Disclaimer: Todos los personajes de Naruto le pertenecen a Kishimoto. La novela original en la que se basa esta adaptación se llama: Eleanor & Park, escrita por Rainbow Rowell.


Ino & Sasuke

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1


Sasuke

El autobús hacía ruidos extraños cada cinco minutos, Sasuke podía sentir el motor forzándose desde su asiento. Miró por la ventanilla al otro lado, preguntándose si el alboroto del autobús era lo suficientemente fuerte como para oírse desde afuera.

Si le preguntaban, Naruto y todo el equipo de fútbol entero podían irse al infierno. En su celular se reproducía "Sonne" con el volumen más alto, y ni eso era suficiente para que las risas de Naruto dejaran de escucharse en sus oídos.

—¡Hey, Sasuke!

—No lo molestes ahora. ¿Qué quieres pedirle?

—Lo siento, nena. Esto no es asunto tuyo.

Sasuke frunció la boca y cambió de canción, ahora sonaba "Seeman". Se aferró a los tirantes de su mochila e intentó ignorar las patadas traseras que recibía en el respaldo. Conocía a Naruto desde el preescolar, inclusive fueron buenos amigos porque hasta vivían en el mismo vecindario y estaban en las mismas clases siempre. Pero no fue hasta cuarto grado de primaria que el rubio se convirtió en todo un brabucón, cansado de todo el acoso que sufrió por ser huérfano. Desde entonces ellos se habían apartado monumentalmente.

Naruto había entrado al equipo de fútbol, su verdadero sueño y lo único en lo que era bueno, además de meter a chicos más pequeños que él en los botes de basura cada lunes sin falta, y el escándalo que organizaba en los asientos traseros del autobús. Se hizo amigo de tipos iguales a él, y hablaban de sexo sin pudor durante cada viaje al colegio y de regreso.

—¡Sasuke! Necesito tu opinión —pidió el rubio, aventándole una bola de papel a la cabeza—. Vamos, tú eres un experto en esto.

—Idiota —bramó la misma chica a su lado—. Esos eran mis apuntes de educación sexual*.

—Yo puedo enseñarte lo que quieras sobre sexualidad, sólo tienes que sentarte en mis piernas y listo, preciosa.

—Idiota —repitió.

—Oye Karin, si tú y Naruto tienen un bebé, ¿su cabello sería rubio o rojo?, ¿quizás ambos, una combinación? No importa como lo vea, no deja de ser perturbador. Ustedes son perturbadores.

—No seas estúpido —Naruto le propinó un golpe en la nuca a su compañero, después la rabieta se transformó en una ridícula pelea—. ¡Karin y yo nunca seremos padres!, ¡a la basura con ello! Siempre usamos el maldito condón.

Sasuke cambió de canción un par de veces e intentó subir más el volumen, aunque era imposible, ya estaba en su máximo. Quizá debería probar sentándose en otro sitio, más adelante, donde estaban los cerebritos y los chicos con alergias extrañas. Lo pensó seriamente, pero rechazó la oportunidad al momento. Le gustaba su sitio actual, era el perfecto; era el único lugar donde la ventanilla podía abrirse y cerrarse sin mucho esfuerzo, además de que era sólo suyo, no tenía que compartirlo con nadie y eso le encantaba. Un lugar para él solo.

El inconveniente eran la bola de tarados que se sentaban atrás de él. Aunque no siempre solían molestarlo, a veces pasaban de él como si nada. Muy pocas veces, como ese día, Naruto se levantaba con el pie izquierdo y se desquitaba con él.

—¡Sa-su-ke! Voltea —se acercó lo suficiente a él, inclinándose por encima del barandal del asiento—. ¿De nuevo escuchando tu tonta musiquita?, ¿quieres ser una estrella del rock o algo así, idiota?

—No te escucha, Naruto. Déjalo en paz.

Sí lo escuchaba. De muy mala gana y con el ceño fruncido, se quitó los audífonos de diadema para dejarlos descansar encima del cuello, luego lo enfrentó seriamente, sin decir nada.

—¡Compraste unos nuevos! —dijo al señalar los audífonos—. Perdón por los otros, viejo. No quería romperlos así —se rió—, fue un accidente, no intencional.

Sasuke se quedó quieto, como esperando que el rubio terminara de decir todo lo que tenía que decir para volver a escuchar música. Ese día que regresó a casa con los audífonos cortados a la mitad, su padre se había enojado tanto, y dijo algo acerca de que alguien debería enseñarle modales a ese escuincle irrespetuoso; su madre lo llevó al centro comercial para comprarle unos nuevos.

—Sinceramente me gustaban más los otros —se encogió de hombros con burla—. Estos parecen más como de mujer.

—Por eso dejó de ser tu amigo —se quejó la chica pelirroja, acomodándose las gafas—. Porque te comportas peor que un niño.

—Linda, te ves mejor calladita —la besó sin previo aviso y Karin se sonrojó un poco para después guardar silencio. Naruto se dirigió una vez más a Sasuke—. Tú eres todo un experto en Karate o kárate…

—¡La patada del mono borracho!

—Sasuke, podrías hacerme el favor de explicarle al estúpido de Kiba, en qué consiste el estilo del mono borracho*

—No tengo idea —respondió cortante.

—¿Ya ves? Uchiha no sabe nada de karate. Es igual o más tonto que tú, tonto —masculló Kiba.

—Que te digo que existe y es mortal. ¿Verdad, Sasuke?

—Jamás lo había escuchado —regresó a su posición.

—¡Gané! Me debes 1000 yenes.

—No te pagaré nada —se cruzó de brazos, con la cara llena de furia—. Sasuke, viejo, me decepcionas. Creí que tu padre te enseñaba bien el kárate.

—¡Estúpido! Si Sasuke practica taekwondo –intervino Karin, pero fue ignorada por todos.

El bullicio comenzó de nuevo. Kiba y Naruto discutían ahora sobre cuál era la mejor sopa de ramen, Karin intervenía para evitar que se mataran unos a otros. Sasuke se había colocado los audífonos negros nuevamente, escuchando un poco de rock clásico.

Se dijo a sí mismo que todo terminaría cuando cumpliera los dieciocho años y su padre le permitiera conducir el Corolla, entonces podría ir hacia la preparatoria sin tener que volver a escuchar a Naruto y sus conversaciones sobre el mono borracho o lo que sea. Él, el Corolla y la música más fuerte que nunca.

Y justo en ese momento, el autobús hizo la última parada dentro del vecindario, y todo el mundo se quedó callado. Hasta Sasuke se vio tentado en levantar la vista hacia el frente. Allí estaba ella, un rostro que jamás había visto antes, caminando hasta el fondo del autobús. Ella debía ser la "nueva". Su cabello era tan rubio que brillaba mucho más que el de Naruto, y sus ojos verdes sobresalían grandes y muy abiertos, su piel era tan blanca que parecía no haber estado expuesta al sol nunca. Pero sin duda, lo que más llamaba la atención de ella, era su ropa, no su cabello, ni sus ojos, o su rostro de muñeca, sino su ropa. Llevaba puesta una camisa purpura de hombre, fajada con un pantalón demasiado holgado de color caqui, y en las rodillas y en donde deberían estar los bolsillos del pantalón, se veían parches de otro tipo de tela. Tenía cara de ser la típica chica a la que siempre le suceden cosas malas, la que siempre tiene mala suerte.

Los rumores de inmediato comenzaron a escucharse. Algunos susurraban con cuidado, otros como Naruto, no tenían piedad de decir lo que pensaban en voz alta.

—¿Kiba, tú ordenaste una función de payasos a las 8 en punto?

—Lo ordené, pero creo que me estafaron. Ha venido una vagabunda en su lugar.

Todos atrás estallaron en risas sin control.

Y le pareció comiquísimo que la chica nueva sonriera de oreja a oreja, pidiendo un sitio para sentarse, pero nadie se lo otorgaba. Entones Sasuke bufó, incómodo y nervioso de pronto, y por más que intentara imaginarse a sí mismo sobre su auto, no podía dejar de implorar a dios o buda o a quién fuera: por favor aquí no, por favor aquí no, por favor aquí no. Todo menos que la chica nueva se sentara a su lado. Sasuke no tenía intenciones, bajo ningún motivo, compartir asiento.

Naruto y Kiba se burlaban casi en su cara, hasta Sasuke podía imaginarlos relamiéndose los labios, como diciendo: carne fresca para llevar.

La nueva se acercó a un asiento vacío cerca de Sasuke pero en lado contrario, y éste suspiro por poco aliviado.

—¡Tú, la nueva! —la llamó Karin—. No te puedes sentar ahí. Ese lugar ya está ocupado por Temari.

La nueva la miró un momento, y hasta podía decir que la estaba desafiando con los puros ojos.

—Yo no veo a nadie ocupando este asiento —respondió en un tono pacífico, pero indudablemente, la sonrisa de su rostro ya se había esfumado.

—Te digo que no, tarada. Aplasta tu trasero en otro lado —llevó su cabello rojizo hacia atrás, como para verse más imponente—. Temari se subirá en la siguiente parada, a menos que busques problemas, te recomiendo que te largues a otro lado, tarada.

Karin tenía razón. Cada uno ya tenía su sitio asignado desde el primer día de clases. Solamente él y el chico extraño que coleccionaba insectos, tenían la suerte de tener un asiento doble para ellos solos.

—¡Oye tú! No puedo poner en marcha esta cosa si no te sientas —gritó el chofer.

La nueva pareció aguadar la mirada, girándose involuntariamente hacia Sasuke, contemplando en silencio el espacio junto a él. Por su parte, Sasuke estuvo muy tentado a poner la mochila sobre el espacio, pero no lo hizo. Observó por el rabillo del ojo a la nueva y escuchó de nuevo los gritos del chofer porque se sentara de una vez.

—Siéntate –le dijo de forma brusca, con las cejas juntas e indicando el lugar con una mueca que pareció ser desagradable. La chica ni siquiera lo miró, se quedó inmóvil sin despegar los ojos del lugar—. Siéntate —repitió por aquello de que no lo hubiera escuchado—. Demonios, siéntate ya.

La nueva se sentó. Sin decir nada, ni un gracias, ni un hola después. Se quedó callada y con la mirada verdosa perdida en las costuras de lo que parecía ser su mochila.

Sasuke agradeció enteramente su silencio, y se pegó lo más que pudo a la ventana.

Ino

Ese había sido un día fatal para Ino. En su vida ya había tenido muchos días terribles, casi todos eran así de hecho, pero sin duda, ese había tenido el premio mayor (y mayor con mayúsculas) al día más absurdamente malo de todos.

Primero, su patético intento por encajar en el autobús, que resultó ser una tontería. Al parecer nadie estaba interesado en hacer amistad con una chica 'pobre' que viste de retazos de tela que su madre adoptiva encuentra por ahí. Y que tiene que usar ropa de hombre, además, porque es lo único que puede conseguirle su madre.

Segundo, parecía no haberle caído bien ni a sus mismos profesores. Estaba el de historia, un hombre de cabello plateado con una cicatriz cerca del ojo, que había mostrado una actitud indiferente con ella. Luego conoció a la maestra de inglés, una tal Anko no sé qué, que le dio miedo de sólo verla; Ino hizo una nota mental para mantenerse alejada de ella en lo más posible. Y los demás profesores los vio igual a todos los demás: aburridos.

Tercero, los "hijos del diablo", como ella les había apodado, estaban en la mayoría de sus clases. No solamente tendría que reprimirse a sus burlas en el autobús, sino también en clase y donde sea que se los topara. Esa chica pelirroja la había odiado desde el primer momento, y el imbécil de Naruto, el novio de la cabeza de manzana, se pasó todo el rato de regreso en el autobús aventándole bolitas de papel.

Quizá sería bueno que caminara de su casa a la escuela, aunque terminaría cas asfixiada y llena de sudor.

—Kabuto puede llevarte a la escuela cuando vaya al trabajo —le comentó su madre adoptiva.

—¿Cómo piensa hacerlo? No hay espacio en su camioneta, a no ser que esté dispuesto a tirar toda la basura que tiene guardada ahí. Entonces supongo que tendrá un lugar para mí.

—Ino… él quiere llevarse bien contigo. Sé que han tenido sus bajas, pero de verdad está dispuesto a cambiar. Quiere que seas parte de esta familia.

—Creí que ya era parte de esta familia.

—Lo eres, Ino.

—Lo era hasta que llegó él. Prefiero ir en el maldito autobús.

—¿Sucede algo con el autobús?

—Nada. Hice nuevos amigos.

Ino sabía que estaba siendo dura con su madre adoptiva, pero era como de verdad se sentía por dentro, ella no buscaba herirla, pero a veces las palabras se le salían por cuenta propia, y cuando se daba cuenta ya era demasiado tarde para arrepentirse. Y aún así se sentía mal, porque esa mujer, Tsunade, le había salvado la vida cuando su verdadero padre la abandonó (su madre biológica murió cuando ella nació, y su padre la cambió por otro matrimonio. A veces se reunía con él para que le diera dinero, pero desde hace casi dos años que no lo había vuelto a ver). Ella era como si fuera su mamá de sangre, la amaba tanto y le estaba eternamente agradecida por criarla desde que tenía memoria, sin embargo, con la llegada de Kabuto Yakushi a la vida de Tsunade, todo giró en 360 grados.

Kabuto era un hombre mucho más joven que Tsunade, pero se habían enamorado como locos adolescentes. Desde que apareció, Ino se sentía como en segundo plano, sobre todo ahora que regresaba a esa casa…

Solamente esperaba que cualquier cosa sucedería, que una lámina volara del techo y cayera directo en su cuello, o que algún conductor borracho estuviera por ahí y la arrollara… cualquier cosa antes de tener que tomar el autobús otra vez.

Y recordó la cara estúpida del chico que le había cedido lugar. Lo recordaba perfectamente bien, porque lo examinó a profundidad, Ino pensó que se trataba uno más de la pandilla de los "hijos del diablo". Vaya a saber si sería igual de idiota que todos ellos, o peor.

Ese día se topó con él en la salida. Ella se disponía a guardar unas cosas en su nuevo casillero cuando él pasó a toda velocidad. En el intento había conseguido patear su mochila, entonces él levantó la cara, y por sólo un segundo, los dos cruzaron miradas, hasta que él retomó sus pasos sin disculparse.

Continuará


N/A: Hola! No sé porqué sigo escribiendo cuando tengo mucho trabajo encima y otros fics que terminar. Pero no sé, escribir me sienta bien, me hace olvidar un poco mi depresión, supongo que es como una terapia.

Esto sólo estará a prueba, ya que el libro me encantó, y quise ver cómo sería si Sasuke e Ino fueran los protagonistas. Sí han leído el libro, sabrán ya que cambié algunas cosas.

Gracias por leer!