Bueno, vuelvo con otra historia. Esta la he sacado del baúl de los recuerdos, la escribí para un concurso pero no tuvo mucho éxito. He cambiado un poco la historia y los nombres de los personajes para adaptarla al mundo de Inuyasha. Espero que os guste.
Resumen:
Taisho era un hombre frío y duro que había aprendido a vivir consigo mismo como único compañero de vida; no tenía tiempo para trivialidades pues su único objetivo era atrapar a la Araña, asesino en serie que había acabado con su felicidad tres años atrás. Solo sabía que era un hombre, un sanguinario sin escrúpulos ni corazón que dejaba en sus víctimas una extraña marca de una araña y una frase en griego. Había malgastado tres años de su vida en encontrarlo y ahora que estaba a punto de conseguirlo no iba a permitir que nada ni nade se interpusiera entre él y su enemigo.
Kagura había vuelto al pueblo después de un largo tiempo, consiguiendo un puesto de trabajo en el periódico de la localidad. No quería tener nada que ver con los hombres y era por ello que no estaba dispuesta a entablar ninguna relación con nadie. Sesshomaru Taisho fue la horma de su zapato desde el momento en el que entró por la puerta del departamento, desbaratando sus barreras y obligándola a enfrentarse a sus miedos... Pero un peligro acecha,una sombra que observa y espera el mejor momento para atacar a su última presa.
Prólogo
Empiece yo por las Musas, por Apolo y por Zeus:
Que de las Musas y de Apolo el que hiere de lejos
Proceden en la tierra los varones aedos y los citaristas:
De Zeus, los reyes. Dichoso es aquél al que las Musas
Amen: dulce de su boca mana la voz.
Salud, hijas de Zeus: mi canto honrad
Que yo de vosotras me acordaré, y de otro canto.
Cantos Homéricos. Himno XXV, A las Musas y a Apolo
Miraba el despacho seriamente, sin ninguna expresión en el rostro. Sabía que detrás de aquella puerta le esperaba un momento difícil pero su mirada no expresaba nada más que un semblante serio. A su lado, Kagome miraba el mismo objeto con ojos afligidos, pues ella aún no estaba acostumbrada a los homicidios. Miró a la chica, bajita, de ojos azules y cabello azabache ataviada con un traje chaqueta oscura, de apariencia frágil y dócil. A diferencia de él, quien con su metro noventa y siete, su cabello largo de un extraño color plata y sus ojos color miel, asustaba a cualquier energúmeno que encontrara en su trabajo.
Se dirigió a la puerta sin esperar ser seguido por su compañera para adentrarse en el despacho, donde dos personas algo mayores esperaban sentados en un sofá. Sesshomaru se sentó frente a la pareja mientras Kagome se sentaba a un lado, dejando espacio.
-No es posible – hipaba la mujer de unos cincuenta años siendo abrazada por su marido el cual aguantaba estoicamente las lágrimas –solo tenía diecinueve años, había empezado a vivir
-¿Saben cómo murió? No nos dejaron reconocer el cadáver – Sesshomaru y Kagome se miraron
-Su… su cuerpo está…
-Su cuerpo aún está en el depósito. Las víctimas de asesinato quedan en el depósito hasta que ya no se puede descubrir nada más de ellas – el detective cortó la oración de su compañera mirándola severamente. Esta bajó la mirada – sentimos la espera y les avisaremos en cuanto puedan recoger a su hija.
-Por favor, llámennos si saben algo – el señor Jons ayudó a su mujer para levantarse a la vez que los dos jóvenes para acompañarlos a la puerta – y por favor –dijo después de dejar a su mujer en el coche - encuentren al culpable – dicho esto entro en el coche y lo puso en marcha.
Los dos compañeros volvieron a sus mesas sin mediar palabra. Esa había sido la sexta víctima de la "araña" uno de los más escurridizos y sanguinarios asesinos en serie que había encontrado el departamento de homicidios de la localidad.
Las víctimas eran siempre las mismas, de estatura media, morenas y ojos color mar. Ese había sido el motivo por el que Kagome Higurashi había sido contratada por su jefe, ya que esperaban que atrajera al asesino y cometiera algún error.
Sesshomaru echó un vistazo a su compañera, la cual estaba entretenida con un libro sobre los símbolos místicos y su significado. Eso le hizo recordar la extraña marca que aquel demonio dejaba sobre sus víctimas, una extraña araña entre los omoplatos rodeada por una frase escrita en griego antiguo "Las ocho patas de Aracne acabarán con ella". Todo ello estaba grabado a cuchillo sobre la piel de sus víctimas antes de dejarlas en un descampado desangrándose a merced de los animales salvajes o de los carroñeros.
Sesshomaru se consideraba un experto de ese asesino en serie ya que le seguía la pista desde que conoció a Sara, la primera víctima y su prometida. Sara era única, dulce y alocada, había vivido la vida como si no hubiera un mañana prometiéndose con él después de años saliendo juntos. Aquella mañana de octubre cuando descubrió su cadáver antes de que nadie pudiera detenerlo, la vida dejó de tener sentido. Nunca había sido un hombre dado al afecto, pero Sara le había abierto esa puesta para luego cerrársela impasiblemente. No tenía más aliciente que conseguir encontrar a ese asesino aun sin tener del todo claro que sería lo que haría con él.
-Gracias por lo de antes – la dulce voz de su compañera sacó de sus pensamientos al detective dirigiendo su mirada hacia la joven – no es fácil hablar con los familiares
-Nunca lo es – Sesshomaru jugaba con un lápiz – para la próxima no informes de ningún detalle de la víctima – ante la mirada interrogante de la muchacha añadió – nunca puedes suponer nada y por tanto no sabes si los familiares están implicados de alguna forma. Nunca debes descartar nada.
-Pero sabemos que era la Araña ¿verdad?
-Como te he dicho, eso son suposiciones – Sesshomaru suspiró, odiando a sus jefes por obligarlo a hacer de niñero – no tenemos las suficientes pruebas para saber si realmente es nuestro asesino. Podría ser un imitador o alguien que aprovechara la ola delictiva del criminal para esconder otro cadáver. ¿No te enseñaban eso en la academia? – Kagome agachó la cabeza apenada.
-Lo siento, me dejo llevar demasiado – suspiró dejando el libro a un lado – es que aún no consigo recuperarme de la imagen tan desagradable de Sarah Jons – vio como a su compañera le daba un escalofrío – no tenía veinte años
-Tiene razón, esta vez en el supuesto de que nuestro asesino fuera la Araña habría roto la barrera de matar a mujeres de veinticinco años – sacó una libreta y anotó unos garabatos ante la atenta mirada de Kagome
-¿No tienes sentimientos? – preguntó exasperada la muchacha
-Los dejé en la matriz, junto al corazón y la empatía – contestó sin siquiera levantar el rostro
-Ahora entiendo por qué estás solo – Sesshomaru ni se inmutó al escuchar la voz profunda que venía de su espalda. Levantó la cabeza para encontrarse con una mujer de unos cincuenta años, tez madura y oscura, ojos café y cabello gris recogido en un moño. La jefa del departamento había salido de su cueva para patrullar la oficina, como cada mañana para adentrarse en las conversaciones ajenas siempre que podía – podrías buscarte algún tipo de entretenimiento. Mira, tu compañera parece estar disponible
-No… eso no – Kagome se sonrojó para volver a meter la nariz en el libro. Él suspiró, a sus veinticinco años seguía siendo una niña.
-Sé perfectamente como satisfacer mis necesidades fisiológicas Kaede – dijo mirando a su jefe – pero gracias, lo tendré en mente – agregó irónico
-Siempre tan condescendiente – suspiró la mujer – ¿sabéis algo de la adolescente asesinada?
-Hemos hablado con los padres. Dicen que la joven había ingresado en la universidad y que estaba a punto de mudarse a un piso compartido – Sesshomaru empezó a leer sus notas – según su madre, era una chica tímida y no tenía pareja.
-¿Cuándo has hablado de eso con ellos? – pregunto la joven de ojos azules a su compañero
-Antes de llamarte – Kagome se indignó – puede que deba hacer de tu niñera pero no quiere decir que esté dispuesto a que me jorobes la investigación – la mirada gélida, hizo que la joven bajara la cabeza, nuevamente.
-Niños, niños… no me obliguéis a separaros y castigaros a cada uno de cara a la pared. Avanzad en la investigación y si por desgracia es el mismo tipo al que andamos persiguiendo aconsejo prudencia, no confiéis en nadie más que en vuestro compañero.
-Qué gran ayuda – vocalizaron los dos a la vez haciendo sonreír a la mujer.
La hora de cenar había llegado y los dos jóvenes se despidieron en la puerta de la comisaría. Sesshomaru se dirigió a su casa en su pequeño coche conduciendo por una carretera solitaria y estrecha. Sintonizó la radio para escuchar Future World de Hellowen mientras se dirigía a su pequeño apartamento en las afueras de la ciudad.
Aparcó el coche en su misma calle y subió hasta su piso, un ático con vistas a toda la ciudad. De concepto abierto, el departamento constaba de un par de habitaciones, un lavabo y una cocina-salón. Después de hacerse un bocadillo se sentó en el sofá y puso el televisor esperando encontrar la película de la semana. En su viaje por el mundo televisivo llegó hasta el canal noticias donde aparecían las imágenes del día de ayer, cuando habían descubierto el cadáver aquella calurosa noche de verano.
Los periodistas hacían comentarios mordaces sobre la policía encargada del caso, insinuando e incitando al espectador que lo estuviera viendo a pensar, que el departamento no hacía nada más que comer bollos y mirar la televisión. Los medios de comunicación se habían convertido en un suculento manjar para aquellos que no tenían vida y tampoco querían dejar vivir a los demás, ganándose el sueldo a costa de las desgracias ajenas. Antes de apagar el televisor, se sorprendió de ver unas imágenes sacadas del depósito de cadáveres donde se podía ver a él y a su compañera hablando con Miroku, forense. Maldijo a los periodistas y a su escurridiza moral, supondría que los padres de Sarah Jons estarían viendo como él, el mismo telediario.
Sacó de su maleta los documentos sobre el caso y los dejó encima de la mesa, esparciéndolos rápidamente y reorganizándolos. Sabía que la Araña era un hombre joven, de unos treinta y tantos, de pelo oscuro y que siempre llevaba gafas de sol y gorra. Sabía que era alto y de complexión fuerte, ya que drogaba a sus víctimas para raptarlas y las cargaba de un lugar a otro.
Todas las mujeres no tenían relación entre sí, salvo el aspecto y las terribles marcas en la espalda. Colocó las fotos de todas las victimas en fila, empezando por Sara y acabando por Sarah. De medio cuerpo hacia arriba desnudo, el asesino las mutilaba llenándolas de cortes y moratones, violándolas y maltratándolas. Se podría decir que disfrutaba con el sufrimiento que mostraban todas ellas en su rostro dejando así un cuadro macabro de sufrimiento y dolor a su paso. Debajo de cada fotografía del rostro, puso en orden las fotografías de las espaldas de las víctimas, apareciendo la misma imagen tallada con sumo cuidado. Una araña de patas largas, que conectaba con los dos omoplatos y la frase en griego que rodeaba el dibujo. Cogió el ordenador y buscó el nombre de Aracne, pues recordaba vagamente el nombre pero no sabía qué relación tendría con su "asesino arácnido".
En diferentes artículos hablaba sobre un pasaje de la mitología griega en la que Aracne, una hermosa mujer, retaba a la diosa de la guerra, la inteligencia y de las tejedoras, alegando que ella podía coser mucho mejor los tapices. Atenea, la diosa en cuestión, aceptaba el reto enzarzándose en una prueba sobre quien tejería el mejor tapiz de las dos. Mientras Atenea representaba la victoria de los dioses sobre los hombres, Aracne representaba los pasajes más humanos de los dioses: las aventuras extramatrimoniales de Zeus, como el titán Cronos se comía a sus hijos, el robo de las ovejas de Apolo por el pequeño Hermes… eso enfureció a la diosa rompiendo el tejido despertando el poder de una diosa de la guerra. Aracne huyó y se intentó suicidar por la vergüenza y el miedo que le hizo sentir Atenea. Esta, que no era vengativa, perdonó a la muchacha, no sin antes darle un castigo merecido a sus ojos: la convirtió en una araña para que hilara sin cesar todos los días de su vida.
Esa fabula no cuadraba con un hombre de las características del asesino. ¿Qué fetiche pensamiento podría llegar a relacionar una fábula escrita por un romano sobre una leyenda arcaica con unos asesinatos de nuestra era? Si la asesina fuera una mujer lo entendería, pero era demasiado macabro incluso para la Araña ser una mujer y hacer esas atrocidades.
Además, las violaciones siempre representaban un crimen pasional y si las víctimas eran escogidas por el aspecto quería decir que el asesino no se movía por una situación de venganza, sino por un momento en el pasado relacionado con una mujer de esas características físicas. Apuntó nuevamente los datos en su libreta negra pues estaba seguro que si encontraba algo en la base de datos relacionado con una mujer de ese físico, encontraría al asesino.
Miró el reloj de la mesa, pasaban de las tres de la mañana. Había perdido mucho tiempo anotando cosas que ya sabía en las que su mente había divagado esperando encontrar un halo de luz que lo encaminara. Volvió a mirar sus notas y suspiró, por ahora era lo único que tenía, sin saber aún nada de las pruebas forenses de Sarah Jons. Apagó la luz para dirigirse a la cama, pues mañana sería otro día monótono y largo.
Aclaraciones:
1. Aracne es Araña en griego.
2. La imagen del fic es "Las Hilanderas" de Diego Velazquez
Bien, este es el prólogo xD. La historia es algo larga, pero ya está acabada, lo que pasa que he pensado que en vez subirla toda iría poco a poco a ver si realmente gusta. Como veis, no he puesto quienes son los protagonistas, pues como veréis a lo largo de la historia, si es que al final la seguís, el protagonismo irá cambiando de mano.
Espero de todo corazón que os agrade y espero sorprenderos con este nuevo formato, pues nunca he hecho un UA en el mundo de Inuyasha.
Antes de irme, agradecer como siempre a aquellos lectores que han llegado hasta aquí y que han dejado su pequeña huella en el fic, ya sea vía comentario (siempre bien recibido por el escritor) o vía "like". No podéis imaginar la sensación de satisfacción que da saber que a alguien le gusta lo que escribes.
De todas formas, a aquellos lectores que no quieran dejar huella, pero hayan llegado hasta aquí, agradecer que haya perdido parte de su tiempo en leer un trocito de mí. Gracias de todo corazón.
¡Nos seguimos leyendo!
Nos vemos en los bares :p
