Disclaimer: Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son de Masami Kurumada y si los uso es porque no tengo nada mejor que hacer de momento y mi mente anda de ociosa. Esta historia fue uno de los primeros fanfics que escribí, por ahí cuando tenía 14 años. Lo cual significa que la redacción era horrible y carecía de sentido.

La he rescatado de entre mis documentos y he decidido re-editarla para que sea un fanfic decente.


Bajo los picos de Rozan

(Shiryu)

de Uyuki

Era una calurosa tarde de otoño, aquella hermosa época del año en que el sol no calentaba demasiado y en la que el frío aún no se dejaba sentir con toda su fuerza, la gente de Japón gustaba de aprovechar esas tardes para salir y dar un largo paseo por las calles antes de las nevadas. Los santos de Atenea incluídos. Los cinco muchachos estaban tomándose un merecido descanso después de todo lo que había sucedido con la resurección prematura de Poseidón, en verdad deseaban que no hubiera más guerras para poder llevar una adolescencia mas o menos normal.

El caballero del Fénix había desaparecido unos días atrás, como siempre sin avisarle a nadie donde estaría. Los chicos ya no se sorprendían tanto de ello. Era parte de la rutina normal que Ikki se esfumara a ratos. Seiya pasaba parte de su tiempo con Miho y los niños del orfanato, relajándose a ratos. Pensando en su hermana cuando las risas de los niños se desvanecían en el anochecer. Hyoga había regresado a Siberia y dejaba una flor sobre el duro hielo bajo el cual yacía su madre. Shun parecía ser el único que se había quedado en la mansión en compañía de Saori.

Finalmente, el caballero de Dragón había decidido partir a Rozan para ver a su maestro y poder descansar su mente del bullicio de Tokio. Secretamente lo único que en verdad deseaba era ver a cierta jovencita china de largo cabello negro y grandes ojos azulados que esperaba siempre su regreso. Aquella hermosa muchacha que había amado en silencio por años.

Shiryu siempre había pensado que dejar salir esos sentimientos sería pan comido, después de todo, estaría declarando su amor a alguien que quería. Pero siempre que iba a Rozan e intentaba ponerlo en práctica su mente se quedaba en blanco y lo único que podía hacer era dirigir la conversación hacia otro tema. Temía que la muchacha pudiera decir que no.

Cuando llegó a la casa de su maestro, Roshi lo recibió con el humor de siempre, alegrándose de saber que el joven estaba bien después de aquella guerra. Shunrei salió de la casa poco después con un ligero rubor en sus mejillas. En verdad le agradaba cuando el joven se tomaba un tiempo para venir a visitarla. Amaba tenerlo cerca de ella.

-Shunrei... ¿cómo has estado?.- le saludo el caballero dulcemente.

La joven china sonrió por toda respuesta. Se acerco a Shiryu con lentitud, en parte para tranquilizarse un poco y permitir que su piel recobrara su tono normal en vez del rojo que tenía. Cuando por fin llegó a su lado pudo notar que Shiryu estaba un tanto nervioso... ¿sería su presencia tan cercana?.

-muy bien, gracias Shiryu...¿no gustas entrar a la casa?. –le dijo mientras tomaba el brazo del joven y lo jalaba con suavidad. – debes de tener hambre, por el largo viaje que hiciste.

-para ser sincero... si, tengo tantas ganas de probar tu comida de nuevo. Siempre te queda de maravilla.

-Shiryu. – Shunrei bajó la mirada por el cumplido.

El maestro siguió a ambos jovenes al interior de la casa sin perder detalle de lo que ocurría entre ambos. Hacía falta un poco de amor en aquel mundo tan caótico. Y los cinco caballeros estaban en la edad perfecta para esparcir un poco de felicidad entre aquel caos.

Evidentemente, la cena fue todo un éxito, o al menos eso pensó Dragón, ya que la comida que había preparado Shunrei había estado muchísimo mejor que en ocasiones anteriores. Y por supuesto, cada plato de arroz era acompanado con una dulce sonrisa de la joven china.

Más tarde, cuando la luna se había apoderado del firmamento, Shunrei le preparó la habitación a Shiryu para que pudiera descansar cómodamente después de su largo viaje. Cuando ella salió del cuarto el joven dejó la pesada armadura en el piso y se tiró a la cama de inmediato, tratando de conciliar el sueño.

Su mente comenzó a divagar, perdiéndose en aquellos recuerdos de hacía años, cuando había sido enviado a Rozan para ganar la armadura de Dragón. Una enorme sonrisa se formó en sus labios mientras Shiryu se dejaba llevar por la dulce inconsciencia que traía la noche.

-o0o-

Por la mañana, el sol bañaba todo el paraje de los Cinco Picos sin que una sola nube se interpusiera en su camino, al parecer sería un día bastante prometedor. Shiryu se permitió a sí mismo quedarse en cama un par de minutos más, tan solo disfrutando de los rayos de luz que se colaban por la ventana para calentar el pequeño cuarto de la casa. Cuando por fin decidió ponerse de pie, tomó una rápida ducha y se colocó un atuendo verde que la joven china había dejado para él la noche anterior sobre una de las sillas. Sabía que al usarlo una hermosa sonrisa cruzaría el rostro de Shunrei.

El desayuno transcurrió con la normalidad de siempre. Shiryu platicó con el maestro durante unos momentos, la joven les sirvió el desayuno a ambos y la platica varió constantemente durante aquella hora y media. Y al finalizar, como cada vez que visitaba Rozan, Shiryu invitó a Shunrei a dar un paseo por los alrededores mientras aquel soleado día lo permitiera. La respuesta a esa pregunta siempre era un sí y para medio día ambos jóvenes estaban fuera.

-amo este lugar... me trae tantos recuerdos de cuando éramos ninos.- comento de repente Shunrei.

-sí... solíamos jugar aquí por las tardes en que yo no entrenaba.

-y cuando escapabas de tu entrenamiento también.- añadió Shunrei con una enorme sonrisa.

Shiryu sonrió con culpabilidad. Era cierto que en algunas ocasiones había escapado brevemente para pasar un rato con la joven china por las mañanas. Aquellas veces el maestro le había puesto entrenamientos más duros, pero el caballero Dragón estaba seguro de que habían valido la pena.

-Shunrei. Hay algo que he querido decirte desde hace mucho tiempo. No lo he hecho por cobardía y en estas últimas batallas temo morir sin haber compartido esto contigo.

-dime.

Shiryu le tomó sus manos suavemente y la miró a los ojos.

-eres muy especial para mi. Durante todos estos años siempre has estado a mi lado y jamas me has abandonado o dejado de tener confianza en mi. Te lo agradezco mucho, pero creo que no es suficiente. Shunrei... te amo. No me gustaría morir en una batalla sin habértelo dicho.

-Shiryu.- un sonrojo apareció en las mejillas de la chica. Había esperado escuchar esas palabras por tantos años.

A lo lejos, en la cascada, Roshi sonrió levemente. La energía de las únicas dos personas del lugar irradiaba amor. Roshi sabía lo que había pasado y estaba contento por ambos.

En un mundo lleno de guerras, era justo que al menos, por unos meses, ambos jóvenes disfrutaran del amor.


Ya iba siendo hora... nunca me he tardado tanto corrigiendo un fanfic, pero al menos ya quedó muchísimo mejor que el borrador anterior.