Disclaimer: Todo pertenece a George Martin
Stannis rechinó los dientes sin darse cuenta, como siempre lo hacía y tenía los puños de su mano fuertemente apretados. Una nueva piedra en su camino, otra más e iban…
—Mi Señor —murmuró Davos con calma —los convenceremos de otra forma.
—¿Cómo? —sus ojos azules tan característicos de los Baratheon relampaguearon con furia.
—No lo sé, quizás… con otra estrategia, señor.
El Rey Stannis fijó su mirada en el mapa que estaba desplegado sobre la mesa. Mostraba los ríos y las tierras que debía atravesar para llegar a su destino y no todos los propietarios de esas tierras estaban dispuestos a brindarle apoyo. ¿Cómo? ¿Por qué? ¡Él era el verdadero rey! No lo era su ex cuñada ni tampoco el niño Tommen que estaba legitimado como hijo de Robert, siendo que era producto del asqueroso incesto entre los hermanos Lannister.
Le dijo a Davos que se fuera, y cuando el caballero lo hizo, se acercó al otro lado de la habitación donde se encontraba ahora. Stannis miró por la ventana, vió como nevaba y pensó en el lema de los Stark "El invierno se acerca". Tenían razón una enorme tormenta de nieve y fuertes vientos, azotaba el Norte. Pero él no estaba interesado en esa cosa blancuzca. Estaba pensando en Renly, su hermano menor muerto. Él y su carisma, seguramente hubieran logrado tener a sus pies a todos los norteños y a varias casas de otros lugares, seguramente que también. Robert, por su parte, habría logrado lo que él no a base de su maza.
Las cartas estaban sobre la mesa y él estaba perdiendo, no era un ignorante, lo sabía. Melisandre lo ayudaba. Davos era su mano y sin embargo… Stannis volvió a rechinar, solo como estaba y volvió a perder su mirada azul y fría hacia afuera. No quería el Trono por poder, no le interesaba sentarse allí para presumir eso estaba bien lejos de la realidad. Stannis sabía que debía snetarse en el Trono porque ese era su lugar. Con su hermano mayor muerto y sin legítimos hijos, eso le correspondía. No a Daenerys Targaryen y no al niño Rey, a él. Stannis no se daría por vencido, ahora ni nunca. Era suyo por derecho y por ello lucharía hasta las últimas consecuencias.
Una idea cruzó en ese momento por su cabeza e hizo llamar a sus personas de confianza. Tenía un plan y debía funcionar. Funcionaría.
Pese a todas las dificultades que se interpusieran en su camino, lo lograría. Él estaba convencido de ellos. Llegaría a Desembarco de Rey y podría sentarse en el Trono de hierro sin que nadie se opusiera. Era el legítimo sucesor de Robert Baratheon. Era el legítimo Rey.
