Debido a que hay amantes del "me da hueva trabajar y esforzarme y me encanta el dinero, pues haré páginas espejo para robarme el contenido de otras y ganar dinero", y como casi segura que las paginas que son atacadas van a pasarse aquello por la entrepierna (a sólo ser que afecten directamente su economía, sin importarles cuánto nos afecte a nosotros), añadiré esta notita súper horrida :3
(。°﹏°。)
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❤(ӦvӦ。)
Todo el tiempo… esa es la frase con la que me gustaría empezar, pero francamente, no tengo ni idea de lo que está ocurriendo.
Jamás creí que algo así me pasaría, sabía que se daban casos así, pero jamás creí que me ocurriría a mi.
Papá y Mamá… no recuerdo mucho de ellos, fallecieron apenas mi hermano cumplió los tres años.
Mi tío se hizo responsable de nosotros, nunca se casó, se hizo cargó de mi primo cuando esté perdió a sus padres y después se hizo cargó de nosotros.
Éramos felices...
¿En qué momento… todo esto cambió?
A su habitación entró un chico de cabellos rubios oscuros.
— ¿Mei?
Los ojos del chico estaban cristalinos, al igual que los de ella.
—Shima…
La chica bajó de la cama y corrió a abrazar a su hermano. El pequeño de trece años le abrazó fuertemente.
—No quiero que te vayas. — Pidió entre sollozos.
~Ese Mismo Día Por La Mañana~
El sol comenzaba a despuntar y junto con él, el cantar de las aves comenzaba a invadir las calles.
En la cocina se encontraba un pelilila, mismo que usaba un mandil dorado, sus largos cabellos estaban atados en una cólera alta y los pequeños y rebeldes mechones que se escapan del agarre de la liga eran detenidos por algunas pinzas.
Tocando las puertas de tres adolescentes iba un hombre de cabello negro con la mitad teñido de naranja. — ¡Arriba! — Dijo mientras oía algunos quejidos dentro de las habitaciones. — ¿Cuándo dejarán de quejarse así? — Murmulló divertido.
Siguieron por su camino, hasta llegar a las escaleras de aquella casona, bajó por estas y se dirigió al despacho, ahí se encontró con un hombre de cabellos negros y un pulcro traje del mismo color.
—Shokudaikiri. — Llamó desde el umbral de aquel despacho. Aquel hombre levantó la mirada para que aquel hombre de cabellos bicolor supiera que tenía su atención. —Hachisuka ya tiene servida la mesa.
—Entiendo, aunque no sé porqué ese afán de preparar el desayuno. — Comentó con una sonrisa.
—Bueno, desde que le conozco, siempre ha sido así.
—Me pregunto, ¿qué hará cuando tenga un hijo?
—Bueno, quizás sea por eso que Hachisuka se empeña en hacer la comida.
— ¿Ya les dieron la resolución?
—No, de hecho hoy vamos a ver eso, Hachisuka no durmió bien por los nervios.
—Me imagino, aunque creí que el desveló sería por otra cosa, Nagasone. — Aquel comentario iba cargado de cierta picardía, misma que hizo reír al mencionado.
Al comedor iban llegando tres adolescentes, un chico de cabellos negros, ojos color amatista, su piel era más pálida, a comparación de la de los otros dos, el otro era más alto que el pelinegro, pero se notaba que era menor, su cabello era rubio oscuro, sus ojos eran grandes y de color azul, y por último estaba una chica, misma que poseía largos cabellos negros, mismos que tenían una que otra trenza, sus ojos eran azules como los del rubio. Los tres portaban un uniforme color azul marino.
— ¡Me alegra que por fin pueda asistir a la misma escuela que ustedes! — Dijo contento el rubio.
—Podías haber asistido desde antes, sino hubieses estado tonteando en lugar de estudiar. — Se burló el pelinegro.
— ¡Yagen! — Chilló el rubio, haciendo un puchero. — ¡Mei, dile algo! — Suplicó por la intersección de su hermana.
Esta sólo rió. —Bueno, es que si tiene razón. Bajaste mucho tus notas, Shima. — Dijo dándole palmaditas en la cabeza. El chico no replicó nada y de abrazó a la chica.
Entraron al comedor, en donde el hermano mayor de la pelinegra y el rubio, colocaba algunos platos en la mesa.
— ¡Buenos días, Hachisuka! — Saludó Yagen.
— ¡Buenos días, Hachi! — Dijeron los hermanos de este.
—Buenos días dormilones. — Saludó con una sonrisa en el rostro. —El desayuno está listo. — Dijo invitándoles a tomar asiento.
— ¿Dónde está nuestro tío? — Preguntó el pelinegro.
—Nagasone fue a llamarle al igual que con ustedes, pero no ha regresado. — Dijo cruzando los brazos. —Sea por Dios. — Dijo caminando al umbral del comedor, pero se topó de frente con Nagasone, mismo que iba acompañado del tío de los chiquillos. —Estaba apunto de ir a buscarlos. — Dijo parpadeando.
— ¿No será que extrañabas verme? — Bromeó Nagasone, tomando a Hachisuka de la cintura.
El pelilila se sonrojó por aquella acción, pero lo que más nervioso le puso fue el hecho de que Nagasone comenzara a besar su pálido cuello.
— ¡Habemos menores aquí! — Gritó Urashima, haciendo que los otros dos se separasen de golpe, cosa que hizo reír a todos.
—Apoyo a los chicos, tiene una habitación para hacer y deshacer. — Comentó el mayor de todos.
— ¡Tío Shokudaikiri! — Llamó Urashima. —Hoy nos llevarás tú al colegio, ¿verdad? — El ánimo se le notaba hasta en los ojos.
— ¡Por su puesto! — Respondió el hombre.
— ¡Genial! — Celebró el chico.
—Creí que contratarías a otro chofer. — Mencionó Yagen.
Shokudaikiri rió. —Prometo que de hoy no pasa.
Por otro lado, Mei miraba a su hermano mayor, mismo que cuchicheaba algo con el que era su marido. —Hachi… — El mencionado volteó a verle. —Es hoy, ¿verdad? — Aquel día era significativo en la vida de su hermano y su cuñado, de hecho era significativo para todos en aquella casa.
—Sí. — Respondió Hachisuka. —Estoy un poco nervioso. — Confesó.
—Ya verás que todo saldrá a su favor. — El comentario de Yagen le dio más tranquilidad al pelilila, dejando así que aquel desayuno diera inicio.
Los tres adolescentes terminaron sus alimentos y se retiraron de la mesa, pues debían revisar que no dejasen nada antes de ir al colegio.
Shokudaikiri miró a los tres salir del comedor, después de haber llevado los platos al fregadero. —Hachisuka…
— ¿Si?
— ¿Qué le pasa a Mei?
Hachisuka se tensó un poco ante la pregunta de su tío. —No entiendo a que se refiere. — Dijo fingiendo demencia.
Shokudaikiri ignoró el hecho de que su sobrino tardase en hablar. —Tiene tiempo evadiendome. — Dijo llevándose a la boca un trozo de fruta. —Y no es cosa de apenas. — Dijo algo preocupado.
Hachisuka no dijo nada, sabía el motivo, pero no iba a contárselo a su tío.
—Bueno, tiene dieciséis años, es natural que hayan cosas que le hagan cambiar. — Comentó Nagasone.
— ¿Cosas que la hagan cambiar? — Repitió dudoso Shokudaikiri. — ¡Espera! — Miró al matrimonio. — ¿Acaso mi pequeña…?
— ¡No tío! — Respondió Hachisuka. — ¡Mei aún es muy joven!
—Sólo eras un año mayor cuando comenzaste a salir con Nagasone. — Expuso el pelinegro.
—Pero jamás hicimos algo, hasta después de casados. — Defendió Nagasone.
—Aun así… Mei…
—A lo que me refería, es que debe de haber algo que le este molestando, pero quiere afrontarlo ella sola. — Explicó tratando de corregir el comentario que había alterado al pelinegro.
Shokudaikiri torció un poco la boca. —Aun así… evadirme… ¿no es exagerar?
—Usted es bastante sobreprotector, seguro que si Mei le hace un leve comentario, usted hace de todo por resolver lo que le esté molestando. — Comentó con burla Hachisuka.
—No soy tan sobreprotector.
Nagasone y Hachisuka se miraron entre sí y después miraron a Shokudaikiri, riendo al ver cómo aquel hombre se alteraba al pensar que alguno de sus "pequeños" estuvieran "experimentando" algo más.
Por su parte los tres jóvenes habían bajado con sus bolsos y salieron de la mansión a espera de su tío, mismo que no tardó en aparecer, uno de sus choferes sacó el auto y después le dio las llaves a su patrón.
—Arriba todos. — Dijo señalando el vehículo, mismo al que se subieron los chicos, los tres en la parte trasera. —Bien, en marcha. — Dijo una vez que el también abordó el automóvil.
Comenzó a conducir rumbo al colegio en donde estudiaban sus sobrinos.
—Hay algo que me parece difícil de creer. — Comentó Yagen.
— ¿Qué? — Preguntó Mei.
—Estamos a medio curso… ¿cómo es que logró Shima un cambio de escuela? — La pregunta en sí fue para su tío.
—Bueno, su escuela pide un promedio para ser admitido, Shima había aplicado para cambiar de colegio desde que entró a la secundaria, pero su promedio estaba por debajo de lo que pedían…
—Pero era por décimas. — Chilló Urashima.
Shokudaikiri rió por la acción de su sobrino. —Precisamente por ser décimas es que no desecharon las solicitudes, pero hasta que no obtuviese el promedio anual no le aceptarían, tienen incluso promedios por parciales, Shima lo alcanzó y aprobaron su solicitud.
—Eso de los promedios parciales lo desconocía. — Admitió Yagen.
—Asistimos a la escuela e ignorábamos eso. — Rió Mei.
—Bueno, ustedes lograron la puntuación desde un principio, era natural que no prestaran atención a ese detalle.
En la casona se había quedado Nagasone y Hachisuka, el más alto se había ofrecido a lavar los platos y demás, mientras que Hachisuka terminaba de arreglarse para ir al orfanatorio, seguía sintiendo nervios, ansiedad y un sinfín de emociones que le dificultaban concentrarse.
—Relájate. — Oyó la voz de su marido venir desde la puerta. —Hemos esperado esto por mucho.
—Tú mismo lo haz dicho, hemos esperado tanto que siento que si la respuesta es distinta a la que espero, moriré.
—No digas eso Hachisuka. — Dijo Nagasone, depositando un beso en la mejilla de este.
—Aparte…
—Era natural que Shokudaikiri se percatara del distanciamiento de Mei, fue de forma abrupta.
—Mei…
— ¿Por qué no se lo dijiste?
— ¡¿Estás loco?! — Replicó el de cabellos lilas. —Para Mei fue difícil contármelo, jamás podría decírselo a mi tío… no es algo fácil… lo sabés.
Nagasone no dijo nada, entendía el punto del otro y lo delicado que podía llegar a ser el tema de no ser tratado de forma adecuada.
