A mí no puedes engañarme
Finnick salía de la habitación del hospital. Estaba en el Capitolio, fue a ver a Annie. Que salía de sus juegos.
- ¿Qué sucede Finnick? – Preguntó Mags al ver la cara de espanto del muchacho.
- Ella… no es… no es la misma.
- Pero sabes de sobra, que cuando salimos de ahí, las cosas no son iguales…
- Lo se, pero…
- ¿Pero que? – Preguntó. – ¿Acaso hay algo que no sepa?
- El presidente…
- ¿Qué ocurre Finnick?
- Snow, me dijo recién algo.
- ¿Qué te dijo?
- Que quería a Annie… como dama de comañía.
- ¿Me estás hablando en serio?
- Si. Y no puedo permitirlo. No puedo.
- Ya lo resolveremos… tranquilo.
- Hola Mags. – Saludó el joven cuando entró en el Centro de Control, para ver, como cada año, el avance o retroceso de sus tributos.
- Hola Finnick. Luces exhausto. ¿Hoy tenías clientes?
- No, pero sabes bien, que Annie si.
- ¿Y eso que significa? – Preguntó parándose de repente. - ¿Finnick… tu aceptaste cargar con sus clientes?
- Si. – Contestó tímidamente.
- ¡FINNICK! Eso te cansará muchísimo, no puedes hacerlo.
- Pero tampoco puedo dejar que ella lo haga…
- ¿Porqué Finnick… porque?
- Porque no, porque ella es muy débil, no puedo dejar que la exponga así. No puedo…
- No Finnick, no es eso por lo que lo haces. Es algo más.
- ¿Más? ¿Qué podría ser?
- ¿Amor?
- ¿Amor? – Rió amargamente. - ¿Crees que yo estoy enamorado de ella…? Es algo…
- Correcto…
- No, estúpido, nunca lo estaría…
- Finnick, te conozco… se cuando sientes algo de verdad. A mi no me engañas.
- Estas diciendo tonterías.
- La amas – Susurró picadamente.
- ¿Es un chiste?
- No puedes soportar estar cerca de ella sin querer besarla.
- Basta Mags.
- Sin querer tocarla.
- MAGS….
- Sin querer estrecharla entre sus brazos.
- ¿Qué tiene con eso?
- Reconócelo Finnick… Annie Cresta te vuelve loco. Lo veo en ti, en tus ojos brillantes cuando vuelves de verla, cuando hablas de ella, en tu manera de protegerla… lo se, no soy estúpida…
- No es así…
- ¿Seguirás negándolo?
- Niego lo que nunca existió.
- Finnick… se bien que te derrites por ella, que su ternura su aspecto infantil, es lo que te hace volver en si. Y lo que te mantiene vivo.
- ¿Por qué piensas eso?
- Porque los vi. – Finnick empalideció. – Los vi cuando Annie volvió de arena, aunque parecía otra, la vi aferrarse a ti, y te vi besarla.
- Mags yo…
- No entiendo porque me ocultas estas cosas… ¿Acaso no puedes confiar en mi?
- Claro que si, pero pense que mientras menos personas lo supiesen…
- Menor riesgo habrá, lo se.
- Mags… la amo. La amo de verdad
- Lo se, ¿No escuchaste lo que te dije antes? ¿Hay Finnick, Finnick, cuando aprenderás, que, a mí, no puedes engañarme…?
La tarde se tornó cálida. Los tributos del 4 peleaban y Finnick… Finnick pensaba en Annie, mientras Mags, sonreía por saber que al menos, su Finnick, su única familia al igual que Annie eran algo felices.
