Aquí estamos, BlackRose y HarukaTeio uniendo fuerzas para escribir un crossover de HP y FMA

Aquí está nuestro primer capítulo, esperamos que los lectores disfruten de la lectura

Capitulo 1: El mundo más raro en el que he podido estar...¡Nii-san!

Su cabeza le daba vueltas cuando abrió los ojos, notó que alguien le sujetaba por el abrigo, su pierna y su brazo le dolían mucho, y también el pecho, donde Envy le atravesó con aquella arma, giró su cuerpo e intentó levantarse observando que estaban en un bosque, mareado, vio que a su lado se encontraba su hermano menor con su cuerpo humano.

-¡Alphonse! -gritó Edward emocionado y llorando, pero lo único malo era que Alphonse estaba totalmente desnudo, y él no tenía demasiado para dejarle. Éste abrió los ojos y se sujetó la cabeza-. Mierda, eres más alto que yo…

-¿Qué? -preguntó, y miró sus manos humanas-.¡Ni-san lo hemos conseguido! ¿Por qué no me miras?

-Al, estás desnudo… -comentó como si fuera necesario, Alphonse se tapó con la mano-. Pero el problema no es ese…

Se quitó el abrigo rojo que llevaba y trató de hacer una camisa de ella con la alquimia, chocando sus manos y tirándoselas por encima de la cabeza, ya que no podían pedir más, se puso de pie observando a su alrededor.

-¿Dónde narices estamos? -se cruzó de brazos el mayor de los dos mientras el menor se abrochaba la camisa que su hermano había creado-. Además, vimos al Coronel entrar con la teniente, ¿por qué no están ellos aquí?

-No lo sé hermano, pero creo que no estamos en el mismo lugar, esto parece más... verde, ¿no? -dijo mirando a su alrededor repleto de árboles y plantas, oscuras y amenazadoras mientras se colocaba la camisa-.¡Recuperaste tu cuerpo, hermano! -exclamó saltando sobre él haciendo que los dos cayeran al suelo.

- ¡Quítate de encima Al! -bufó casi asfixiado el pequeñito-. Deberíamos explorar, creo que la salida de este sitio está por allí –comento señalando una dirección cualquiera.

En ese tiempo, Al ya se había subido a un árbol tan eufórico por que su hermano y él estuvieran de vuelta sanos y salvos que parecía inconsciente de los peligros que podría encerrar un bosque tan espeso, una vez en la copa miró a su alrededor.

-¡Esto... Hermano! -gritó sentado sobre una rama que, al juzgar de Edward, no era muy segura-. Por allí hay algo, parece un castillo o algo - explicó entornando los ojos y señalando en la dirección contraria a la que Ed había señalado antes.

- Sí, justo por donde iba a decir ahora - afirmó muy seguro de sí mismo mientras Al bajaba de árbol armando más ruido del necesario.

Caminaron durante un rato y alcanzaron a ver el castillo enmarcado por el lago que quedaba a su derecha y una especie de recinto enorme con torres y banderillas que parecían de diversos colores, se acercaron más al castillo y alcanzaron a ver a mucha gente dirigiéndose a él con una alegría y velocidad pasmosa, todos vestían igual, de negro, parecía una especie de uniforme de trabajo.

-¿Crees que sean los sirvientes del castillo? -le preguntó su hermano lleno de curiosidad.

-¡No ni-san es un colegio! ¡Parece como si fuera uno de los colegios de los cuentos que mamá nos contaba! -Alphonse estaba demasiado emocionado, bueno había recuperado su cuerpo, era normal, pero su vestimenta no era apropiada para que la gente los viese.

-Está bien… espera aquí… intentaré coger alguno de esos uniformes de tu talla… Por cierto Al… -dijo el menor y se rascó la mejilla-. ¿¡Dejarás de crecer algún día!

Pero en cierto modo no le importaba, saltó a un árbol y observó que éste llevaba a un patio interior tras los muros del colegio, necesitaba encontrar a alguien de la talla de Alphonse, y ahí estaba, era enorme y seguía como un idiota a uno de los chicos que parecía ser su líder, sonrío y aprovechó que se había agachado para atarse los zapatos para dejarlo KO y desnudarlo, era suficiente para que, por lo menos, Al se vistiera, aunque a Edward no le agradaba el bordado de serpientes que tenía.

Mientras, Alphonse estaba escondido, cuando una mano en su hombro hizo que se girara y palideciera al ver a un hombre grande de barba castaña que le sonreía de manera bonachona, a éste le acompañaba uno que fruncía el entrecejo como el Taisa, de piel blanca, cabello algo largo, ojos negros y vestía como un cuervo.

-Un alumno aquí… ya comenzaron con las bromas los alumnos… pobrecito… -le escuchó decir al hombre grande.

Hagrid lo acompañó hasta la enfermería y allí lo dejaron unos minutos a solas, momentos que en seguida aprovechó su hermano para pasarle la ropa, una vez que se hubo vestido se oyeron pasos, Edward desapareció de la vista antes de que Alphonse dijera nada, era la enfermera, la señora Pomfrey que le había traído una taza de té para que se recuperara del susto.

-¿Y dime, cómo te llamas? - le preguntó la mujer con una sonrisa que pretendía ser tranquilizadora. Aún así Alphonse sintió un escalofrío, le sonrió a la mujer, tomó el mejunje y se lo tomó sin protestas por el amargo sabor, al instante se sintió muy tranquilo y en calma, la mujer se retiró del lugar, pero sin darle la oportunidad de salir del armario a Ed entró alguien más, era un hombre de larga barba blanca y aspecto bonachón que le recordó a su padre, y a su lado, acompañándolo estaba el hombre de antes que parecía furioso.

-¡Pero si salió del bosque prohibido! -exclamó el moreno, pero al ver la reluciente insignia verde cerró la boca firmemente.

-¿No crees que debamos olvidarnos del tema, Severus? -preguntó el hombre de la barba blanca al otro con una ligera sonrisa, y un resplandor en los ojos casi diabólico, tanto Al como el otro hombre se estremecieron.

-A ver muchacho ¿Cómo te llamas? -comenzó a interrogarle, Edward estaba escondido en el armario y escuchaba, estaba un poco preocupado por su hermano pero debía aguantar hasta que ellos se fueran. Para después salir corriendo de aquel lugar.

-Pues, mi nombre es Alphonse Elric… señor… -respondió Alphonse y sintió que debía de mostrar respeto por aquel anciano, a éste le brillaron los ojos al observarle-. Yo, lo que pasó en el bosque es…

-¿Qué sucedió para que llegaras en esas condiciones al colegio pequeño? -Edward se rascó una mejilla, preocupado por su hermano, que no era precisamente pequeño, suspiró y apoyó la oreja en la puerta del armario, justo cuando escuchó abrirse las puerta, "joder, ¿¡cuándo pretenden irse!", gritó internamente.

-¡Pero, ¿qué le ha pasado a Potter! –gritó espantada la enfermera viendo entrar a Harry apoyado en su amigo, con una pierna herida, al observar que el director y Snape estaban ahí, el moreno frunció el ceño molesto, si es que no tenía nada de suerte.

-Pues que unos Slytherin me han atacado porque dicen que yo le robé la ropa a Goyle… -dijo apoyándose en la camilla, Snape se acercó al chico moreno y lo miró a los ojos directamente-. ¡No lo hice!¡Me acusaron en falso!

A Alphonse le resbaló una gotita de sudor y miró al armario, Edward se puso una mano en la frente. Claro, el tipo grande al que atacó para conseguirle la ropa a Alphonse, éste palideció, Albus observó al armario e hizo un gesto que Snape comprendió en ese momento, pero no sólo él lo comprendió, al abrir la puerta del armario Edward con algo de metal que había dentro del armario había creado una espada y apuntaba a la garganta del profesor el cual le apuntaba también con la varita.

-Baja el arma, chico… -aconsejó el furioso profesor.

-Vejete, eso mismo te digo… -señaló el rubio afianzando la espada, mientras buscaba la ropa para Alphonse, había visto que esos palos que portaban no eran lo que parecían y podían ser peligrosos dependiendo de quien la portase-. Al, nos largamos…

-No van a irse a ninguna parte -susurró de manera escalofriante el profesor sin moverse.

Todos parecían clavados en el suelo, el tiempo congelado, Ron se mantenía junto a Harry y éste permanecía estupefacto y con los ojos muy abiertos, Alphonse se había levantado de la cama pero Dumbledore le negó el paso con un simple gesto de la mano, Edward vio esto por el rabillo del ojo y dio un paso hacia donde estaba su hermano, hizo un gesto con la cabeza y alzó las cejas sin romper el contacto visual con Snape.

-Al -susurró suavemente, entrecerrando los ojos, inclinándose hacia el armario-. ¿Estás listo? -preguntó bajando un poco la espada, vislumbró el asentimiento de Al y soltó el arma.

Dio una rápida palmada que resonó junto a la de su hermano, pegaron las palmas al suelo y antes de que nadie fuese consciente de lo que hacían, dos enormes enredaderas crecieron del suelo atrapando a todos los presentes, Snape intentó resistirse pero la varita se le había caído al suelo

-Este es tu castigo por no haber bajado el arma –dijo Edward y golpeó a Snape en la nuca para evitar que pudieran perseguirlos-. ¡Vamos Al!

-Hermano... -dijo Alphonse mientras corrían por los pasillos-. No deberías haber golpeado a un mayor, seguro que es profesor de este colegio, y además... -añadió deteniéndose en el rellano de las escaleras-. ¿Cómo se supone que vamos a salir de aquí? -preguntó mirando como se movían las escaleras a voluntad.

-Pues como siempre… o, ¿a estas alturas tienes dudas…? -observó que antes de subir las escaleras había dos puertas, una que llevaba hacia un comedor y otra a un patio, por lo que sujetó la mano de su hermano y saltó hasta el techo del patio-. Observa, los alumnos de este colegio no son normales, eso que tenía en la mano no es normal… son como armas… no sé tú pero yo no pienso quedarme en un sitio tan raro…

-Pero, ¿¡y si ellos nos explican qué es este mundo! -intentó razonar con su hermano mayor-. Ed… admite que ni siquiera sabes dónde estamos…

-¡Me da igual! ¡No pienso pasar por lo mismo que pasé en el ejército de Amestris! -Alphonse se quedó sorprendido al escucharle, jamás creyó que su hermano dijera semejantes palabras-. Sé que acepté que me llamaran perro de los militares Al, pero si nos quedamos no seremos más que armas en sus manos…

Era cierto que Alphonse había intentado olvidar, sabía que su hermano había sufrido muchas cosas en el ejército, de ahí su total desconfianza a la mayoría de las personas y sus continuas sospechas, al verlo saltar Alphonse le siguió, vestido con aquella ropa, y un sendero se reveló ante ellos que al parecer atravesaba el bosque. Giró su cabeza observando el castillo y miró a su hermano, el cual comenzó a correr y él tuvo que correr detrás de él, como de costumbre.

Edward se dirigió hacia el camino que bordeaba el bosque, llegaron más allá del lago cuando comenzó la persecución, el tipo raro de antes corría tras ellos junto con algunos personas más, se metieron en el bosque para despistarlos y se cruzaron con los centauros, lograron despistarles con un cercado pero el brillo alquímico atrajo a sus perseguidores, llegaron al muro pero una especie de barrera les impedía cruzar al otro lado.

-Al fin os alcanzamos -dijo el viejo respirando aceleradamente con la mano sobre el pecho, Snape y varios adultos más estaban detrás de él apuntándolos con sus varitas-. Bajad las varitas chicos, no pasa nada. Sólo quería preguntaros una cosa. ¿Cómo habéis hecho eso?

-Albus, no debería arriesgarse tanto, no sabemos si son magos no deberíamos… -dijo Snape a su lado, Filch, que acababa de llegar los miró con desprecio.

-Habrá que matarlos, son intrusos y nadie sabe de dónde han salido - arguyó el conserje con su gata en brazos.

-Eso, deberíamos encerrarlos en las mazmorras -apoyó la idea Snape con una mirada deseosa de venganza e ira asesina.

Edward arqueó una ceja irónicamente y le sonrió a su hermano, al cual le preocupó la mirada de su hermano mayor. Éste, simplemente dio un paso hacia delante chocando las manos y sacando de la tierra una lanza, quedando en guardia y apuntando a los presentes, no le importaba quienes eran pero lo que estaban comentando no le agradaba en lo más mínimo.

Además, desde que vio por primera vez a ese cabeza de besugo vestido de negro, le resultaba real y terriblemente familiar su carácter, sólo le faltaba decir por todo el colegio que las mujeres debían llevar micro minifaldas, para saber exactamente a quien le recordaba.

-¿¡Por qué todos los estúpidos siempre se apiñan! -gritó mirando al profesor de pociones con desafío, si el Taisa no había logrado domesticarle, un idiota que se escondía detrás de un anciano no iba a ser el que lo hiciera.

-Ni-san… -intervino Alphonse poniéndose delante-. Por favor…

-Al… -el menor se puso con los brazos en cruz, interviniendo-. ¡Apártate! ¡Ellos quieren matarnos!

-Pero empeorarás la situación si peleas -Alphonse sentía que no debían pelear con aquellas personas, sobre todo porque su hermano estaba fuera de control en ese momento, supuso que estaba así por el miedo que le daba no saber donde estaba-. Suele entrarte el pánico cuando no sabes lo que sucede a tu alrededor, o no encuentras una respuesta lógica… por favor Ni-san, baja ese arma…

-Al… ¡no! -al ver que su hermano fruncía el ceño Al miró hacia atrás, y Edward, al ver que uno de los ahí presentes lanzaba un conjuro hacia Alphonse, todo fue a cámara lenta, Edward había chocado las manos y creado un muro para evitar el hechizo sorprendiendo aún más a aquellas personas-. ¿¡Ves como nos quieren matar!

-¡Ya basta! -gritó el anciano observando a los magos presentes, el que había lanzado aquel hechizo era Ojoloco que acababa de llegar-. ¡He dicho que bajen sus varitas! ¡Por Merlín! ¡Son unos críos!

-¡Unos críos no lograrían hacer tales proezas mágicas, no están usando varitas, ni conjuros ni nada! -gritó ya exasperado Snape-. Y si eso no es magia deben de ser demonios -siseó entrecerrando los ojos, haciendo estremecer a los demás profesores, Dumbledore simplemente lo miró con apatía.

-Si me lo dijera cualquier otro... Pero tú precisamente, que digas tal cosa Severus, estoy algo decepcionado -susurró el director de la escuela que, de pronto, parecía tener muchos años más, un viejo cansado y pálido.

-¿Señor se encuentra bien? -preguntó Al preocupado, dando un paso hacia él.

-Sí muchacho, ¿querréis venir al colegio?, temo que no aguante mucho más este frío nocturno -preguntó amablemente el anciano, todos los profesores lo miraron preocupados, Alphonse asintió.

-¿Promete que esos locos no nos harán nada? -dijo Edward acercándose a ellos, pensando más en la protección de su hermano que en la de cualquier otro, el anciano asintió y Edward dejó caer su lanza y alzó las manos para dejar claro que no iba a atacar, Snape lo tomó por el hombro y se lo llevó con él hacia el castillo, de Al en cambio, no se encargó nadie y acompañó al viejo dejando que recostara su peso en él.

Edward hábilmente dio un empujón al profesor que le había sujetado el brazo que aún le dolía y lo observó con fiereza, Alphonse que estaba algo cansado y al observar aquello no pudo evitar reír, pero notó aquello apuntando en su espalda, Ojoloco le observaba sin perderle de vista.

-Niño, no hagas un escándalo… -aconsejó el hombre, al que sencillamente le hacía gracia que aquel niño se ganase el odio de Snape, un odio del que solo tuvo el honor Potter-. Así que relájate…

Alphonse, al ver como volvía a sujetar el brazo de Edward, pegó un leve quejido y no pudo evitarlo más tiempo a pesar de que aquel hombre le apuntaba con la varita se acercó, alejándose del anciano y separando amablemente al profesor de pociones de Edward.

-¿Estás herido, Nii-san? -el mayor negó con la cabeza-. Puede que tengas la pierna y el brazo sensibles por la recuperación… y la extensión de los huesos… eso significa que el frío que está haciendo te está afectando como si tuvieras automail…

-Eso da igual muchacho… -escuchó al profesor Snape al notar cómo le volvía a sujetar de esa manera y su hermano intentaba no quejarse-. Ahora mismo estáis bajo custodia así que portaos bien…

-Severus… -esa voz sonó entre divertida y a la vez reprobadora hacia él, por lo que suavemente le soltó y se giró hacia el director-. Es un niño, que estaba asustado… por no saber donde está… no hagas las cosas aún más complicadas…

Señaló al de menor estatura, el cual se quedó extrañado y observó que señalaba a su camisa de tirantes, era cierto, no había recuperado su abrigo, pero estaba acostumbrado a pasar por peores situaciones. Era por eso que no se quejó, lo que le importaba es que su hermano estuviera protegido.

-¡Yo no soy un mocoso debilucho, viejo! -gritó haciendo que los pocos alumnos que aún estaban allí se giraran asustados, Dumbledore se rió a gusto y lo miró con una sonrisa nostálgica.

-Hacia más de 50 años que nadie me insultaba, pero muchacho, creo que es la primera vez que me llaman viejo. Vamos a mi despacho, jovencitos, y charlaremos con una buena taza de chocolate caliente -Alphonse asintió con una gran sonrisa y siguió al director que subía las escaleras algo más rápido que en el bosque, Edward los siguió, soltándose del agarre del grasoso murciélago gigante que intentó volver a atraparlo.

-¡Edward! -lo llamó Al, al ver que profesor e intruso se miraban intensamente.

-Severus, déjale -pidió Dumbledore sumándose al chico ya en lo alto del primer tramo de escaleras. Snape obedeció a regañadientes y dejó que el chico se reuniera con los demás en lo alto de la escalera, Edward le sacó la lengua en cuanto estuvo lo bastante lejos para esquivar cualquier ataque por parte del moreno y llegó lo más deprisa que pudo con la pierna aún entumecida.

Al dar el primer paso notó como la pierna le fallaba y cayó al suelo, sujetándose la pierna, Alphonse se quedó sorprendido por aquella caída por lo que bajó y lo ayudó a levantarse, para caminar al lado de él, supuso que estaría agotado, no era de extrañar. Edward había armado una buena y sin medir que su pierna y brazo estarían entumecidos por días.

-Edward deberías de dejar de forzar el cuerpo… -dijo Alphonse cuando llegaron delante de una figura frente a la cual el director los esperaba-. A fin de cuentas, ya no estamos en el ejército, hemos recuperado lo que queríamos…

-Pero Al… no estoy demasiado cansado es sólo que la pierna no me responde como debería… -informó observando cómo se abría aquella puerta, debía de preguntarle qué mecanismo llevaba, una vez dentro, al ver un montón de libros al mayor de los Elric le brillaron los ojos y su hermano menor lo dejó sentado en un sillón habilitado por el profesor con aquella ¿varita?, sería la mejor opción en llamarlo-. ¡Guay, cuánto libro!

-Todos son de temas mágicos, Nii-san… -observó Al, el director los observó y pudo ver cómo el rubio curioseaba por todo su despacho como analizándolo, como se sorprendía al ver aquellos cuadros en movimiento-. ¡Mira! Ese se mueve…

-¡Y ese de ahí Al! -señaló sorprendido Edward-. ¡Pero, ¿cómo lo han conseguido? ¿qué tipo de Alquimia han utilizado?

-¿Alquimia? -preguntó el director observando que el profesor de pociones atravesaba la puerta con una poción en las manos junto a Ojoloco, el cual escuchó la pregunta del director-. No es alquimia, pequeño… Es magia…

-¿Magia? -ese rostro incrédulo en el mayor de los dos hermanos, fue lo que más le sorprendió-. Eso es científicamente imposible.

-Ni-san pero se mueven… y hablan entre ellos… -el director se cruzó de brazos y los observó detenidamente, el profesor de pociones dio aquel vaso a Alphonse, ya que no pensaba acercarse a ese niñato hasta que no se disculpase, el menor se acercó a su hermano con aquello en las manos.

-Es para el dolor mocoso… -se cruzó de brazos el profesor-. No te hará nada de daño…

-Es la misma que me dieron a mi, se me quitó el entumecimiento que tenía en las manos Ni-san… -Edward observó a su hermano y después al profesor de pociones por encima de su hombro algo desconfiado llegando a pensar todos que no tomaría la poción, pero Snape se sorprendió al verle sujetar el vial, y aún más al vérsela tomar, sobretodo cuando puso esa cara de asco.

-Me he tomado cosas peores… -Alphonse no pudo evitar reír ante las palabras de su hermano-. Así que Magia…

Albus solicitó algo de chocolate caliente para los tres y Alphonse se sentó al lado de su hermano, mientras el profesor de pociones se quedó detrás de ellos al igual que Ojoloco Moody.

-Está bien –dijo con un gesto de la mano y observando los libros aún con ojos brillantes-. Supongamos que me lo creo. Para qué sirven las varitas y esas chorradas que dicen para… ¿embrujar? –dijo pesando en si habría una palabra más correcta.

-Las varitas y todo eso, como tú lo llamas, enano… -comenzó a explicar Snape, y una vena palpitó en la sien de Edward ante la mención a su altura-. Son catalizadores de poder y las palabras le imprimen más fuerza a los conjuros, es muy difícil para cualquiera realizar un conjuro sin hablar, pero es casi imposible hacerlo sin usar varitas.

-Exactamente –continuó Dumbledore mirando la reacción del joven con cierta diversión-. Es por eso que nos sorprende tanto vuestra habilidad.

Edward asintió, comprendiendo la razón de la sorpresa, la persecución y las barreras que parecían cercar el castillo para librarlos de los intrusos. Llegó un elfo doméstico y dejó tres tazas de chocolate sobre la mesa, y desapareció con un sonoro CRACK, Edward se levantó de la silla sobresaltado y Snape soltó una ligera risita, ganándose una de las miradas fulminantes de Edward.

-¿Qué narices era esa cosa? -preguntó mirando al director-. ¡Una quimera!

-Este tipo es un inculto Albus… -comenzó reírse de manera evidente, Edward observó al profesor de manera furiosa y Alphonse suspiró algo ya cansado por lo que sujetó el brazo de este para sentarle-. Es estúpido e inculto, no puede ser un mago…

-¡No soy un mago! -volvió a levantarse ofendido y callando a todos los presentes-. ¡Soy un alquimista nacional, sé exactamente lo que es un catalizador de poder! De hecho señor egocéntrico… se necesita de la alquimia para hacer cualquier parte de un catalizador de poder…

-Es cierto… -Albus sonrió al observar los conocimientos amplios del menor-. Ollivander utiliza alquimia para crear las varitas con núcleos de diferentes maneras Severus, y no está muy bien visto que un profesor de pociones se comporte como un niño pequeño y si es tan amable señor Edward, podría explicarme: ¿qué es un alquimista nacional?

-Bueno, un alquimista nacional es una persona que teniendo grandes conocimientos de alquimia se prepara para las pruebas, teóricas y prácticas y si lo logra y obtiene la aprobación del consejo se convierte en militar desde el cargo de mayor -explicó Alphonse tomando un sorbo de chocolate, su hermano asintió y quiso seguir él con el relato.

-Exactamente, y desde que una persona entra en la milicia hasta que muere o deja de ser útil se convierte en un perro de los militares, y está obligado a cumplir las órdenes de sus superiores, por más estúpidos, egocéntricos y vanidosos que éstos sean -siseó cerrando el puño, recordando al atractivo alquimista de la llama, todos los miraron extrañados.

-¿Permiten que niños como vosotros participen en la guerra? -preguntó escéptico Snape con una mueca de profundo desagrado, Edward simplemente negó con la cabeza.

-No. Con nosotros se hizo una excepción, por supuesto, pero yo entré en la milicia con tan 11 años -añadió mirando el espeso contenido de su vaso, bebió un poco, por suerte no era chocolate con leche, todos contuvieron un grito de horror.

-Un momento…-intentó comprender lo que acaba de decir aquel muchacho, el cual miraba el chocolate caliente distraído, Snape caminó y se puso delante de él, la sombra del profesor hizo que levantara la cabeza y le mirara-. ¿Estás hablando en serio...?

Pero podía comprobar sólo con mirarle a los ojos que era verdad, la dureza de aquella mirada y su determinación, algo cansado en realidad, no le hizo falta ni un gráfico para saber que era verdad lo que decía, Alphonse observó a su hermano el cual suspiró y volvió a mirar el chocolate.

-Por favor –intervino Alphonse, Severus observó al menor y después al mayor que miraba otra vez a la taza de chocolate caliente-. Es un tema delicado para nosotros… le ruego que tenga paciencia…

-Por lo que veo vuestro poder es alquímico… -se escuchó a Albus, mientras Severus se apartaba viendo como el director se quedaba delante de Edward-. Por lo que supongo que no sois de este mundo… Pertenecéis a Shambala…

-¿Shambala? -ambos se quedaron mirando y observaron al anciano sorprendidos-. ¿Qué es Shambala? Nosotros venimos de Amestris…

El viejo sonrió.

–Shambala es como nuestros ancestros llamaron a un mundo sin apenas desarrollo militar pero cuyos habitantes tenían el poder de crear cosas nuevas a partir de las viejas, hasta ahora siempre pensé que ese era un lugar idílico, muy similar a como debería ser el nuestro, alejado de guerras por poder y tales cosas, pero viendo que niños como vosotros sois forzados a trabajar en el arte de la guerra temo haberme equivocado –dijo bajando la mirada.

-A nosotros no nos obligó nadie, fue cosa nuestra –defendió Alphonse vehementemente-. Nosotros…

-Nosotros… -continuó Edward apesadumbrado-. Cometimos la mayor infracción que un alquimista, o que cualquier humano puede intentar, intentamos resucitar a nuestra madre, por ello yo perdí un brazo y una pierna y mi hermano habría muerto como sacrificio si no hubiera fijado su alma en una armadura…

-Desde entonces buscamos la piedra filosofal, para lograr recuperarnos, y cuando llegó el momento… Yo me ofrecí por él y él hizo lo mismo conmigo, hubo una luz cegadora y lo siguiente que recordamos es estar en el bosque, yo desnudo y Edward completo de nuevo.

Alphonse comenzó a contar toda la historia de sus aventuras al anciano director, consiguiendo no sólo la atención de éste sino también la del profesor de pociones que observaba a Edward sorprendido, pero fue en un momento dado que Al notó un cuerpo presionar su hombro, observó a su lado y no pudo evitar reír.

-Creo que nos extendimos demasiado… -alegó el anciano riendo al ver que el mayor había quedado profundamente dormido apoyado en el hombro de su hermano-. Necesitan descansar… han tenido batallas increíbles… y han salido airosos…

-Sí… -dijo Alphonse y, con cuidado, se levantó del sillón y dejó a su hermano medio tumbado, al parecer estaba realmente agotado-. Siempre es igual, durmiendo en sitios irracionales… Nii-san… ¿qué harías si yo no estuviera…?

-Creo que coger un constipado… -comentó Albus e hizo aparecer una capa colocándosela encima al muchacho que dormido parecía un niño pequeño en vez de un arma en potencia, pudo ver cómo el menor de los dos lo cogía en brazos sin ningún esfuerzo-. Cuesta creer que alguien así sea un arma…

-Lo mismo dijo Winry… -rió divertido Alphonse con el niño en brazos-. Siempre que duerme parece un angelito, pero cuando despierta es un auténtico demonio…

-Podéis dormir en alguno de los dormitorios de los profesores -les dijo Dumbledore, Snape lo miró horrorizado.

-Pero, ¡si las únicas habitaciones son contiguas a las mías!-se quejó poniendo mala cara, el director asintió juntando los dedos con una ligera mueca divertida.

-¡Es cierto! -exclamó como si no hubiera sido tal su plan-. Gracias por ofrecerte a que duerman en la habitación contigua a la tuya, qué pena que la llave se haya perdido, ¿no crees Severus? -dijo jovialmente, la mirada envenenada del profesor de pociones hizo que sonriera aún más ampliamente-. ¿A qué lo cargarás hasta la habitación?

-No hace falta, yo puedo llevarlo -se ofreció Alphonse, pero Severus cogió al enano y lo cargó con mucho cuidado, cuando éste hubo salido Dumbledore se dirigió a Alphonse.

-No se lo he pedido porque no te vea capaz Al, esa es mi pequeña venganza por su mal comportamiento -dijo con una sonrisa afable, Alphonse lo miró confuso pero no comentó nada.

Caminó para llegar al lado del profesor de pociones el cual, mascullaba maldiciones entre dientes pero al notar como el chico se acomodaba, tomó aire y Alphonse no pudo evitar reírse al ver aquello, bajaron por muchas escaleras hasta llegar a lo que parecía ser la habitación del profesor de pociones y al ver como dejaba a su hermano en la cama y como éste se giraba para coger mejor postura sonrió.

-Es divertido… cuando está dormido… -el profesor de pociones lo vio pasar-. Son las únicas veces que le veo comportarse como un niño… El taisa, solía decir que Edward era una pieza única, no sólo como alquimista sino también como persona…

-¿Qué quería decir con eso? ¿Que lo odiaba a muerte…? -dijo arqueando una ceja el profesor y Alphonse se sentó al lado de su hermano negando con la cabeza.

-El taisa fingía mucho pero sentía un especial cariño por Ed, ya que prácticamente nos conocía desde pequeños… aunque le encantaba sacarle de sus casillas y sabía cuando contenerle… Debería de ser paciente, a lo mejor aprende algo nuevo si le observa… -aconsejó Alphonse con paciencia-. Es gracioso, pero usted se parece al Taisa… sólo tenga paciencia…

Continuara...

Cave decir que editamos tanto en slasheaven como en amor yaoi, donde la historia esta mucho mas avanzadas. Apreciamos que nos dejeís reviwes para saber si os gusta la historia, lo cierto es que tardamos en editar y subir, pero es por el mero hecho de que queremos respetar lo maximo la personalidad de cada personaje.

¡Esperamos tanto Blacki como yo Ed_Al que os guste la historia!