Al ser tan pequeño y siendo la primera vez en ocurrirle, no había pensado en escribir el sueño apenas despertar, algo que le enseñó más tarde su terapeuta. Así, no recuerda exactamente el contenido del sueño. Pero Eren puede acordarse exactamente cuándo apareció el primero, su primer trauma. Puede recordar las impresiones. Temblar, transpirar, llorar. La tríada física de la tristeza al despertar.

De lo poco que recuerda el sueño había comenzado tranquilo. Imágenes de él y su familia desayunando, él y su mejor amigo riendo. No puede describir el paisaje muy bien, porque piensa que ahora, al recordarlo, añadiría datos que no estuvieron allí esa primera vez y él no quiere contaminar los recuerdos. Después de todo, nunca, incluso en el resto de los sueños, él ha sido muy atento con los detalles físicos del entorno; bueno, quizás él es así cuando está despierto también. Y aunque nunca presta mucha atención hay algo especial en la ambientación del lugar. Los edificios, el mobiliario, las vestimentas, incluso la comida es extraña. Otra época de la humanidad, pensó Eren un tiempo después. Era otra época y sin embargo, Eren la conocía. Claro, es tu sueño, le habían dicho los demás. Él pensó que es normal sentirse familiar en un sueño pero no entendía por qué se seguía sintiendo más y más familiar con ello mientras estaba despierto. Durante mucho tiempo creyó que él estaba recordando, y no soñando.

Recuerda que el sueño terminó cuando su padre se despedía de él entregándole una llave, con la promesa de volver a reunirse y compartir un gran secreto. Hace algunos años su terapeuta le había hecho relatar una y otra vez ésta última secuencia, argumentando algo sobre el Complejo de Edipo y el inicio de la sexualidad puberal que Eren no entendió.

No sabe por qué un sueño tan burdo había logrado convertirlo en papel mojado. Tal vez porque en su interior él ya sabía cómo terminaba la historia.

La segunda vez que pasó fue distinto y familiar al mismo tiempo. Era de la misma época que el primer sueño (y que los posteriores) y tuvo la misma sensación de integridad con el lugar. Lo diferente era el dolor. Su madre era asesinada por un gigante y él vio todo sin poder hacer nada. Al despertar a gritos, en su habitación, su madre lo estaba consolando; estaba viva. Pero, ¿por qué Eren seguía sintiendo que "algo" ya se la había arrebatado algún vez, esa vez, si estaba allí mismo, acariciándolo medio dormida, en una cama que no pertenecía al sueño?

Tuvo ese mismo sueño durante varias noches más. A veces ocurría, todavía lo hace. Cuando sueña algo emocionalmente movilizante (o traumático, para lo que Eren siente) los episodios se repiten durante algún tiempo hasta que la tríada física del despertar ya no es tan violenta. Eren lo ve como una forma en que su mente se asegura de que está listo para pasar hacia el siguiente nivel de recuerdos. Cuando soñó que él se convertía en un monstruo similar al que mató a su madre, las noches de pesadillas se mantuvieron durante al menos dos meses, razón por la que sus padres lo llevaron a un especialista en salud mental; él tenía 14 años.

–¿No te parece, Eren, que el final de tu primer sueño con tu padre yéndose y luego soñar con la muerte de tu madre, siendo devorada por un monstruo, están relacionados? –intervino la doctora Damaris Kiske.

–Joder con el Edipo –pensó Eren.

Tres años con su terapeuta habían servido para aprender más de Freud que para aliviar sus terrores nocturnos. Damaris piensa que el problema de Eren está vinculado a una relación de rivalidad entre él y su padre. Según ella, su padre interviene entre su madre y él para proclamar su lugar como el hombre de su madre, que Eren había ocupado simbólicamente en su niñez. Y luego le había explicado el proceso de identificación con su padre manifestándose en sueños en donde el monstruo era él…y bla bla bla. Pura mierda psicoanalista. Eren no tiene nada en contra del análisis de los sueños y cree que debe ayudar a muchas personas pero sabe que sus visiones significan algo más.

A pesar de los grotesco y perturbador en el contenido de sus fantasías cuando dormía hubo una noche particularmente especial. Poco después de cumplir los 15 años, cinco años después de que las pesadillas comenzaran, soñó con el hombre que ocuparía el resto de todas sus noches.

Las visiones fueron especialmente detallistas. De nuevo, Eren no prestó mucho interés por captar los detalles del ambiente, salvo por lo básico para ubicarse en tiempo y espacio. Primero, se vio a sí mismo como un monstruo llevando una roca enorme (la Dra. Kiske ha tenido mucho que acotar respecto a este elemento) para luego verse a sí mismo como humano siendo desgarrado desde las entrañas del titán. Estaba mareado y con nauseas, a punto de desmayarse. Escuchaba los gritos de Mikasa y de Armin, los reconoció como gritos de miedo.

–Ah, debe estar viniendo otro titán hacia mí –pensó.

Entonces, Él.

No sabe qué sucede o cuáles fueron exactamente sus movimientos pero sabe que está allí, salvándolo. Antes de cerrar los ojos y dejarse perder el conocimiento, allí estaba, de espaldas parado frente a él, con su capa verde de alas libres bailándole alrededor. Y él estaba mirando a Eren de reojo, retorciendo como podía su cabeza hacia atrás.

Y los vio. Eren sabe que éstos detalles son nuevos para él. No en su sueño, si no en su forma de ver la vida. Él sabe que nunca ve a nadie o nada con tanto detalle, porque no le importa. Pero entonces, Eren sueña que finalmente está desmayándose y los ve. Dos círculos azules delineados en negro. Puede ver cada filamento en cada iris. De repente, siente que ha sido daltónico toda su vida porque ahora distingue cada tono en la escala de azules de los ojos de Levi.

Cuenta 156 pestañas en el párpado que alcanza a ver desde ese ángulo. Nota 3 líneas en el entrecejo. Una correa que está queriendo escaparse. Las arrugas de la tela de pantalón en sus piernas. Hay una mancha roja en una de sus botas.

Eren recuerda que en el sueño no podía mantenerse consiente por más tiempo y lo último que siente antes de caer agotado es algo gutural, masculino, elegante.

–¿Qué pasó, mocosos? –dice una voz, gutural, masculina y elegante.

Eren cree que ese fue su primer encuentro con Levi pero de alguna forma sabe que lo ha estado esperando desde siempre. El sueño terminó ahí y no volvió a soñar en todo un mes. Recuerda que deseaba sumergirse en el inconsciente de sus recuerdos por primera vez en años.

Ese hombre, con la semblanza de un Rey y la sangre de un guerrero. A Eren le hubiese gustado saber dibujar con realismo para hacerse un retrato en lápiz de su héroe, aunque ni siendo el mejor en la tarea hubiera podido captar la esencia del hombre bajito.

Después de ese sueño, la rutina de sueños de Eren había girado casi enteramente en Levi. Habían otras personas allí a veces, a algunos los conocía: eran compañeros de clase, amigos, vecinos, de vez en cuando algún que otro político o delincuente que veía en la tele. A veces seguía despertándose angustiado porque pasaban cosas horribles. La muerte era la premisa general, y la impotencia. Veía morir a un montón de gente que conocía en la vida real. Era difícil ver a alguien ser comido por un titán por la noche y tener que verlo al día siguiente pretendiendo que no había soñado nada.

Él estaba acostumbrado a ser tratado como un loco, porque nunca renegó de la suerte que la había tocado y cada tanto compartía con sus amigos cosas de sus sueños, aunque nunca les decía sobre las muertes; lo había aprendido después de ver la cara de su madre cuando le dijo que la había soñado muerta. Sin embargo, se daba el lujo de abrazar a sus seres queridos cuando se daba cuenta de que los seguía teniendo cerca, vivos, a salvo.

El problema es que a medida que iba soñando más y más sobre Levi, más se daba cuenta de que al despertar él no estaba a su alcance. Se preguntó a menudo por qué alguien que había sido tan importante para él no estaba compartiendo ésta misma época con él, ahora. Por supuesto, no siempre estaba seguro de que se tratara de una reencarnación, aún hoy, la idea le parece ridícula y su terapeuta le da bastante material para reducir todo a un "simple acto de su inconsciente para resolver traumas infantiles" ¿Cuáles? Eren nunca supo.

Con Levi siendo el tema principal de la mayoría de sus sesiones de terapia Eren llegó a la conclusión de que su yo de los sueños estaba interesado en el hombre bajo como algo más que "una figura de autoridad y una proyección de algún aspecto de su personalidad simbolizada como su Capitán", como le decía Kiske. Él está seguro que si Levi existiera en carne y hueso en éste momento él querría estar con él de una forma más intima que como subordinado-superior. Eren se pregunta si los sueños que tiene no son una forma de su existencia reencarnada de cumplir su deseo de estar con Levi para siempre, al menos cuando duerme.

Sin embargo, Damaris insiste en analizar su homosexualidad reprimida, cuando Eren nunca la negó. No es que la acepte tampoco. En realidad Eren no se siente atraído hacia nadie en la vida real, nadie le importa tanto como Levi, como si estuviera fijado en un determinado espacio-tiempo del que hablan algunos libros complejos de ciencia ficción y de mecánica cuántica.

Eren sueña con el hombre de sus sueños. Tan claro como el agua. Tan simple y triste como suena.

Él conoce a Levi. Sabe que tiene 32 años y mide 1,60. El Capitán solía poner expresiones de incomodidad ante la mención de estos datos pero a Eren siempre le han parecido aspectos lindos. Al igual que la forma en que es quisquilloso con la limpieza y su aborrecimiento a la mugre. Le parece curioso cómo siendo él mismo tan sucio y desordenado su Capitán confiaba tanto en él para mantener el cuartel de soldados limpio, ¿cómo hacía para alcanzar sus estándares? Porque su habitación es un basurero y puede estar dos o tres días sin ducharse, y no se recuerda muy distinto en sus sueños.

Aun así, el Capitán deposita su confianza plenamente en Eren y éste se colma de orgullo. Algunas veces, aunque pocas, Eren se despierta como el pendejo más feliz del mundo, y ni sus padres, ni Mikasa, ni sus amigos entienden qué pudo haberle regalado la sonrisa. Eren sabe, por recuerda, los elogios de Levi en los entrenamientos, o a la limpieza, o en su desempeño en una misión fuera de las Murallas. Eren sabe y se siente feliz.