián.
A Kaneki y Touka les importaría muy poco. Ellos estaban en su propia dimensión de sensaciones y pensamientos como para preocuparse por eso. Él había comenzado a moverse a un ritmo más marcado, rápido. En un vaivén en el que ambos aportaban desesperados por las acciones que apenas descubrían.
Kaneki lo sintió primero, un calor formándose en su vientre bajo, expandiéndose por todo su cuerpo. Siguió moviéndose hasta que Touka dio un grito que intentó acallar avergonzada, pero que él disfrutó, pegando sus bocas en un beso desordenado. Se desplomó, al igual que las piernas de ella, su cuerpo la aplastaba, mas ella no se quejó. Respiraba de forma entrecortada, sintió sus brazos envolverse a su alrededor y él se permitió respirar en su cuello, escuchando los latidos de sus corazones palpitar al mismo tiempo.
—Lo siento —dijo en su oído, repentinamente avergonzado—, creo que… me emocioné un poco —se sonrojó al oírla reír. No era una risa suave ni pequeña, sino una de esas fuertes que muy pocas veces escuchaba en ella. Al verla así sonrió de verdad después de mucho tiempo.
—Está bien —contestó al fin, todavía sonriendo. Hacía pequeños círculos con sus dedos en su espalda que lo relajaban—. Supongo que… —evitó su mirada cuando lo dijo en voz muy baja— yo… también me emocione un poco —terminó con la cara más neutral posible y dándole una mirada de "Intenta reírte".
No lo intentó, solo la besó de nuevo, pero esta vez más despacio, por la necesidad de hacer eso, besarla. Con los minutos se deshizo del abrazo, con un leve sonrojo colocó la falda de Touka en su lugar, para que luego —y muy a su pesar— se colocara la camiseta. Optó por quedarse sin los pantalones y seguir besándola de esa forma.
—¿Cómo lo conociste? —preguntó en un momento en el que ambos estaban estirados al lado del otro, abrazados.
—Es amigo de Yoriko —respondió quitándole importancia—. No entiendo por qué te salieron esas ideas.
Su ceño se arrugó un poco, Shiroe seguía sin gustarle. No había razón... sólo no le agradaba.
—Me molesta, te hacía sentir incómoda cada vez que Yoriko los dejaba solos.
Touka quiso interrumpir a Kaneki para decirle que Shiroe solo se portaba así porque quería invitar a salir a Yoriko. Pero ambos eran tan tímidos que su amiga salía corriendo a la menor oportunidad y él se volvía inseguro cada vez que la veía hacer eso. Dejando a Touka como consejera y aceptando el abrazo de agradecimiento de un chico desesperado.
No esperaba que las cosas terminaran de esa forma, ella solo quería terminar la presunta cita e ir a casa. No estaba en sus planes acabar con un Kaneki desquiciado que la llevó hasta su apartamento para besarla. Pudo haber utilizado su kagune en ese momento, cuando se le lanzó encima como un animal, pero no podía hacerlo cuando su boca le demandaba hacer algo que ella deseaba hacer desde hace mucho tiempo.
Claro, eso no era lo que estaba pensando ni lo que captó su atención al oír hablar a Kaneki.
—Espera un momento —dijo sentándose un poco para verlo. Sus ojos empezaron a ponerse furiosos—. ¿Tú nos seguiste toda la tarde?
Ken eres idiota. Idiota.
Buscó su boca, sabiendo que era una escapatoria aniñada, tonta. Pero que al final hizo el resto de la noche. Ella se olvidó de su molestia entonces, y ambos volvieron a su pequeña burbuja de felicidad, desordenando más las sábanas. Para que, cuando la puesta de sol se diera y Touka se fuera, ambos pudieran atesorar sus momentos juntos.
Más tarde ese día, él reuniría a su banda y diría las palabras que marcarían un fin y un principio.
—Quiero disolver la banda.
Lo pensó cuando encontró esa misma tarde a Touka y ella le dijo que no era permitido en Anteiku. Pero se concretó cuando estuvieron la noche juntos, uno con el otro, como no hacían hace meses. Solo con su presencia le recordó esos días en que todo era más fácil, feliz. No recuperaría eso, pero ella lo hacía pensar que podía construir nuevos recuerdos. Le daba esperanza.
Quería volver por todos, su pasado, la persona que era antes.
Quería volver por ella.
Solo que, al final, le tomaría más tiempo hacerlo.
o.o.o.o
*Es un libro inventando, la chica representa a Kaneki.
Se supone que publicaría esto el domingo, pero al final la inspiración se me fue a la mitad y recién volvió cuando estaba llena de tareas ;A; Puse a Hinami como la que empezaba todo porque shipea a Touken.
Les juro que no sé si esto se considera lemon, espero que no o habré pervertido sus mentes puras que por supuesto no era mi intención lol amo a este Kaneki, en serio, aunque me fue más sencillo escribir sobre él que Touka, aun era difícil. ¿Qué les pareció que estuviera celoso? Asdf he farlingeado escribiéndolo, en serio, lo que es raro, porque se supone que yo sé que va a suceder ._.
En fin, espero que les haya gustado, al menos digan que sí por mis días de pérdidas de inspiración… Cierto ¿vieron que ya hay continuación de TG? *-* Haise es Kaneki y nadie me hará dudar de eso, además ¿por qué Hinami está con Ayato? ¿Dónde está Touka? ¿Y Hide? ;u; maldito Ishida.
Bueno dudo que nos las responda, pero quizás, si me dejas un review hará el Touken real.
Okey quizás no ._. pero aun podrías dejar el review.
Nos leemos :DDD
