Muy bien, primero y principal, voy a decir que ningún persona me pertence (salvo los futuros OC), y que todo es propiedad de Bob Kane y los demás creadores del universo de Batman.

Esta historia va a estar vocalizada primordialmente en Selina, aunque voy a incluir a demás personajes y a profundizar en grande su relación con Bruce. Va a haber saltos temporales, así que estén advertidos.

Además, también el lenguaje y el contenido va a ser explícito.

Otra cosa, la historia va a ser sobre MI punto de vista. Va a estar basada en mi favorita sobre el origen de Catwoman, pero voy a cambiar las cosas que yo quiera, y hacerlo de la manera que vaya bien con la historia. Esto lo digo por si piensan que lo hice diferente por error, no es así. Y los demás pairings que estarán dentro de esta historia también son bajo mi criterio, me gustaría que lo sepan desde ahora.

Supongo que eso es todo, espero que les guste, y como se darán cuenta va a ser una larga historia, así que lo único que voy a decir es: disfruten.


.-.-.-.-."La niña".-.-.-.-


:- ¿Necesitas ayuda, preciosa?

Bajo la luz de la luna y el humo negro que cubría la ciudad, la niña no pudo distinguir con facilidad la figura, pero su voz había logrado delatarlo. Era un hombre.

Selina negó con la cabeza, aunque la verdad no estaba segura de que pudiese verla, mientras comenzó a caminar lejos de él. Pero antes de que pudiese moverse una mano salió disparada y la tomó del brazo. Fuerte.

:- Una pequeña niña no tiene por qué andar sola a estas horas.- sabía que era la mano de aquel sujeto, y mientras más se acercaba, más claro veía sus facciones. Selina se consideraba a sí misma una persona observadora, y de buena memoria. Por lo tanto vio, y recordará mucho tiempo después, la boca lastima, cicatriz en la mejilla, y los ojos de un animal salvaje.

No podía pensar en ningún en ese momento pero no le gustaba. Más bien le aterraba.

Forcejeó contra él pero era más fuerte. Intentó gritar pero no servía de nada. No había nadie transitando a esas horas, y si lo hubiera, preferirían no meterse en asuntos de otras personas. Aunque sea de un adulto queriendo abusar de un niña.

Lágrimas cayeron de sus ojos mientras comenzaba a desesperarse. Había sido un día normal (lo que para ella era normal), solo tenía que volver a casa, no pensaba que una cosa así le sucedería. Quería ver a su madre una vez más, quería que la salvara. No podía estar ahí, no podía…

:- Déjala Stan. Sabes que no trabajamos con pedófilos, ella no nos servirá de nada.

Selina soltó un suspiro de alivio al sentir como el agarre del supuesto Stan desaparecía por completo. Entre la neblina logró visualizarla, ahora, a su salvadora.

Cabello pelirrojo, aspecto cotidiano, con un cigarrillo en la mano. Vio como Stan la sujetaba de igual manera que lo había hecho con ella, y tuvo el ciego impulso de intentar algo. Pero como vino, se fue, y mientras veía a su heroína irse arrastrada, pudo jurar que le había guiñado un ojo.

Estaba oscuro, pero ella lo había visto perfectamente.

Y no lo olvidaría jamás.

.-.-.-.-.-.-.-.-

:- Bebé, ¿Por qué tardaste tanto?- llenó un vaso con agua mientras veía a su hija de once años entrar por la puerta principal. Eran las once, tendría que haber llegado hace más de una hora.- ¿Pasó algo?

Selina negó con la cabeza mientras dejaba su mochila en el piso, y se sacaba su abrigo. Había sido un día agotador, y lo único que quería era tomar algo de refrigerador e ir a la cama.- Tuve un pequeño incidente, pero aquí estoy… sana y salva.

María la miró con una ceja alzada mientras terminaba de servir el arroz. Estaba por decirle algo, cuando la voz de su esposo la interrumpió:

:- ¡¿Dónde demonios esta la comida mujer?! ¡Estoy esperando hace horas, apúrate por un demonio!

Apretó los puños mientras su hija suspiraba. El comportamiento de su padre era algo normal, pero eso no significaba que le gustara. María le acarició la cabeza con cariño mientras trataba de evitar que las lágrimas cayeran en frente de su pequeña.- Ve a tu habitación, te llevaré un plato allí, ¿de acuerdo?

La castaña asintió. Mientras se dirigía a su cuarto, sin embargo, no pudo evitar echarle una mirada a su padre. Yacía en el sofá, como siempre, mirando televisión y con latas de cerveza a su lado. Sabía que eso no era normal. Sabía que los chicos que iban con ella a la escuela no tenían un padre como aquel, ni tampoco una vida como la suya. Sin embargo…

Sin embargo esta era la realidad. Y tenía que apreciar lo que tenía. Un techo sobre su cabeza, y una madre, que aunque tenía sus problemas, la amaba.

Y con eso, solo con eso, Selina Kyle era una persona relativamente feliz.

No estaba segura de lo que esa palabra significara, pero la había escuchado aquel día en la escuela y le había sonado bonita.

.-.-.-.-.-.-.-.-.

:- ¡Nos vemos!

:- ¡Adiós!

Selina se despidió de las chicas de gimnasia (sí, ella asistía a gimnasia artística) y de dirigió a la parada de autobús. Buscó las monedas en su bolsillo mientras esperaba a que aquel auto gigante viniera por ella y la dejara cerca de su casa.

Se sentó en el suelo y esperó. Consideró sacar uno de sus libros de texto y hacer tarea, pero sabía que era insoportable tener que guardar las cosas rápido para subir de la misma manera al autobús. Era todavía más insoportable si había gente atrás y tenían que esperarla a que este lista.

Pero por suerte, aquel día no había nadie. El sol alumbraba la calle y ella aprovechó para tomar el aire puro que aquella zona de Ciudad Gótica tenia para ofrecerle. Era un gran cambio de su barrio bastante… solo dejémoslo en bastante, y se sentiría una tonta si no lo aprovechaba.

Miró al cielo, y a los varios edificios que allí se alzaban, como queriendo alcanzarlo. El más grande y alto era el mejor, tenía un aire diferente, como imperial. Como si él gobernara a los demás edificios. Sabía que el nombre era en realidad un apellido. Le pertenecía a una familia bastante conocida, hasta sabía que había un niño con el mismo apellido y de su misma edad que asistía a una escuela cerca de la suya. El nombre del edificio era tan majestuoso como él mismo:

Empresas Wayne.

Había oído hablar de los Wayne´s alguna que otra vez en televisión. Eran bastante conocidos. Y hace algunos años habían sido asesinados. Lo sabía porque cuando su padre vio la noticia no pudo evitar reírse de alegría, hasta recordaba las palabras que había expresado al verlo "¡Por fin esa escoria tiene lo que se merece! Haciendo bien a la sociedad, si como no. Malditos corruptos"

Obviamente Selina no había escuchado la misma opinión de su madre, quien no había querido discutir el tema, ni discutir con su padre, y menos de los chicos de la escuela. A algunos no les importaba, pero la gran mayoría hablaba sobre el hijo huérfano, Bruce Wayne.

Selina volvió a mirar al edificio gigante y pensó que ahora, un niño de su edad tenía dominio sobre aquella majestuosa obra. Era extraño la verdad, no sabía cómo sentirse al respecto.

El sonido del autobús acercándose a la parada logró disipar esos pensamientos y su mente dejo de lado aquel tema.

Lamentablemente, tendría peores cosas por las que preocuparse.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Había tomado otro camino.

El incidente había ocurrido hacía semanas, pero aun así desde aquel día había decidió que iría por otro camino. No quería volver a cruzarse a Stan o cualquiera como él, nunca más.

Lamentablemente, hacer aquel recorrido le tomaba más tiempo, y llegaba diez minutos más tarde de lo que debería. Cuando su madre le preguntó solo le dijo que había decidido ir por un lugar más seguro, a lo que ella solo la miró extrañada y no dijo nada.

Suerte para Selina que María no era de muchas palabras.

A las siete y media de la tarde llegó a su casa, y como siempre se encontró a su madre cocinando, y a su padre postrado en el sillón. Colgó su abrigo mientras charlaba un poco con su mamá. Al cabo de unos minutos, ella le dijo:

:- ¿Podrías ir a despertar a papi y decirle que la cena está servida?

Selina asintió con la cabeza mientras se acercaba a donde se encontraba su padre. La televisión estaba prendida pero él se encontraba profundamente dormido. Lo sacudió un poco, y tuvo que reprimir un grito al sentir como su mano agarraba con fuerza su brazo. Era igual a como Stan lo había hecho semanas atrás.

La pequeña gritó y su padre la soltó. María se hizo presente en la sala en pocos segundos. Y ahí fue cuando todo comenzó. Selina sabía muy bien que no tendría que haber gritado, el rostro de su madre indicaba que estaba completamente molesta, y eso no traería nada bueno.

Había ocasionado un reverendo desastre.

:- La maldita me despertó.- dijo su padre, como si eso sirviera como una excusa para haberla agarrado de esa manera tal salvaje. María lo fulminó con la mirada.

:- Porque yo le dije que lo hiciera, idiota. La cena está servida.

El hombre bufó mientras pasaba una mano por su cabello rubio.- ¿Cena?, ¿A esa mierda le llamas cena? Todo el día arroz, garbanzos, ¿no puedes cocinar algo normal por una vez en tu vida?

:- ¿Acaso quieres carne, señor importante?, ¿con que dinero se supone que voy a comprar carne, Huh?

Selina sentía como la tensión iba en aumento. Debía irse, pero no podía. Se sentía como que estaba pegada en el suelo, como si en realidad ella fuese un televidente y la escena un programa. No se sentía parte de aquello.

:- Siempre es por el dinero, ¿verdad?

La mujer colocó las manos en sus caderas.- No puedes criar hijos sin dinero.

:- ¡Esa es tu culpa!- caminó hasta María y tiró la mesa pequeña en proceso.- ¡Por un demonio, todo es tu culpa, y lo sabes! Si no fuese por ti… si no fuese por ti yo tendría el dinero. Maldita ramera.

:- ¡Por supuesto que no es mi culpa!- ahora su madre estaba gritando, todo estaba muy mal.- ¡Es culpa de tú familia!

:- Si claro, es culpa de mi familia que no me advirtieron sobre la busca dinero que eras. No debí haberme casado con una bruja como tú, escoria. ¡Eres como todos ellos!

:- ¡Soy tan buena como tu estúpida familia!- Selina había empezado a caminar, y María como reflejo, la ubicó detrás suyo, protegiéndola.- Y dime, ¿Quién conoce a los Kyle? Nadie. No son nadie.

Brian pateó la mesa de nuevo mientras maldecía en voz alta. Para eso punto Selina estaba igual de asustada que con el episodio de Stan.- ¡Al menos no son unos refugiados como tú, inmigrante ilegal!

Mientras él gritaba, María se agachó y le susurró a su hija en el oído.- Quiero que vayas con la señora Miris a pasar la noche, ¿de acuerdo?

:- Pero…- Selina dijo por lo bajo. Su padre se dio cuenta que estaban hablando y se giró hacia ellas.- ¡¿Qué demonios le estas diciendo?! ¡Habla de frente maldita mocosa!

:- ¡Ve!- gritó su madre y la empujó hasta la puerta haciendo que se fuera sin chistar. Selina agarró su mochila con lágrimas en los ojos y fue corriendo al departamento de una de sus vecinas.

La señora Miris era una vieja mujer, inmigrante como su madre, que vivía a unas habitaciones de la suya. Su madre solía pedirle azúcar, y ella huevos, y en sí era esa la única relación que las unía. No sabía si la mujer sabía o no de la manera que su padre trataba a su madre, pero si lo hacía, prefería no meterse.

Como toda persona que Selina conoció en su corta vida.

Corrió hasta la habitación ciento cinco y trató de calmarse. No podía llegar agitada a decirle si podía quedarse esa noche porque sus padres estaban peleando.

:- ¿Si?- preguntó la mujer al abrir la puerta y al ver a Selina allí su cara reflejo sorpresa.- ¿Qué pasa pequeñuela?

:- Mis papás no están y me da un poco de miedo quedarme sola, ¿le molestaría que pase la noche aquí? Por favor.

La mujer no estaba muy feliz de aceptar, pero no podía dejar a una niña sola si pedía por ayuda. A regañadientes le abrió la puerta y le indicó que debía y que no podía tocar. Luego se encerró en su habitación, dejándole a Selina el sofá para dormir.

Vaya suerte que no estaba asustada de verdad, el departamento era peor que el suyo. Con diseños más macabros y cuadros extraños, le ponían la piel de gallina a cualquiera.

Se acostó en el muy no cómodo sillón, mientras trataba de conciliar el sueño. Pensó en sus padres, en las constantes peleas, y no pudo evitar que las lágrimas cayeran sin siquiera darse cuenta. Estuvo así un rato, hasta que, por el cansancio, cayó en un profundo sueño.

A la mañana siguiente fue la vieja señora quien la despertó. Por suerte fue temprano, así que rápido y sin desayunar, se despidió, y se dirigió directo a la escuela.

Pensó en pasar por su casa. En ver si su madre estaba bien, y tal vez comer algo y darse una ducha, pero prefiero no hacerlo. La verdad era que no quería seguir lidiando con el drama de la noche anterior. Solo quería distraerse en la escuela, y más tarde llegaría a su casa y todo seguiría como de costumbre.

O eso era lo que pensaba, hasta que al atardecer entró en su casa.

El recuerdo de que en realidad, si hubiese ido en la mañana, si los hubieses visto antes podría haberlos salvado, la dejó helada, y la sigue cazando hasta el día de hoy.

Al entrar, no vio a nadie cocinando. Llamó por su madre, pero nadie respondía. Preocupada se dirigió al baño, y lo que vio allí quedo grabado en su memoria para siempre. Jamás podría quitarse esa horrible imagen de la cabeza.

Era su madre. Su hermosa madre en la bañera, cubierta de sangre y con los ojos cerrados. Selina sabía, lo había visto en varios programas, aquella era una manera de suicidarse.

Se tapó la boca con las manos mientras un sollozo se la escapaba. Corrió hasta estar al lado de su madre y tomar su pulso. Como era de esperarse no sintió nada.

Las lágrimas cayeron furiosas de sus ojos mientras reprimía un grito y se levantaba del suelo, ahora con las manos llenas de sangre.

Salió del baño corriendo, y se dirigió a donde se suponía que estaría su padre, como siempre se encontraba. Estaba recostado, pero cuando Selina se acercó parecía dormido. Tomó su pulso y tampoco sintió nada. Al ver las varias latas de cerveza en el suelo, pudo darse una idea de lo que había pasado. Había tomado hasta la muerte.

Sollozó aún más fuerte mientras tomaba conciencia de lo que estaba pasando. Sus dos padres estaban muertos, era huérfana. Ya no hablaría más con su madre, ya no le charlaría sobre su día, ni la ayudaría con su tarea, ni probaría la comida que ella preparaba.

Gritó, mientras recordando lo que le habían dicho en la escuela se dirigía a donde estaba el teléfono. Tenía que llamar a la policía. Tenía que contarles lo sucedido, y tenían que ver qué pasaría con ella.

Llamó al número que conocía muy bien, y mientras le hacían un par de preguntas tuvo un pequeño ataque de paranoia.

¿Y qué tal si la tomaban a ella de culpable?

Tenía las manos ensangrentadas, era la única sobreviviente. Había visto varias películas policiales para ver hacia donde giraba todo esto. Mientras la mujer le preguntaba su dirección Selina finalizó la llamada y fue directo hacia el baño, donde su madre todavía yacía, sin vida, en la bañera.

Se enjuagó las manos mientras más lágrimas le llenaban el rostro, y antes de que pudiese pensarlo mejor, tomó su mochila, la llenó con algunas cosas, el dinero que su madre guardaba en la alacena, y salió a las calles oscuras y tenebrosas de Ciudad Gótica.

Con la capucha puesta, caminó y caminó y caminó, hasta que sus pies no dieron más y paró a descansar. Se sintió bastante tonta al darse cuenta que no tenía la menor idea de donde estaba, pero que la zona no era muy linda para permanecer por mucho tiempo.

Divisó cerca un puesto de frutas y su estómago gruñó de hambre. No había comido nada en todo el día. Revisó el poco dinero que tenía, pero era muy poco, y prefería guardarlo para casos de emergencia.

Se levantó del suelo como pudo y trató de seguir caminando, pero la fruta roja la llamaba y necesitaba comer algo. Iba a desmayarse si no lo hacía.

Mientras los dueños miraban para otro lado, ella se acercó, y con toda la agilidad que tenía tomó una fruta y salió corriendo del lugar. Pudo escucharlos gritarle que se detuviera pero no les hizo caso, necesitaba comer.

Corrió un poco más, y cuando sintió que ya no le seguían el rastro paró a descansar. Seguía sin saber dónde estaba y cada vez se hacía más de noche, lo cual era completamente peligroso. Pero ahora en lo único que estaba concentrada era en devorar aquella deliciosa fruta. Así que rápido la mordió, mientras trataba de pensar qué demonios iba a hacer y a donde iba a ir.

Cuando terminó de comer, comenzó a caminar sin rumbo fijo, hasta que un sonido la hizo frenar en seco. Un maullido, había escuchado un maullido.

Miró hacia la derecha y divisó un felino negro, caminando hacia donde ella se encontraba. Sabia por leyendas urbanas que los gatos negros eran de la mala suerte, pero la habían pasado tantas cosas malas ese día, que la verdad le importaba un comino la mala suerte que podría generar aquel gato.

Se acercó a ella, y Selina lo acarició despacio. No era muy fan de los animales, pero amaba a los gatos. Sentía una conexión con ellos que jamás sintió con ningún otro animal, eran algo fascinante.

De la nada, el pequeño comenzó a caminar lejos de ella, y solo por impulso, Selina lo siguió. A veces frenaba, revisaba el terreno con sus ojos verdes (iguales a los de ella) y continuaba. La castaña vio en el reloj de una de las tiendas que eran las diez, pero eso ya no le importaba. En lo único que estaba concentrada en ese momento era en aquel hermoso gato, su pequeño compañero.

Tan concentrada en él iba, que no se dio cuenta que la había guiado por el mismo camino por el cual ella había retrocedido. Su boca se abrió al verse cerca de su apartamento, y a varios policías revisando el área.

Estaba a punto de dar media vuelta y escapar, cuando uno de ellos la tomó del hombro y la hizo frenar en seco.- ¡Teniente, creo que aquí está la niña!

Selina se quedó quieta mientras el tal teniente se acercaba y la revisaba. Venia acompañando de una mujer.- ¿Eres Selina Kyle?

Ella asintió, rendida, mientras veía como el gato que la había traído hasta allí desaparecía entre la niebla. Ambos policías se miraron, mientras la mujer le tocaba el hombro en señal de compasión.- Lo siento mucho pequeña, pero creo que lo mejor será que nos acompañes.

Sabiendo que no tenía ninguna otra opción, la chica se dirigió totalmente derrotada, hacia la patrulla. Sabía que seguramente le llegaría lo peor, pero al ver como sacan los cuerpos de sus padres, no pudo evitar pensar solamente en lo triste que sería no volver a verlos nunca más. No volver a ver a su madre nunca más.

:- ¿Gordon?, puedes decirle por favor al comisionado que tengo a la niña. Si, si, perdió a sus padres. La llevaría allí, luego veremos qué hacer con ella. Cambio.- terminó de hablar y puso el auto en marcha. Miró a Selina por el espejo retrovisor pero la niña solo se dedicó a mirar por la ventana mientras se movían.

Había perdido a sus padres, la habían capturado, y no tenía la menor idea de donde la llevarían y que harían con ella. Todo estaba tan mal que…

Abrió los ojos como platos y no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en sus labios al reconocer al gato negro caminando por uno de los tejados. No se veía mucho, pero sabía que era él.

Y aunque suene tonto, lo extrañaría. Lo extrañaría mucho.


Espero que haya sido de su agrado, y nos vemos la próxima.

Vigigraz.