Bueno, aqui se me ocurrio una nueva historia, espero que les guste y pues como ya saben ninguna no de los personajes de Hey Arnold me pertenerce, a excepcion de los que yo misma creo XD

Disfrutenlo.

Capitulo 1: Un aniversario con sorpresas

Viernes 7 de mayo. Oficinas del centro de Hillwood 16:00 pm

-Helga, créame que estamos más que satisfechos con sus trabajos; de todos los escritores que he conocido, usted ha sido la que más me ha impresionado. Cuente con nuestra editorial para todas las publicaciones que quiera- hablaba alegre desde un sillón una mujer de unos 40 años dirigiéndose a una rubia de ojos azules que estaba sentada al frente de dicha mujer.

-Gracias por sus halagos señora; en serio me alegra que mis trabajos sean de su agrado- respondió la rubia con una sonrisa dibujada en su rostro –Es una placer para mi hacer negocios con usted- se puso de pie la rubia, no sin antes estirar su mano para despedirse de la mujer que la miraba amable mente.

-si, fue un placer para mi también. Le pido que por favor espere en su casa los documentos legales de nuestro contrato- expreso la mujer dándole la mano a la chica que después de dicho acto se despidió y salió de la oficia.

-¡Si!- grito victoriosa la rubia estando en su automóvil –Oh cielos, creí que no me aceptarían- dijo esto ultimo un poco mas calmada mientras encendía el vehículo y salía del parqueadero directo a su consultorio.

Ya habían pasado muchos años en la vida de Helga; desde su graduación en la secundaria a los 17años, se dedico completamente a estudiar. Primero estuvo en Belington estudiando psicología durante 5 años, logrando graduarse con honores; los tres años siguientes aparte de empezar a ejercer su profesión, estuvo estudiando artes y literatura en Oxford y durante el último año, se estableció nuevamente el Hillwood.

Helga ya era toda una profesional se dedicaba a las dos profesiones que más amaba: la literatura que fue su amor de toda la vida y la psicología que empezó a gustarle después de conocer y compartir tiempo con la doctora Bliss que había sido en varias ocasiones su modelo a seguir. Ahora, rubia estaba empezando a distribuir sus obras literarias mientras que a la vez trabajaba en su consultorio psicológico.

-Hola Maria- saludo a su secretaria la rubia una vez entro a la oficina.

-Buen día Doctora Shortman- le respondió el salido la chica de cabellos castaños y piel blanca que tenia alrededor de 24 años –Doctora, recuerde que usted a cancelado todas la citas de el día de hoy- comento su secretaria ingresando a la oficina de la rubia para verla sentarse atrás de su amplio escritorio.

-lo sé Maria, pero es que no tengo nada mejor que hacer- respondió con aburrimiento mientras revisaba unos cuantos archivos que estaban sobre el escritorio.

-Pero Doctora, ¿no iba usted a cenar con su esposo?- pregunto incrédula la chica sin mirar su mirada de Helga.

-Si Maria, pero esa cena es las 19:00 y por si no lo has notado apenas son las cinco- respondió perdiendo un poco la paciencia ya que no soportaba mucho que su secretaria le hiciera tantas preguntas – Además Arnold quedo de pasar a recogerme- aclaro mostrándose un poco sonrojada y luego se ponía de pie y se dirigía al baño para evitar que la castaña la viera así.

-Ah ya entiendo- respondió con picardía la chica mientras salía sonriente de la oficina.

-no puedo creer que ya llevamos 4 años de casados- se dijo para si misma la rubia mientras miraba sonriente la sortija que llevaba en el dedo anular de su mano izquierda –realmente aun me comporto como una niña nerviosa cuando pienso en Arnold- dijo esto ultimo en tono un poco alto.
-pues a mi me agrada te comportes de esa manera cuando me recuerdas- comento Arnold saliendo de atrás una cortina y abrazaba a Helga por la espalda –no sabes cuando me agrada- le susurro al oído logrando que la rubia se estremeciera un poco.

-Espera un momento, ¿Cuándo llegaste aquí?- pregunto la rubia que tenia el rosto completamente sonrojado por la sorpresa.

-te esperaba para darte una sorpresa- respondió aferrándola más a el.

-¿si?, ¿a que viene todo esto cabeza de balón?- se hiso la que no sabia del tema mientras que sin liberarse de ese abrazo se giraba para mirarlo de frente.

-tu sabes, no me hagas responder. Además me hiciste falta desde que te vi salir en tu auto esta mañana- comento sonriente el rubio mientras se acercaba a Helga para besarla dulcemente.

-tu también me hiciste falta- confeso la rubia una vez dejo de besar a su esposo –pero este no es lugar para comportarnos así, ¿Me oíste melenudo?- le regaño al sentir como el rubio comenzaba a acariciarla por debajo de la ropa. El rubio solo sonrió un poco ante las palabras de Helga y finalmente la libero.

-Bien, entonces vamos te tengo una sorpresa- se expreso el rubio mientras tomaba a Helga de la muñeca y la sacaba de la oficina.

-Oye, oye yo se caminar cabeza de balón- le renegó la rubia mientras se liberaba del agarre del chico – Bueno, Marial ya sabes que si me llaman debes de preparar todas las citas para el lunes y su me llama la Doctora Phoebe, dile que me llame al móvil y … - iba a continuar hablando pero fu interrumpida por el rubio.

-mira, es sencillo Maria, Helga no esta y listo- comento divertido mientras cargaba a la rubia y salía de la oficina con ella en brazos.

-vaya, el señor Arnold y la jefe hacen una linda pareja- comento con una sonrisa la castaña mientras observaba la salida de Helga que iba haciendo una pataleta para que Arnold la liberara, pero este no le hacia caso y seguía con su camino.

-bien, ya puedes bajarme Arnoldo- dijo rendida la rubia ya cansada de hacer reclamos, pero el chico no le hiso caso, de hecho ni le respondió, solo entro con ella al ascensor y una vez se cerraron las puertas de este, le robo un beso a la rubia que simplemente le correspondió.

-ahora si te puedo bajar- expreso el oji verde mientras la bajaba dejándola de pie frente a el.

-Torpe cabeza de balón- dijo en tono bajo mientras se ubicaba al lado derecho del chico –no quiero ni imaginar que cosas malas hubieran pensado las personas si no estuviéramos solos en el acensar- se quejo mirándolo de reojo, pero este sonrió ampliamente y giro a verla.

-pues yo no le veo ningún problema a besar a mi esposa- le confeso mientras tomaba la mano de la chica y la entrelazaba a la suya.

Una vez llegaron al parqueadero, ambos subieron al auto del rubio y salieron del edificio.

-no pensé que llegaras tan temprano- confeso la rubia mientras miraba distraída por la ventana.

-yo te dije esta mañana que no iba a tener trabajo en todo el día, además me moría de ganas de estar contigo- dijo estando completamente concentrado en el camino.

-…-la rubia no dijo nada, solo lo volteo a verlo tiernamente mientras sonreía como una adolecente enamorada.

-¿Qué te dijeron en la editorial?- cuestiono el rubio sin apartar su vista del recorrido.

-aceptaron mis trabajos y firmamos el contrato- comento con tono de superioridad –es que no existe la persona que no acceda a mi buen trabajo- comento intentado poner celoso a su marido.

-entiendo- respondió campante el rubio mientras sonreía de lado y finalmente se detenía al frente de una heladería.

-¿Para que nos detuvimos aquí, cariño?- le pregunto dulcemente la rubia que no entendía nada.

-Pues resulta que quise aplazar la reservación para las ocho, así que si no te molesta quiero invitarte a comer un helado- le invito amablemente mostrándole una linda sonrisa.

-está bien señor- respondió siguiéndole el juego al rubio.

-Bueno, señora de Shortman- comento mientras se bajaba del automóvil y caminaba hasta la puerta del copiloto –se que usted esta muy elegante, pero si no le molesta me gustaría invitarla a comer un dulce helado de chocolate, que es su favorito- continuo hablando mientras abrió la puerta del coche y le ayudaba a bajar.

-Muchas gracias por su atención señor Shortman- se expreso la rubia mientras bajaba del auto y una vez estaba de pie junto al chico, le hiso señas para que este la mirara y finalmente le dio otro beso mientras entrelazaba sus manos en el cuello de Arnold.

-vaya, pero que sorpresa- comento alguien que veía a ambos chicos besarse –Viejo, planeaba encontrarse ten cualquier lugar, excepto en este- comento el moreno logrando que sus dos amigos se separaran de inmediato.

-Hey tu cabeza de cepillo no molestes- le reclamo Helga mientras lo volteaba a ver notando que al lado del susodicho se encontraba su mejor amiga desde la primaria.

-hola Helga- saludo sonriente la chica de rasgos orientales mientras se acercaba a su amiga –ese vestido se te ve muy bien Helga- le alago.

-Gerald- menciono apenado el rubio mientras chocaba la mano con el moreno.

-Viejo, este no es lugar para presentar escenas amorosas- le regaño el moreno dándole unas palmaditas en la espalda al rubio -Y bien, ¿Qué se supone que hacen en una heladería cerca de las seis de la tarde el día de su aniversario?- preguntó finalmente.

-lo que sea- respondió Helga mirando a Phoebe –Arnold, Si no te molesta hablare un momento con Phoebe, así que nos adelantaremos–le dijo al rubio mientras entraba a la heladería acompañada de su mejor amiga – Dime cuales fueron los resultados Phebs- le pido a la Oriental una estando dentro del negocio.

-Helga…-comenzó a hablar la chica mientras se acomodaba los lentes –tienes 6 semanas de embarazo, Te felicito amiga- le termino de decir la chica mientras le daba un abrazo a una muy emocionada rubia.

-Oh por Dios, no puedo creerlo, Arnold y yo vamos a ser padres- expreso emocionada la rubia mientras que sus ojos se llenaba de lágrimas de alegría y ponía sus manos en su vientre.

-si Helga, vas a descubrir lo lindo de ser madre- le confeso la oriental que ya sabia el sentimiento de ser madre; después de todo le había dado al moreno unos gemelos que amaba con todo su corazón.

Por fuera de la heladería Arnold y Gerald también charlaban un poco, mientras Arnold buscaba su billetera en el coche.

-Viejo, te veo más feliz que nunca- le menciono el moreno al verlo buscar la billertera en el auto.

-Que puedo decir Gerald, Helga me hace demasiado feliz- le aseguro el rubio saliendo del coche y cerrando bien la puerta -¿Por cierto, como van los chicos?- le pregunto el rubio acordándose de sus "sobrinos".

-Viejo, Daniel y Danna junto con Phoebe son mi vida- expreso entre sonrisas –pero esta noche se los deje a mi madre- finalizo mientras ponía sus manos en sus bolsillos y luego se dirigía a la heladería con Arnold.

Después de pasar un rato agradable con sus buenos amigos, cerca de las siete y media, Arnold y Helga salieron de la heladería y se dirigieron al restaurante en donde Arnold había hecho las reservaciones, con toda una noche de sorpresas por delante.