Su propio grito le resonó en la cabeza. Fue todo un simple sueño, solo tenía que encontrar la salida, o el interruptor, o lo que fuese…
Se adentró lentamente en aquél tétrico lugar. No encontraba salida alguna. Y es que todo estaba oscuro, en silencio…
Tanteó paredes, sillas, puertas cerradas, escaleras, y muchas de otras estructuras.
¡Joder!
Quería salir de aquel lugar ya, le habían metido ahí después de aquel acto atroz que hicieron contra él. Todo a oscuras. No, eso era un sueño. Debía despertar ya.
Se colocó bien las gafas, frunció el ceño. Imposible.
Le dolía, le dolía el no ver, notaba algo recorrerle las mejillas, ¿lágrimas? No. El no lloraba para nada.
Su propio grito volvió a resonar en la estancia. ¿O era en su cabeza?
Se estaba volviendo loco, eso era lo que le pasaba. Y para escapar de la locura… debía encontrar la salida… Una puta salida, ¡tan simple! Pero a la vez tan complicado…
¡Bingo!
Una sonrisa se dibujó en su rostro, el dolor se calmó. Ahora vería la luz del día, se colocó bien las gafas, se notaba vacío… Pero aquello pasaría.
Empujó, pero la puerta no cedió.
¡Puta!
Y cuando fue a estirar para golpearla, cedió y se abrió. Otra sonrisa se dibujó en su rostro, se volvió a colocar bien las gafas, esperando que la luz del sol le penetrara en los ojos. Abrió la puerta de un tirón.
Su alma cayó a sus pies. Estaba ciego.
