Capítulo 21: Una extraña alianza
Taciturna. Ese era su estado de ánimo desde el fin de las fiestas navideñas, y que se había acentuado tras el ataque a las Tres Escobas por parte de los mortífagos.
Pero también decidida. Su mente había comenzado a desarrollar una pequeña idea, que se había ido infiltrando en su cerebro como un virus día tras día, y sobre todo noche tras noche. ¿Cómo salir de ahí? Sintió a la pequeña culebra reptar por su cuello, y un escalofrío recorrió su espina dorsal ante la perspectiva que se le presentaba por delante. Necesitaba ayuda, una ayuda extremadamente difícil de conseguir, una ayuda que hubiese sido imposible imaginar hasta hacía poco tiempo. Esa pequeña pero punzante idea, nació, casi sin proponerlo, en el entrenamiento del último partido de quidditch, que enfrentó ni más ni menos que a Slytherin contra Gryffindor.
Dos semanas después del ataque, el ambiente no era ni mucho menos festivo en el castillo, pero Dumbledore no quería que el miedo y la paranoia ahondasen excesivamente en el ánimo de sus alumnos, de modo que ninguno de los eventos programados hasta el final de curso fue cancelado.
-...y creo que un buen partido de quidditch es exactamente lo que todos necesitamos- anunció una fría mañana del primer viernes del mes de marzo, con una amplia sonrisa mientras observaba las diversas reacciones de los estudiantes. Gritos de júbilo, risas nerviosas, incluso alguna que otra bocanada de sorpresa de aquellos que pensaban que un partido de quidditch era de todo menos necesario en esos momentos se expandieron como la pólvora a lo largo del gran comedor.- si no me equivoco, es el turno de medir sus fuerzas para las casas de Slytherin y Gryffindor, y por supuesto esperamos que sendas aficiones los acojan en las gradas con la energía necesaria para pasar un día intenso y emocionante- sin dejar la tenue sonrisa de satisfacción, el director abandonó el comedor con tranquilidad.
- ¡Por fin algo de acción!- James lanzó un bufido de alegría y se frotó las manos satisfecho ante la noticia del director, e inmediatamente se dirigió a los componentes de su equipo de forma autoritaria- esta tarde después de las clases, os quiero ver a todos en el campo, ¡sin falta!
Remus y Sirius corearon a su amigo con alegría, ellos también estaban empezando a sufrir el ambiente pesimista y de desesperanza que inundaba el colegio desde que los mortífagos habían atacado Hogsmeade.
-Estoy segura de que Dumbledore pondrá todas las medidas de seguridad que estén en su mano- Lily respondió con seguridad a la inquietud del rostro de Estelle, cuyo semblante preocupado ponía de manifiesto que reunir a prácticamente la totalidad del colegio en un solo campo de quidditch daba mucho juego a la hora de poder repetir un ataque por parte de los seguidores de Lord Voldemort.
-Si ha decidido que juguemos, es porque sabe a ciencia cierta que todo irá bien- la apoyó James, rodeándole la cintura con un brazo y depositando un suave beso en los labios de Lily.
-Todo irá bien- Yasmine se levantó de la mesa y le dio a su amiga pelirroja un suave apretón en el hombro, acompañado de una sonrisa tranquilizadora. - voy a la biblioteca, mi primera hora del día es libre, nos vemos luego chicos.- sonrió a los merodeadores y a sus amigas, y salió del Gran Comedor con tranquilidad agitando su larga melena a cada paso que daba.
-Está muy rara- Estelle pronunció en voz alta lo que todos tenían en mente en ese mismo momento.- apenas dice unas pocas palabras, y se pasa el día en la biblioteca o con Ada.
"Y me trata con total indiferencia", pensó Sirius, que hacía semanas que echaba en falta las quejas y las insinuaciones de la morena hacia su persona. Le sonreía, era amable con él, no mostraba apenas emociones cuando lo veía hablando con otras chicas... sencillamente no era ella. Suspiró con tristeza mientras veía a la joven alejarse de la mesa. Después del último encuentro y de las palabras de Yasmine, ni siquiera se atrevía a seguirla y acorralarla en cualquier pasillo como antes solía hacer, y que casi siempre terminaba con un encuentro tórrido y acalorado. Sentía una pequeña punzada en el corazón que le impedían creerse del todo aquellas palabras hirientes, y una pesada mosca de sospecha no dejaba de acecharlo cuando pensaba que la gryffindor no había soltado aquellas barbaridades porque realmente las pensara.
-A todos nos ha afectado el ataque, y ella está preocupada por nuestros padres y nuestra hermana mayor- Michelle salió en defensa de su hermana, ella tampoco se encontraba en el mejor de los momentos. Cada día, esperaba con ansiedad que ninguna lechuza se posase delante de ellas y de su hermano Owen para darle alguna mala noticia. Sus padres estaban claramente en contra del nuevo movimiento antimuggles y de pureza de sangre y en durante aquellos días nadie estaba a salvo de ser víctima de sus atrocidades.- estamos en guerra- dijo lacónicamente- allí estaré esta noche James-prometió la joven de pelo rizado antes de levantarse para irse a clase.
Y llegó la noche del viernes, fría y oscura como ninguna, y con una quietud inusual que precedía a la tormenta que aquel domingo se iba a presentar en el castillo en forma de partido de quidditch. Cuando el último rayo de sol se había escondido tras las montañas, los equipos de slytherin y de gryffindor coincidieron en el campo para el entrenamiento previo al partido, cosa que no hizo mucha gracia ni a James ni a Damion Goyle, golpeador y capitán del equipo de Slytherin.
-Levantaremos una barrera a medio campo, para que estemos en igualdad de condiciones y podamos entrenar todos-Martha Valec se interpuso entre James y Goyle, cansada de los reproches que se hacían mutuamente ambos capitanes sobre la hora de reserva del campo- a todos nos ha pillado desprevenidos. Nos adaptaremos.- sentenció la joven- si seguís discutiendo no vamos a llegar a entrenar nunca.
-Al menos la sangre sucia tiene razón en algo- Goyle escupió a los pies de la joven con desprecio.
- Como vuelvas a insultarla, Goyle, lo último que verás será una bludger estrellándose contra tu horrible cara- Yasmine alejó a James y al resto del equipo con un rápido movimiento de varita mientras se interponía entre Martha y Goyle, intentado evitar que aquello se alargase aún más y desembocase en dos equipos con sus integrantes sumergidos en una batalla campal.
-Cuida tus espaldas el domingo, Roberts- le amenazó el gigante golpeador. Yasmine le lanzó una mirada altanera y una sonrisa de advertencia se dibujó en su rostro.
-Basta ya- Regulus Black, hermano de Sirius y buscador del equipo, se interpuso ahora entre Yasmine y Goyle- entrenemos- el joven dedicó una larga y significativa mirada a Yasmine, que por un momento se quedó congelada en el sitio. Regulus era más delgado que su hermano, y sus ojos eran de un profundo color negro, casi hipnótico. El pelo, ligeramente largo y también oscuro, enmarcaba sus delgadas facciones endureciéndolas. Era la primera vez en todo el curso que Yasmine había visto a Regulus, y se preguntó si eran reales todas las advertencias de la madre de Sirius respecto a su hijo menor y su coqueteo con las artes oscuras, o tan solo era una trampa para hacer que el merodeador siguiese manteniendo la pureza de sangre en el linaje que caracterizaba a su familia.
-Vamos a entrenar, Yas- Remus tiró con suavidad del brazo de la joven, y el entrenamiento dio comienzo.
-Éste se desarrolló sin ningún altercado, salvo alguna bludger desviada intencionadamente y algún que otro improperio entre ambos equipos. Sin embargo, por primera vez en mas de un mes, los chicos se sintieron libres y sin presiones, disfrutando realmente de aquello que los hacía ciertamente felices.
-Bien entrada la noche, James lanzó al cielo las chispas de color dorado que indicaban el final del entrenamiento, y aterrizó con suavidad en el húmedo césped del campo.
-No sé como había tardado tanto tiempo en volver a coger la escoba- se dijo a si mismo sonriendo ampliamente. Remus cabeceó para darle la razón aterrizando a su lado.
-Me muero de hambre- Sirius se unió a ellos y los siguió al interior del vestuario.
Yasmine se rezagó, observando de lejos la figura de Regulus zigzaguear en el oscuro cielo.
-Yas, ¿te vienes? Es tarde- Michelle gritó a su hermana ya casi fuera del campo, pero esta le hizo un gesto para que se marchasen sin ella. Estaba pensando en algo…
Libertad. Eso era lo que Regulus sentía encima de su escoba. Una libertad que hacía meses que no disfrutaba. Había algo que no terminaba de cuadrarle del todo. Sí, creía en la pureza de sangre que tantos años le habían inculcado en su familia, él también pensaba que la sangre mágica era algo necesario para proteger y perpetuar, y que debía de limitarse el mestizaje… pero tal vez los métodos no eran los que más le entusiasmaban. Sus compañeros mortífagos mataban, asesinaban y se jactaban de ello. Y lo que era peor, sentenciaban sin piedad a magos de linaje puro por el simple hecho de oponerse a ellos, cosa que no le parecía ni mucho menos inteligente, ¡Derramar sangre limpia sin sentido! . Muchos eran poco susceptibles de pensar por ellos mismos y tan solo se dedicaban a seguir órdenes como si fuesen marionetas… tal y como él estaba haciendo. Envidió por unos instantes a su hermano Sirius… envidió su coraje, su libertad… pero temió por su vida. El joven sabía que el merodeador estaba en el punto de mira del señor oscuro como traidor a la sangre, y como mago poderoso que no se querría tener de enemigo. Sabía que su amo primero intentaría arrastrarlo al lado oscuro pero él mejor que nadie sabía que Sirius prefería morir antes de que eso sucediese… ese orgullo terco de los gryffindor. Tan ensimismado iba en sus pensamientos que no notó la presencia que volaba a su lado hasta que casi lo rozó con su escoba.
-¡Black!- era Yasmine Roberts. Sabía que su hermano sentía algo por esa chica, que ahora lo miraba con ojos inquisidores. También sabía que Yasmine estaba metida en un buen lío.
-Roberts- el joven ocultó la sorpresa disfrazándola de serenidad.- ¿qué te trae por aquí?
-Necesito tu ayuda- la gryffindor no se andó con rodeos. Le lanzó una larga mirada de emoción contenida mientras le dedicaba una media sonrisa desconfiada.- ya no tengo nada que perder.
Regulus la observó durante unos segundos que se hicieron eternos mientras ambos descendían al campo, que se había quedado vacío. Al parecer, la joven pensaba que iba a poder enfangarlo tanto como ella lo estaba sin motivo ninguno.
-¿Qué te hace pensar que yo querría ayudarte?¿Qué gano con ello?- le preguntó con dureza.
Ella suspiró, y por primera vez apreció lo agobiada que estaba realmente. Lo miró con aquellos ojos cafés enormes, que brillaban en la oscuridad.
-Salvar a tu hermano, Regulus.
-¿Dónde te habías metido?- Lily la esperaba con los brazos en jarra de pie delante de su cama, tenía el ceño fruncido y una arruga de preocupación ocupaba su entrecejo.
- Estaba ensayando algunos giros, llevaba mucho tiempo sin entrenar- respondió Yasmine quitándose la pesada capa de encima. Suspiró cansada.
-Estábamos preocupadas por ti- Estelle sacó la cabeza de su cama mientras se sentaba en el borde de la misma.
- Lo estamos, de hecho- le corrigió la pelirroja de ojos verdes- estás ausente, Yas. No te reconocemos. ¿Hay algo que no nos hayas contado? – sus facciones se relajaron, y el enfado dio paso a la preocupación.
-¿Es por Sirius?- preguntó Estelle con cautela. – estás muy rara con él, y bueno, con todos.
Yasmine se había quedado paralizada en mitad de la habitación. Su cabeza iba a muchas más revoluciones de lo que su cuerpo respondía. No podía pensar con claridad puesto que su cerebro estaba únicamente centrado en salir de aquel problema sin perjudicar a ninguno de sus seres queridos.
-Estoy bien chicas…- susurró, echando un vistazo a las camas de Iona y Kate. Tras comprobar que estaban dormidas, se volvió hacia sus amigas.- solo preocupada.- añadió al ver que sus amigas no se iban a quedar conformes con la respuesta.
-Todos lo estamos, pero tu directamente no estás- Lily la miró con tanta intensidad que Yasmine pensó que sabía algo- ¿es por lo que pasó en el acantilado estas navidades?- le preguntó con suavidad. No les había contado a sus amigas lo de la mujer de pelo rojo que había visto en sus sueños después de haber recibido la maldición, no hasta que no entendiera bien que era lo que pasaba, pero estaba segura que la versión de Yasmie, que no cuadraba apenas con la de Sirius, no era del todo cierta.
-¿Qué? ¡No!- Yasmine fingió una mueca de incredulidad lo más real que pudo, aunque su corazón latía a mil por hora.- chicas, estoy muy cansada, podemos hablar mañana, ¿de acuerdo? No os preocupéis por favor.- con un rápido movimiento, la joven se encerró en el baño dejando a sus amigas con las misma inquietud que ya tenían.
Yasmine se dejó caer en el suelo, apoyada en la pared, mientras lanzó otro suspiro profundo al aire. Regulus no le había contestado, sabía que no podía presionarlo, puesto que apenas se conocían, y él tampoco había pedido más explicaciones. Al menos por el momento. Lo único que le dio esperanzas fue ver el brillo de terror que apareció en los ojos del joven slyterin cuando ella le planteó el hecho de que su hermano estaba en peligro. Sabía que era la única manera de que el chico se cuestionara ayudarla en el plan suicida que recorría su mente una y otra vez.
El día del partido amaneció inusualmente soleado, parecía que el mismo tiempo daba un respiro al tenso ambiente que había reinado durante las últimas semanas.
Los terrenos que rodeaban el castillo brillaban verdes y lanzaban destellos dorados al cielo azul y descubierto. Los lirios amarillos parecían rebrotar de nuevo, como si exprimieran al máximo el último golpe de vida que les quedaba antes de volver a dormirse hasta noviembre, y decenas de mariposas y aves de llamativos colores acompañaban a los alumnos de camino al campo de quidditch.
-¡La primavera!- Estelle tomó aire con fuerza mientras sus mejillas rosadas se llenaban de alegría.- Me encanta…- sonrió a Remus, que le devolvió una mirada divertida. A pesar de haberse distanciado desde las últimas declaraciones de la joven, parecía que para ellos era imposible mantener una hostilidad sostenible. El joven de ojos dorados pasó a su lado y le dio un suave apretón en el brazo.
-Estás radiante- le susurró feliz mientras la adelantaba. A Estelle le dio un vuelco el corazón cuando notó el contacto del merodeador y siguió los pasos del joven, que aceleró para llegar con tiempo al vestuario del equipo de Gryffindor.
-Todo el mundo parece estar de buen humor hoy- Lily sonrió feliz- si hoy ganamos, el día será redondo. – es justo lo que necesitamos- no añadió que prefería a un James pletórico de victoria a un James taciturno debido a una derrota.
-¡Ganaremos seguro!- Iona y Kate se unieron a las jóvenes. Ambas llevaban las caras pintadas de rojo y amarillo, e iban dibujando en el aire leones del mismo color que corrían y rugían alrededor del grupo.
James estaba extrañamente relajado en la charla previa al partido. Confiaba en que sus jugadores estaban embriagados por la misma sensación de euforia que él: la primavera había llegado, iban a jugar uno de los últimos partidos de la temporada, y contra slytherin, por lo que la perspectiva de derrota ni siquiera podía ser contemplada.
Hoy no voy a extenderme, chicos- dijo ajustándose las gafas y mirándolos a todos, uno por uno, con intensidad.- sabéis que este partido… tiene que ser ganado.- y sin decir nada más, salió al campo entre los gritos de júbilo que inundaban la grada.
Y no se equivocaba, ni mucho menos. Sus jugadores parecían haber sido tocados por una mano divina, ya que desde el minuto uno, la sincronización y la efectividad fue tal, que el marcador pronto marcaba los 50 puntos a favor del equipo rojidorado, dos bludgers habían conseguido romper en dos las escobas de los dos golpeadores verdiplateados y Michelle llevaba años luz de ventaja a Regulus en la búsqueda de la snitch. Los golpeadores de slytherin estaban siendo implacables, pero Yasmine volaba rauda y veloz para contrarrestar aquellas que iban dirigidas a los miembros de su equipo mucho antes de que llegasen a su víctima, y la sincronización de Remus, Sirius y James como cazadores era tal que apenas daban oportunidad para puntuar al otro equipo.
Goyle gritaba y escupía improperios a sus jugadores, visto el estado de gracia de los gryffindor, y apenas podía realizar un movimiento recto con aquella escoba astillada por culpa de Yasmine. En mitad de una de sus pataletas, vio como la joven Michelle se dirigía a él a toda velocidad para agarrar la snitch justo delante de sus narices.
A punto estuvo, por la rabia y la frustración, de dar un golpe certero a la chica con el bate, pero segundos antes de que la idea se materializase una bludger le golpeó de pleno en mitad del rostro, rompiéndole la nariz y haciéndolo caer de la escoba sin remedio.
Ada, que había visto al joven caer, y que volvía a repetir como árbitro del partido, seguramente tras haber perdido otra apuesta con Dumbledore, suavizó levemente la caída pero no la detuvo, nunca le había gustado el juego sucio y un pequeño golpe de nada no le vendría mal al enorme Goyle.
-¡Si! ¡Eso ha estado bien!- Gritó Jordan mientras las gradas rugían por la victoria del equipo. A los leones de Iona y Kate se le unieron unas decenas más invocados por los alumnos de las casas, y estos corrían alrededor de los jugadores celebrando la victoria que acababa de ocurrir.
-¡Has estado increíble!- Sirius olvidó momentáneamente el enfado con Yasmine y casi la tira de la escoba para darle un abrazo de alegría- ese idiota se lo tenía bien merecido.
Yasmine rió con sinceridad y aceptó el abrazo del joven, que la miraba con… ¿nostalgia?
-Tú tampoco has estado nada mal- le respondió con sinceridad ella, apretándola contra él.
Tras Sirius, una figura quieta en el aire los observaba con semblante serio, era Regulus. La joven suspiró y se separó de mala gana del merodeador.
-Vamos a celebrarlo- Sirius siguió la vista de la joven y vio a su hermano, que inmediatamente descendió para desaparecer por las puertas del vestuario de slytherin.
Aquella noche, la casa común de Gryffindor seguía rugiendo como lo hizo nada más terminar el partido. Lily y James habían desaparecido para "celebrar la victoria en la intimidad", y las cervezas de mantequilla corrían por la sala embriagando a los felices alumnos.
-Ha sido increíble- repitió Estelle por enésima vez mientras observaba como Remus se sentaba a su lado.
-Un día fantástico- la apoyó el merodeador de ojos dorados. Estelle lanzó una intensa mirada azul al joven.
- Te echo de menos- le dijo con traquilidad, tenía ganas de decirle aquello desde hacía mucho tiempo, y sabía que la cerveza de mantequilla le había dado el empuje que necesitaba- estaba hecha un lío- reconoció mientras el joven la miraba sin esconder la sorpresa. Estelle se acercó a su oído, y muy lentamente, y no sin cierta emoción y dificultad, lanzó una bomba que el joven estaba muy lejos de esperar- mi padre fue asesinado por un hombre lobo.- con los ojos vidriosos, depositó un suave beso en la mejilla de Remus, y se perdió en las escaleras de caracol que dirigían a su habitación.
El joven licántropo se quedó paralizado. No sabía exactamente como reaccionar, ni a la confesión de la chica ni a su mala suerte. ¿Cómo demonios no había pensado en que algo iba mal cuando Estelle tuvo esa reacción al enterarse de su licantropía? ¿Cómo no había sospechado algo así? Creía conocerla, y el dolor que había sentido por su rechazo había nublado cualquier otro sentido que le ayudase a entender a la joven.
Su instinto más primario le decía que la siguiese, la abrazase y le dijese que pasara lo que pasase él jamás le haría daño, pero su cautela le decía que tal vez no era el mejor momento para ello. Al fin Estelle le había confesado que pasaba y ahora tenía que actuar con cautela para poder ganarse su confianza.
El muchacho de gafas jugó enredando los largos cabellos rojos de su novia en su dedo índice, mientras sonreía satisfecho.
-Ha sido un gran día- suspiró, abrazando a Lily, que reposaba en su torso desnudo con una sonrisa parecida al del joven. Ella asintió relajada y le regaló un camino de besos en el cuello.- hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien- a James le vino a la memoria la cita navideña con la pelirroja una semana antes de que Voldemort asesinase a sus padres en aquel fatídico fin de año.
-Un descanso- repuso la pelirroja en el oído de James- merecido- añadió mientras jugueteaba con el lóbulo de la oreja del chico. James se giró y observó aquellos ojos verdes esmeralda con intensidad. Cuánto tiempo habían perdido discutiendo.- pero pronto tendremos que empezar a prepararnos.- a James le sorprendió que fuese ella quien sacase el tema.
-El fin de curso está cerca- afirmó James.
-¡Y los ÉXTASIS!- por el tono de Lily, James no sabía si acababa de recordar que aquel año se examinaban del último grado de exámenes o si desde un principio se estaba refiriendo a ellos, cuando él pensaba más bien en empezar a prepararse con sus amigos para combatir a los mortífagos y estar preparados para cuando salieran de Hogwarts. Sin embargo, el hecho de que la joven se incorporase con los ojos como platos y empezase a vestirse rauda le dio a entender que la primera opción era la más probable. Lanzó una carcajada divertido ante la reacción de la joven y la rodeó con su cuerpo evitando que se vistiese.
-Lily, Lily- la abrazó fuerte mientras la joven lanzaba un suspiro de resignación, ya que la llave del joven le impedía moverse.- aún quedan tres meses…
-¡Tres meses no es nada! ¿ Cómo he podido olvidarlo?- se lamentó dejándose llevar por el abrazo del chico, que la arrastraba de nuevo a la cama.
-No lo sé- ironizó James- tal vez porque han pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo… te lanzaron una maldición y estuviste gravemente herida…- se llevó los dedos a la barbilla falseando un gesto de meditación.
-No seas idiota, James Potter- replicó ella sin ocultar la sonrisa.
-A partir de mañana comenzaremos a prepararnos para los exámenes- le prometió James- pero hoy… - la mirada castaña de cervatillo indefenso que le lanzó a la joven terminó por convencerla… y siguieron celebrando la victoria del equipo.
-¿Le quieres? – Regulus lanzó la pregunta sin vacilar, observando a las lechuzas planear alrededor de la torre que era su hogar. -¿Tanto como para dar tu vida por él?- la miró inquisidor y ella pudo notar cierto grado de una admiración irracional en sus ojos.
-¿Nunca has amado a nadie tanto como para dar tu vida por esa persona?- A Yasmine sin embargo le sorprendió que él se sorprendiese.- Y no me refiero solo a un amor sentimental… ¿y tú familia? ¿y tus amigos?
-A algunas personas nos enseñan a querernos más a nosotros mismos que a los demás- replicó el joven arrugando el entrecejo. Yasmine se acercó a él y lo obligó a mirarle a los ojos.
-Tú no eres así- afirmó ella tras unos segundos. Regulus lanzó un bufido escéptico.
-¡Tú no me conoces!- su respuesta fue más un ruego que una defensa.
-Creo que eres tú quien no se conoce- repuso ella con tranquilidad. Lanzó una mirada cauta al joven, que la observaba entre enfadado y airado.
-He estado pensando en tu propuesta- pero él decidió cambiar de tema antes de que la joven siguiese insistiendo. Ella lo miró interrogante, esperando su respuesta.- es mi hermano- solo pudo añadir eso, haciendo una mueca que contestaba a la pregunta que ella le había hecho al principio.- pero solo te pido una cosa…- la miró profundamente- él no debe saber que te he ayudado.- Yasmine ahogó la sorpresa que sintió ante su petición. – es más seguro así, para mí y para él.- ella asintió, solemne.
-Entonces te enseñaré algo….- Yasmine se levantó la manga de la túnica y le mostró la pequeña culebra reptando tranquilamente por su antebrazo.
-Vaya…- los ojos del joven brillaron con sorpresa- veo que no confían demasiado en ti- replicó con lo que a Yasmine le pareció que era algo de sorna.
-¿Y te sorprende?- preguntó ofendida.
-En absoluto.- Regulus puso los ojos en blanco ante la actitud de la muchacha.
-Pero no es eficaz al cien por cien- explicó la joven- por un motivo que desconozco, no responde a mis conversaciones con mortífagos- lo dijo con la libertad que le permitía saber que él era uno de ellos. Él la miró intentado ocultar sus emociones encontradas.- creo que vuestro amo confía demasiado en vosotros.- no solo pensó en Regulus, también lo hizo en Snape, pero no se lo dijo al joven-sin embargo, cuando estoy con mis amigas, o con los merodeadores, incluso mi hermana… se pone nerviosa, lo noto, recorre todo mi cuerpo, se agita, y a veces incluso quema, sobre todo cuando mi cabeza no para de pensar en que debo buscar ayuda y confesarles todo… y entonces me vienen a la cabeza sus palabras y que mi familia y mis amigos morirán delante mía sin solución alguna…- tragó saliva y cerró los ojos como si el mero hecho de pensar en eso le causase un dolor irreparable- y sí, Regulus, prefiero morir mil veces yo a que eso pase.- el joven la miró casi con lástima.
-¿Cuál es el plan?- aunque creía ver por donde iba la joven morena.
-Necesito quitarme esto de encima- dijo mientras la pequeña serpiente se escondía de la mirada de ambos trepando por su brazo.- y solo puedes hacerlo tú.
Y allí, en la oscura soledad de la torre de astronomía, ambos jóvenes cerraron un pacto sin sangre que ninguno de los dos podría romper.
Y sí, así había sido finalmente el acuerdo entre el león y la serpiente, ambos traidores a sus ideales por amor. Amor fraternal. Amor romántico. Amor al fin y al cabo. Tan solo él podría eliminar a esa víbora chivata de su piel, dándole el mínimo tiempo posible para buscar la ayuda que necesitaba, y poner a salvo las vidas de la gente que amaba por encima de todas las cosas. Y es que, cuando el amor es el que teje los hilos de nuestras acciones, ¿qué puede salir mal?
