Segunda Generación: Viaje en el tiempo.
Capítulo 1: Es culpa de Bolt.
—Pensamientos—
—Diálogos—
—Invocación o Bijuu hablando—
—Invocación o Bijuu pensando—
—Niños, hagan silencio—. Pidió el Sensei instructor, Shino Aburame. Los niños estaban haciendo un gran alboroto, negándose a oír a su Sensei. Los únicos que no estaban en medio de ese desastre, eran Sarada Uchiha y Shikadai Nara; éste último se encontraba más bien, durmiendo.
—¡Hoy pintaré las caras del monumento Hokage 'ttebasa! ¿Quién quiere ayudarme? —preguntó, más bien gritó, un niño rubio con ojos azules.
—Igual al padre —pensó Shino, sintiendo algo de tristeza por el niño, quien había causado el desastre en el aula.
—Problemático —murmuró Shikadai, ya que el revoltoso chico no le dejaba dormir.
Sarada permaneció con el ceño fruncido toda la clase. ¿Por qué ese idiota simplemente no podía prestar atención y dejarse con sus estupideces?
La campana que anunciaba el fin de la clase, había sonado. Todos entusiasmados se pusieron de pie y salieron del aula, con un "adiós, Aburame-sensei", antes de dirigirse a sus respectivos hogares junto con sus familias. En cambio, Bolt Uzumaki tenía otros planes en mente.
Corrió a la torre Hokage; después de todo, su padre estaba en una reunión con el concejo, por lo que podría llevar a cabo su plan, y luego, como no, pintar las caras de la montaña.
Sarada lo observó marcharse. La sonrisa plasmada en su rostro le daba mala espina, o sea, a ese niño le encantaba meterse en problemas, y no podía imaginarse lo que planeaba a continuación. Bolt estaba lleno de sorpresas, y nada buenas.
Encogiéndose de hombros, miró hacia un lado, donde su madre se acercaba. Su padre llegaba ese mismo día; ella estaba emocionada, y no se molestó en ocultarlo. Por fin lo vería después de lo que fueron dos meses y no podía esperar para contarle todo lo que había aprendido durante su ausencia.
Abrazando a su mamá, Sakura Haruno, a modo de saludo, se dirigieron a su hogar. La niña, con una imborrable sonrisa en su rostro.
Mientras tanto, Bolt había ingresado sigilosamente a la oficina del Hokage, pero claramente, aquello no era su estilo, por lo que chocó con armario el cual no tenía idea de que se encontraba ahí, dejando caer un montón de libros polvorientos, pergaminos y otras cosas que no se debieron tocar por años. Cubrió sus oídos ante el estrepitoso golpe de los objetos cayendo al suelo.
—Por favor... ¡Ese armario no estaba aquí antes!, ¡Esto tiene que ser una broma dattebasa! —pensó fastidiado el niño. Miró hacia todos lados para asegurarse de que nadie lo había visto u oído. Suspiró aliviado, pero luego sus ojos se abrieron en grande al ver como el gran mueble se tambaleaba de una manera poco fiable. Ambas puertas del mismo, abiertas de par en par, dejando caer todo su contenido. —¡Demonios! —exclamó Bolt al ver como el armario se precipitaba contra el suelo en un fuerte estruendo.
El rubio tosió por el polvo que envolvía la habitación. Rápidamente, corrió y se escondió debajo del escritorio donde su padre firmaba el papeleo y se quejaba al mismo tiempo. Al notar que nadie se acercaba, prosiguió, poniéndose de pie.
—Veamos —caminó por toda la oficina, en busca de algo que le fuera de utilidad. Un jutsu o cualquier otra cosa que le ayudara a hacerse más fuerte. La habitación era un verdadero caos; aunque ya lo era desde antes, ahora no tenía comparación. Pero a Bolt no le importó en lo más mínimo.
Continuó con su búsqueda y se detuvo frente a siete cuadros colgados en la pared. Los observó con detenimiento, desde el primer Hokage, hasta el Séptimo, su padre. Había oído en la academia sobre cada uno de ellos. Sí, habían sido charlas demasiado largas y un poco aburridas sobre el Clan Senju; cómo el Shodaime Hashirama Senju había fundado Konoha junto a Madara Uchiha. Su hermano Tobirama Senju se convirtió en el Nidaime Hokage, Sensei de Hiruzen Sarutobi, quien pasó a ser el Sandaime Hokage, que luego de ser muy viejo, le dio el puesto a Namikaze Minato, convirtiéndose en el Yondaime Hokage, pero lugo murió salvando a la aldea de Kyuubi no Yoko, quien estaba siendo controlado por Madara Uchiha. Hiruzen tomó su puesto nuevamente como Tercero, pero murió durante los exámenes Chunnin en manos del Sannin Orochimaru. Luego de eso, Tsunade Senju, nieta de Hashirama, fue elegida para ocupar el puesto de Godaime Hokage. Después de la Cuarta Guerra Ninja, Hatake Kakashi pasó a ser Rokudaime Hokage, y luego de un par de años, Uzumaki Naruto fue elegido para ocupar el próximo puesto de Nanadaime Hokage...
Bolt se rascó la parte posterior de la cabeza, sin creer cómo recordaba todo eso si ese mismo día, siquiera estaba poniendo mucha atención a la clase. Negando con la cabeza, decidió dejar eso de lado.
Notó que el Cuarto Hokage era muy parecido a su padre, sólo que tenía el cabello mucho más largo que el Hokage actual. Era extraño, pero se encogió de hombros, restándole importancia.
El niño pensaba echar un vistazo a los antiguos libros que se encontraban en el suelo, pero el armario había caído encima de ellos, volviéndolos inaccesibles. Entonces rebuscó en los cajones del escritorio, encontrándose con una cantidad desmesurada de potes de Ramen instantáneo, el cual no le extrañó mucho. Entre toda la basura, halló muchos pergaminos, pero optó con tomar el más pequeño. Observándolo con curiosidad, ya no podía esperar para saber lo que contenía aquél rollo.
Estuvo a punto de abrirlo, cuando alguien lo tomó por la parte posterior del cuello de su camisa, elevándolo en el aire. Bolt cerró los ojos, pero al abrirlos se encontró con una mirada ónix (un solo ojo, ya que su lado izquierdo era cubierto por un gran flequillo de cabello negro) bastante enfurecida. El niño abrió y cerró la boca como un pez, sin ser capaz de articular palabra. ¡Realmente le tenía terror al hombre que lo sostenía!
—¿Se puede saber qué demonios estás haciendo aquí? —preguntó Sasuke mientras miraba al hijo de su mejor amigo, quien solo pudo atinar a reír nervioso.
—Yo, bueno... —fue interrumpido.
—Tú deberías estar en tu casa, mocoso malcriado —el Uchiha gruñó, haciendo estremecer al niño— y en lugar de eso, te encuentras aquí, escarbando en los archivos del Hokage —el Uzumaki comenzó a forcejear en su agarre, sin resultados.
—¡Déjame ir! ¡Te acusaré con mi mamá dattebasa! —exclamó Bolt y Sasuke sonrió burlón.
—Hn, ya veremos quien lo hace primero —el rubio tragó grueso.
Y con eso, Sasuke salió de la habitación, cargando a Bolt como un saco de papas, quien se removía desesperadamente en sus brazos. Pero antes, colocó su informe escrito de la misión sobre el escritorio.
*~o*O*o~*
Hinata se encontraba peinando el cabello de su hija Himawari, hasta que ésta preguntó: —Mami, ¿Donde está Bolt?
La Hyuuga detuvo lo que estaba haciendo y la miró. —Es cierto, Bolt debería haber llegado hace media hora —pensó preocupada. Naruto había dicho que lo recogería de la academia, pero pudo habersele hecho tarde, ya que ese mismo día tenía una muy importante reunión que asistir. —¿Habrá ocurrido algo? O tal vez, Naruto-kun y Bolt se entretuvieron con unos amigos...
Alguien llamó a la puerta, sacando a Hinata de sus pensamientos. Ella, rápidamente, se puso de pie y prácticamente corrió a la entrada. Abrió la puerta, encontrándose con un muy alto y guapo Uchiha que logró sobresaltarla un poco.
—Uchi– Sasuke-san —se corrigió rápidamente, ya que el pelinegro ya se había quejado varias veces por su formalidad cuando se dirigía a él, y siempre hacía oídos sordos cuando lo llamaba de esa forma, por lo que Hinata se había visto obligada a llamarlo por su nombre y no por su apellido— ¿Ocurrió algo? —preguntó mirando preocupada.
Sasuke, en vez de responder, levantó algo... más bien a alguien, frente a su rostro.
—¿Bolt? —Hinata observó a su hijo cabizbajo, colgando de su propia camisa que era sostenida por el brazo extendido del Uchiha.
—El mocoso se encontraba en la oficina del Dobe, buscando valla a saber qué, entre sus papeles —, sentenció el pelinegro— Además, ha destrozado toda su oficina—. Agregó, tratando de mantenerse serio, pero por alguna razón no podía hacerlo. Tomaría esto como una venganza por creerse mejor que Sarada... ¡Y definitivamente, ese niño no era mejor que su hija!
Sonrió triunfante al ver la expresión de la Hyuuga, y aunque no lo demostrase mucho, ella estaba muy enfadada. Dejó caer al niño al suelo, y éste tras frotarse la cabeza, refunfuñó un par de palabras inapropiadas para su edad de casi diez años.
—Muchas gracias Sasuke-san —le agradeció Hinata. Sasuke tan sólo asintió con la cabeza y desapareció en una nube de humo. Bolt comenzó a toser ante eso.
Entraron a la casa, el rubio con la cabeza gacha. Si bien, los castigos de su madre no eran muy severos, nadie dijo que eran agradables.
Hinata se volvió hacia él—, Bolt... ve a ordenar tu cuarto y el de tu hermana; lavarás los platos, no habrá dulces por una semana ni tampoco Ramen en Ichiraku, te ocuparás de mantener todo bien limpio y ordenado, y no saldrás de la casa... ¿Entendido? —terminó de enumerar la Hyuuga. Bolt quedó con la boca abierta; —¿No habrá dulces? ¡¿No habrá Ramen?!—. Pensó horrorizado.
Su madre notó su expresión y decidió agregar: —Pero... también puedes no hacer eso, y yo podría pedirle a Sakura-san y Sasuke-san que se queden contigo por toda una semana, ¿Verdad que prefieres eso?
—¡No! —exclamó el niño aún más horrorizado. ¡Sasuke iba a comerlo!
—Bien, en ese caso, ve a hacer lo que te he dicho... ah, debes darte una ducha también —el niño sólo refunfuñó algunas palabras inapropiadas para su edad y acató la orden, marchándose de la sala mientras arrastraba los pies.
—Mamá... ¿Onii-chan se quedará con Tía Sakura y Tío Sasuke?—. Preguntó Himawari.
Hinata sonrió—, No, sólo había sido otra opción que yo le había dado, parece que le tiene mucho miedo a su tío, por alguna extraña razón... Pero me pareció raro que... prefiriera en cambio, no comer Ramen por una semana —reflexionó en voz alta la peliazul. —No creo que soporte mucho tiempo ese hecho...
—Maldita sea —masculló Bolt con molestia mientras recogía un pote de Ramen instantáneo del suelo y lo colocaba en una bolsa. No había notado, hasta ese momento, que su habitación era un verdadero desastre. Por Kami, podía hasta alcanzar el nivel de desorden de la oficina de su padre. Negó con la cabeza y continuó con lo que estaba haciendo, hasta que su estómago gruñó, pidiendo comida... o sea, Ramen.
Suspiró. —¿Era esto peor que pasar una semana completa con Tío Sasuke? —se preguntó, y lo consideró por un momento. ¡Necesitaba Ramen!
Alguien llamó a la puerta y luego se abrió, revelando a Hinata, quien traía en manos una bandeja con con el almuerzo para el pequeño.
—Imaginé que tendrías hambre, te he traído el almuerzo —Hinata sonrió y colocó la bandeja sobre una pequeña mesa que se encontraba a la izquierda de la cama del Uzumaki.
Bolt no dijo nada y miró hacia otro lado con un puchero en su rostro. La Hyuuga suspiró y luego recordó que Naruto llegaría a la casa por la tarde, ya que la reunión con los concejales se había alargado mucho. Y para dar el aviso, envió una de sus ranas.
Mientras tanto, podría llamar a un par de amigas para charlar un poco y pasar el tiempo. Sí, era una buena idea, invitaría a Ino y a Sakura.
...
Sakura se encontraba lavando los platos en la cocina y Sarada leía un libro en el sillón de la sala, hasta que la puerta de entrada se abrió. La niña de las gafas, al darse cuenta de quien se trataba, inmediatamente dejó el libro a un lado para correr felizmente hacia la persona recién llegada.
—¡Papá! —exclamó Sarada mientras saltaba a los brazos de su padre, quien de rodillas, los extendió para recibirla.
—Hola hija —Sasuke la abrazó.
—Bienvenido a casa Sasuke-kun —Sakura se asomó desde la cocina, con una gran sonrisa en su rostro.
El Uchiha alzó a su hija y ésta no se quejó, luego se acercó a su mujer y le dio un casto beso en los labios. Sarada hizo una mueca ante eso.
—Me encontré con Ino por el camino, me ha dicho que se dirigía a la casa de la esposa del Dobe, y que tu debes ir también —informó Sasuke, ganándose una mirada curiosa de la pelirrosa.
—¿Yo? oh... ¡Es verdad! Hace tiempo que no nos juntábamos —Sakura golpeó su puño contra la palma de su mano izquierda.— No debemos perder más tiempo.
*~o*O*o~*
Naruto bostezó ruidosamente y se rascó la parte posterior de la cabeza mientras caminaba hacia su oficina. La reunión por fin había terminado y el rubio no podía ser más feliz de aquello. —Malditos ancianos, deberían jubilarse —pensó el Uzumaki y rió de sus propias reflexiones.— ¿Qué edad tendrán? ¿Cien años...?
Sus cavilaciones se vieron interrumpidas al llegar a lo que antes fue su oficina. —¡Por Kami-sama! ¿Qué fue lo que ocurrió aquí? —gritó horrorizado Naruto al ver todo completamente destrozado. Se adentró cautelosamente hasta llegar a su escritorio y recogió el informe de una misión que se encontraba en el mismo.
—¡TEME! —continuó con su griterío—, espera... ¿Por qué él haría algo así? —negando con la cabeza, se marchó hecho una furia en busca del Uchiha, que de nada tenía la culpa.
*~o*O*o~*
Mientras tanto, en la casa de los Uzumaki, Sai e Ino ya se encontraban allí, Inojin no había ido con ellos, ya que decidió quedarse en la casa de Shikadai junto con ChouChou.
Tomando té, charlaban animadamente de cosas triviales. Himawari, quien se encontraba el el regazo de su madre, observaba curiosa a las dos mujeres, sin comprender lo que estaban hablando. Bolt llegó a la sala y se dejó caer al suelo agotado.
Ino miró curiosa al niño tumbado y luego cambió su mirada a Hinata. —¿Qué le sucede? —preguntó la rubia.
—Bueno, era un castigo porque... —justo en ese momento, alguien llamó a la puerta. La Hyuuga se puso de pie colocando a su hija en el sillón y se acercó a la entrada, y justo al momento de abrirla, alguien la abrazó haciendo que se sobresaltara y luego se sonrojara furiosamente.
—Oh Hinata, hace tiempo que no nos veíamos —exclamó feliz Sakura mientras la asfixiaba con su muestra de cariño, y descomunal fuerza.
—Sa– Sakura-san... no puedo... respirar... —masculló la peliazul, a lo que la Haruno la dejó ir riendo nerviosamente.
—Eeh... lo siento —Sasuke y Sarada se encontraban detrás de ella con una gota de sudor resbalando por sus sienes.
—Bienvenidos, Sakura-san, Sasuke-san, Sarada-chan —saludó Hinata luego de recuperarse del fuerte abrazo de la pelirrosa. Entonces dejó pasar a los invitados y cada uno se ubicó en el sillón de la sala junto a Ino y Sai.
Bolt se sentó en el suelo y miró a los recién llegados—, ¿Qué haces aquí cuatro ojos? —el rubio la apuntó con el dedo.
Sasuke le entrecerró los ojos al niño el cual se estremeció. Bolt se imaginaba a su tío con llamas detrás de él, una macrabra sonrisa en su rostro, y su ojo Sharingan brillando malévolamente. Hizo una mueca.
—Hn, idiota —fue todo lo que dijo Sarada antes de ubicarse entre sus padres. El rubio refutó y luego se dirigió al jardín de su casa aburrido. Su madre le había dicho que no podía salir de la casa, pero el jardín era parte de su hogar, por lo que no contaba.
Miró los girasoles, había una gran cantidad de ellos en el lugar, ya que a su hermanita le encantaban esas flores y después de todo, su nombre era girasol. Metió las manos en sus bolsillos y sintió que había algo dentro y lo agarró, encontrándose con un pequeño rollo.— Es el pergamino que encontré en la oficina de papá.
A simple vista, parecía inofensivo, pero tenía mucha curiosidad por saber qué contenía. Lo abrió lentamente, encontrándose con algo que no entendía para nada.
Patrones de sellos y lineas extrañas se dibujaban el papel que parecía antiguo, ya que era amarillento, con alguna manchas marrones. Pero el dibujo en el mismo se mantenía impecable.
Lo colocó en el suelo y lo observó con detenimiento. —¿Qué era eso? ¿Es un jutsu? —se preguntó, algo decepcionado de sí mismo por no comprender lo que el rollo contenía. Se puso de rodillas y comenzó a tocarlo.
*~o*O*o~*
En el interior de la casa de los Uzumaki, las mujeres charlaban animadamente. Sasuke y Sai tan solo estaban en silencio, oyendo y hablando cuando era necesario.
La puerta principal se abrió de golpe, y un furioso Naruto Uzumaki se encontraba parado allí. Y como si de una película de terror se tratase, un par de rayos se vieron por detrás, a pesar de que era un día de sol radiante. Debía tratarse de algún efecto especial como los que utilizaban Lee y Gai.
—Na-Naruto-kun —habló sorprendida Hinata, pero el rubio no la escuchó, en cambio, se puso a gritar como un desquiciado.
—¿Quién fue el desgraciado que destruyó mi oficina 'ttebayo? —miró a Sasuke, quien se mostraba aburrido—, ¡Todo esto me dará demasiado papeleo, y tendré que arreglar todo yo dattebayo! —se acercó al Uchiha.— ¡Tú lo hiciste! —lo señaló con el dedo índice de su mano vendada.
—¿Eh? —Sasuke lo miró con una expresión extraña en su rostro e intentaba mantenerse controlado.— No me eches la culpa, que yo no lo he hecho —se puso de pie, encarándolo. Su paciencia no duró mucho.
—¿Y cómo podría creerte TEME? —exclamó Naruto. Una vena se hinchó en la sien del pelinegro.
—¡Tú hijo malcriado hizo todo eso DOBE! —gritó el Uchiha. Los demás presentes ya estaban preparados para detener la pelea que estaba por dar inicio.
—¡No metas a mi hijo en esto dattebayo! —Chocaron frentes gruñéndose el uno al otro como perros rabiosos. Linda bienvenida para el Uchiha.
—¡Yo lo he visto con mis propios ojos, incluso YO lo he traído hasta aquí!
Y con eso, la batalla comenzó, a lo que todos intentaron detenerlos con todas sus fuerzas, ya que las peleas entre el Uzumaki y Uchiha implicaban la muerte de alguien.
Sarada y Himawari huyeron del lugar lo más rápido que podían, corriendo hacia el jardín. Una vez fuera de la casa, suspiraron y miraron hacia adelante, donde Bolt se encontraba con un pergamino. Su hermanita estaba a punto de acercarse, pero el rollo comenzó a brillar de repente.
El rubio dio un salto hacia atrás, sobresaltado ante lo que repentinamente comenzó a ocurrirle al pergamino. Él había estado tocándolo por más de diez minutos y no ocurría nada.
—¡Idiota! ¿Qué estás haciendo? —preguntó Sarada alarmada por la luz intensa que se estaba apoderando del lugar. Himawari se escondió detrás de la Uchiha, asustada.
—Yo... —Bolt intentó alejarse, pero algo lo estaba atrayendo hacia el rollo. —¿Qué... q-qué está pasando? —el niño cayó al suelo mientras era arrastrado hacia lo que era vagamente parecido a un portal tridimensional que se había formado encima del pequeño pergamino abierto en el suelo .
Las niñas también estaban siendo atraídas por el mismo. —¿Q-qué hiciste Bolt? —gritó Sarada. Himawari aferrada a la ropa de la pelinegra.
—¡N-no lo sé!
Naruto y Sasuke, quienes estaban tomados del cuello del otro, Hinata, Ino y Sai tirando de ellos para separarlos, oyeron gritos que provenían del jardín.
Ambos se soltaron rápidamente. —Te salvas por esta vez Teme —Naruto corrió fuera de la casa, seguido por ambos pelinegros y las mujeres.
—¡MIS NIÑOS! —gritó Naruto horrorizado y se acercó rápidamente a sus hijos que estaban siendo absorbidos por el pergamino. —¿Qué demonios es eso?
Agarró sus brazos y tiró de ellos, pero el rollo se lo estaba llevando junto con los niños.— ¡NO, NO DEJARAN A PAPI!
Sasuke hizo lo mismo con su hija, con ayuda de su desesperada esposa e Ino. Sai, junto con Hinata lo hacían con Naruto.
—¡Mamá, papá! —gritaron los niños, lo cual más de la mitad de sus cuerpos ya estaban dentro del portal. Poco a poco se los fue tragando hasta que sólo se veían sus brazos, pero ambos padres no se rendirían tan fácil.
Forcejearon aún más, y por primera vez, la descomunal fuerza de Sakura no sirvió para detenerlos. El pergamino los absorbió por completo, dando un último resplandor de luz antes de que todo volvió a la normalidad.
Naruto cayó de rodillas, golpeando con furia, los puños contra el suelo. Sasuke quedó en shock, apretando los puños con impotencia. Sakura y Hinata se desmayaron, e Ino estaba a punto de hacerlo, Sai sosteniéndola para que no cayera.
—Esto... esto no está pasando, es un sueño, ¡Es una maldita pesadilla! —exclamó el rubio con lágrimas corriendo por sus mejillas. El Uchiha estaba hecho una furia, y con pasos firmes, tomó el pergamino del suelo y lo miró. Su único ojo visible se abrió en shock. No era tan estúpido como para no saber lo que había pasado.
El Uzumaki se puso de pie lentamente, limpiando las lágrimas de su rostro, hasta que Sasuke lo llamó:
—Dobe... —el rubio lo miró, pero quedó aturdido por su grito ensordecedor.— ¡Pero qué diablos...! ¡¿De donde lo sacaron?!
—¿De donde sacaron qué...? —antes de que Naruto pudiera terminar de hablar, Sasuke le mostró el pergamino, restregándoselo en la cara.— Explícame Dobe, ¿De donde sacaron esto? —Repitió, apretando los dientes con fuerza.
Naruto le arrebató el papel de las manos murmurando un par de blasfemias y luego lo observó, teniendo la misma reacción que el Uchiha.
—¿Pero qué...? —el rubio no podía creer lo que veía.— E-esto es...
Sasuke lo tomó de los hombros, zarandeándolo violentamente. —¡Naruto! ¡Quiero a mi hija de vuelta! ¿Me oyes?
Naruto gruñó.— Yo también la quiero de vuelta, quiero a mis hijos de vuelta Teme —respondió—, No sé de donde salió esto, pero no es bueno. ¡Nuestros niños viajaron en el tiempo! Ahora pueden encontrarse en cualquier lugar, pasado o futuro... ¿Cómo lo sabremos? —tiró de sus cabellos rubios.— Esto es una pesadilla.
¡BAM! Ino se desmayó, y Sai no pudo parar la caída.
—El mocoso de tu hijo hizo esto. Cuando yo me lo encontré en tu oficina, rebuscando en los cajones de tu escritorio, lo vi con este rollo, él tiene la culpa —sentenció Sasuke. Naruto lo miró con el ceño fruncido.— ¿Por qué tenías semejante pergamino guardado allí —cuestionó.
—¿Y yo como voy a saberlo? No sé que hay en esos cajones, nunca los he revisado. Los utilizo para guardar los potes de Ramen instantáneo que como en el almuerzo, merienda y antes de la cena—. Respondió el Uzumaki. El Uchiha lo miró como si estuviera loco.
—Kakashi-sensei había sido Hokage antes que yo, él debe tener algo que ver con esto —Naruto se cruzó de brazos.
El Uchiha frunció el ceño con enojo. —Maldito Kakashi, espero que sepa de una forma para traer a mi hija de vuelta, porque sino...
En otro lugar, Kakashi estornudó. —Alguien debe estar hablando mal de mí...
Un niño de unos doce años, con el pelo plateado y alborotado, ojos negros profundos e inexpresivos y una máscara cubriendo su boca y nariz, se encontraba parado en el agua, un ejercicio fundamental para el control de Chakra. Estaba todo empapado, ya que había caído un par de veces al lago, cerca de los campos de entrenamiento.
Suspiró. Él tenía el control de Chakra casi perfecto, por lo que no le sorprendió que pudiera completar con el ejercicio en el tercer intento. Hizo alarde de sus habilidades, después de todo, él era un prodigio, que se graduó en la Academia a la edad de cinco años. Ahora, sólo debía mostrarle sus progresos a su Sensei, que en esos momentos, estaba enseñándoles a sus demás compañeros de equipo, y él había decidido comenzar primero con ese ejercicio, ya que es un paso muy importante para el control de Chakra, al igual que el de escalar árboles.
Él, aún en el agua, vio como se reflejaba un destello de luz que provenía del cielo. Miro hacia arriba y divisó tres figuras que caían... ¡Iba a caer encima de él!
Miró hacia todos lados, y cuando estaba a punto de saltar en cámara como si hubiese una explosión por detrás, las tres figuras se precipitaron encima de él, provocando un gran reventón de agua y una anormal onda expansiva.
Un hombre con el cabello rubio de puntas, dos mechones cayendo al costado de su cara, alto y de ojos azules cielo, junto con una niña de cabello castaño, al igual que sus ojos, y dos marcas violetas en sus mejillas; y un niño con el cabello azabache de puntas, ojos ónice y gafas de color naranja; llegaron alarmados al lugar.
—Bakakashi parece haber utilizado mucho Chakra —opinó el niño de cabellos azabaches mientras reía de manera burlona y observaba la explosión de agua, que por alguna razón, aún no terminaba.— Y se considera un prodigio, ¡já! Patrañas.
Mientras tanto, el hombre rubio estaba a punto de tirarse de clavado al lago, hasta que una cabeza plateada emergió del agua. Mientras se acercaba a tierra, se las arregló para traer en su espalda, a tres pequeños niños.
—Sensei... —al salir del lago, colocó a los niños en el suelo, que parecían inconscientes.— Ellos cayeron del cielo, encima mío mejor dicho —dijo mientras los miraba.
—¿Del cielo? —Minato miró hacia arriba y luego a ellos.— ¡Rin!
La niña asintió y corrió a ellos, para luego arrodillarse junto a los pequeños y examinar sus puntos vitales. —Sus pulsos son débiles, pero aún están allí. Tienen un par de pequeños cortes y contusiones. Nada grave ni difícil de tratar, sólo que están inconscientes. La mayoría de sus moretones fueron causados por la caída de una gran altura y el choque con el agua —informó con profesionalismo, la niña conocida como Rin.— Sanaré lo más perjudicial y luego deberemos llevarlos al hospital para que se encarguen del resto —Minato asintió de acuerdo.
Las manos de Rin brillaban de un color verde pálido en el pecho del niño rubio, que luego pasó a la pequeña peliazul, y luego a la pelinegra, pero ésta comenzó a toser un poco y mascullar un:— Esto es tu culpa, Bolt... —para luego caer nuevamente inconsciente.
N/A: Holaaa! bueno verán... yo no debería estar escribiendo esto en absoluto, pero es que... no pude evitarlo. Kishimoto cometió una injusticia, y yo nunca voy a perdonarle aquello, ¡Por eso hice este fic! Para que los niños al menos conozcan a sus abuelos! ¡Por Kami! Es lo que siempre quise desde que finalizó el Manga. Agh, la vida es tan injusta conmigo...
Y en cuanto al título del fic... Que original ¿No? XD
Pero claro está, sólo habrá continuación si alguien realmente va a leer esto, ya saben, sería una pérdida de tiempo entonces y tengo otras tres historias escritas que continuar. Así que, como ya todos sabrán, sus reviews lo deciden todo... y los comentarios me mantienen nutrida y no paso hambre XD Ya comienzo a tenerlo, ¿Quien me envía unas galletas? :)
Sayonara! Y que estén bien... n_n/
Editado 20/05/15
