Sailor Moon y todos sus personajes son propiedad de Naoko Takeuchi.


Mía

Capítulo 1

Abrió los ojos con pesadez, con una mano apagó la alarma del reloj que se encontraba a su derecha y se incorporó levemente en la cama. Miró el dormitorio resignada. Vio las dos maletas intactas en un rincón, la televisión en el piso, los espejos forrados con papel y dos libreros vacíos en la esquina de la habitación. Estaba en Tokio, después de casi dos días de avión en avión por fin había llegado a Tokio, por fin había salido de la tormenta.

Se levantó de la cama y se dio una rápida ducha mientras intentaba aclarar sus pensamientos y dejar de pensar en todo lo que había dejado allá, de lo cual había escapado. Salió del baño y abrió un bolso que había llevado consigo durante todo el vuelo, de él sacó unos pantalones simples, una blusa y unos zapatos. Ya después intentaría desempacar sus maletas, ahora no tenía ánimos. Ni de desempacar ni de nada. Se ató el cabello en un moño y tomó un bolso más pequeño que encontró por ahí.

Era su primer día de trabajo. Había decidido empezar a trabajar ni bien llegaba a Tokio para distraerse un poco.

Para no pensar.

Salió de su departamento y esperó unos segundos al ascensor. Su nuevo departamento quedaba en el quinto piso de un bonito edificio cerca del centro de la ciudad. Llegó hasta la acera y paró un taxi.

La idea de irse de Inglaterra había estado rondando su cabeza desde meses antes de lo que pasó. Ella recordaba con mucha nostalgia los primeros años de su adolescencia en Tokio, siempre le pareció una ciudad mágica e interesante. Antes de partir hacia Londres juró que algún día volvería.

Entró a un edificio de color blanco, se leía en el letrero de la puerta principal "Editorial Kanto".

- Buenos días - Sonrió la recepcionista - ¿En qué la puedo ayudar? -

- Buenos días, busco a la señorita Kaoru Fujitsu -

- Su oficina está en el décimo piso, el ascensor está de frente hacia la izquierda - indicó con ambas manos

- Gracias -

Serena entró en el ascensor, se sentía bastante cansada pero no podía quedarse en casa. Sólo le hacía sentir peor. Al salir del ascensor se encontró con un espacio bastante amplio con varios hombres y mujeres trabajando en computadoras y contestando teléfonos, parecía un ambiente bastante ocupado, perfecto para ella.

- ¿Tsukino Serena? - se acercó una joven de cabello negro azulado y ojos brillantes. Sonreía.

Serena asintió y la muchacha la llevó hasta un escritorio cerca de unos grandes ventanales.

- Qué bueno que llegaste - dejó unos papeles que traía sobre el escritorio y le extendió la mano - Yo soy Amy, mucho gusto. Kaoru en este momento está en una reunión importantísima, así que me dijo que por favor te explique todo -

Serena asentía a todo lo que le decía. Amy parecía tan contenta, tan feliz.

- Lo primero que vamos a hacer es registrarte en el sistema. ¿Tienes un correo electrónico, verdad? - Amy se sentó frente a la computadora del escritorio.

- Sí, si tengo -

- Muy bien, entonces apúntamelo aquí en este papel y te voy a enviar una solicitud que debes de llenar para que de ahora en adelante los comunicados generales te lleguen ahí -

Amy fue hasta su escritorio que estaba casi al otro lado del gran salón y Serena se sentó frente al computador. Pensó que talvez hubiera sido una mejor idea crear un nuevo correo, no quería encontrar ningún rastro de su vida pasada ni que éstos la encuentren a ella. Talvez podría cambiar su dirección después. Entró a su bandeja y encontró que estaba apunto de explotar por la cantidad de mensajes nuevos. Muchos eran de él. Sin poder evitarlo abrió el primero que encontró y sintió un nudo en la garganta.

¿Dónde estás?

Sus rodillas temblaban nerviosamente bajo el tablero del teclado y una presión en el pecho la estaba obligando a contener la respiración, de lo contrario simplemente gritaría. Vio de un lado a otro y se encontró con los rostros contrariados de los demás trabajadores. Nadie la miraba. Miró hacia atrás y se dio cuenta de que uno de los ventanales que estaba detrás de ella era una puerta y que daba hacia una amplia terraza. Necesitaba salir, necesitaba aire.

Se apoyó en la cerca y aspiró con fuerza, sintió como sus pulmones se llenaban de aire puro, de energía. Miró hacia abajo, la separaban 10 pisos del pavimento. Era realmente aterrador, pero ella no se inmutó. Existían peores miedos que la acechaban.

¿Dónde estás?

Sus manos empezaron a sudar frío al recodar el correo que leyó. ¿Él podría imaginarse donde estaba? ¿Podría venirla a buscar? Cerró los ojos con fuerza. Lo último que quería era verlo, le tenía terror. El solo imaginarse la idea de que el podría llegar a encontrarla la asustaba más que caer desde la terraza. La presión en el pecho volvió a presentarse. Por favor, por favor, pensó, que no venga.

- ¿Serena? - le tocó un hombro - ¿Te sucede algo? -

Abrió los ojos y se volteó - Amy, lo siento, necesitaba un poco de aire -

Amy la miraba preocupada - Te entiendo, de todas maneras ya es nuestra hora de almuerzo - Sonrió con sinceridad - ¿te parece si comemos juntas? -

Serena asintió y ambas salieron de la oficina.

Amy la convenció de ir a un bonito restaurante que quedaba a unas calles de la Editorial. Serena aceptó. Aún seguía un poco nerviosa por lo que había sucedido y temía que Amy lo notara. No quería dar una imagen así a una compañera de trabajo. Se sentaron en una mesa lateral del restaurante. Serena miraba la carta del restaurante, realmente no le provocaba nada. No tenía ganas de comer.

No tenía ganas de nada.

Por insistencia de su compañera, terminó por pedir una ensalada simple, que apenas si probó. Amy le contaba sus inicios en la Editorial. Se notaba que era una excelente persona.

- ¿Y tu, Serena? ¿En dónde trabajaste antes? -

Tomó un sorbo de agua - Trabajé en una Editorial en Londres, me encargaba de los libros dedicados para niños -

- ¿Has vivido en Londres? ¡Qué maravilloso! - La miraba emocionada - ¿Cuándo llegaste a Tokio? -

- Ayer en la noche -

- ¡Cielos! Con razón pareces tan cansada, debiste de decirle a Kaoru. Ella te hubiera dado por lo menos una semana para que te instales -

- Lo hizo, pero yo quería empezar a trabajar de inmediato -

Sonrió - Qué responsable de tu parte, Sere. Serás una excelente editora entonces -

- Eso espero. Aún no sé muy bien las cosas que tengo que hacer -

- Por eso ni te preocupes, ahora que regresemos te enseño todo lo que hacemos. Estoy segura de que no será muy diferente a lo que hacías en Londres. Claro, que en el área en la que trabajamos es en la de Psicología. Pero será muy sencillo, ya verás que en una semana sabrás todo -

Y así fue, luego de salir del restaurante. Llegaron a la oficina y Amy le enseñó muchísimas cosas. Hizo carpetas, archivó papeles, leyó contratos y asistió a una reunión general que hubo antes de terminar el día. Serena se sentía productiva, viva, y lo más importante: tranquila.

Tras despedirse de Amy al terminar el día, salió del edificio y decidió dar unas vueltas antes de ir a casa. Caminó por varias calles, recordando algunas que solía conocer antes de viajar a Inglaterra. Se sentía como una quinceañera de nuevo, como si pudiera retroceder el tiempo a esa edad en donde la vida era tan fácil.

Inundada por su espíritu adolescente, decidió tomar un autobús para llegar a casa. El cielo empezaba a oscurecerse y las luces de las calles se iban prendiendo poco a poco. Se bajó a unas cuadras de su edificio y empezó a caminar. Sintió una punzada en la cabeza, talvez iba a resfriarse. Intentó abrigarse con los brazos y caminó más rápido.

Sintió su frente caliente y la brisa fría colándose hasta sus huesos. Hubiera sido una buena idea llevar algo más para abrigarse. Un mareo la hizo detenerse, necesitaba una pastilla o cualquier medicina. Talvez una para dormir, ya despertaría mejor al día siguiente. Se tocó la frente, la sentía muy caliente. Reanudó su caminata y vio que su edificio estaba a unos escasos metros. Subir las escaleras fue todo un problema, su visión la traicionaba y los escalones bailaban. No sabía que hacer, intentó gritar pero la voz no salía. Subió como pudo y se apoyo en una de las paredes al entrar al edificio. Tocó el botón para llamar el ascensor pero ya no podía más, su cuerpo se tambaleaba y sus ideas también. Solo llegó a escuchar como las puertas se abrían y sus ojos se nublaron, ya no veía nada pero sintió como unos brazos la sostenían. Escuchaba que le hablaban a la distancia pero no entendía las palabras.

- ¿Señorita? ¿Me escucha? ¿Le duele algo? - La sostenía preocupado. Buscó con la mirada, pero no había nadie más.

La movió suavemente - Dios mío ¿Qué le pasará? - Tocó su frente, ardía en fiebre.

No sabía si vivía en el edificio. Talvez venía a visitar a alguien, de todos modos nunca la había visto. Caminó hacia un mueble que se encontraba en el lugar y la echó en él. Su piel parecía de papel, estaba muy pálida.

Él sacó su teléfono móvil, pero no sabía que hacer. Desde la entrada que daba hacia el estacionamiento del edificio, salió un hombre mayor de estatura media.

- ¿Sr. Kou? -

- ¡Hiroshi! - Se acercó hasta él - Mira yo venía saliendo del ascensor y ella casi se cae - La señalaba nervioso - No sé qué hacer, se nota que tiene mucha fiebre, Hiroshi -

- ¡Dios Mio! - Se acercó hasta ella - Es la señorita Tsukino, espere aquí debajo del mostrador tengo una botella de alcohol - La sacó y mojó en él un pequeño algodón. Lo puso cerca de la nariz de Serena - Esperemos que reaccione -

El joven se arrodilló a su lado y tomó una de sus manos - Reacciona, por favor - pidió alterado.

Serena empezó a abrir los ojos lentamente, sus pupilas se acostumbraron a la luz de la habitación. Luego volteó hacia los dos hombres que la miraban expectantes.

- ¿Qué… qué me pasó? -

Él sonrió - Gracias a Dios abriste los ojos - Apretó la mano de ella que aún seguía entre las suyas.

Serena sintió el contacto, pero no se apartó. Volteó hacia el hombre mayor - ¿Hiroshi? -

- Señorita Tsukino, se desmayó. Si no fuera por el joven Kou que pudo sostenerla, usted hubiera caído de frente al piso - Apartó el alcohol - De todas maneras, aún tiene fiebre y esta pálida como una hoja ¿Necesita ir al hospital? -

Negó rápidamente - No, de ninguna manera - Se incorporó en el asiento - Estoy bien, sólo quiero dormir un poco, eso es todo - Intentó pararse pero él la detuvo.

- De ninguna manera, en este mismo momento te llevo al hospital -

Serena lo miró sorprendida ¿Quién dijo que era? ¿Kou? - No es necesario - notó que su mano aún estaba entre las de él y la sacó con delicadeza. - Ayer llegué de viaje y estoy con el sueño atrasado. Sólo necesito descansar. -

- Necesitas ver a un médico, no puedes dormir estando así. ¿Qué tal si te sube la fiebre mientras duermes? En este mismo momento, nos vamos. - Volteó hacia Hiroshi - Ábrenos la puerta de la cochera -

- Enseguida, joven -

- De verdad, no quiero ir - insistía

Se sentó hasta su lado y pasó uno de los brazos de ella por sus hombros, ayudándola a caminar - Y yo de verdad, quiero que vayas -

- ¿Nunca te das por vencido? - Caminaron despacio

Sonrió - Nunca -

Con suavidad, la ayudó a entrar a su auto. Incluso con las quejas de ella, diciendo que no era una niña. Podía sentarse y acomodarse el cinturón de seguridad sin problemas. Pero él, una vez más, se salía con la suya.

Salieron del edificio en el auto deportivo y en un par de minutos ya estaban en la entrada de Emergencias del hospital más cercano. Una vez más, de nada sirvieron las palabras de Serena, el la ayudó a caminar hasta la puerta del consultorio del doctor de turno. Ella notó varias miradas sobre ambos, después de unos segundos notó que las miradas no eran para ambos sino para él. Lo miró curiosa y él volteo a verla sonriente. Ella apartó la mirada. Llegaron hasta el consultorio y él la dejó sentada en una camilla para pacientes. Salió de la habitación y se sentó en un sillón que encontró frente a la puerta. Sintió varias miradas encima tanto de hombres como de mujeres, sonrió. Le gustaba que lo reconocieran.

Después de varios minutos, salió Serena del consultorio. Había recuperado un poco de su color normal y tenía una bolsa llena de medicamentos. Ella se sorprendió de verlo aún ahí, esperándola. ¿Quién era?

- ¿Qué te dijo el doctor? - La sacó de sus pensamientos

Miró la bolsa blanca - Me dieron unas vitaminas y unas pastillas para dormir - Comenzaron a caminar hacia la salida - Dice que debido a la falta de horas de sueño me desmayé, también me hizo tomar una pastilla y ya me bajó la fiebre. Me dio una caja de esas también por si me vuelve a subir -

- Y ¿ya te sientes mejor? -

- Sí, mucho mejor -

- Qué bueno, entonces vámonos -

Ella asintió y se subieron a su auto de nuevo.

Serena empezó a recorrer todo con los ojos. Su auto era increíble, estaba segura de que no había muchos como ese en toda la ciudad. Debido a la fiebre, no había notado que los asientos eran muy cómodos y que la música que él oía era bastante divertida. Cielos, hacía años que ella no bailaba.

Encontró un periódico en el bolsillo de la puerta que estaba a su lado, lo sacó con cuidado y abrió la portada. Él seguía concentrado en el tráfico y no la miraba. Entonces ella lo vio.

Su rostro estaba en la primera página del periódico. Entendió las miradas al entrar y salir del hospital. ¡Él era famoso! Su "salvador", como lo había llamado Hiroshi, era conocido en todo el país. Leyó el titular: "KOU ganador por tercera vez de la Copa Trial". Serena frunció el seño, ¿Qué era Copa Trial?

Él la miró de reojo - Es una disciplina del motociclismo -

¿Habría hablado en voz alta? - ¿Cómo dices? -

Regresó su mirada a la autopista - Muchas personas no saben qué es Trial. Imaginé por tu mueca que tampoco lo sabías - Dio vuelta en una esquina y se encontró con una luz roja. Se detuvo. - ¿Me equivoqué? -

Negó con la cabeza - No lo sabía -

Sonrió - ¿Acabas de mudarte al edificio? -

- Sí, ayer en la noche llegué -

- Con razón no te había visto - La miró de frente - No olvidaría un rostro tan bonito -

Serena apartó la mirada y él avanzó el auto. Guardó el periódico donde lo encontró. Entraron al edificio por la cochera y él se estacionó en su puesto de siempre.

- ¿En qué piso vives? -

- Quinto -

Entraron al ascensor y él presiono el botón cinco - Yo vivo en el seis, pero te acompaño hasta la puerta, no vaya a ser que otra vez te desmayes -

- Ya estoy bien, ya te lo dije -

Negó - Igual, te acompaño -

Lo miró de reojo - Nunca te das por vencido -

Él rió - Nunca - Llegaron hasta la puerta del departamento de ella.

- Cierto - Sacó un papel de su bolsillo - Toma, es mi teléfono. Soy Seiya Kou - Le extendió la mano

Ella estrechó su mano con la de él - Serena Tsukino -

Se soltaron y él la miró fijamente. Tenía unos ojos azules preciosos - Bueno, Serena. Llámame por favor si te sientes mal o si necesitas cualquier cosa. Recuerda que estoy arriba y gustoso vendría a verte - Le habló con suavidad y finalizó guiñándole el ojo.

Ella bajó la mirada y asintió - Gracias por todo - Él se volteó y subió las escaleras.

Serena entró a su departamento y cerró la puerta tras de ella. Volvió a ver la tarjeta que él le había dado. "Seiya Kou", pensó. Entró hasta su habitación y se encontró con la oscuridad con la que la había dejado en la mañana. Se tumbó en su cama desordenada y miró hacia el cielo. Dejó la tarjeta al lado de su despertador y miró la bolsa llena de medicamentos antes de dejarla en el suelo. Unas pastillas más para la colección. Se dio vuelta en la cama y pensó en lo sucedido horas antes…

- Muy bien Señorita Tsukino - Le dijo mientras le entregaba una pastilla y un vaso de agua. - Tome esto por favor, le bajará la fiebre - Luego se sentó frente al escritorio. Ella le hizo caso.

- Dígame, ¿qué ha comido en todo el día? -

Serena pensó, ¿un bocado de ensalada y un vaso de agua? Salió tan rápido de su departamento en la mañana que ni siquiera había pensado en comer algo y el resto del día no había tenido hambre. - Muy poco, doctor -

Él la miraba expectante. - ¿Recuerda a qué hora se acostó el día de ayer y la hora en que despertó hoy? -

- No, pero debo de haber dormido un par de horas -

- ¿Sufre de insomnio? -

No, pero desde hace unas semanas lo padecía todos los días. - No -

Él médico se sacó los lentes - Señorita, disculpe que se lo pregunte pero ¿hay algo que la mortifica? ¿Una pérdida talvez? -

Varias, en realidad. La pérdida del único hombre al que había amado en toda su vida - No -

- ¿Tiene algún problema laboral? -

- No -

El doctor suspiró - Entiendo que no quiera confiar en mí. Pero todo lo que me ha dicho encaja justamente con un leve diagnóstico de depresión -

¿Depresión? Se sorprendió. Ella entendía que estaba triste, que no podía olvidar los problemas. Pero ¿depresión? ¿Qué le estaba sucediendo? Ella no era así.

Lo miró expectante - Doctor, dígame qué hacer -

Él asintió - Lo primero, es dormir todas sus horas completas. No más ni menos, estas pastillas que te estoy dando las debes de tomar luego de cenar y dormirás exactamente lo que necesitas. Come a tus horas, aún así no tengas hambre. Y trata de no pensar en cosas tristes, mantente ocupada, rodéate de gente, habla, conversa, cuéntales cosas y escúchalos. Sal con amigos, con jóvenes también, diviértete, sal de compras. Llegará un momento en que ya no necesitarás las pastillas para dormir. -

Serena se levantó de la cama. Tenía razón. Había llegado a Tokio en busca de tranquilidad, de calma, de olvido. Era momento de olvidar el pasado, de pisarlo y no volver a mirarlo jamás. Salió de su habitación y buscó algo para preparar en la cocina. Recordó que no había ido al supermercado. Tomó el teléfono y llamó al primer piso, Hiroshi le contestó.

- Portería, buenas noches -

- Hiroshi, soy Serena -

- ¡Señorita Tsukino! ¿Ya se siente mejor? -

- Sí, discúlpame por haberte asustado así. Casi no había dormido y me desmayé por cansancio - Mintió - ¿Te puedo pedir un favor? -

- Sí, claro ¿en qué la puedo ayudar?

- ¿Tendrás el numero de algún restaurante que haga entregas a domicilio? -

- Claro, ¿Qué se le antoja? -

- Lo que sea en realidad, ¿Cuál es tu favorito? -

- Un maravilloso restaurante de pastas aquí cerca. Yo conozco al dueño, si quiere puedo hacer su pedido por usted y lo traen más rápido -

- ¿Sí? Entonces pídeme una pizza mediana y dos refrescos -

- Enseguida señorita -

- Gracias -

Luego de comer la pizza frente al televisor que seguía en el suelo, tomo una pastilla y durmió, como lo dijo el doctor, exactamente lo que necesitaba.

Al día siguiente, salía para la oficina cuando encontró un sobre pegado en la puerta de su departamento. Lo despego y entró al ascensor. Dentro del sobre había un pequeño papel color amarillo brillante. "Buenos días, enfermita. Espero te sientas mejor, ¿quieres que te pase a ver por la noche? Llámame, Seiya" Guardó el sobre en su bolso y no pudo evitar pensar en Seiya Kou. Había sido increíblemente amable con ella el día anterior y no quería imaginar lo que hubiera sucedido si es que él no hubiera estado ahí cuando se desmayó. Levantó la mirada y se encontró con su reflejo en una de las paredes metálicas del ascensor. Se miró nuevamente, ella… ¿estaba sonrojada?


Hola! Esta es mi nueva historia y estoy muy contenta de por fin subir el primer capítulo ya que he tenido la idea rondando mi cabeza por varias semanas. Como se daran cuenta es un UA (universo alterno) y aunque en un principio quise, no voy a incluir a todos los personajes originales de la serie, irán apareciendo algunos poco a poco, pero no todos. Espero que les guste y por favor déjenme sus comentarios, son muy importantes para mi :)